Me gusta mostrarme sin ropa interior 3
La conclusión de mi relato anterior de cómo conocí a Manuel y a Raúl
En mi relato anterior les conté cómo conocí a Manuel y a Raúl, que aunque eran dos desconocidos, terminamos en una mini orgía. Les dije dónde me estaba quedando, un hotel sencillo que está cerca del Monumento a la Revolución. Ya estábamos cerca y los dos coincidieron en que tenían cosas qué hacer, además yo debía descansar porque al día siguiente tenía otra reunión en la mañana. En el trayecto Raúl manejaba y Manuel me abrazó como si fuéramos grandes conocidos. Ya su mano con más confianza bajaba por mi entrepierna. Y notaba su respiración entrecortada. Yo me dejé hacer, estaba ya más mareada que cuando subimos al auto y ya iba medio dormida.
Cuando llegamos, me dijo Raúl que ya terminaba la fiesta, pero Manuel le sugirió meter el automóvil al estacionamiento y acompañarme, pues según escuché, estaba yo muy borracha, no tanto, pero sí algo mareada. Les agradecí y les dije que sí podía llegar sola. ¿En qué habitación estás?, me preguntó Manuel. En la 306, le dije.
Me acomodé la falda y bajé. Recordé que debía preguntar por mi maleta, pero decidí subir primero a la habitación para arreglarme un poco y tirarme en la cama. Estaba algo agotada así que me di un baño con agua caliente y recordé que había comprado un negligé por la mañana. Me lo puse y llamé a la recepción. Me dijeron que ¡sí!, ya tenían mi maleta como habían quedado en el aeropuerto, así que me quedé un rato más tumbada en la cama.
De pronto tocaron la puerta y pensé que habían ido a dejar la maleta. Pero al asomarme sin abrir, para mi sorpresa eran Manuel y Raúl. Pensé en pedirles unos minutos para volver a vestirme, pero decidí que les abriría así, como estaba. ¡Pues que siga la fiesta!, me dijo Raúl. Los dejé pasar y se quedaron viéndome. ¿Sabías que volveríamos y te vestiste así? me dijeron. Les respondí que no. Que estaba preparándome para dormir. Pero Manuel, que ocupó una orilla de la cama, me jaló despacio y me dijo, a ver, una vueltecita. Me reí, y accedí, mientras Raúl ponía una bolsa en la mesita de noche. Llevaba una botella, algunas aguas, y otras cosas. ¿Me ayudas?, preguntó, pero dejó caer la bolsa al suelo. La levanté y se la dí. No, así no, me dijo, y tiró una bolsa al suelo. Yo me agaché para recogerla y de manera sugerente le pregunté ¿así?, jajaja, nos reímos. Y me tocó las nalgas.
Yo estaba ya en otra dimensión, con dos desconocidos en mi habitación y el negligé. Sacó los vasos y preparó la bebida. Comenzaron a tomar y me invitaron una copa. Yo ya no quería, pero la acepté para entrar en ambiente. Manuel prendió la radio y me pidió que bailara para ellos, comencé a bailar, pero me dijeron, no, no, así no. ¿Cómo no?, les pregunté, si estoy bailando. En la mesa, me dijeron, jaja yo pensé que me iba a dar un azotón si me subía a la mesa, pero ya entrada en el relajo, me subí y comencé a bailar, aunque no bailo bien, sentirme observabada lascivamente me excitó. Ellos estaban sentados, viéndome, primero, pero después se acercaron para llevarme cargando a la cama.
