Me gusta follar, ¿y qué? (La Introducción)

De como aprendí a follar espiando a mamá...(Si te gusta el morbo, este relato te encantará, de lo contrario, sigue de largo)

Antes que nada, quiero agradecer sus comentarios, que como ya les dije, me ayudan a mejorar, todas las opiniones buenas o malas, sirven para tratar de superarme. Si quieren comentarme algo, pueden hacerlo por aquí o a mi correo. Muchas gracias.

Me han pedido que les contara sobre mis iniciaciones en estas cuestiones del sexo y del amor, en esta serie que será de tres entregas, cuento mis aventuras de adolescente, espero la disfruten como yo al escribirla y no olviden por favor dejarme sus comentarios. Muchas gracias.

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Mi padre tenía un gran amigo que nos visitaba siempre con su esposa y sus hijos, compartíamos cenas, fiestas cumpleaños, vacaciones, etc, etc.

Este matrimonio era especial ya que eran los más íntimos. Y con los que nos visitábamos casi semanalmente. Rafael aparte de ser el mejor amigo de papá, era mi padrino de nacimiento, nunca faltaba a mi cumpleaños, llenándome de regalos, consejos, mimos,  si tenía algún problema en mis asignaturas, lo llamaba para pedirle ayuda,   nadie prestaba atención al vernos  juntos en nuestras casas, o hablando por teléfono, Rafael era como mi segundo padre.

La  pareja  era compuesta  por Rafael y Juana,  tenían tres hijos varones, todos cercanos a mi edad.

Rafael era el hombre soñado por cualquier mujer,  era muy apuesto, carismático,  gracioso,  siempre iba muy bien vestido,  con corbatas impecables de seda,  y lo más atrapante de este caballero era su sonrisa varonil y su gran estampa,  es decir, era bello, por dónde se lo buscara.

Yo estaba silenciosa, y, perdidamente enamorada de Rafael,  él era un hombre mayor, casado, amigo de papá, era lo vedado,  aunque yo soñara con que él me enseñara los caminos más perversos del amor, moría por un beso, o una caricia de Rafael.

Rafael en ese entonces tenía 45 años,  igual que papá y yo apenas quince.

Recuerdo que el año que había cumplido los  quince años,  estábamos todos juntos de vacaciones, en una casa que el jefe de mamá le había prestado.

La casa quedaba a orillas del mar,  tenía dos plantas,  arriba estaban las habitaciones con balcón, y el baño. En la parte de abajo,  estaba la cocina, el comedor, una amplia sala y un patio que bordeaba toda la casa,  era un lugar precioso.

Llevábamos dos días de vacaciones,  ambas familias felices y contentos,  pero esa mañana se presentó lluviosa,  así que no íbamos a poder disfrutar de la playa,  cada uno pensó qué hacer.

Papá dicidió ir al casino,  Juana había discutido con Rafael,  no se por qué motivo,  así que se fue al centro comercial con los niños,  Rafael dijo que se iría a visitar a un amigo que vivía en una localidad cercana,  mamá decidió quedarse en casa a descansar,  yo quería ir al cine y era un buen día para hacerlo ya que no podría disfrutar de la playa que me gustaba tanto.

Rafael se ofreció a llevarnos a papá y a mí en el automóvil,  pues para salir a la ruta para visitar a su amigo le quedaba de paso,  mamá se quedó sola,  con toda la casa para ella.

La película resultó ser una porquería así que a la media hora de comenzada decidí volver a la casa, estaba aburrida, y no me interesaba ver el final. Volví para la casa en taxi.

Seguía lloviendo torrencialmente,  casi no se veía en la calle por la gran cantidad de agua que caía,  en silencio entré a la casa, solo estaría mamá, fui por un vaso de refresco y luego iría a mi cuarto a ver televisión.

Iba camino a la cocina, cuando sentí murmullos que venían no sabía de dónde, en la sala  había un pasillo que rodeándolo se salía por la derecha al patio y por la izquierda había una abertura que  permitía entrar a la cocina,  desde el patio. Me acerqué a la abertura y giré hacia la cocina.

