Me gusta dominar a los hombres.

“-PONTE DE PIE, DESNÚDAME!.” Los botones de mi blusa ajustada se van desbrochando muy despacio, mi pecho es liberado. Me mira a los ojos, baja la mirada y se acerca a darme un beso cerca de mi sujetador de encaje.

“-Hola, Feliz Navidad.“

“-¿Cómo lo tienes el sábado noche?. “De momento bien, pero no para un rato.”

“-Quiero para un par de horas o más.”

“-Sí, sin prisas.”

“-Está bien, piensa qué me harás porque estarás un buen rato sin metérmela.”

“-No te hagas ninguna paja antes de verme.”

“-Como quieras, si luego aguanto poco se sigue con otro.”

“-¿Hay juguetes?. -Sí-, dije yo“

“-Te voy a atar.”

“-¿Vamos a estar solos? Sí.”

“-Haré lo que tú me digas.”

“-Buen chico.”

“-Me tienes mojadito cada vez que me hablas.”

“-Umm, así me gusta, mojadito para mí.”

“-Tendré que llevarme bastantes preservativos.”

“-Cuando estés disponible me hablas para darte instrucciones.”

“-Dime.”

“-Vocka naranja y tabaco. Vienes sin ropa interior, sin calzoncillos, calcetines o camiseta, con camisa y perfume, quiero olerte.”

“-Me voy a la ducha, me gusta el agua caliente por mi espalda.”

“-De pensar en la escena me he puesto empalmado como un burro. Te comería enterita. Si tuviera ese pedazo de body esta noche para jugar, esa escena en directo debe ser una pasada.”

“-Pues imagínate detrás de mí.”

“-Con ese pedazo de culo que tienes, un culo espectacular.”

“-Como para acariciarlo ahora.”

“-A las 22.30 y sé puntual.”

Frank es un atractivo rubio de ojos verdes, unos cuantos años menor que yo con cuerpo fibroso y muy bien formado en el ginmasio, su aspecto es una mezcla entre aniñado y chico malo, malote.

Se acercaba la hora, la luz de las velas alumbraba la habitación, estaba caliente, el ambiente estaba caliente.

El timbre suena, es Frank con las bebidas. Nos esperan el vocka con naranja, Tankeray y tónica, cubitos de hielo, las copas, limón para él, unos cigarrillos y una grata conversación de dos amantes que hacía ya tiempo que no se veían.

Las copas se acaban, los cigarrillos también, Empieza el juego.

Me muero por acariciarlo, está excitado, su respiración es agitada.

“-PONTE DE PIE, DESNÚDAME!.”

Los botones de mi blusa ajustada se van desbrochando muy despacio, mi pecho es liberado. Me mira a los ojos, baja la mirada y se acerca a darme un beso cerca de mi sujetador de encaje.

“-NO!.”

Levanta la cabeza y un leve, “-lo siento”, sale de su boca.

“-SEGUIMOS!.”

Mi cinturón, botón y cremallera de mi pantalón, que va bajando hasta mis caderas. Me siento, levanto una pierna, indicándole con la mirada que me quite la bota.

Me quitó las botas, los calcetines y los pantalones con sumo cuidado, muy despacio y me ayudó a ponerme un corsé negro que deja mi pecho al descubierto y unas botas negras que tenía de hace años, tacón de aguja, ideal para clavarlo en la piel.

Era la primera vez que veía a Frank arrodillado delante de mí y sonreí.

Me acerqué a él, cerré los ojos y olí su cuello, el perfume estaba ahí como le indiqué, no era una colonia barata, enseguida reconocí la marca, él sabe que me encanta.

“-AHORA QUIERO VER CÓMO TE DESNUDAS PARA MÍ.” Me senté y encendí un cigarrillo.

La vista era excitante, ver como un hombre tal, que con sólo mirarlo te dan ganas de follarlo, se estaba desnudando delante de mí. Todos mis sentidos se centraron en él su respiración, su mirada, la forma de moverse, estaba nervioso, y eso me hacía sentir genial, poderosa.

