Me gusta dominar 8
No sé si a otros dominantes les ha pasado, pero a mí me entraron dudas sobre la relación que tenía con mis dos sumisas. Por suerte, y con su ayuda, superé el mal momento a base de una fuerte sesión con ellas.
Desperté con el cuerpo molido. No escuché ningún ruido por lo que supuse que mis dos zorras seguían durmiendo. Me levanté y, tras pasar por el baño, fui a prepararme un reparador café. Cuando estaba empezando a degustarlo escuche movimientos en la habitación. Me senté en una silla de la cocina a esperar que viniesen. Pararon a buscarme en el salón y al no verme siguieron buscándome hasta que me vieron.
R- Buenos días, amo.
E- Buenos días, amo.
Fue Raquel la primera en arrodillarse a mis piernas y empezar a lamer mi maltrecha polla. Elsa se quedó de pie y se le notaban las ganas de ir al servicio. Con un gesto le di permiso y salió rauda hacia él. Mientras, y por el tratamiento que estaba recibiendo, mi rabo comenzó a dar señales de vida. La zorra morena chupaba como si en ello le fuese la vida y mi miembro reaccionaba poniéndose dura. Le mandé parar y le invité a ir al baño al ver que la zorra rubia volvía a la cocina. Al entrar y ver mi polla entendió que debía continuar con lo que había dejado su amiga y se puso a chupármela con ganas. A pesar del gusto que me daba, por momentos sentía pequeños punzadas de dolor en el rabo. Al regreso de Raquel, obligué a parar la mamada, la verdad es que no me apetecía correrme. Les sonreí.
Y- Qué tal están mis dos putitas?
R- Bien, yo estoy un poco cansada y dolorida, pero estoy bien.
Al decir esto señaló hacia su culo. Le hice dar la vuelta para comprobar el estado de sus nalgas y pensé que iban a estar peor, se le notaban las marcas de los correazos pero no había negrones ni nada peligroso. Le di un azote suave diciéndole que estaba mejor de lo que creía y le hice una señal a Elsa para que me enseñase las suyas. Éstas reflejaban un poco más el castigo recibido, quizás por la blanca piel de la rubia. Le di también un cariñoso azote.
Y- Te duele?
E- Un poco pero no es nada. Me merecía el castigo.
Y- No están tan mal. Después os daré una pomada para que no os duela. Preparaos el desayuno que el café está recién hecho.
Me fijé en ellas un poco más detenidamente. Aunque estaban desnudas, el desaliño de sus cabellos, la cara de haber dormido poco y, sobre todo, el estar descalzas las hacía, por ser educado, poco apetecibles. Pensé en mandarlas a prepararse pero las dejé desayunar en calma, calma que por otro lado yo también necesitaba.
Acabaron y recogieron entre ambas la vajilla utilizada. Me miraron expectantes y yo simplemente le devolví la mirada mientras apuraba mi taza.
R- Te preparamos el baño?
Y- Sí, hoy me vas a bañar tú, así que ve llenando la bañera y prepáralo todo. Como el otro día recogió la habitación Raquel, hoy lo harás tú –le dije a Elsa- y recoges también la cocina. Puedes darme otro café, por favor?
Alargué mi mano con la taza vacía para que la repusiera. Ambas iniciaron sus actividades diligentes y al traerme la taza llena, me centré en ella y me quedé absorto en mis pensamientos. No pasó mucho rato cuando Raquel me sacó de ellos.
R- Ya está.
Me levanté, cogí un cigarro y la taza y me encaminé al baño. Me metí en la bañera dejando que el agua caliente hiciese su trabajo y relajase mi cuerpo. Dejé mis brazos fuera para seguir con mi café y poder fumar. Raquel cogió la esponja y empezó a pasármela por el cuerpo. Le pedí suavidad, la necesitaba, y me bañó despacio, mimándome, enjabonando cada centímetro de mi cuerpo lentamente. Cerré los ojos y me sumí en un estado de profundo relax; no quería pensar en nada, lo que necesitaba era relajarme. Estuve así un buen rato hasta que se centró en mi sexo e increíblemente éste empezó a reaccionar. Se entretuvo bastante en la zona y abandonando la esponja comenzó a pajearme, muy despacio. Abrí los ojos y en encontré con su mirada.
R- Te gusta?
Y- Sí, pero para. Quiero reservarme para luego.
Me levanté de golpe y le dije que me aclarase. Salí de la bañera y le dije que ya me secaba yo, que fuera donde Elsa a ayudarle a acabar lo que estuviera haciendo y que luego se aseasen y se acicalasen ellas. Me pareció que no le gustaba mucho haberme dejado a medias y que quería seguir “jugando” pero en ese momento no me apetecía nada. Me fui a mi habitación y me vestí. Cogí las llaves del coche y saliendo por la puerta les dije que iba a hacer unos recados que volvía enseguida. Ambas me miraron sorprendidas pero no les di ni la oportunidad de decir nada.