Grande fue mi sorpresa cuando encontré a mi madre desnuda sentada en la mesa de la cocina de espaldas a mí, haciendo el amor con alguien que no era mi padre,  pues papá se había ido al casino,  y cuando se iba a jugar no volvía por varias horas.

Muerta de curiosidad por saber quién se estaba follando a la perra de mi madre, silenciosamente di la vuelta, entré por el patio y orillando la cocina por fuera, espié desde la ventana abierta.

Mi madre estaba gozando como una perra con Rafael, ¡si señores y señoras!, con Rafael,  el mejor amigo de papá!

Una ola de celos,  lujuria, y perversión  me invadió, ahora veía todo perfectamente claro, el muy tunante de Rafael me había llevado al cine y al cornudo de papá,  para quedarse seguro él y mi madre en la casa solos, y follar tranquilos.

Nunca se les ocurrió que a mi la película me iba a aburrir y que mi vuelta sería antes de tiempo.

Lejos de salir del lugar me quedé espiándolos, estaba celosa, furiosa, pero también excitada,  vi todo lo que hicieron,  lo que hablaron, como se gozaron... una fogosidad morbosa me hacía tener deseos de ser yo la mujer sentada en la mesa.

La puta de mi madre, estaba sentada en el borde de la mesa de la cocina, totalmente desnuda,  Rafael sentado en una silla le chupaba la rajita,  y por lo que podía apreciar lo hacía muy bien, pues mi madre lo tenía tomado de la cabeza, y se la refregaba contra ella,  gemía y le pedía más.

Mi madre tuvo una corrida y otra siempre con la lengua de Rafael en su coño,  luego Rafael se paró,  tomó la cabeza de mamá, mientras se miraban calientes,  mamá con ambas manos tomó la verga de Rafael, y empezó a acariciarla,  bajó su cabeza,  hasta llegar a la  polla  dura de Rafael,  la llevó a su boca, ý comenzó a darle besos,  la fue introduciendo,  hasta que la metió hasta su garganta, la entraba y la sacaba,  primero suave,  luego sus movimientos se hicieron más intensos,  ella lo chupaba como poseída.

Rafael gemía, y se retorcía de placer, le decía a mi madre:

-¡Qué bien la chupas, amor, pídeme lo que quieras, y será tuyo,  sigue así, así  chúpame siempre de esta manera,  y lo que quieras,  lo que pidas tendrás.

Mi madre sacó la polla durísima de Rafael de su boca y sin ningún recato le dijo:

-Quiero el auto azul amor,  ya sabes como me gusta ese auto,  mientras hablaba bajó un poco la cabeza,  y se refregaba  por toda la cara la verga de Rafael, luego empezó a  besarle los testículos, se los metía dentro de su boca, luego se la enterró nuevamente en su boca,  lo mamaba sin parar un segundo.

Rafael estaba extasiadillo, veía su espalda,  el movimiento de sus nalgas. Mamá lo había tomado de la cintura, y ella lo empujaba hacia adentro y luego hacia afuera, Rafael suspiraba y la incitaba a que siguiera chupando así.  La polla de Rafael,  entraba y salía de la boca de mamá,  ella indudablemente sabía como comerse un falo con la boca,  con las manos, con el cuerpo entero.

-El auto azul será tuyo,  pero sigue así, ¡vamos, asiiiii!

Minutos después, sacó el pene de la boca de mi madre y la penetró, ahí mi madre dio un gritito de placer, y le pedía que la metiera toda hasta el final,  Rafael obedientemente le dio con el gusto, la penetró con fuerza, yo seguía viendo la espalda de Rafael, su movimiento era ondulante, mientras la penetraba al tenerla sentada en la mesa, las tetas de mamá quedaban casi al alcance de la boca de Rafael que empezó a sobarle los pezones, mi madre gemía de placer hasta que tuvo una nueva corrida. Después de la corrida de mamá, Rafael  puso su  verga nuevamente en la boca de mamá.

