Me gusta exhibirme 8 y el sexo con mi primo.

Tenéis suerte. Hoy me siento muy puta. Dejaré la ventana del salón abierta. Estaré en mi habitación. Eso sí, habrán toallas para pasar primero por la ducha.

por Daniela Besabien

El viaje de regreso a casa me entristeció. Dejé a tras a personas que me hicieron sentir emociones aunque hoy en día es fácil retomar el contacto. Sólo es proponérselo y con Lisa seguiremos viéndonos. Nos tenemos a una hora de avión.

Luí directamente desde el aeropuerto a la tienda de informática donde Tomás, el dueño, me estaba esperando tres horas antes.

-¿Pero Daniela, que horas de llegar son esas? - Preguntó dando golpecitos a la esfera de su reloj. Le dije te tenía que comprarme ropa para la noche.

  • ¿O no te acuerdas que hemos quedado esta noche con tu cuñado para que me folléis con ganas como castigo por faltar una semana al trabajo? - No le di tiempo a responder y continué – Pues suma unos latigazos si te apetece pero hoy no vengo a trabajar. Empiezo mañana.

Cogí lo que fui a buscar lo metí en la maleta y salí por la puerta. Tomás aún está mirando como me marcho.

Tiré la maleta sobre la cama y fui quitando la ropa camino de la ducha. Abrí el grifo y mientras cogía temperatura recorrí el pasillo hasta la cocina para repasar que faltaba en la despensa y en la nevera. En la mesa plegable junto el bote del azúcar dejé el tanga que faltaba por quitarme.

De repente quedé inmóvil y como en trance. ¿Porqué estoy dando los buenos días a cada paso que doy por mi casa? Pensé en voz alta y me giré para descubrir a un montón de operarios en cada ventana de la casa que me saludaban al pasar y yo como una señorita educada les correspondía el saludo. Ni me acordaba de las obras de la fachada.

Ya en la ducha el encargado me preguntó por el viaje y confesó que me habían echado en falta.

Cogí la banqueta donde suelo poner las toalla y la entré en la ducha. Abrí la ventana de par en par y me subí a la banqueta para que el encargado llegara sin dificultad a tocarme la entrepierna. El hombre se puso muy nervioso.-Tranquilo que no muerde -. Le dije riendo. - sí compensa mi ausencia-. Me hacía cosquillas más que dar placer. Recordé a un obrero que llevaba unos bigotes muy grandes y pregunté por él. Apareció y le invité a entrar por la ventana. Entre varios lo levantaron y le tiraron dentro de la ducha. Se desnudó a toda prisa y me dio un morreo llenándome la boca de lengua y pelos. Parecía que me comía un coño peludo en un trío.

Los compañeros Se estiraban para mirar dentro de la ventana y vitoreaban al operario que ahora tenía la polla dentro de mi boca. Se la puse duda, pero dura dura. Marcaba una venas de escándalo. - Si le pego un bocado a una de aquellas cañerías se desangra en un no na -. Pensé.

Me puse en pié y me apoyé en el marco de la ventana para que la metiera desde atrás y sus compañeros me tocaran las tetas. Alguien pensó más que los demás y se trajo unos ladrillos para subiese y llegar a comerme la boca y pelearse con todas las manos que me reventaban las tetas.

El que me estaba follando sólo me la metía y sacaba pero sin nada de provecho.

-¿A qué hora paráis para comer?- Pregunté a nadie – En media hora- Respondieron todos.

-Tenéis suerte. Hoy me siento muy puta. Dejaré la ventana del salón abierta. Estaré en mi habitación. Eso sí, habrán toallas para pasar primero por la ducha.

Follar lo que se dice follar lo hice con tres. Los otros ocho se lo tomaron como un bukkake light y solo se las chupé hasta correrse en mis tetas pero de metérmelas por delante y por detrás con los tres que lo hice quedé muy pero que muy satisfecha. Les convoque para el jueves noche aquí en casa y volver a follar como locos. Pero eso es otra historia.

De comprarme ropa nada de nada. Ya sabía de antemano que ropa me pondría y donde quedaríamos.

A media tarde llamé a Alberto, mi primo, para quedar y comentarle unas cuantas cosas.

A aquellas horas de la tarde la sala de billares estaba casi vacía y el público era de cierta edad. A partir de las dos de la madrugada está a rebosar de juventud apostando y comprando tema.

Teo, el encargado secaba vasos como en todas las películas que se precien y sonrió al verme. Subí de rodillas al taburete que le quedaba enfrente e incliné el cuerpo para llegar besar sus dos mejillas. Es un hombre entrañable de cincuenta y....

-Vemos que hoy vas de guerrera – dijo sin perder la sonrisa.

-¿Vemos, en plural?

-Todos los abuelos te están viendo el culo. ¿Será que no lo sabes? - Preguntó conociendo la respuesta.

