Me gusta exhibirme 17 y el sexo con mi primo
La duquesa, que te recuerdo que tampoco lleva ropa interior, se arremangó el vestido hasta la cintura y le paseó el corazón por la coctelería. Margarita se puso cariñosa y me balanceaba a modo de baile erótico.
Por Daniela Besabien
La duquesa Margarita me tuvo entretenida todo el día hasta las nueve de la noche. Me imaginaba el porqué pero me hacía la tonta. Fuimos a una de sus modistas que estaba confeccionando un vestido para que yo lo estrenara aquella noche.
La tienda es de renombre en la ciudad y está en el Paseo más famoso y más caro de Europa. Dicen. Total que entramos y le hicieron todo tipo de reverencias y cumplidos a la duquesa. Nos acompañó una joven a una de las salitas de espera.
( No. No seas mal pensad@. No pasó nada con ella. Aún )
Entró Eulalia, la propietaria en tercera generación, y nos presentaron. Mientras traían el vestido me hizo desnudar subida en un podio. Ya desnuda me dieron ganas de marcar un baile descarado. La duquesa lo intuyó y me dijo – Ni se te ocurra.
La Señora Eulalia me fusiló con la mirada al ver que no llevaba ropas interiores.
Llegó el vestido dentro de una caja preciosamente hortera en verde y oro. La joven de antes la llevaba como si fuera la bandeja de un pastel de nata y con la mirada puesta en la moqueta rojo inglés con el logotipo SE estampado. Cuando levantó la mirada al entregar la caja y me vio subida al podio completamente desnuda y depilada le cayo al suelo desparramando el contenido.
Me entró la risa y la duquesa me llamó la atención. La pobre chica recogió la sorpresa y la entregó a la Señora Eulalia que es una Santa. ( Me pillas )
Me lo probé y realmente era espectacular. El color, la tela, el corte todo era maravilloso. Me volví a poner la minifalda de tela de jean y la camiseta blanca de tirantes finos.
La dueña nos despidió en la sala de pruebas y la chica de la caja nos acompaño atravesando la tienda. Ella se adelantó unos pasos a nosotras cosa que me dio tiempo para bajar un tirante de la blusa y provocar que me saliera medio pecho con el pezón al completo.
-Estás loca Daniela – murmuró la duquesa esbozando una sonrisa.
Cuando la chica se dio la vuelta para despedirse y vio mi teta diciéndole adiós, le dio otro vahído.
Salimos la mar de contentas con la caja hortera y hasta el parking no tenía intención de guardarme el pecho. Era la sensación del Paseo. Los asiáticos en lugar de hacer fotos a las obras del genio las hacían a mi pecho.
Varios me pusieron en medio para hacerse selfies. Uno que daba la nota con el pelo color pollo me pidió para hacerse la foto jugando con el pezón que lo tenía a reventar.
-Claro que puedes – le dije en inglés. Se alegró y dijo que eran un grupo de cuatro.
-No problema. De dos en dos – le comenté mientras me sacaba el otro pecho para que tuvieran uno cada uno.
-Pero antes de disparar la instantánea mejor que me los toquéis un rato para que se pongan duros. Se verán mejor en la foto.
Así lo hicieron. La duquesa bajó a buscar el coche mientras me hacían las fotos.
Llegó otro listillo y me pidió un beso en la mejilla mientras me cogía un pecho. Cuando se acercó a la mejilla ladeé la cabeza y le pegué un morreo con lengua que creo que el palo selfie enfocó la tienda de la casa museo.
Se apuntaron dos chinitas muy monas que después de las fotos con mis dos tetas al aire me dibujaron con lápiz de sombra una especie de oso panda en que los pezones eran los ojos y le dieron la cámara a un señor para que saliéramos las tres. Para sorpresa de los setenta más o menos que formaban el corro, las chinitas se levantaron las camisetas y también enseñaron las tetas. Les di mi tel. Me las mandaron por WhatsApp.
Llegó la duquesa a la vez que la patrulla de la policía municipal. Aplausos y vítores cuando les hice un bailecito con perreo y twerking sin bragas.
Paramos en una afamada coctelería para hacer tiempo. La duquesa Margarita se puso fina de margaritas, yo me tomé tres ron negro en baso ancho Juan, el barman y dueño del conocido local y conocido de mi casa. Se alegró de verme. Bueno, en realidad de ver cómo me caían los tirantes y cuando, aprovechando que estábamos solo los tres en el local, bailé un par de canciones subida a una mesita. También tuvo éxito el perreo y el twerking. Margarita se animó con lo del perreo y se subió a otra mesita. Juan salió de la barra y el muy puta se sentó en una butaca baja a cierta distancia de nuestros culos.
La coctelería no presentaba cambios desde su inauguración allá por los años cincuenta. Juan la heredó de su padre que la compró por cuatro duros en una subasta por impago a la hacienda pública.
La duquesa, que te recuerdo que tampoco lleva ropa interior, se arremangó el vestido hasta la cintura y le paseó el corazón por la coctelería. Margarita se puso cariñosa y me balanceaba a modo de baile erótico. Juan estaba encantado de ver a la mujer de su amigo morrearse con la hija de su otro amigo.
La puerta se abrió y entró un cliente. Paré de moverme e hice el gesto de bajar de la mesita.
-Es Alf, un cliente amigo. Podéis seguir bailando que es de confianza.
Margarita se estaba desmadrando demasiado y sólo eran las 20 horas. Ya se había desabotonado todo el vestido y daba vueltas como un ventilador enseñándonos todo su precioso cuerpo blanco y rojo.
Alf se sentó junto a Juan y lo interrogó con la mirada.