Mamá se la tragó como una viciosa, los ojos de Rafael se ponían blancos,  ella mientras le sobaba el pene, con las manos le tocaba el ano,  le metía los dedos,  ambos estaban en el limbo,  no reparaban en nada, nunca se percataron que alguien los estaba espiando y descubría su secreto.

Rafael empezó a susurrar palabras obscenas, la tomaba fuertemente del cabello como poseído, mamá se estaba tragando nuevamente por la boca la polla de Rafael.

-¡Ahí va mi leche!, ¡trágala!, ¡así puta! ¡asiiiii!

Mamá se atiborró de leche,  la muy puta después de tragársela toda,  se relamía los labios,  y empezó a lamerlo de la cintura para arriba,  hasta llegar a su boca,  Rafael abrazaba  y toqueteaba a mi madre mientras se besaban como dos viejos amantes.

Al poco tiempo Rafael se vistió y ayudó a mamá a vestirse. Mientras se vestían se seguían tocando,  y chupando,  yo los envidiaba y quería ser un poco mayor para deleitarme como ellos,  no tuve más remedio que irme silenciosamente a mi cuarto y masturbarme varias veces,  pues me había excitado demasiado para mi gusto.

Desde ese día de lluvia,  los empecé a espiar y no entiendía como mi padre y Juana la esposa de Rafael no se daban cuenta de que mi madre y Rafael eran amantes.

Empecé a observarlos con más detenimiento. Se tocaban en la cara de ambos,  como yo sabía lo que pasaba no les perdía pisada,  por la madrugada cuando los esposos dormían,  mi madre y Rafael se encontraban a hurtadillas en distintos lugares  de la casa y se pasaban varias horas follando como animales,  lo hacían en la playa,  en el mar,  dónde tuvieran la oportunidad,  mi madre se la pasaba chupándosela a Rafael,  en cualquier lugar y momento. Y yo los espiaba y siempre terminaba haciéndome tres o cuatro pajas por día.

A la semana que regresamos de nuestras vacaciones,  una tardecita,  llegó mamá conduciendo un auto nuevo de color azul.

Me acerqué a ella mientras lo estaba estacionando,  y le dije que ese auto era hermoso.

-Gracias querida,  uno de estos días te llevaré a pasear y te dejaré conducirlo un trecho.

-¿De dónde sacaste el dinero mamá?,  -impertinentemente pregunté,  yo sabía que ella se lo había pedido a Rafael mientras le chupaba la polla.

-Niña, ¿qué preguntas?, ¿acaso no estás enterada que tu madre tiene una dirección de empresa?,  ¿un puesto jerárquico el cual es muy bien remunerado?, ¿acaso no sabes niña desfachatada que también tengo ahorros?, ¡niña mal aprendida!,  mira las preguntas que haces. -Me respondió molesta, se acercó y me dio un empujón que casi me hace caer al piso.

-Por qué estás tan fastidiada con mi pregunta madre? Mis ojos se llenaron de lágrimas, y la muy puta, sin contestarme dio media vuelta y entró a la casa enfurecida.

Como una película en cámara lenta llegaron unas imágenes que ahora ya con quince años, entendía.

Mi madre hacía cuatro años era una simple vendedora  en una empresa muy importante,  desde hacía dos años era la directora,  todo pasaba por sus manos,   ella,  era la que decidía que hacer,  manejaba gente que tenía a cargo. Ella armaba y desarmaba a su gusto,  sin dar cuentas a nadie.

Recuerdo que días antes de su nombramiento,  fui a buscarla sorpresivamente a su oficinita y la encontré con el jefe en una situación bastante incómoda, (¡oh, casualidad!,  ese jefe era el dueño de la casa dónde habíamos pasado las vacaciones),  cuando ellos sintieron que la puerta se abría se separaron rápidamente.

