Me gusta exhibirme 10 y el sexo con mi primo.

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por Daniela Besabien

La noche se presentaba movida en la discoteca. Sólo eran las 02.00 horas y estaba a reventar. Máximo, el dueño de la disco, iba empolvado hasta las cejas y no paraba de dar ordenes y contraórdenes.

-Os quiero a todas en los podios en cinco minutos – dijo con la mandíbula nerviosa y acto seguido cambió de idea y nos quería a todas haciendo la puta en la barra con un grupo de empresarios.

Me colgué del hombro de un tal Enrique, de mediana edad y poco pelo, con traje oscuro y descorbatado que el aliento le olía a habano, para presentarme. Al mirar de soslayo y descubrir a la Bellucci soltó un - ¡Ostias, no puede ser! Estoy soñando.

-No corazón no sueñas soy Monica, y toda para ti. Le di un pico y tembló.

Dijo que me invitaba a lo que yo quisiera y me sirvió dos en el servicio de caballeros. Se loas cobró bien cobradas porque le saqué la polla y se la pajeé un ratito. Entraron unos cuantos chicos, señores y más y más. Aquello parecía el camarote de los hermanos Marx. Les gustó lo que vieron. El sonido de los tiros por la nariz resonaban en el servicio. A dos que montaron las rayas sobre el mármol les pedí un poco. Me gustó el estilo del rubio. Lamió la raya y me morreó mientras seguía pajeando al tal Enrique.

Me sentía muy puta y muy feliz.

No tardó en entrar Máximo que sabía que me encontraría allí.

¡Será cabrón! Era a mí a quién tenía que hacer la pregunta ¿no?

Mientras Máximo salía del servicio aguantó la puerta para que entrara una de mis compañeras con otro tipo del grupo de empresarios. Llamó por el pinganillo a seguridad para que bloquearan el acceso hasta nuevo aviso.

Enrique se quitó la chaqueta, la dejó a un lado y se sentó sobre el mármol. Recostado contra el espejo disfrutaba del paseo que daba mi lengua sobre su polla. Se la chupaba y se le iba poniendo cada vez más dura y gruesa. Tenía una muy buena polla. Me gustaba tenerla en la boca. Succioné sus huevos uno a uno y luego absorbí los dos a la vez. Me llamó la atención el estuche metálico del habanos que asomaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Pensé en usarlo en algún momento.

Me escupí la palma de la mano y le hice un masaje en el glande. Pensé que se corría pero no. Gimió de placer mientras me tocaba las tetas. Le volví a escupir el capullo y seguí acariciando la punta con la palma abierta.

Me la quiso meter y me apoyé en el lavamanos para que me la metiera desde atrás.

Me la metió pero por atrás y de golpe. Me follaba el culo con aquella polla inmensa. Que placer más grande me daba aquel cabrón.

Alicia, mi compañera, es una chica a la que no le van los hombres pero el impresentable de Máximo la envió con un tío para joderla por no se que historia pasó entre ellos.

Total, que la chica pasaba del empresario y se dedicaba a mí. Al principio les hizo gracia pero él tipo también quería mojar. Mientras Enrique me enculaba yo me morreaba con Alicia y con una mano le metía dedos y con la otra se la meneaba al tipo que entró con Alicia.

Saqué la polla de mi culo y le dije que se la lavara. Obedeció y el otro le siguió.

Me agaché y me comí las dos pollas a la vez mientras Alicia con una rodilla sobre el mármol dejaba más espacio a mi lengua.

El otro me la quería meter y lo hizo también desde detrás. No era como la de Enrique pero placer me daba. Alicia se vio obligada a hacer algo y se sentó junto al otro tipo levantando las piernas para que Enrique se lo comiera. Para darle soporte junté mis dedos con la lengua de Enrique y la cara de Alicia cambió.

Antes de que se corrieran les propuse tumbarnos en el suelo y hacer un sesenta y nueve con el tipo debajo y que Enrique me follara el culo.

Les gustó la idea y Alicia se refrescó.

( Me estoy mojando al recordar cuando hice esto con mi hermano y mi primo por primera vez. Primero el de debajo era mi hermano. Le comía la polla con vicio. Tiene mucho aguante y se la puedo chupar una hora seguida que si no quiere no se corre.

Además es un maestro en el arte del cunnilingus, hacía que tuviera un montón de orgasmos y le traspasara litros de fluidos a su boca.

Y Alberto, nuestro primo, con su súper polla de veintidós por seis me taladraba las anginas por el culo. La sacaba hasta la punta y la metía hasta que los huevos golpeaban la nariz de mi hermano. De vez en cuando uno u otro la sacaba para que se la comiera mi hermano ).