-Son amigas de toda la vida - y en voz baja añadió – la pelirroja está a punto. Ponte a bailar frene a ella y el resto saldrá solo.
Pensé que sería buena idea que pegara un polvo y se le pasaría la tontería. Me dio la impresión de que a Alf le ponía la duquesa Margarita con su corazón rojo.
La marquesa ya estaba sin el vestido. Ahora lo usaba de muleta y toreaba a no se que toro hasta que apareció Alf que la embistió con los brazos abiertos y la abrazó.
No hizo falta nada más. No me fijé que boca buscó a la otra. Las manos de Alf se perdieron en el cuerpo de Margarita.
Juan, muy profesional, cerro la puerta del local por dentro. Se sentó junto a mí en otro taburete y le pillé la intención.
-Hoy es mi cumpleaños, Juan. No te lo vas a creer pero da igual. Mientras me pones otro ron y tu lo que quieras te cuento. Ya se lo que estas pensando y es lógico y normal. Una pareja follando delate nuestro, me estas viendo las tetas y el culo todo el rato, que sepas que lo he hecho a posta para calentarte porque pensaba que te lo harías tu con la duquesa. Pues a lo que iba, esta mañana al levantarme me he follado a la duquesa y a mi compañera de piso.
-No jodas. En serio
-Espera que hay más. Margarita me ha llevado a una esteticista y nos hemos depilado- Poniéndome en pie me levanté la minifalda y le dije – Toca toca, que te dejo tocar. ¿A que está suave? Pues en el gabinete nos hemos follado a la esteticista.
-No me jodas. En serio
Se bebió el Jack de un trago y fue a por la botella – Traete el ron, ya que te levantas.
-Salimos de follar con la esteticista y fuimos a hacernos los pies y nos follamos al vietnamita y su padre nos mató a pajas.
-No me jodas. En serio
Volvió a vaciar el Jack y lo rellenó.
-Lo de las tetas en medio del Paseo con los chinos y todo el rollo me lo salto. Pero si te digo que esta noche tengo unos cincuenta invitad@s y creo que con más de diez tendré que jugar un rato. ¿Me creerás si te digo que he entrado sin ganas fe follar? -No me jodas. En serio
-Pero hay que ver cómo va cambiando la vida por momentos – me dije mirando hacia el sofá de donde salían los jadeos y Alf estaba saboreando los jugos de la duquesa.
La verdad, entre los tragos, la calentura del baile, los morreos de la duquesa, recordar lo frenético del día, ver follar a la pareja y la polla enorme que marcaba Juan.
Lo tiré del taburete y me puse sobre él para un sesenta y nueve. Le quité los pantalones y salto una verga enorme con un buen capullo.
No tanto como el capullo de Alf que me fijé que lo tiene enorme y precioso.
Me follé con la boca a Juan y él me lo hizo bastante bien. Me puse sobre un taburete y me la metió desde detrás muy a dentro. Noté que se iba a correr y se la saqué. Lo terminé en la boca y casi se muere de un infarto del placer que le di comiéndosela mientras soltaba borbotones de leche en mi garganta. Se tumbó detrás de la barra para recuperarse.
Me acerqué a la pareja. Ella estaba montando a Alf como un vaquero en un rodeo mientras me observaba cómo me follaba con la boca al amigo de mi padre.
Aún tenía semen en la boca y me resbalaba por las comisuras de los labios. Margarita con sus besos me limpió toda la leche de adentro y de afuera.
Bajé y saqué la polla de Alf de dentro de la duquesa para observarla con detenimiento. Es muy personal. Un capullo inmenso cubierto por un prepucio que deja ver unas venas que ahora mismo recorreré con mi lengua. Te la como, te bajo la piel y lo descubro. Una joya. Margarita se enfada conmigo. Te la vuelvo a meter dentro de ella y me desplazo para buscar tu boca. Pinchas un poco pero me darás más gusto en el clítoris. Te meto la lengua y la recibes bien. Sabes besar. Me alejo y me siento en tu cara. Comienzas a lamerme los labios mayores apretando con la lengua. Entras en los menores y mordisqueas. Subes con la lengua lamiendo todo lo que encuentras y te detienes moviendo la punta de la nariz sobre el capuchón de mi clítoris. Me gusta. Me mojo y lo notas porque lo recoges con la lengua sin dejar de hurgar con la nariz. Ahora me introduces la lengua rígida en mi interior. La recibo con ansia. Me gusta tenerla dentro. Es larga y la sabes poner dura. Este hombre sabe lo que nos gusta a las mujeres.
-¿Qué haces esta noche Alf?
-Nada. ¿Porqué? - dijo haciéndome cosquillas al hablar.
-Porque es mi cumpleaños y quiero que vengas a mi fiesta.
Le quité el coño de la cara y acerqué mi boca a su oído. Le di un beso cariñoso y le susurré
-Quiero que me hagas el amor como nadie me lo ha hecho.
Margarita comenzó a sentir el bajón. Y se tumbó sobre uno de los sofás. Alf se recompuso y le di la dirección del palacete.
-No quiero que se rompa la magia – dijo rozando mis labios con la punta de sus dedos y se fue.
-Margarita, son las veintidós. Vamos a mi casa, nos duchamos y esperamos allí a que sea la hora.
Y así se hizo. Beti no estaba. Nos duchamos abrimos todas las ventanas para que nos diera el aire. Margarita se pegó cuatro tiros y yo dos. Cada una en un sofá despatarradas nos mirábamos y sonreíamos.
-Mira que llegamos a ser putas. Hoy hemos follado con ocho si no recuerdo mal -dije riendo.
-¿Y lo de las tetas en el Paseo? – dijo Margarita entre carcajadas.
Un beso de tu Daniela