Se desabrochaba cada botón de su camisa lentamente, no llevaba camiseta, daban ganas de besarlo, lamerlo, morderlo, mis instintos más sucios salieron a la luz. Después sus zapatos y pantalones, no llevaba ni calzoncillos ni calcetines. Estaba totalmente empalmado.

Se quedó quieto delante de mí, puso sus manos a la espalda y cerró los ojos.

Me levanté, puse mi mano en sus pelotas y me agaché levemente para meterme su polla en mi boca, era una delicia, me encantan las pollas que gotean. Me coloqué detrás de él, a su espalda, cogí sus manos y las puse en mi culo con fuerza y con mis brazos a lo largo de sus muslos, empecé a morder y a lamer el centro de su espalda.

No movió ni un ápice sus manos de mi culo, no me acariciaba, sólo lo apretaba, cuanto más apretaba, más lamía y mordía yo, más se excitaba, esta vez el control lo llevaba él; cuando creyó que podía dominar la situación, mis manos dejaron sus muslos y se fueron a sus pezones, pezones vírgenes para el retorcimiento, y me ensañé con ellos hasta que dejó de apretarme el culo, su cara era un poema, aguantando el dolor, para ver quien era más fuerte.

“¿TE ESTARÁS QUIETO?. -Sí-, dijo él.”

“-¡BUEN CHICO!.”

Y le quité sus manos de mi culo y me puse delante de él, de espaldas apoyada en la cama y mostrándole mi culo abierto y mi coño chorreando.

“-TÓCAME!-, le dije cuando ví que sólo me miraba-.”

Se arrodilló, empezó a acariciarme lentamente y yo a mover las caderas. De tocarme sólo con los dedos , ya empezaba a tocarme con toda la mano, como si quisiera darme el máximo placer posible abarcando todo de mí, mis caderas se movían al compas de mis gemidos, estaba perdiendo el control. Los movimientos eran cada vez más rápidos, Frank se estaba emocionando, tenía tres dedos en mi vagina y quería más.

“-EL CONSOLADOR, CÓGELO.”

De una vez lo metió hasta el fondo, mi vagina era una fuente inagotable de flujo que ayudaba al gratificante masaje de mi clítoris. Frank se estaba esmerando, cómo estábamos disfrutando.

Yo no podía más, quería aguantas, no quería correrme tan pronto, pero él no me dejaba quieta, me movía más despacio para intentar ralentizar sus manos trabajando en mí, pero todos mis intentos fueron un fracaso, ya no podía hablar, sólo gemir, y retorcerme de placer, hasta me abandoné a mis instintos y empecé a correrme como una perra en celo.

“-¡A LA CAMA, TÚMBATE BOCA ABAJO Y ABRE BIEN LAS PIERNAS!.”

Con un vibrador en la mano iba masajeando sus pelotas, le estaba gustando, abría más las piernas, iba recorriendo de arriba a bajo su culo, su esfínter, sus huevos, leves gemidos iba escuchando de él y eso me puso muy cachonda de nuevo, Frank no gime, no habla, a penas expresa su placer, todo lo contrario de lo que me gusta a mí en un hombre, pero esa noche estaba gimiendo para mí, le dejé el vibrador apoyado en los huevos y me quité las botas.

“-¡DATE LA VUELTA!.”

De nuevo el juego con el vibrador, pero esta vez, iba recorriendo todo su polla erecta desde el principio, dura y que todavía no se había corrido, lo que me hacía tener unas ganas tremendas de tenerlo en mi boca, más que ninguna vez, más que nunca; siempre he dicho que Frank es como “los conejos”, capaz de correrse 4 ó 5 veces en muy poco tiempo sin a penas preliminares.

“-Por favor, ya no aguanto más, quiero follarte, no seas mala conmigo.”