La bisexualidad familiar da mucho juego.

Me estoy perdiendo ¿no?

Enrique reclamó a Alicia para que le dejara comer el coño mientras me follaba el culo y ella se negó. Enrique cogió un rebote y le pegó un bofetón en toda la cara y la empujó contra el lavamanos.

El de seguridad al oírlos gritos abrió la puerta y salimos por patas.

Como que a nadie le convenía airear lo ocurrido, nadie dijo nada y la noche siguió para todos menos para Alicia que desapareció aquella noche.

La camiseta de básketball tamaño Pau Gasol, convenientemente recortada, me hacía la vez de vestido, muy corto. Los pechos quedaban casi al descubierto por delante me asomaban por las sisas en los lados.

¿Por que te crees que el cerdo de Enrique me llevó al servicio? Porque quería para él lo que tenía delante.

( ¿Me imaginas? )

Brutal.

Sólo de recordar mi imagen reflejada en el espejo del vestuario me vuelvo a mojar las bragas.

Ahora que me toco me doy cuenta de que no llevo bragas. ¡ Que tonta soy !

Mientras los dos cerdos intentaban recomponerse volví a la barra. Máximo no quería perder dinero y me envió a bailar para ellos en la zona de los sofás.

Ester me acompañaría en ese tramo de la noche. La chica está redondita y sensual. Llevaba una braga negra y roja a juego con un corpiño francés.

Nos pidieron que bailáramos en plan lesbianas. Les pusimos las pollas a reventar.

Los empresarios tomaron asiento formando un corro con los sofás y nosotras en medio. La música era lo de menos.

El ritmo, si lo había, era el de dos esculturas retorciendo sus cuerpos con movimientos sinuosos acariciándose la piel que quedaba a la vista. Los roces entre los labios nos fueron calentando. Ester entraba en mi camiseta para apretarme un pezón. Me dolió tanto que me mojé más. Mis manos asaltaron el corpiño para separar el velcro que encerraba dos tetas como dos carretas. Ester lleva una ciento veinte copa grande. Un espectáculo y todos se imaginaros haciéndose una cubana entre aquellas preciosidades coronadas por dos puntiagudos rubíes montados sobre areolas color púrpura.

Dejé de besarla y bajé para moverle las tetas de forma que todos vieran su firmeza. Me las comí siguiendo el ritmo de sus caderas. Me levantó la camiseta por detrás enseñando mi culo a los empresarios se animaron y pidieron otras tres botellas de cava. Cuando los camareros llegaron con las champañeras les indiqué que juntaran varias masas para formar algo así como una cama.

El corpiño desapareció entre los hombres y la braga de Ester la olisqueé, la lamí, la chupé y me la guardé en la boca un buen rato.

Mis dedos entraban como un peine en su pubis arreglado. La tumbé sobre las mesa y gateé de rodillas rodeándola.

Al gatear se veían perfectamente como dentro de la camiseta balanceaban mis preciosas tetas y por detrás mis nalgas encendían al personal. Coloqué mi boca sobre el pubis de Alicia y levanté el culo separando las piernas para que me vieran mi sexo abierto como mi rosa por detrás. Escupí las braga a la cara del cerdo de Enrique. Estaba empapada y deseosa de caricias. Sin dejar de chuparle el coño a Ester ofrecí mi culo a no se quién de detrás de mí. Lo acarició y sin más contemplaciones me metió tres dedos dentro.

Máximo revoloteaba por la zona. No está permitido que los clientes nos toquen a la vista de todos pero yo sabía que esta vez me lo podía pasar por el forro. Si podíamos follarlos en el servicio con escolta ahora podían hacerme pajas sobre la mesa.

Y así fue. Todos los dedos de los siete empresarios entraron en mis agujeros. Ester cuando se corrió en mi boca se marcho para no volver con el grupo. Ocupó mi puesto en el podio. Yo me dejé trabajar aquellas dos horas por valor de mil euros de comisión.

( A que te gusta que sea tan puta, ¿no es cierto? ) Je je.

Al salir por la puerta del vestuario, ya duchada, me estaban esperando la duquesa Margarita y la novia de mi primo, Charliz Theron ( la doble, claro ¿recuerdas? )

-¡Sorpresaaaaa! - gritaron a la vez.

Estaba cansada y sabía de buena tinta que aquellas dos querían marcha de la salvaje. Las miré y las dos removieron la nariz. Les pillé la señal y entramos al vestuario para

usar el famoso tubo de plata de la duquesa.

