Me gusta mi trabajo (3)

Lia queda con su concha destrozada por probar un aparato, igualmente se las arregla para gozar mucho y tener relaciones con su patrona. Luego, al llegar a su casa su amiga Clara le declara su amor y su sumision total hacia ella convirtiendose en su esclava.

A las 8 de la noche la dueña de la fábrica llegó a evaluar el uso del caballete en el que Lía había sido apoyada. Se enojó mucho con sus empleados al ver que le habían tapado la boca con cinta adhesiva. Una de las cosas que más le interesaba era evaluar el sufrimiento de la víctima, pero entendió que ella también estaba en falta. "Tendré que hacer una habitación con aislación acústica, en parte los operarios tienen razón, no es fácil trabajar con tanto grito, se dijo a si misma"

Por su parte Lía estaba destrozada; Ya no resistía sin pesas en sus piernas, pero al agregarle la segunda tanda de cinco kilos en cada uno, o sea , al quedar con diez kilos en cada pierna, el peso de las mismas hundía cada vez más el interior de su vulva , y machacaba las carnes ya sufridas.

Una vez que le fueron quitadas la mordaza y la máscara, se pudo ver con claridad el gesto de sufrimiento que tenía su rostro, mojado y algo sucio por las lágrimas de tanto llorar y la baba que caía de su boca.

La operación de bajarla implicaba la desconexión de los cuatro aros de los labios vaginales, lo que la liberó de su aprisionamiento, pero aún así, a causa del dolor que sufría no osó moverse ni un centímetro. Luego le desataron las manos, que también tenía adormecidas de tanto tenerlas esposadas a su espalda. Todo lo hacían como si se tratara de una cosa normal, pero Lía estaba completamente fundida.

Fue necesario levantarla en vilo para evitar roces en su concha, estaba exhausta de tanto llorar, transpirada, dolorida en lo más profundo de su cuerpo. Durante su estadía en el caballo se había orinado dos veces y tenía la piel irritada debido a eso, lo que acentuaba mucho más los dolores que padecía.

Uno de los operarios de la fábrica la depositó sobre un sofá, y no podía de ninguna manera cerrar las piernas, tenía la vulva hinchada y no paraba de quejarse.

"No puedo más decía, no puedo más señora" No me tenían que haber dejado tanto tiempo. Mire como está mi preciosa conchita. Es lo más valioso que tengo y me la dejaron destruida. Tardaré semanas en poder usarla y disfrutar de ella, decía entre sollozos.

Mira que has salido blanda le dijo su patrona, ya tendrás tiempo para descansar. Debes comprender que es muy importante que nosotros tengamos la real dimensión del sufrimiento que el estar ahí implica. Nos arriesgamos a juicios o reclamos que nos costarían mucho dinero. Tú ya tenías idea de lo que era este trabajo. Cobras por él y bien. A ver, veamos, y se agachó entre las piernas de Lía para observar el daño causado.

Huummmm, esta hinchada, te duele mucho mi dulzura?

-Terrible señora, le respondió la hermosa modelo. Tengo mi conchita aplastada, ya le dije que me va a costar recuperarme.

Esta bien, luego le vamos a poner una pomada curativa y te llevaré a tu casa. No vuelvas hasta pasado mañana, así tendrás tiempo de hacerla descansar. Te lo has ganado tu y tu preciosa concha. Ya te lo había dicho tempranito, no, tienes una concha de primera, me calienta verte así desnuda.

Mientras decía estas palabras, con su cabeza entre las piernas de Lía, la señora fue acercando su boca hasta los labios vaginales hinchados y enrojecidos de Lía. Casi sin darse cuenta comenzó a pasar su lengua por ellos. Lía entró a pronunciar gemidos de placer, doble placer ya que la cálida lengua de su patrona le calmaba en parte el ardor y el dolor que estaba padeciendo, además, le producía un gran goce sexual. Se comenzó a estirar sobre el sofá, gimiendo y acompañando rítmicamente con su cuerpo los lenguetazos de la mujer, mientras se encaminaba a un orgasmo. Su concha destilaba jugos en abundancia, que su patrona saboreaba con placer, y así pronto Lía llego al clímax, y se pudieron escuchar sus gritos aún a través de las puertas de la oficina.

Inmediatamente después volvió a la realidad. Se dio cuenta que el dolor de su concha no había cedido aunque si el ardor dado que la humedad de sus jugos y de la lengua que acababa de pasarle le limpió bastante toda esa zona. La dueña entonces le dijo que se vistiera que la llevaba a su casa. Lía no demoró demasiado, ya que solo había traído su impermeable, el que se puso encima. El problema era que le costaba bastante caminar, no podía juntar las piernas y el dolor en su concha le llegaba hasta los huesos de la pelvis, que habían sufrido todo el peso de su cuerpo. No faltaron candidatos para llevarla en andas, la depositaron en el auto de su patrona y esta la llevó a su casa. Eran ya casi las diez de la noche. El viaje en auto tampoco fue placentero ya que no lograba calmar el dolor de sus huesos del bajo vientre. Con el impermeable desabrochado y sus piernas abiertas, más de un conductor con vehículo más alto que el de ellos estuvo a punto de chocar al ver semejante cuerpo desnudo. Su empleadora paró en una farmacia para comprarle algunos analgésicos y una pomada, que probablemente la calmarían esa noche, y poco tiempo después la dejó frente al edificio donde ella vivía, no sin antes avisarle que estaba atrasada con la evaluación de los consoladores y que era urgente tener esos datos a la brevedad ya que estaban por cerrar un importante negocio. Lía le prometió que próximamente se dedicaría de lleno a ello, dejando así a su patrona tranquila. Incluso le dijo que mañana le podría llevar algunos a su casa y así aprovechar el tiempo perdido. Su patrona le dijo que no, que descanse, que se avecinaban días arduos ya que tenían infinidad de pedidos de todas partes del mundo y que ella era fundamental debido a su actividad.