Mi madre estaba sofocada, despeinada y con la ropa arrugada, y fuera de lugar,   el gerente estaba algo despeinado,  mi madre  me retó y me dijo que era una mal educada,  que no podía entrar a una oficina sin golpear antes,  por más que sea la oficina de mamá. Airada como nunca la había visto,  me dio una sonora cachetada, dejando sus dedos marcados en mi mejilla.

En ese momento no entendí, qué era lo tan grave que había hecho para que se pusiera tan violenta conmigo.

A los dos días de esto que les relato,  mamá llegó a casa sonriente y feliz,  pues la habían nombrado directora general de la empresa.

Después de lo que ví y oí lo que le decía a Rafael que quería el auto azul,  me di cuenta que mamá consiguió ese puesto,  gracias a las buenas mamadas que hacía,  todo lo consiguió por puta, y no como ella me decía,  gracias al estudio,  gracias a mi dedicación y sacrificio,  todo era gracias a sus buenas mamadas de vergas.

Ahí comprendí que debía aprender de mamá y sacar provecho de eso que  hacía ella,  pues parece que a los hombres se les puede sacar ventajas,  si una mujer hace esas cosas,  y bien.

A los diecisiete años, me había transformado en una mujer exquisita, con un cuerpazo, muy bien formado, piernas largas, senos abundantes, cintura estrecha, pero lo más llamativo era mi trasero, bien parado, redondo y duro, era la delicia de cualquier hombre.

A esa altura de mi vida, había tenido varios amantes cercanos a mi edad, aunque aún era un poco inocente, ya no era virgen, había tenido relaciones sexuales con varios chicos, mi primer hombre fue un viejo depravado, era el jardinero de la casa donde vivían mis abuelos.

Casi todas las tardecitas visitaba a mis abuelos maternos, desde chica, y el viejo este siempre andaba regando las flores o arreglando algo en el jardín, siempre que podía me manoseaba, a mi al principio me daba asco, por esa época vivía masturbándome, vivía caliente y las hormonas no me dejaban tranquila un instante. Mientras me masturbaba pensaba en el jardinero, pero cuando lo tenía frente a mi, me daba cierta vergüenza mis pensamientos hacia él.

Mis abuelos se habían ido de vacaciones, y yo era la encargada de ir a darle de comer a los cuatro perros y a los cinco gatos que tenían en la casa. Una tarde a la hora de la siesta en pleno verano, fui para la casa.

El jardinero no tenía llave para entrar a la casa, sólo se dedicaba al jardín.

En los últimos meses, cuando empecé a calentarme con el viejo, yo no escapaba a sus manoseos, al principio, me quejaba, luego lo fui dejando avanzar cada vez un poco más

Esa tarde lo encontré cortando el césped, lo saludé y me metí en la casa, dejando la puerta abierta.

Me senté en la sala y el viejo entró a pedirme agua fresca pues hacía mucho calor.

Me levanté y fui hacia la cocina, abrí la puerta del refrigerador y le serví el agua que me pidió.

Cuando me dí vuelta, tenía al viejo casi pegado a mi.

-Si tiene mucha sed, puede llevarse la botella.

-Sabes que eres muy bonita? Me gustaría tanto tener una chica como tú y hacerle cositas ricas.

Mi corazón comenzó a latir fuertemente, estaba asustada y a la vez excitada, ya estaba cansada de masturbarme, tenía ganas de probar lo que tanto enloquecía a mamá, cuando Rafael le chupaba el coño, mi madre se desesperaba, de eso fui testigo varias veces.

Y pensé… ¿y si me dejo chupar por este viejo? Tanto como para probar y saber que se siente, ¿qué es lo qué a mi madre la pone tan brava?

El viejo se fue acercando, yo me quedé quietita estaba curiosa y sentí que mi rajita se iba humedeciendo.

-¿Sabes lo feliz que te haría yo? No te gustaría jugar conmigo?

Acercó sus manos llenas de arrugas y de manchas por la vejez.

-¿Me dejas ver tus tetitas?

Yo me quedé quieta, y en silencio.

