Me gusta exhibirme 9 y el sexo con mi primo.

Tomás y Andrés que miraban desde fuera del taxi y se hacían una paja. No me lo han querido decir pero estoy segura que se corrieron en la espalda del taxista para joderlo.

por Daniela Besabien

Como ya sabes para poder acompañar a mi primo Alberto a Menorca tuve que negociar un trato con Tomás, mi jefe de la tienda de informática, que consistía en una cena pagada por él y una noche en un hotel para follar como cerdos con él y su cuñado del que ya sabes que me lo comió de maravilla en el cuarto de contadores de la tienda.

Tomás estaba más nervioso que su cuñado Andrés. Tomás se sentó a mi lado y el cuñado frente a mí. No me resultó difícil provocarles constantemente. Mi mano izquierda estuvo más tiempo en la entrepierna de mi jefe que sosteniendo el cubierto. Las dos señoras mayores de la mesa contigua se ruborizaban cuando mi pié desnudo paseaba sobre el ya enorme paquete del cuñado.

El camarero revoloteaba continuamente por la mesa como una mosca cojonera.

-Ahora te toca a ti-. Pensé

-Si es tan amable- Dije llamando al camarero cojonero y se acercó hasta colocarse a un palmo de mi hombro para verme las bragas que asomaban entre mis piernas. La vista de mi escote también era su blanco. - Tiene un poco de talco por que...

Aquí le tiré el insecticida.

( Imagínate a tu Daniela separándose el top de lentejuelas granate todo lo que daba de si la tela elástica para enseñarle al camarero cojonero mis dos tetas con los pezones a reventar. Me lo bajé hasta el ombligo y aguanté la posición para que se muriera del infarto )....y seguí con la petición – la tela me roza y me pican las tetas.

Otro camarero ipso facto se presentó con un bote de polvos talco de culto de niño y le pedí si me podía espolvorear los pechos. Dejo el bote sobre la mesa y se fue ha hacerle el boca a boca al moscardón que se estaba muriendo vivo.

Mi jefe y su cuñado rápidoooooooos como el rayo espolvorearon y de qué manera mis tetas, el top, la falda negra, las bragas rojas y encaje negro, los zapatos y el coche del parking del piso de abajo. A cuatro manos dejaron mis tetas como el culo de un bebé recién cambiado. Mis areolas y sus pezones quedaron camuflados.

Ahora ya no solo las señoras de al lado sino todas las mesas que nos rodeaban no nos quitaban ojo. Bueno, los caballeros. Las señoras murmuraban algo de puta o guarra o algo así. No recuerdo la palabra

Miré el móvil y vi que eran las 23,30. Hora de irnos. El cuñado quería otra ronda de licores. Le dí en la entrepierna con el zapato puesto y se levantó de golpe.

Ya en la cena les puse al corriente de que mi primo tiene una suite fija en el hotel Magestic y me la había dejado sin ningún coste para nadie. Eso les gustó a los dos hombres de negocios. ¡Rácanos de los cojones!

En el taxi comenzaron a meterme mano a base de bien. El cuñado con la excusa de la rozadura del top me lo bajó hasta la cintura con la intención de darme masajes hasta llegar al hotel. No se como lo hizo el taxista para pillar todos los semáforos en rojo. Siempre parábamos entre dos coches y un montón de motos. Yo feliz de enseñarlas que para eso las tengo y me gusta enseñarlas. Les hacía PoPi PoPi moviéndolas de un lado a otro y agarrándolas por los pezones para distraer a los mirones.

Mi jefe cuando arrancaba el taxi me las comía como un loco. Ya no estaban blancas.

Andrés se emperró en quitarme las bragas.

( ¿Crees que me resistí? )

El taxista nos jugaba la vida mirando no solo por el retrovisor sino que ya ladeaba el tronco y pasaba el brazo sobre el asiento del copiloto.