Nos mezclamos entre la gente de la pista y bailamos un rato. Bueno, lo de bailar es una forma de hablar. Yo hice lo de cada noche. Cuando me cambié de ropa me puse un top ajustado de licra sin tirantes que se sujeta sólo en color oro comprado en un bazar chino y una mini falda plisada negra con mucho vuelo. Muy elegante y adecuada para mi forma de estar en la pista.

La duquesa vestía una camisa de hombre a rayas anchas blancas y rojas de Ralp Lauren y unos Levi´s blancos. Charli estaba dentro de un vestido amarillo chillón no muy corto pero con un corte que le salía de la cadera. Al adelantar la pierna del corte se le veía el triángulo negro del tanga. Muchos veían otra cosa.

No se porqué pero la mayoría de chicas cuando bailan dan la sensación de tortillear.

La duquesa que ya estaba bastante pedo movía su encantador cuerpo rodeada de más tías que tíos. ( Ves lo que te digo )

De repente comenzó a desabotonar la camisa sin dejar de bailar. Uno a uno desabrochó todos los botones y siguió bailando. Charli estaba cerca y vio la desinhibición de la duquesa. Se abrió paso hasta llegar a ella para comprobar el estado de la aristócrata. - Aún podía estar peor - pensó.

-¿Te apetece algo Margarita?

La repuesta fue en forma de morreo. La duquesa agarró a Charli por el cuello y le metió la lengua hasta el ombligo. Se besaban y acariciaban cuando la duquesa giró dando la espalda a la doble de la artista y abriendo la camisa dejó ver sus pechos de pezones rojos. Uno de ellos quedó cubierto por la mano de Charli y el otro pecho por una de mis fans que a la vez acercó sus labios a la boca de la duquesa. En un momento los más cercanos a ellas creyeron aprovecharse de las don bellezas.

Yo me encontraba algo alejada, cerca de mi podio donde mi público siempre me esperaba. Mezclada entre ell@s dejé que me bajaran el top y hurgaran bajo la falda. Mis brazos alzados en señal de libertad, mis pechos cubiertos de manos y mi sexo invadido por dedos anónimos me daban la felicidad.

Al salir del local ya despuntaba un nuevo domingo. Podría dormir todo el día. Que felicidad, pensé.

Charli dijo que íbamos a su casa y pasaríamos el día en la piscina.

Cambio de planes. Me extraño que a la duquesa no la recogiera el chófer. Vinieron las dos en el mismo taxi, aclararon después.

El taxista que nos tocó en la fila insistió en que una de nosotras se sentara delante.

  • Créame caballero, se lo pasará mejor si estamos las tres detrás y de vez en cuando echa una miradita al retrovisor – le dije.

Mientras esperábamos el taxi nos metimos dos tiros por agujero porque el trayecto es largo. Charli vive en un adosado a las afueras, a veinte kilómetros de la discoteca, propiedad de mi primo que se lo deja hasta que terminen de construir el suyo.

El taxista, muy puta él, antes de cerrar la puerta dio al interruptor de la luz para que quedara fija.

La duquesa estaba sentada en medio y tenía la luz que iluminaba su camisa aún desabrochada. Se dio cuenta que la mirada del taxista esperaba ver algo más. Abrió la prenda para que el hombre disfrutara. Dio un acelerón y Charli cayó sobre los pechos de la duquesa. La cosa se lió como era de esperar.

Pronto me abordó una mano por debajo de la falda. Fue entonces cuando advertí que no llevaba mis bragas. -Trofeo conseguido - diría alguien aquella noche.

La duquesa dijo estar mareada y pidió al taxista que parara. Devolvió todo lo que está escrito y lo que no. Se acabó la fiesta y el taxista apagó la luz y le dio caña.

Acostamos a Margarita y Charli se metió en la ducha conmigo.

-Eres encantadora Daniela- comenzó a decir – Si fueras diez años mayor me pedía la mano.

-Pues de momento nos tendremos que conformar con la noche de bodas -le dije riéndonos.

Era la primera vez que estábamos a solas en la intimidad. Es una mujer que impone. Al principio no me caía bien, celos supongo, pero con el tiempo fui descubriendo a una mujer maravillosa. Sus besos eran cálidos y sus manos me recorrían los muslos. Yo le acariciaba las mejillas como quien acaricia un tesoro.

Sus dedos llegaron a mi sexo. Me hizo estremecer y lo notó.

-Me gusta acariciarte, Daniela. Me gustas toda tú.

Al terminar la frase entró en mí con delicadeza. Respiré profundo y exhalé de placer. Sus labios tiraban de los míos. Su lengua rozaba la mía. Ahora mis manos buscaron sus senos para acariciarlos con la suavidad de una pluma. -Esa mujer me gusta. Me gusta diferente - pensé en voz alta .

-Y tu a mí. Daniela, creo que esto es amor.