-El que calla otorga. Me dijo el viejo. –Ven, te mostraré algo que te va a volver loca de felicidad, ven conmigo preciosa y no te arrepentirás.

Me tomó de la mano y me llevó hasta la sala, se sentó en el sillón, me puso entre sus piernas, fue bajando mi falda cortita, me quedé con las braguitas y el top.

Sentía tanta curiosidad!! Que lo dejé avanzar.

-Este viejito se siente en el limbo, siempre me gustaron las jovencitas, tienen esta piel tan suave…¿me dejas que te acaricie? Te prometo que te va a gustar.

Sus manos comenzaron a recorrerme toda, yo seguía parada entre sus piernas. Estaba rígida como una estatua, pero los roces del viejo me iban relajando, sentí que mis pezones se paraban.

El viejo con un dedo corrió mi braguita hacia un costado, con su dedo comenzó a tocarme todo el chochito húmedo, acercó su boca a mi estómago, sacó su lengua y rodeó mi ombligo, su lengua comenzó a recorrerme toda, primero fue hacia arriba, levantó mi top, y se encontró con mis senos sin sujetador, los besó suave, suave…, buscó mis pezones, los lamió, los bordeó y los mordisqueó.

Ante tantas caricias comencé a suspirar, me gustaba lo que estaba sintiendo

-¿Te gusta, verdad, lo que te hace este viejo?. Ahora te haré algo más rico aún, ya verás.

Se levantó del sillón, me pidió que me sentara, obediente me senté, por instinto abrí mis piernas

Él me quitó las bragas y el top, quedé completamente desnuda, sus ojos libidinosos me recorrieron toda. Se arrodilló, tomó mis piernas y se las enroscó en su cuello, llevó su cabeza calva a mi coño.

Comenzó a lamerme la vulva virgen hasta ese momento. Lo hacía de una manera delicada, su lengua recorría mis labios vaginales, me empapó con su saliva, luego tomó con sus labios mi clítoris, lo sacó hacia fuera, principió con la punta de la lengua a subirla y bajarla, a moverla cada vez más rápido

Ahí empecé a entender la locura de mamá, porque a mi me estaba enloqueciendo de placer, le pedí que siguiera, que no parara, sentí como por primera vez me corría sin masturbarme y fue una delicia.

-¿Te gustó?, quieres que siga?

-Si, me encantó.

Por fin podía correrme con un hombre, por fin podía deleitarme de una lengua, ya no quería masturbarme más, esto era mucho más rico.

El viejo siguió comiéndose mi coño por largo rato, no recuerdo las veces que me corrí, pero fueron varias. Se sentían los ruidos que producía su lengua en mi cuevita, Glup, Glup, Glup.

Todo el contorno de su boca, y la punta de su nariz estaban humedecidas por la cantidad de jugos que despedí después de tener varios orgasmos.

Luego se sentó a mi lado y sacó su garrote duro, me tomó del cuello y me llevó la cabeza hasta su rabo empinado.

-Ahora tú me harás lo mismo que yo te hice a ti.

Me metí atolondradamente su polla en la boca, el viejo me corrigió y me dijo que debía ir más lento.

-Tú abre la boquita, yo te guío con mis manos.

Tomó mi cabeza de los costados y comenzó a subirla y bajarla, él me guiaba con los movimientos, hacia arriba, hacia abajo, como lo había hecho él conmigo, empecé a mover mi lengua, la saqué de mi boca, y se la lamí desde afuera, pasándole la lengua por todo el tronco, iba y volvía, el viejo gemía y gemía.

-Vaya que aprendes rápido, serás una gran puta, pero yo soy el que se comió esta florcita que recién sale del capullo. Te cogerán miles de machos, pero yo quedaré en tu memoria por serl el primero… el que te comió la almeja por primera vez… ¿quién me quita eso? Nadie.

Me puso en cuatro en el sillón, lamió mis nalgas, y mi culito entero.