Claro que lo sabía. Con toda la intención del mundo me vestí para jugar al billar con mi faldita a cuadros escoceses de color rojo y la camisa blanca, que al entrar al local anudé por debajo del pecho. Los zapatos de salón en negro y con talones de vértigo para que la falda mostrara más el culo, una cola de caballo que pronto dejaría de serlo para jugar con los movimientos de cabello.

-¿Con quién has quedado que merece toda la artillería?

Le expliqué las dos citas sin entrar en detalles pero le dejé claro que quería entretenerme un rato. La sonrisa le volvió lasciva y sin dejar de mirarme las tetas, que se veían casi enteras porque los botones los desabroché al anudar muy holgadas las puntas, fue a la caja de fusibles y encendió las luces de la mesa más próxima a la barra y fue a bajar la persiana de la entrada.

Aún estaba en la misma postura enseñándoles las bragas de algodón blancas de colegiala que cubrían demasiado para una chica como yo.

Teo me sirvió un ron añejo sin hielo en baso ancho y mientras le daba un buen sorbo para calentar motores con el índice y el pulgar de la mano izquierda tiré de la braga de aquel lado para que se metiera en la raja del culo. Se oyó un cuchicheo en la sala.

Bajé del taburete y ya con un taco en la mano me dirigí al público diciéndoles:

-La verdad es que no se demasiado pero me atrevo a retar a quien quiera jugar con una niña – Se miraban entre ellos y uno preguntó que qué nos jugábamos.

Les conté mi mecánica del juego del billar francés.

-Si yo hago la carambola, mi contrincante hará lo que yo le ordene y si fallo el me dará una orden y yo la haré.

-Y si la carambola la hago yo – Preguntó.

-Harás lo que te ordene y si fallas también.

No le quedó muy claro pero se vio obligado por el clamor del público. Unos doce señores de entre cincuenta y setenta años. Mi rival tendría sesenta y algo. Dijo llamarse Marcelo.

Teo se reía porque conocía el propósito del juego.

Mientras atacaba el taco con la tiza invité a los asistentes a que acercaran sillas para verme mejor. Teo volvía a reír y colgó el trapo al hombro para acercarse también.

Dejé que comenzara Marcelo. Mientras se concentraba yo me apoyé en la banda larga que quedaba en frente a los espectadores. Me subí un poco bastante mucho la falda como si me rascara la nalga que tenía al descubierto. Murmullo.

Lanzó y ….Carambola a una banda.

Silencio y expectación.

No le dejé reaccionar. Me colgué de su cuello y le planté un beso en los morros, eso sí, doblando la pierna por la rodilla como en las películas.

Aplausos y gritos. Ahora todos querían jugar.

Me toca a mí. Me preparo exagerando la postura. Vuelvo a rascarme la nalga que ahora era más fácil de enseñar y lanzo... que mala suerte.

-Soy tu esclava ¿Qué quieres que haga mi Señor?

Todos proponían sus travesuras a cual más inocente. No se decidía y le propuse al oído...

De espaldas al tendido levanté los brazos y removí las caderas mientras que don Marcelo me bajaba las bragas. Al terminas dí un par de vueltas para que mi faldita plisada volara mostrando mis dos nalgas, mi rajita del coño (que si te acuerdas la tengo un poco más larga de lo habitual y así se ve mejor de lejos).

En el internado de Suiza donde estuve cinco años, en clase de geometría jugábamos al billar para estudiar los ángulos y hacer derivadas, osea que me dejaba ganar para darme morbo, a mí y a los abuelos.

Seguí fallando y don Marcelo perdió la vergüenza. Que si te desabrochas la blusa, que si te gateas por la mesa, que si te pones el taco allí y cosas de esas.

Cuando me cansé de perder y ya estaba en pelotas y más mojada que sus frentes jugué de verdad.

-Ahora harás lo que yo te ordene Marcelito -. Dije a paso lento rodeando la mesa completamente desnuda y arrastrando por el suelo el amortiguador de hule del taco.

Aguno piropeaba a mi mi rosa tatuada.

Le empujé con delicadeza hasta que quedó tumbado en la mesa con los pies colgando y le saqué la polla morcillona a don Marcelo. Todos rodearon la mesa para observar con atención cómo la niña le hacía una mamada a Marcelo. Teo estaba en primera fila. Me volví a él le cogí por la nuca y le di un morreo de campeonato. Las manos de Marcelo ya me sobaban los pechos. Alguien me acariciaba las nalgas desde detrás. Respingue el culo para que le fuera más cómodo tocármelo. Nos pusimos en el centro de la mesa. El morreo era eterno y nos salía saliva por las comisuras. Me aparté y le dije cómo quería que me mordiera los pezones mientras le hacía una paja.

Alguien estaba atareado con mi culo y otro en meterme los dedos en el coño.. A Marcelo le comí la polla y le metí la lengua en el culo. Cuando se corrió en mi mano le di a comer su leche. Después de él se tumbaron varios en la mesa para que se la chupara. A un señor mayor y muy gordo que casi no se la encontraba cuando se corrió en mi boca me dio las gracias. Pobrecillo.