Perdimos la cuenta de los orgasmos que nos dimos. Pero absolutamente todos fueron diferentes a los que yo había sentido con anterioridad.

El olor a café me despertó sola en la cama. Bajé y Charli preparaba el desayuno de espaldas a mí. Su cuerpo desnudo brillaba aún más por las gotas sin secar. La rodeé en un abrazo y le besé el pelo. Ese pelo corto, rubio y aún mojado. No creímos oportuno despertar a la duquesa y desayunamos en la terraza.

-Eres la segunda persona que se pasea desnuda por casa- dijo. Pregunté por la primera.

-Tu primo, claro.

Miré a mi alrededor y me gustó la zona del jardín y la pequeña piscina pero...

-Ya. Ya se lo que estás pensando. Nos están viendo los vecinos de los dos lados y el de enfrente si da un saltito.

-Pues si. Eso pensaba -dije dando un sorbo al café.

El lunes terminan el muro de separación y los setos para tener intimidad.

-Por mí no te preocupes.- Dije al tiempo que me levantaba con una tostada en una mano y la taza de café en la otra para darme un paseo por el jardín y ver a los vecinos tomar el aperitivo y que ellos me vieran a mí tomando un café.

( Ya sabes cómo me gusta que me veáis desnuda )

Le pregunté a Charli si habitualmente ella iba desnuda por la casa. Dijo que hasta que terminaran el muro se ponía un pareo para salir al jardín.

-Los vecinos deben alucinar por tener a una artista como vecina.

-Creen que soy la auténtica. A veces me saluda en inglés - dijo partiéndose el pecho. Pero ahora no llevaba el pareo.

Terminamos el desayuno y nos tumbamos al sol. Los vecinos orientaron las mesas y las sillas para contemplar los cuerpos desnudos de la artista y la jovencita. Poco se imaginaban que en breve una servidora le pondría crema a la hermosa Charlize Theron.

Fue ella quien me pidió con voz sensual que le acariciara con el bronceador. Sentí un chispazo en mi entrepierna. De rodillas situada detrás de sus hombros rocié mis manos con el aceite de perfume a coco para acariciarle primero el largo cuello. Abrí la zona de caricias pasando por los brazos y regresando al cuello.

Ahora me etretuve en sus senos. Las dos parejas de la casa de la derecha, donde había menos muro estaban enfocándonos con el móvil .

-Bieeeen – pensé.

Eché mi cuerpo hacia atrás lo suficiente para que al acceder a su vientre mis pechos acariciaran sus mejillas. Repetí el gesto varias veces ladeando el torso para que mis pezones coincidieran con sus labios. Se hizo de rogar mientras ronroneaba como un gato paro por fin cedió y apreso mi rabioso pezón con sus rosados labios. En otras ocasiones los acariciaba con la lengua.

Sus pechos son firmes y redondos. Me encanta tocarlos y apretarlos. A una de las mironas también por que se mordía el labio cosa fina.

A la que se mordía y su compañía les tenía en frente y a los pies de Charli, a unos seis metros. Me levanté y cambié de posición. Ahora me situé en los pies de la actriz y me incliné hacia ella con las piernas separadas y sin doblar las rodilla para esparcir el aceite por los muslos. La que se mordía el labio cosa fina soltó un ¡¡¡¡OOOOhhhh!!!! al ver aparecer mi joya reluciente con asterisco rabioso.

Mantuve la pastura hasta que Charli brillaba más que la estrella. Entré a por una copas. Luego volvió la calma hasta que la duquesa hizo su aparición. De nuevo se levantó el público móvil en ristre para tomar imágenes de la pelirroja. También quiso aceite de coco. Con ella me ensañé.

Directamente, de rodillas a su lado le separé las nalgas y recorrí su raja con la lengua hasta inundarle el orto de saliva. Puse mi lengua dura y la empujé apretando fuerte hasta que le entró unos tres centímetros. Antes de comerle el coño busqué a la morena que se mordía el labio cosa fina. Fumaba nerviosa sin dejar de observar mis movimientos. Sin dejar de mirarle a los ojos inundé el coño de la duquesa de aceite de coco y la follé con todos los dedos a la vista de todos. Me hizo abrir de piernas y me entró por los dos lados. Le fue fácil meterse porque me resbalaban los jugos de la calentura que llevaba viendo cómo me estaba mirando la morena que se mordía el labio cosa fina que lucía un biquini verde pistacho más pequeño que mi moralidad, y ella sabía que no era a la duquesa a quien estaba follando. Pensé en ir a pedirle hielo o lo que fuera.

Fue hielo. Pero ese es otro relato.

Un beso de tu Daniela