Me gusta exhibirme 13 separata

Viene de Me gusta exhibirme 12. Lo coloqué en la categoría de Lesbico pero veo que los lectores no entran en ese apartado. Si quieres disfrutar leelo y me comentas.

por Daniela Besabien

Beti estaba perraca y me atacó. Nos liamos en la colchoneta del chillout bajo la suave brisa de la noche.

Sus besos son cada vez más tiernos. Más amorosos y tranquilos. Me gusta cuando me lame los labios muerde sin presión mi lengua. También me pone loca que introduzca uno o más dedos en la boca cuando me besa.

Me dedicó caricias en los pechos hasta que me mojé. Le cogí la mano y la acompañé para que la mojara de mí.

Luego se tumbó boca a bajo para que le acariciara la espalda. Mis manos palparon cada centímetro de su piel hasta llegar a sus curvadas caderas.

Agarré sus glúteos y los estrujé. Separé sus nalgas y enterré mi cabeza entre ellas. Olí, lamí y degusté carne y fluidos con sabores diversos a cual más excitante.

Le di la vuelta y boca arriba separé sus piernas para acariciar el interior de los muslos. Beti suspiraba y tenía pequeños temblores. Mis dedos subieron para rozar su sexo empapado de ella y de mi boca. Jugué con mi lengua y la acompañe con toques dáctiles por sus zonas más erógenas.

Orgasmos silenciosos como aquellos nunca los había visto. Se retorcía y me apretaba entre sus piernas liberando todo el placer de dentro de sus sexo. Me ahogaba en sus jugos. Pero que muerte más dulce es morir así.

Aflojó la presión y pude seguir sorbiendo su néctar y volver a entrar en ella con lengua y dedos. No tardó en volver a descargar. Me encanta esa mujer.

Cuando dejó de estremecerse quedó dormida y la dejé descansar. La cubrí con una manta y terminé mi copa de un sorbo.

-Las once de la noche y he dejado a dos fuera de combate. Y el cuerpo me pide marcha. – Pensé en voz alta.

Una ducha rápida y me enfundé una enagua de raso gris perla con encajes en el escote y el bajo, unas bailarinas negras y un bolso pequeño en bandolera.

Di una vuelta por las calles del centro en busca de emoción pero el pueblo estaba desierto. Decidí exponerme a los controles de la policía y fui en coche al pueblo de al lado famoso por sus tiendas y discotecas.

Soy conocida en casi todas pero hacía poco abrieron una nueva en las afueras y quise ver que tal estaba. Oí rumores de que era de “ambiente”. Me picó la curiosidad.

Al entrar en la sala la poca luz dejaba ver a varias personas en la pista y algunas en la barra. Acercándome a los taburetes la claridad aumentó y verifiqué que era de ambiente. Parejas de chicos y parejas de chicas. Algun@ sol@.

La camarera, una chica de unos veintitres años, alta, morena de pelo largo y ondulado. El vestido le marcaba poco pecho pero un trasero que está para comérselo. Toda ella está para comérsela. Me fulminó con la mirada y preguntó que cómo estaba. -No tan buena como tú – respondí.

Rió y dijo sorprenderse por la franqueza.

Me entregó el ron y entablamos conversación. Al inclinarse sobre la barra, para que nos oyéramos con mayor claridad, El escote del vestido negro se le abría y enseñaba medio pezón de uno de las pechos.

Siguió la dirección de mi mirada y vio lo que enseñaba. - Se ha dado cuenta de que le estoy viendo medio pezón. Se acabó el espectáculo-. Pensé.

Hizo un gesto con el hombro y el medio se convirtió en entero.

-Así queda más bonito. ¿No crees?

-Precioso y me pregunto cómo será el otro.

Salió de la barra y me indicó que la siguiera. En el pasillo de los servicios me invitó a bajarle el vestido y comprobar que eran exactamente igual de hermosos y sabían exactamente igual. Me metió un dedo dentro de mi mojada vagina y se lo llevó a la boca. Lo chupó como se chupa un helado y se recolocó el vestido.

-Salgo a las tres, mientras puedes bailar para mí. Luego tomamos algo en mi casa.

En la pista dos chicas de mi edad más que bailar se sobaban. En los sofás conté unas veinte personas y algunos más dando vueltas para pillar algo o alguien. Me quedé en extremo de la pista más próximo a Julia, que así se llama la chica de la barra, para que me viera lo mejor posible.

Bailé a mi estilo que se que gusta a los hombres y a las mujeres. Levanté los brazos y la enagua subió hasta mostrar medio culo. Di la vuelta despacio para que todo aquel que mirara me viera por todos los ángulos. Siguiendo la música chill out que sonaba a aquellas horas comencé a jugar con la tela subiéndola y apartándola de lado a lado.

