Me gusta exhibirme 6 y el sexo con mi primo.

Después de varias corridas que resbalaban por mi boca, nariz y cuello Daniela dejó que la polla de su primo saliera de dentro de su culo.

por Daniela Besabien

Por fin lunes. Desperté sola en la cama. Me estiré y crujieron casi todos mis huesos. Me noté mojada y toqué la vulva. En efecto estaba chorreando. Olisqueé mis dedos y lamí un poco del líquido pegajoso. El cabrón de mi primo se hizo una paja en mi coño.

Ducha bendita y bajé a preparar el desayuno. Ya estaba todo dispuesto en la mesa de la terraza. Una nota sobre el plato sujeta por una pinza de tender la ropa decía: “ Para mi prima favorita. Perdona pero verte dormida en aquella postura era inaguantable. Luego más. Te quiero. Alberto”

Que mono. Era la manera de agradecer que le prestase mi coño.

Mientras desayunaba vi a Lisa en su jardín. Nos saludamos y saltó los maltrechos setos al tiempo que se desabrochaba la parte superior del bikini. Ya frente a mí se bajó la braga y dejó el conjunto sobre la mesa. Lo hizo de forma natural sin dejar de comentarme la reacción de su madre cuando el marido le comunicó que Lisa no iría a la excursión.

-Les dejé discutiendo y mis hermanos me miraban con ganas de poseerme.

Compartimos fruta y naranjada. Nos tumbamos a tomar el sol y me vinieron de nuevo a la cabeza los duques. Si están en la isla...Me levanté y llamé en vídeo llamada. Margarita también se estaba bronceando pero en el barco.

-Daniela, amor ¿También estás tomando el sol? ¿que es de tu vida?

Le comenté que estaba en la isla y que por la tarde venían unos conocidos a “pasarlo bien”. No hizo falta que le propusiera unirse a la fiesta.

-Estamos anclados en Cala Tirant, a dos horas de Es Grau. Venimos y te echamos una mano en los preparativos- dijo ansiosa.

Le conté a Lisa que son clientes de mi primo. Respeté la intimidad de mis amigos los duques.

Lisa tuvo la genial idea de trasladar el solárium a la terraza del piso superior. Recordé que mi primo tiene un catalejo que jamás ha usado para “mirar el cielo”. Sólo lo ha usado para mirar a las chicas en topless. Lo instalé y funcionaba. Mientras colocaba el aparato sobre el trípode Lisa preparó unos gin tonic.

Empezaba bien el día. Aún en pié brindamos, dimos un sorbo y nos besamos con ternura. Dejamos los vasos sobre la mesita y exploramos nuestros cuerpos.

( Vuelvo a susurrarte al oído. Del sexo me gusta todo, todo, todo, pero hay una cosa que vuelve loca loca. Se lo pedí a Lisa y lo pilló a la primera. Atento )

Pasó la lengua por un pezón haciendo círculos y luego lo mordisqueó. Le pedí que lo mordiera más fuerte.

Me dolía de placer. Luego, y a eso me refiero, agarró el pezón entre sus labios y tiró de él. Me encanta mirar como me chupan las tetas. Vi como al tirar se alargaba el pecho. Lo soltó y recuperó el tamaño. Este retroceso si lo repites varias veces da un placer inmenso, y se vuelve insoportable cuando te lo hacen en los dos pezones a la vez. Te parecerá una tontería pero te recomiendo que lo practiques. Hoy me lo harán muchas veces.

Una cosa lleva a la otra y terminamos follando como locas.

Al volver a la terraza divisamos el barco de Margarita entrando a la bahía. Lo busqué con el catalejo y di con él. La duques parecía Kate Winsler en la proa con los brazos extendidos. Llevaba el móvil colgado al cuello y le llamé.

Al descolgar le tarareamos la melodía de la película. A través del catalejo vimos como se descojonaba.

Le comenté que la estábamos mirando con el aparato y nos dedicó un estriptis sencillo porque sólo llevaba un pareo anudado al cuello. El baile erótico tuvo mucha gracia. Lisa se sorprendió de lo suelta que es la duquesa.

En la lancha auxiliar sólo se le veía a ella y a un tripulante. Norberto no estaba.

-No tendrías que bajar al puerto a recogerla? Preguntó Lisa.

-¿No tenemos vehículo? No te preocupes que la duquesa tiene ases en la manga, aunque vaya desnuda.

-Que por cierto, vaya cuerpo – alagó Lisa – entre el llamativo pelo rojo y los pechos que parecen esculpidos... -

-Pues ya verás, en carne y hueso está mucho mejor – añadí.

En menos de cinco minutos llamaron a la puerta. Alegría, presentaciones y Margarita entró para dejar una bolsa en la cocina.

-Ayudame querida- le dijo la duquesa a Lisa mientras se levantaba el cabello para que le desanudara el pareo.

-Gracias cielo. Hay que cumplir las normas de la casa – dijo Margarita - como tú que por cierto hay que ver lo buena que estás- dijo acariciándole la cintura.

El tripulante quedó en la puerta, inmóvil como esperando ordenes.