-Este semáforo es muy largo. Aprovechen-. Dijo Encendiendo la luz del techo ya girado totalmente en su asiento mirando fijamente la mano de Andrés moviéndose en mi coño.

-¿Le gustaría tocarlo? - Le dije lamiéndome los labios.

-No se enfadarán los caballeros.

-Para nada, toque toque que ellos ya me follarán luego.

Y me tocó y puso sus gruesos dedos en mi coño y apretó el clítoris como si fuera el famoso claxon del taxista. Me gustó.

Me tocó tres semáforos y le dije que aparcase el taxi porque quería que comiera el coño bien comido. Mis acompañantes se oponían pero no perdían el tiempo. Yo tampoco.

-Vamos a ver ¿De quién es el coño? ¡Pare donde pueda pero dese prisa! Y paró y se puso entre los dos asientos de delante y yo parecía una partera para que me lo comiera lo mejor que supiera. ¡Y cómo me lo comía! Con qué velocidad movía la lengua el condenado. Luego la movía de derecha a izquierda y de vuelta a la derecha. Alternaba con golpes en el glande del clítoris y me metía y sacaba dos dedazos y luego los cambiaba por la lengua.

(Eso me encanta. Repeticiones y cambio. Volver al sitio y cambiar. Que no sea todo el tiempo lame que lame. Me encanta el cambio de ritmo. A mí y a todas las mujeres, vaya. Pero yo te hablo de mí, corazón. Para que me conozcas mejor )

Tomás daba buena cuenta de mis tetas y el cuñado me las chupaba entre los dedos de su cuñado. Me corrí como una vaca. El pobre taxista se atragantó y se le cortó el rollo. Volvió a su asiento y todavía tosiendo arrancó.

Aún me salían fluidos y les dije que me follaran con todos los dedos. Dejé el suelo y el asiento empapados. Andrés le cogió vicio a pajearme y no paraba de correrme. Tomás medio levantado medio de lado me puso su polla en la boca y se la mamé mucho rato. De nuevo paramos en todos los semáforos. No creí que hubiera tanta circulación a aquellas horas. Luego reparé en que recorríamos la misma avenida de arriba a bajo y vuelta a empezar. Mi jefe se corrió como un caballo. La lefa que no me entró en la boca la detuvo la cara de su cuñado.

El taxista que bebió varias veces de la botella de agua del asiento contiguo seguía la jugada por el retrovisor. Sin mediar palabra volvió a detener el vehículo en una bocacalle que no identifiqué y tiró del freno de mano. Saló del taxi e hizo salir a los dos ocupantes del asiento trasero.

Me empujo y se tiró sobre mí. Ya me corrí de gusto. Me gusta en plan duro. Me metió un rabo a consonancia con sus dedos. Enorme y ancho. Que gusto. Me llenaba de par en par. La tenía bien apretada en mi coño. Estaba hecha a mi medida. Me follaba muy duro con embestidas largas y en trayectoria y presión. Me levantó las piernas y las pasó por encima de sus hombros. A la vez que me follaba me apretaba el clítoris ahora fuerte ahora con menos intensidad. Al rato y sin mediar palabra me alzó más las piernas y de un empujón me llenó el culo de polla.

Un pulgar ocupó el vacío que dejó en mi coño que aún no había recuperado su forma habitual y la otra mano estrujaba mis pechos alternativamente. Parece que sea ahora que me la está metiendo por el culo. ¡Dios! Que gusto sólo recordarlo.

( Me mojo. Me mojo. Me está cayendo un chorrito en la silla tengo que parar de escribir y...

Tengo que volver a leer los últimos párrafos porque la corrida me ha hecho olvidar donde estoy. El vibrador sacaba humo.

Vale, perdona. Ya sé.

El taxista que en un principio era en cierto punto algo desagradable físicamente cuando me estaba dando por el culo era el ser más maravilloso del universo ( sin contarte a ti, claro ) y más me daba y apretaba las tetas más maravilloso era. Me corrí un millón de veces antes de que me llenara los intestinos. La sacó y abalanzándose me la puso en la boca. Se la lamí y chupé como una infrahumana golosa hasta que se le volvió a poner tiesa. Le dije que volviera a meterla en mi culo.