Un tirante resbaló por “casualidad” y asomó el pecho de la hora del aperitivo.

No vino nadie de la sala a imponerme orden por lo que seguí con mi baile. Las dos chicas que se acariciaban en la pista se acercaron y ahora parecía que querían bailar conmigo.

El mundo es un pañuelo y los pueblos de la Costa Brava más aún. La que me agarró por la cintura se acercó al oído y me dijo -Hoy es la segunda vez que me pides que te muerda el pezón.

( Al recordar aquellas palabras hago aguas ) ( Receso)

Sin soltarme de la cintura ladeó la cabeza hasta llegar a poner su lengua en contacto con mi pezón. Lo lamió y acarició con los dientes. Cuando alzó la cabeza vi sus ojos verdes y su pelo moreno.

Bailamos las tres un baile de infarto. Todo el público se acercó a la pista para calentarse con nosotras.

Yo estaba empapada y las dejé para ir al servicio. Totalitarias y todo en orden cuando entró Julia. Sin mediar palabra me ahogó en un beso interminable. Cuando pudo hablar me dijo -Me has puesto tan caliente que mientras bailabas me he metido esto – Me mostró un pepino de considerable tamaño que dijo usar para ganar volumen al gin tonic.

Confesó que me deseaba aquella noche. Le dije que yo también quería acostarme con ella pero que la morena de ojos verdes y su novia también querían follar.

No se opuso a compartirme y tampoco las otras dos vieron inconveniente en conocer a más gente.

Faltaba una hora para que Julia terminara de trabajar. Nos sentamos en unos sofás cerca de la barra en una zona bastante iluminada y la morena de ojos verdes no dejaba de comerse a su novia. Julia estaba a escasos cuatro metros y con gestos me animaba a entrarles. Sin dejar de mirar a Julia deslicé una mano por debajo del top de la morena de ojos verdes. Su novia al percatarse me miró y de un tirón la bajó totalmente la tela. Julia se relamió los labios al ver aquellas joyas que en una hora y media se estaría comiendo. Ahora era la novia que me hurgaba el tanga. Alcé el culo y entendió que debía quitarlo.

-Mejor así – dijo con un guiño.

Las dos chicas juntaron los dedos para reventarme el coño. Aún no entiendo cómo no nos echaron del local.

Me moría de ganas de comerles el coño a las tres y la noche era eterna. Una pareja se acercó a la barra y desviaron la atención de Julia. Decidí salir del local a fumar un cigarrillo para acortar el tiempo.

El portero me saludó al salir diciendo – Vaya nochecita nos estáis dando.

-¿Te está gustando?

-Nos. Nos está gustando. Las cámaras sacan humo.

-¿Cámaras? ¿A qué cámaras te refieres?

-Ya te lo contará Julia

Julia no me lo contó porque no me acordé de preguntarle.

Al salir del local teníamos tres coches para ir a casa de Julia. Decidimos ir con el suyo, así se quedaba en su casa aparcado, y el mio para regresar luego a por el de la morena de los ojos verdes. Julia iba sola y conmigo en el asiento trasero se follaban las novias.

No vivía muy lejos del local y no se nos cortó el rollo. Quisimos pasar todas por la ducha y lo hicimos por parejas. La novia conmigo y Julia con la O. Verdes. Julia en el segundo turno para poder preparar las copas mientras O. Verdes usaba la visa.

No llegamos a la cama porque en el sofá empezamos Julia y yo a degustar un sesenta y nueve al que pronto se unió para compartir mis jugos O.Verdes.

( Me estoy mojando las bragas de recordar cómo Julia me trataba el clítoris. Te he de confesar que solemos vernos una vez a la semana para follar como locas. De vez en cuando metemos a mi hermano, mi primo o a alguien, da igual sea chico o chica. Si te animas ya sabes )

La novia al tener el culo de O. Verdes a tiro lo atacó sin compasión. Dimos rotación al número erótico y nos tomamos un receso. Tragos y tiros nos dieron el tono para seguir. Julia apareció con juguetes variados dignos de un tuppersex.

Usamos la mayoría pero el que más éxito tuvo fue la polla doble que nos la poníamos por parejas y las otras dos lamían y chupaban los clítoris.

Acabamos la botella de Larios Rose, el hielo, mi gramo y el de Julia.

Miré la hora en el móvil y me asusté. Eran las once de la mañana del lunes y una servidora a las cinco entraba a trabajar en el sex shop a ciento veinte kilómetros de mi casa y algo tenía que dormir.

Un último achuchón y a vestirse que nos vamos.

Un beso de tu Daniela