Me puse cachonda viendo la escena. Las tres mujeres totalmente desnudas apoyadas en la encimera de espaldas a la ventana y de cara al tripulante (que por cierto está buenísimo) que marcaba una importante erección.

Miré a la duques y con la mirada le interrogué a cerca de aquel cuerpo.

-Matías nos ayudará en todo. Es un gran cocinero y el mejor amante- dijo como si nada.

El mejor amante de la duquesa me miró y preguntó -¿Es usted la hija de Mónica Bellucci?

Le sonreí y se desprendió de la camiseta blanca con la gracia de un estriper para mostrarnos un musculado y bronceado torso con bello rizado en abundancia. El pantalón negro tardó más en caer. Él sabía de la expectación que levantaba. Lisa y yo, en un acto involuntario, nos inclinamos hacia delante para ver mejor como saltaba aquel pene bronceado al bajar el slip.

Le ofrecimos el mejor de nuestro aplauso.

Margarita me preguntó que cuántos invitados esperaba. Dudé pero me atrevía decir diez contándonos nosotras.

-Matías, con lo que encuentres y lo que hemos traído prepara una buena merienda. Lúcete corazón – dijo su jefa.

Preparé unos tragos y salimos al jardín.

-¿Por cierto, cómo habéis subido tan rápido desde el puerto?

-Con dos patinetes eléctricos que hemos dejado atados al árbol de la entrada.

El as de la manga.

Lisa y yo ya llevábamos tres gin tonic. Margarita dos y cuatro rayas. Era medio día y ya tenía sueño. Margarita me vio bostezar y me acercó el tubo de plata al que no dije que no.

Lisa se interesó por cómo nos conocimos.

-En realidad no hace tanto. Nos conocimos en una fiesta que solemos hacer varias veces al año y allí estaba ella.

-¿Os presentó alguien o fue espontáneo? Siguió preguntando la inglesa.

-Lo cierto es que fue de un tangazo.

-¡JAJAJA ! La duquesa se rió con ganas y yo poco más y me meo viva.

Lisa no entendió la gracia y la duquesa Margarita le relató los hechos.

(Tu, querido mio, ya los has leído en el capítulo 2, pero ahora será la duquesa Margarita quien te contará su visión de los hechos)

Estábamos conversando tranquilamente un grupo de amigos cuando un tanga me cayó en la cabeza. Busqué a mi alrededor para saber de donde vino y solo podía haber salido de la bailarina del podio que teníamos a varios metros de nosotros. Nos hizo gracia. A mí más que a nadie. Lo olisqueé y me imaginé el tesoro que había estado protegiendo. Quise verlo de cerca y todo el grupo nos acercamos al podio.

Todos nos excitamos mirando el baile de Daniela. Mi marido no se pudo contener y comenzó a besarme en la boca y Julián, un señor mayor que no me habían presentado, me comía los pechos por encima de la ropa.

Se acercó un chico y sedujo a unas damas que estaban a mi lado. El ambiente fue caldeándose por segundos. Daniela nos enseñaba un baile que nunca habíamos visto antes.

Dos chicas desnudas se sentaron frente al podio y me senté entre ellas. Quería ver a Daniela en primera fila y la contemplé agachándose y moviendo las caderas mientras

separaba las piernas. Luego me dio la espalda y se fue doblando hacia delante enseñándome el culo y el coño por detrás. Vi como me miraba para comprobar mi gozo y dando un salto subió a la cima de la barra quedando boca a bajo.

Se deslizó dando vueltas lentas para enseñarme con más calma su cuerpo hasta legar al suelo quedando sentada frente a mí con una pierna recogida en el suelo y la otra levantada invitándome a probar su elixir. Me acerqué sabiendo que debía guardar las distancias hasta que nos indicaran el libre albedrío y sin mediar palabra le desabroché la media. La vi tan excitada como lo estaba yo.

Daniela seguía repasando su sexo con la punta del índice para calentarnos y las chicas que tenía a mi lado comenzaron a tocarme y desnudarme y sus labios no dejaban de besarme.

Las lenguas se unían dentro y fuera de mi boca. Ahora liberaban mis maravillosos pechos de areolas rojas como mi pelo y mis pezones ya tiesos como escarpias.

Norberto se nos acercó a las tres mujeres y compartimos las cuatro lenguas jugosas. Una de las chicas le apartó y comenzó a desnudarlo sin prisa alguna.

Mi esposo observaba a Daniela mientras lo desnudaban. Más personas fueron aproximándose a mi grupo. La mayoría ya desnudos en su mayoría hombres. En el suelo acolchado estarían unas cincuenta personas que casi a la vez comenzaron a mezclarse formando un solo cuerpo. Yo tenía la mirada fija en Daniela esperando a que bajara del podio y se acercara a mí.

Y cuando lo hizo fue mágico. Nos besamos y nuestras manos recorrieron nuestros cuerpos deteniéndose donde tenían que hacerlo. Nos dimos tanto placer en tan poco tiempo. La masa nos separó cuando fuimos absorbidas por una orgía brutal. En alguna ocasión llegamos a encontrarnos y compartirnos diferentes cuerpos, unos conocidos y otros por conocer, hasta que uno de los conocidos fue Alberto, el primo de Daniela.