“-VEN AQUÍ-, le dije, y solté el vibrador, agarré su polla y empecé a lamerla toda entera, las gotas que asomaban por su glande todas para mí, hasta que bien fuerte me la metí en la boca, ¡qué sensación!, escalofríos recorrían mi piel, hasta que le dije:

“-¡FOLLAME!.”

Saltó de la cama y tomó un preservativo, fue todo tan rápido que no pude evitar que me cogiera de las piernas, me las abriera y me ensartara hasta el fondo. Esta vez no parecía un conejo, los movimientos eran ligeramente más lentos y más profundos, me estaba metiendo la polla hasta las entrañas. Ambos nos movíamos al mismo ritmo, la cama parecía el terreno de un combate de poder, él agarraba mis caderas mientras yo arqueaba la espalda y mordía mis pezones, mi cuello, hasta que se dejó caer encima de mí, por primera vez también, me estaba follando con las manos metidas entre la cama y mi culo, apretándomelo.

“-¡No puedo aguantar más, me gustaría correrme dentro de ti, preciosa!-, me decía entre gemidos.”

“-SÍ, YA-, le dije yo.” Desea tanto sentirlo, escuchar sus gemidos de placer que le dejé hacerlo.

Apretando su culo contra mí, empezó a moverse como un poseso, con sus manos en mi cintura y gimiendo en mi oreja, hasta que me la mordió y estallé en un orgasmo mientras él se corría en mí.

Después de quedarnos quietos, respirando agitadamente intentando recuperar el aliento, estuvimos un rato abrazados, recordando viejos tiempos y comentando todo lo que había sucedido. Acariciándole su pecho, recostada en él,  me contaba sus historias con otras chicas y nos reíamos, eso me ha dado siempre mucho morbo, me gusta masturbarlo lentamente mientras me cuenta sus líos.

Sin decirle nada, le dí una palmada en los huevos, dió un leve respingo y paró en seco de hablar.

El juego había empezado otra vez.

No me dijo nada, no protestó, sólo se estuvo quieto y seguí dándole palmadas. Su polla que no había dejado de estar totalmente flácida empezó a reaccionar poco a poco, y las palmadas empezaron a subir. Cuando llegué a su glande, su polla  estaba dura como una piedra pero no dejé de darle. Él estaba tan sorprendido como yo, nunca habíamos jugado a eso y le estaba gustando.

“-Quieres ver como sale la leche de mi polla?-, Me dijo.”

Y yo sólo sonreí.

Me apartó mi mano y sólo le tuvo que dar unas leves sacudidas y la leche empezó a manar, a la vez que convulsiones de su cuerpo hacían que lo abrazara fuertemente.

“-¿Otra copa?, estoy sediento-, me dijo.”

“-Hay posturas que no hemos hecho nunca-, le dije.”

“.¿Sí?, no creo, me dice con sus labios tan sensuales que daba ganas de comérselos allí mismo.”

“-VAMOS, TENGO GANAS DE POLLA.”

De pie delante de mi, empecé a comérmela, sentada, cómodamente, ¡Dios, como me gusta chupar y lamer pollas!

Ya en la cama, con Frank tumbado boca arriba, me puse encima de él de espaldas y me metí la polla hasta el fondo, me incliné hacía adelante apoyando mis brazos en la cama, mostrándole bien como entraba y salía de mí, con mi culo bien abierto. Iba despacio acoplado mis caderas a él, hasta que, “así, sigue así, me gusta así”. El ritmo iba subiendo y se iba calentando. Empecé a  notar como movía más las piernas para que yo entrara y saliera con más profundidad, cuando noté mi primera palmada en mi culo,

“-Fóllame,. Fóllame, no pares, fóllame.¡Qué gusto, por Dios!”

Y plass, plass, vengan palmadas en mi culo y cada vez más fuertes. Hasta que caí exhausta después de haber tenido una corrida bestial entre gritos de él y gemidos míos que  seguro que tuvieron que oír los vecinos.