Apuntó su garrote hacia mi conchita, al estar tan lubricada fue más fácil la penetración, al principio sentí un dolor profundo que me hizo dar un respingo hacia delante, lo que hizo que su falo saliera de la cueva.

-Relájate, la vas a disfrutar, son segundos, y verás que rico será, luego rogarás por tenerla dentro y que no la saque, ya verás.

Comenzó todo desde el principio, una vez que me penetró profundo, se quedó quieto, pasó una mano hacia delante y frotó mi clítoris, con la otra mano masajeaba mis pezones, era tan lindo lo que me producía que yo sola empecé a moverme para adelante y para atrás, cuando mi chocha se acostumbró a su grosor, como él me había dicho, ya no quería que saliera más de adentro.

Así fue como perdí mi virginidad, y empecé a gozar del sexo, lo hice por curiosidad, quería experimentar como mi madre, y desde ese día no paré más de follar, a medida que pasaba el tiempo, me gustaba cada vez más.

Después de ese día empecé a ir dos veces a darle de comer a los animales, en mi casa dije que volvía a la nochecita a darle agua fresca porque hacía mucho calor, y los animales podían pasar sed, pero en realidad iba a que el viejo me pegara unas buenas chupadas de concha, si me follaba temprano, ya por la nochecita no se le ponía tan rígida, entonces me lamía hasta dejarme exhausta por los orgasmos que tenía.

Cuando cumplí los diecisiete, ya estaba bien culeada y mamada, cada vez me gustaban más las pollas.

Recuerdo que en ese entonces tenía un amante, un hombre casado, que tenía veintisiete años, se llamaba Ricardo, me gustaba estar con él.

Nos veíamos tres veces por semana, íbamos al apartamento que le prestaba un amigo, yo faltaba a mis clases de literatura, y él se escapaba del comercio que tenía con su esposa, daba como excusa que iba al banco, o a ver clientes y nos pasábamos las tardes enteras metidos en la cama, disfrutando de nuestros cuerpos.

Ricardo me daba por todas partes, era el amo y señor de mi cuerpo. Fue el primero que me cogió por atrás.

Me dijo que era una alumna excelente, que aprendía muy rápido, el problema grave que tenía, era justamente ese, por aprender rápido lo que me enseñaba él, yo perdía mis clases de literatura, faltaba mucho y estaba muy atrasada en trabajos que debía presentar.

Una mañana al llegar al colegio, el bedel me dijo que a media mañana debía presentarme a dirección.

En el recreo, le conté a mi mejor amiga que el profe de literatura me había citado en dirección.

-Seguramente, es por mis faltas e incumplimientos en la clase de literatura.

-Tienes que buscar la solución rápido a esto, o tendrás que recursar en verano.

-Mis padres no me perdonarían si no puedo entrar a la universidad por esto. ¿Qué hago amiga? Ayúdame por favor.

En la cara de mi amiga María se dibujó una sonrisa ladina.

-Andrea tienes un físico impresionante, eres muy bonita y joven, ¿cómo se te ocurre preguntarme qué hacer? Déjate coger por el profesor, será todo mucho más fácil.

La miré incrédula.

-Me estás haciendo una broma, cómo se te ocurre, María.

-Andrea… a ver… ¿cómo crees tú que yo consigo mis excelentes en matemáticas?

-No se… supongo que estudiando

-No seas ingenua, chica…, me dejo coger todita por el profe de matemáticas y él me da clases en privado.

Largó una carcajada sonora.

-No te creo… no…¿cómo aguantas a ese viejo?

-Un consejo y hablo desde mi experiencia, cierras los ojos, y te entregas y terminas disfrutando y mucho!!!

-Explícame por favor, ¿qué haces?

-Ya te lo dije… me acuesto con el profesor de matemáticas y la pasamos bomba, tú acuéstate con el profesor de literatura… y no tendrás problemas.

-Me da asco. No sé, comparo con Ricardo y

-Al principio yo sentí lo mismo, un pequeño rato, luego, cuando me empezó a hacer cositas bonitas, lo disfruté y saco todos excelentes, los maduritos Andrea, no se pueden comparar con los chicos de nuestra edad, son distintos.