Tomás y Andrés que miraban desde fuera del taxi y se hacían una paja. No me lo han querido decir pero estoy segura que se corrieron en la espalda del taxista para joderlo.

Llegamos al hotel a las 00,30 y el taxi no pudo llegar al hotel puesto que la calle estaba cortada por la policía. Furgonetas de diferentes medios de comunicación molestaban al pasar por la acera.

Accedimos el hotel con dificultad y al atravesar el hall vi a mi primo con Charlize Therón que acaparaba los objetivos y miradas del tumulto de presentes. Varios reporteros le hacían fotos y ella los recibía con una espléndida sonrisa sin pensar en desvelar la confusión.

Pasé a toda prisa delante de ellos y mi jefe y su cuñado se embobaron con la falsa actriz y tuve que llevármelos a rastras hasta el ascensor.

Me di prisa para meternos los tres en la espaciosa ducha y entre enjabonadas y metidas de mano comenté lo buena que está el picón de la Charlize. Les agarré del rabo preguntando

  • ¿Si entrara ahora por esa puerta y se metiera en la ducha ¿me cambiaríais por ella?

Andrés deseó en voz alta que fuera cierto y Tomás dijo que montaríamos una orgía.

A los dos minutos el deseo de Andrés se materializó. Como en el anuncio del perfume entró la bella, desnuda, con el vello púbico rubio oscuro recortado casi inexistente y su dorado cabello corto como un hombre. Me tomó por la cintura y me besó los labios. Aquellos embobados quedaron más embobados.

(Me das permiso para acortar el nombre de Charlize, me da hasta un poco de celos escribirlo. Está tan buena. Con tu permiso le llamaremos Charlin a secas. Gracias tesoro. Te quiero aún más).

Me separé de Charlin y el beso lo continué con mi jefe. Charlin le comió la boca al cuñado. Besos y metidas de mano hasta que dije de ir a la cama. Mientras nos secábamos oímos como se cerraba la puerta de la habitación. Era Alberto, mi primo que se había entretenido con la dirección del hotel para aclarar que la chica no era quien parecía ser. No le creyeron.

El plan no era ese pero follar follaríamos todos igual. Mi jefe y el cuñado se acojonaron al ver entrar a mi primo con su altura y corpulencia. Les presenté cortamos el hielo.

-Señores,¿ A qué hemos venido? O follamos o nos vamos cada uno a su casa -. Le digne.

Y comenzamos a mezclarnos. Tomás fue directo a comerse el tierno coño de Charlin mientras yo le mamaba la polla. El cuñado buceó en mi entrepierna y mi primo se desnudaba.

¿Quién de los dos acabará comiéndose el rabo de mi primo? ¿Y mi primo podrá comerse los dos rabos? - me pregunté.

Ahora Tomás ya estaba follando a Charlin a cuatro patas y mi primo coleaba cerca de la boca de Tomás. No le hizo caso y siguió follando y apretando las tetas a la rubia impresionante.

-¡Oye tío, si te follas a mi novia me la tienes que chupar!- Dijo con voz de muy mala ostia mientras le empotraba la tranca de veintitrés centímetros en la boca.

Al cuñado le tenía tumbado sobre la cama y yo de rodillas inclinada sobre su polla que me comía despacito. Al rato indiqué a mi primo que me cambiara el sitio. El cuñado miró como un hombre le comía la polla y aspiró profundo dejando caer la cabeza hacia atrás.

Yo me metí entre las piernas de Charlin para lamer todo lo que se movía. Minutos después intercambié el lugar con Charlin y ella con mi primo.

Seguimos haciendo rotaciones y ya con normalidad los tres hombres no dejaron de serlo por comerse las pollas. El placer es placer y no tiene género.

Un beso de tu Daniela