Ahora vamos a bailar nosotros, me dijeron. Raúl era bajito y algo regordete. Manuel era un poco más alto y más delgado. Comenzó Raúl haciendo un baile supuestamente sexy sobre mis piernas y Manuel solo lo observaba. Yo me reía, pero me volví a sentir mareada. Así que me quité y fui al baño. Cuando volví, ya estaban en calzoncillos. Se habían quitado la ropa y se habían servido otra copa. Ahora estaban sentados en las dos sillas que acompañaban la mesa. Ya no hay silla, ven, siéntate en mis piernas, dijo Raúl. Sentir su paquete me hizo estremecer. Y después Manuel, me dijo, mejor aquí, y me jaló hacia él. Quedé justo en medio de su verga, que se sentía mucho más grande que la de Raúl. Intercambiamos uno y otro, jugando a sentarme sobre ellos, lo que les provocó una erección a ambos, pero ninguno se quitaba su ropa. Ni yo hacía por bajarla, aunque estaba intenso el momento. Les dije que me quedaría en la cama, así que me acomodé en posición de mariposa. Aunque mi negligé era transparente, el estar sentada así enfrente de los dos me prendió muchísimo y comencé a tocarme. Las piernas, los senos, el cuello, mi vagina. ¡Reaccionaron!, los dos se quitaron la ropa y ya desnudos se aproximaron, sentir las cuatro manos fue extraordinario, una sensación que nunca antes había sentido. Me despojaron del negligé, pero sin cuidado alguno. Raúl me bajó la tanga y Manuel rompió el tul que me cubría. ¡No!, les dije, porqué, pero eso subió el tono. Yo pensé que me iban a tomar por la fuerza o a golpear, pero me levanté. No te asustes, me dijo Manuel, es el momento. Regresé a mi posición acostada en la cama y Raúl comenzó a lamerme mi puchita, mientras que Manuel acercaba su miembro a mi boca. Subía la intensidad, los fluidos, la sensación. Después cambiaron, y esta vez Manuel me la metió sin avisar, no me di cuenta en qué momento se puso el preservativo, pero me sentí más segura de que lo tenía. Cuando Raúl se subió a la cama para acercarme su miembro, se recostó y se durmió. Por eso les dije que una mini orgía, porque se quedó dormido y flácido. Así que seguí con Manuel, quien ya estaba dentro y bombeándome. Súbete en él, me dijo, ¿qué?, cómo en el, sí, me dijo, sobre él. Yo no entendía, pero lo acomodó en medio, pesaba un buen, porque yo lo ayudé, de modo que quedó una especie de almohada humana.
Manuel sacó su miembro y comenzó con un oral, pero vaya sorpresa, también le lamía su miembro a su amigo, que aunque medio dormido, reaccionó. Nunca antes había sentido eso, pero me gustó. Después nos cambiamos a la otra cama, pues la habitación era de dos camas. En una se quedó su amigo-novio o pareja, qué se yo, y nosotros seguimos un rato más, hasta que terminó. Se quitó el condón y me dijo que la chupara. Así lo hice, pero ya tenía sueño también, para eso ya eran como las 4 de la mañana. Se quitó y me pidió acompañarlo a tomar otra copa, ya era lo último que quedaba. Le expliqué que ya necesitaba descansar y me dijo, sí, vamos a descansar. Buscó su pantalón y sacó su cartera, me dijo que me dejaría dinero para la habitación y para reponer el negligé. No, le dije, así está bien. Pero insistió, me dijo que frecuentemente viajaba y que le gustaría seguirme viendo, si es que yo podía. Nos fuimos a dormir, pues se quedó en mi cama. Eran como las 7 de la mañana, cuando me despertó su erección, y volvimos a tener un encuentro, esta vez más intenso. Me dijo que me cambiara, que bajaríamos a desayunar. Para mi sorpresa, su amigo Raúl ya no estaba en la habitación. Así que bajamos como si fuéramos una pareja normal, un total desconocido que desde entonces se convirtió en mi cómplice. Aclaro, ya no estoy actualmente con él. Pero nuestra relación duró casi tres años y fue por él que conocí esta página y otras cosas más del mundo sexual que no se ve en la superficie. Me han preguntado si son reales mis relatos, puede que cuando uno recuerde le añada o le quite detalles. Espero que les agraden, es como una catarsis contar aquí estas historias.