A propósito le dijo antes de dejarla, has pensado en la opción que te plantee de probar los látigos? , recuerda que podemos ajustar tu sueldo si aceptas, más de un veinte por ciento, lo que significará buenos ingresos para ti. Tenemos un látigo de fibra sintética con nudos que estamos desarrollando que realmente me interesa ver los efectos en la piel de una esclava, parecer ser que es bastante efectivo y quiero evaluarlo lo antes posible. Ya sabes, piénsalo, y piensa también lo de tu amiga, esa que vive contigo, tenemos también trabajo para ella si es que acepta las condiciones.

Lía le dijo que lo de su amiga no dependía de ella aún pero que pronto lo arreglaría. En cuanto a la prueba de los látigos dijo que aceptaba bajo la condición de que se incluyan en sus beneficios los remedios curativos para los daños que se le infligieran, y que no se excedieran demasiado en cantidad. Su patrona le dijo que hablaría pasado mañana, pero, agregó, tú sabes como me gusta a mí trabajar. Hay que ensayar todo hasta las últimas consecuencias. Pienso que de acuerdo a tu naturaleza unas marcas en tu cuerpo no serán tan graves, las disfrutarás y a la vez cobrarás por ello.

Es cierto señora, le contestó Lía, es cierto. Pasado mañana hablamos, pero cuente conmigo para lo que sea, ya me estoy calentando con ello le dijo, mientras se acariciaba sus senos, y diciendo esto se despidieron.

No sin mucho esfuerzo llegó al ascensor y a su piso, y al entrar en su apartamento prestamente Clara su amiga salió a recibirla, algo preocupada por la demora.

Que te ha pasado mi amor, no avisaste que llegarías tarde, le dijo. También le preguntó a que se debía esa dificultad para caminar. Clara estaba realmente preocupada por cualquier cosa que le pasara a su amiga, con el tiempo fue descubriendo lentamente que sentía necesidad de estar con su amiga, estaba profundamente enamorada de Lía, quien ya lo intuía desde hace tiempo y a la vez era recíproco; a partir de esa noche, ambas lo asumirían como normal.

Acompañó entonces a Lía hasta la cama, y le llevó un vaso de agua para tomar su analgésico. Luego lavó su concha con agua fresca, muy suavemente, tratando de no hacerle ningún daño, y la untó con la pomada antinflamatoria que su patrona le había comprado, diciéndole que lamentaba hacerlo ya que no podría usar entonces su lengua con ella. Lía se sonrió aunque estaba aún muy pero muy dolorida, le pidió que se acercara a ella y le dio un largo beso, que Clara respondió con pasión, diciéndole que se quedara tranquila que ella estaría a su lado esos dos días solo para servirla, y que no tendría necesidad de moverse. Clara sentía no solo amor por su amiga Lía, sino también una especie de sumisión, que la convertiría en poco tiempo en una esclava sumisa y dispuesta a cualquier cosa con tal de servir a la mujer que amaba. Lía también sabía eso, pero nunca lo había hablado antes, debido a que sus ocupaciones le insumían mucho tiempo, pero ella también disfrutaba de esos pensamientos. Le preguntó entonces:

Estás dispuesta a servirme en lo que yo quiera mi dulzura. ?

Claro, respondió ella, sabes que solo me interesa eso.

Bueno, entonces esta noche deberás vigilarme, no dormirás hasta que yo esté descansando tranquilamente, te quedarás de rodillas al lado de mi cama, desnuda, pronta para satisfacer cualquier pedido, de acuerdo?

No hay nada que me satisfaga más que lo que tú acabas de pedirme. Seré siempre tu esclava, podrás hacer conmigo lo que quieras, pero por favor nunca me abandones. Castígame cuanto y como quieras, humillame, seré lo que tú quieres que sea, pero no me abandones, te necesito demasiado.

Mientras decía esto le acariciaba los senos a su amiga, y esta a su vez jugaba con su rubia cabellera.

No lo haré jamás, pero eso tendrá su precio. Me gustas Clara le dijo Lía, pero te quiero a mi disposición, siempre. Serás mi dulce sumisa, o mi cerda esclava según me plazca y yo seré tu ama, que podrá disponer de tu cuerpo cuando ,como y donde quiera. Si así te place ya no hay nada más que hablar.

Soy la mujer mas feliz de la tierra respondió Clara, y, una vez completamente desnuda, se arrodilló al lado de la cama de su amiga, y ahí se quedó, esperando, a lo que fuere.