-¿Tu primo estaba en la orgía? - Preguntó extrañada la inglesa.

-Mi primo está en todas partes.

La duquesa siguió su relato – Me sorprendió que con tanta mujer que había en el montón de carne Alberto prefiriera a su prima Daniela. Estábamos de pié besándonos la boca y tenía mi mano entera dentro de su vagina removiendo mis dedos en su interior cuando noté que la vagina se contraía de golpe. Mi otra mano bajó para indagar que estaba sucediendo y tropezó con los huevos de Alberto. La vagina se encogió porque el primo se la metió de golpe por el culo.

Sabiendo el porqué le dejé libertad de movimientos y me puse entre las piernas de los dos para que mi lengua jugara con el clítoris de Daniela.

Después de varias corridas que resbalaban por mi boca, nariz y cuello Daniela dejó que la polla de su primo saliera de dentro de su culo. La limpié con unas servilletas de papel de las que la sala disponía en cantidad y me la comí entera. Daniela me pidió que separara las piernas para comerme el coño.

-¿Te ha comido el coño? - preguntó la duquesa a Lisa mirándole a los ojos – Por la cara que pones ya conozco la respuesta. Otra afortunada – dijo buscando la mano de la inglesa para darle una palmada a modo de colegas.

Mientras hablaba, involuntariamente la otra mano resbalaba en dirección a su sexo y sus piernas se abrían permitiendo que llegara a su destino. Lisa y yo estábamos más pendiente de la mano que de la polla de Matías que parecía el mástil de la Santa María y debajo colgaban los enormes hermanos Martín y Vicente Pinzón.

La duquesa estaba cachonda perdida y quise agradecer su visita. Me levanté y al acercarme vi que detrás de los cristales oscuros de las enormes gafas de sol tenía los ojos cerrados mientras seguía recordando cómo mi primo se corrió en su garganta y no le soltó la polla hasta que ya era un mero pito.

Situada detrás de ella acaricié sus pechos y pasé los pulgares sobre sus rojos pezones. Dio un respingo y dejó de hablar.

Con la mirada indiqué a Lisa que la atendiera entre los muslos. La chica siempre se ha mostrado complaciente y su lengua también. Matías, desde la cocina, observó la escena de la terraza y supo que su duquesa no estaba cómoda. Se acercó con dos sillas del comedor y dispuso cada pierna de su jefa sobre una silla.

-Gracias Matías, pero no te vayas. Dale a probar esa polla a Daniela – le agradecí de corazón el detalle.

Mientras le seguía acariciando los pechos lamía aquella enorme y oscura polla que sabía a mar. El capullo muy rosado contrastaba con el moreno del tronco. Supongo que toma el sol con el pellejo estirado.

(¿Se dice así? Creo que no. Espera que lo busco en la wiki.)

Que tonta. “Prepucio”.

(Bueno no me mires así, eso también me pasa con los pescado de roca en las frituras que me los como pero no se que nombre tienen)

Matías me sujetó la cabeza con las dos manos y marcaba el ritmo que le apetecía. Aveces soltaba una mano y le tocaba los pechos a la duquesa acariciando mis dedos. Las babas me salían por la comisura de los labios y me apretaba fuertemente para que no parara pero me producía ahogo. Le empujé para que me soltara y pude tomar aire. Le agarré de los huevos y lo guié a la boca de la duquesa. Fue visto y no visto. Me recordó los documentales de National Geo.. cuando el camaleón lanza la lengua sobre su presa. La polla de Matías desapareció.

Me tumbé en suelo para situarme debajo del culo de Lisa que aún estaba en cuclillas comiendo a la invitada. Le hice unos dedos y esperé la primera descarga. Mi boca se acopló a su coño como una ventosa y no dejé escapar ni una sola gota de la corrida de la inglesa. Seguí hurgando dentro de ella por los dos agujeros esperando otra corrida que no tardó.

Nos levantamos y le pedimos a Matías se corriera en nuestras bocas. Se la chupamos por turnos y luego gozó de las tres lenguas a la vez. Antes de que se corriera Lisa se la folló con la boca. De hecho fue ella quién hizo que se corriera y por poco no la ahoga. Soltó una cantidad de leche que asustaba. Nos llenó las bocas, los ojos, las tetas y seguía saliendo borbotones de semen no muy espero pero dulce y caliente. Me recordó el de mi hermano.

-¿Os apetece un baño en la mini piscina? - Vaya. Pregunta retórica.

Matías nos preparó un coctail mientras nos remojábamos y dejábamos hilillos de todo en el agua.

-No hagáis ahogadillas que podéis quedar embarazadas, queridas mías- dijo descojonándose la duquesa. Reímos todas.

Antes de tumbarnos a tomar el sol dimos unos sorbos al combinado y usamos el tubo de plata. Lisa se estaba aficionando.

-¿A qué hora vendrán los invitados?

-No tengo ni idea señora duquesa.

Un beso de tu Daniela