-¿A qué te refieres?

-El trato, la experiencia… saben hacerlo, y no serán un adonis, pero… no se puede tener todo en la vida. Déjate tocar un poco, que te manosee, y verás cuánto lograrás. Piénsalo, y míralo de esta manera. Cierras los ojos, te dejas llevar por los toqueteos y no sólo ganarás buenas notas, también tendrás placer y mucho.

-Tengo a Ricardo para pasarla rico.

-Ricardo…¡anda por favor! Él te folla y qué tienes a cambio? Ricardo si tiene que elegir por su mujer y tú, elegirá a su esposa, te dará solo placer, con el profesor podrás tener placer y buenas notas, míralo de esa manera.

A mi memoria volvieron las imágenes de mamá con Rafael, y también su jefe, y empecé a sacar cuentas de todo lo que había logrado dejándose coger por los hombres.

Durante la mañana no pude dejar de pensar en mi madre, lo bien que la pasaba y las cosas que había conseguido, sólo por dejarse… quizás ella a mi edad consiguió buenas notas dejándose tocar, total, era eso, dejarlo tocar la carne tierna y fresca… Uno o dos toqueteos a cambio de una buena nota, como decía María, no tenía nada que perder, al contrario, podía ganar y mucho, como ganó mamá con sus amantes

Al mediodía, fui camino a la dirección, la faldita cuadriculada de mi uniforme era bien corta, tapaba mi trasero y gracias, desabotoné los primeros botones de mi blusa blanca y transparente, también aflojé la corbata, cuando llegué a la dirección, la puerta estaba entreabierta, di dos golpes, y pasé.

En la oficina de dirección, estaba el director sentado ante su escritorio, frente a él estaba el profesor de literatura, mostrándole unos papeles.

-Pasa Andrea. –Me estaba invitando el director.

-Buenos días, -saludé algo tímida.

-Andrea, aquí estamos con tu profesor de literatura, viendo tus malas notas y tus continuas faltas. ¿qué pasa contigo, niña?

-Es que… -No sabía que decir, no se me ocurría nada, lo que jamás les diría era la verdad del motivo de mis faltas.

-Estás en problemas Andrea. –Dijo mi profesor. –No te puedo eximir, no haces tus trabajos, no estudias, y faltas siempre a mi clase, lo siento, pero tendrás que recursar la materia.

El director se levantó de su sillón y me dijo:

-Andrea mañana tienes que presentarte con tus padres, pues debemos informarles sobre tu conducta.

-Le pido por favor que a mis papás no los llamen, prometo cumplir con todo, pero a mis padres no… por favor

Mis padres daban por sentado que su hijita, iba todos los días a clase, tendría que dar explicaciones dónde estaba en esas horas, pues yo salía siempre de casa para ir al colegio. Me castigarían, no tendría vacaciones, ni salidas a bailar… Ni podría ver más a Ricardo

-Por favor a mis padres, no…, ellos no saben nada.

-A ver que es lo que no saben ellos?

-Que no vengo a la escuela, ellos creen que no falto nunca.

-¿Y dónde vas Andrea cuando dices estar en el colegio?

Se me iluminó el cerebro y dije lo primero que se me ocurrió.

-Voy a trabajar.

-A trabajar? ¿dónde? ¿Y con quién? Tus padres están en una situación cómoda Andrea, no necesitas trabajar. -El que hablaba era el director. ¿De qué trabajas?

-Cuido una anciana enferma, le leo el diario, libros, le hago compañía…lo hago a escondidas de mis papás, porque me gusta ganar mi propio dinero, no me gusta pedir y me compro cosas que me gustan; y todo lo que consumimos las chicas de mi edad.

Creo que aprendí a mentir espiando a mamá, cuando llegaba a casa después de ser cogida, por uno de sus tantos amantes, era admirable las respuestas que le daba a papá, cuando la increpaba por las demoras. Lo hacía con tanta seguridad que hasta ella se creía el cuento.