Los que me trabajaban por detrás se aplicaban y de vez en cuando alguno, fruto de la pasión, se atrevía a comerme el ojete y meterme la lengua dentro del coño. No se si sabía que llevaba no se cuantas corridas dentro de ambos agujeros pero a mí me gustó.

La verdad, no a todos se le levantó. No vayáis a pensar que hago milagros. Para eso está Lourdes. Pero con un poquito de volumen ya me gusta mamársela y si veo que no se corre sé que le he dado un ratito de placer.

Les dije que se acabó la fiesta y fui directa al almacén donde está el vestuario para darme una buena ducha y sacarme todas las leches de todas partes. Miré de soslayo aquel almacén y lo vi diferente pero la mesa larga donde los Vip usaban las Visa para delinear y aspirar con billetes de cincuenta seguía en el mismo lugar.

Mientras me duchaba entró Teo con mi bolso, una bolsa que traje y mi ropa perfectamente plegada. Tomó asiento en la silla de las toallas y me quedó mirando fijamente.

-¿Te ha gustado, Teo? - pregunté sin mirarle.

-Sabes que sí. Pero me he quedado con ganas.

-¿No me la has metido? Le pregunté extrañada al tiempo que volví hacia él y al ver su mirada como respuesta salí de la ducha. Le hice bajar los pantalones y los calzoncillos y me la puse en la boca sin tocarla con las manos. Le creció rápido. Ya se la había comido en un par de ocasiones hacía unos tres años, en vacaciones del internado, cuando mi primo Alberto y mi hermano frecuentaban la mesa larga. Seguía sin manos tragándome hasta los huevos cuando me pidió para follarme. Le dejé escoger postura y se tumbó sobre la mesa para hacerme un misionero. Unos cuatro minutos de placer tremendo. De vez en cuando la sacaba dejando solo el capullo y paraba un par de segundos para volver a dar caña.

Levanté las piernas y quedó engullido en mí. Me folló muy fuerte y tardó un montón en correrse.

(Me encanta que me follen fuerte y apretando los pechos. Recuérdalo)

Yo me corrí un par de veces y llegamos juntos al orgasmo final. Fue mejor que con los operarios de mi casa. Cuando nos relajamos le dije que teníamos que repetir. - No me imaginaba que follaras así-. Le confesé y me besó la en la frente.

Pocos minutos después el local quedó vacío. Los abuelos marcharon bien servidos y mañana a recordar la tarde en que lidiaron con una ternerilla.

Del vestuario salí vestida de buena chica. En la bolsa que traje de casa puse una falda negra, muy corta eso si, y un top de lentejuelas granate. Suficiente para el rato que iba a durar puesto. De camino a los billares entré en un bazar chino y compré un par de rodilleras. ( Por que os conozco ).

No tardó en aparecer mi primo Alberto con una chica. -¡Jolín que monumento! - Pensé. A poner parecidos te digo que si yo soy la Bellucci ella es la Charlize Theron.

( Me gustan así. ¿Y a ti? )

Nos presentó y mientras mi primo conversaba con Teo, Charlize me seducía, no se si queriendo, con su voz. Hacía un par de mases que se conocían y me dejó entender que conocía los secretos de familia, liberalismo absoluto incluido. Le entré a caco preguntando

-¿Y habéis venido a buscarme para montarnos un trío?

-Me dijeron que eres directa, Daniela, pero tanto...

No le di explicaciones por que a ella no le interesa mi vida, pero a ti si que te digo que en esta corta vida que llevo por el mundo he perdido ocasiones por dar rodeos y pensarme las cosas demasiado. Y en el sexo y el placer, ¡a saco!

Como respuesta me acerqué a sus preciosos labios rosa palo y los lamí con dlicadeza.

Teo vio lo que pasaba a tres metros de ellos e hizo que mi primo nos mirara.

-Tu prima es una loba en celo, chaval. Se acaba de tirar a todo el Frente de Juventudes y sigue con ganas de más-.Los genes amigo Teo -.

Veo que os habéis caído bien, dijo al acercarse a nosotras.

-Mejor porque te queríamos proponer …No dejé que siguiera planteando lo que yo ya sabía y le planteé lo que él no sabía.

-Te emplacé aquí para pedirte la suite del hotel. Como ya sabes para poder acompañarte a Menorca tuve que negociar un trato con mi jefe y como que un viciosillo se trae a su cuñado-. Relaté con cara de niña buena que da penita pena.

Charlize se mordió el labio con la mirada clavada a los ojos de mi primo Alberto. No hizo falta mediar palabra, sólo faltaba el cómo.

-Voy a cenar con ellos y sobre las 00,00 subiremos. Darnos media hora porque empezaremos en la ducha y a las 00,30 entráis. Aún estaremos en el baño y vosotros ya desnudos entráis para ducharos.

Un beso de tu Daniela