-Bueno Andrea, lo sentimos, pero debemos notificar a tus padres de tus malas notas y faltas a clases. Es nuestra obligación, está muy bien eso de trabajar y ganarse su dinero, pero… el estudio está primero.

-Por favor, prometo estudiar, presentar los trabajos, pero no me acusen…, por favor, haré cualquier cosa que me pidan, pero no me acusen, por favor.

Había entrado en pánico, estaba desesperada y dispuesta a todo.

No se cómo me atreví, me senté sobre el escritorio del director, apoyé mis pies en su sillón, y con carita de ángel inocente, enroscando el dedo índice en una de mis trenzas, lo miré a los ojos, abrí mis piernas y dejé entrever mi tanguita blanca. Desabroché otro botón de mi blusa.

-¿Hay alguna forma de llegar a un arreglo? Yo haría lo que me pidieran.

Me extendí por sobre la mesa, y levanté mi falda.

-A ver… a ver… Andrea, esto me interesa. –Dijo el director. –No se a usted profesor

-Estoy dispuesto a escuchar la oferta de Andrea, para saber que tiene para decirnos.

Hablé con voz pausada, en tono bajo, pero convincente.

-Estoy dispuesta a lo que me pidan, a cambio del silencio y por supuesto de que me eximan.

Me arrodillé sobre el escritorio, dándole la espalda al director, sacando mi culito hacia fuera, muy cerca de la boca del profesor de literatura.

Lo miré provocadoramente. Abrí mis labios carnosos de niña cándida, y los humedecí con mi lengua.

El director que seguía sentado no podía dar crédito a sus ojos. El profe de literatura, fue a cerrar la puerta con pasador, y bajó las persianas, quedamos casi a oscuras, a mi costado había una lámpara que prendí, y dejé que me miraran.

-Esto es una locura. –Dijo el director. ¿El vejete se estaba negando a mi oferta?.

El profesor de literatura se acercó a mí, desabrochó un par de botones de mi blusa, mi sostén de encaje y puntillas apenas cubría mis senos jóvenes y turgentes.

Sentí que dos manos acariciaban mis nalgas. Los dedos del profesor de literatura rozaban mis pechos, se iban enredando con las puntillas del sujetador.

Sentí unos labios babosos posarse en mis nalgas, era el director que me besaba, corrió hacia un lado mi tanguita, y lo dejé que me tocara el coño caliente que tenía.

-¡Qué rica está esta niña! Decían entre ellos. –Me la comería enterita.

Dos lenguas me estaban empezando a saborear, una en cada oído, cuatro manos palpando todos mis encantos.

Yo había quedado en el medio de los dos, al de literatura que lo tenía frente a mí, le pasé mi lengua por sus labios, luego besé sus mejillas.

La situación, era bastante excitante.

Me fueron recostando sobre el escritorio, la blusa ya estaba toda desabotonada, la falda levantada hasta la cintura.

Por sobre el sujetador, me besaban ambos. Tenía uno a cada costado. Sentía sus respiraciones agitadas. Sus lenguas bañadas por una babaza espesa, humedecieron las puntillas de mi sostén me lamían, por ahora sobre la suave tela.

Como me había enseñado María, cerré mis ojos, y me dejé llevar por esas caricias lascivas, que iban incentivándome lentamente a empezar a sentir desde el estómago, un hormigueo por las cositas ricas que hacían con sus manos y lenguas.

Las cuatro manos magreaban mis rincones prohibidos, bueno es un decir, prohibidos según para y por quién.

Sonó el timbre que avisaba que ya había terminado el turno de la mañana, para volver a las clases por la tarde.

Como pude me escabullí de los dos hombres, me bajé del escritorio, acomodé mi ropa y me fui a mi aula a buscar mis libros, antes de abrir la puerta me levanté la faldita corta, y les mostré mi espléndido trasero, emulando a las bailarinas de can can.

Había ganado mi primer batalla.

CONTINUARÁ