Salí rumbo a ninguna parte. Tenía la cabeza bloqueada, necesitaba pensar y conducir siempre ha sido una de mis formas favoritas de relajarme. Supongo que era en parte por el agotamiento físico y sobre todo, por la situación que vivía con aquellas dos mujeres. Mi falta de experiencia en el campo de la dominación hacía que me surgiesen dudas. Hasta ahora mis relaciones sexuales se basaban en lograr llevarme a alguna chica a la cama y, por lo general, eso siempre suponía poner mucho de mi parte, adulando, convenciendo, insistiendo,…. Ahora no, me bastaba desear algo y hecho. Podía hacer con ellas lo que me apeteciese y encima, ellas me lo agradecían. Había llegado a un punto en que no tenía muy claro cómo seguir la historia. Podía disfrutar del momento y continuar como estaba, pero al mismo tiempo necesitaba algo más, quería avanzar, experimentar cosas nuevas, lo que me llevaba a un mar de dudas sobre la disposición de mis dos sumisas y un poco de temor a poder perder lo que hasta ahora había conseguido. Decidí tomármelo con calma y avanzar, si, pero despacio. Regresé a casa.
Cuando entré ambas salieron alborozadas a mi encuentro y al notarme serio cambiaron al semblante.
R- Estás bien, Amo?
Y- Sí, estoy bien. Prepárame un vermut y vamos al salón.
Se fue a la cocina a por hielo mientras Elsa me seguía hasta la sala. Me senté en el sofá y ella se quedó mirándome, impaciente por mi actitud y esperando alguna acción por mi parte. La miré de arriba abajo y puse cara de enfadado. Lo entendió a la primera y rápidamente se colocó en posición. Llegó Raquel, me sirvió la bebida y se puso a su lado en la misma postura. Saboreé un trago y las miré fijamente.
Y- Estoy contento con vosotras, con las dos. Pero me encuentro cansado…
E- Quieres que te demos un masaje?
Y- Ni se te vuelva a ocurrir nunca interrumpirme mientras estoy hablando. Escuchar y obedecer, es lo único que tenéis que hacer.
La dureza de mis palabras hicieron que la rubia bajase la cabeza pidiendo perdón por la interrupción. Di otro trago y me levanté hacia ellas.
Y- Levanta la cabeza. No has tenido una mala idea. Voy a dejar que me cuidéis y que me miméis un poco, a ver si sois capaces de satisfacerme sin tener que estar dando órdenes todo el tiempo. Vamos a la habitación.
Me lo había servido en bandeja. No tenía ni ganas ni fuerzas para una sesión de sexo duro y así me relajaban y al mismo tiempo, seguían sirviéndome. Al llegar a mi cuarto, ambas comenzaron a desnudarme, me tumbaron en la cama. Me di la vuelta para darles la espalda. Raquel salió presurosa hacia el baño y regresó con un frasco de aceite corporal. Me esparcieron el ungüento por todo el cuerpo; podría haber dicho “me masajearon”, pero la verdad es que ese arte no era una habilidad que tuviesen. La morena se dedicó a la parte inferior, se entretuvo especialmente en los pies, cosa que agradecí y luego estuvo un buen rato en mis nalgas. Por su parte, Elsa se concentraba en la espalda, intentando imitar algún masaje que habría visto en la tele, pero con poco resultado terapéutico si exceptuamos la agradable sensación de ser acariciado a cuatro manos. Les dejé “sobarme” un buen rato y me di la vuelta. Continuaron con la tarea en las mismas posiciones. Cuando Raquel comenzó a pasarme la mano por la parte interior del muslo, rozando casi sin querer los genitales, mi polla comenzó a dar señales de vida y eso no pasó desapercibido por las dos, que esbozaron una pequeña sonrisa. La rubia se afanaba en frotar mi pecho y abdomen y de vez en cuando hacía círculos con sus palmas alrededor de mis tetillas y la morena ya se centró exclusivamente en mi entrepierna pero sin tocar apenas mi sexo, que ante tales caricias ya empezaba a tomar dimensiones más que aceptables.
Pensé en relajarme del todo y dejarles hacer. Raquel tomó el frasco de aceite y derramó una buena cantidad por encima de mi ya erecto pene. Comenzó a masajearlo de arriba abajo, despacio, y con la otra mano dedicaba toda su atención al escroto. Cerré definitivamente los ojos y me dejé hacer. Ellas lo debieron entender como si les hubiese dado permiso y enseguida noté los labios de mi sumisa morena alrededor de mi miembro, lo que me hizo soltar un pequeño gemido. Elsa se aplicó primero con mis pezones, lamiéndolos y chupándolos, para luego, y aprovechando que Raquel estaba chupándome las pelotas, empezar a comerme el rabo también. Se fueron turnando para cada poco tener mi polla en sus bocas y cada vez que se cambiaban iniciaban una frenética mamada como queriendo competir a ver quién me la comía mejor. Yo estaba en el séptimo cielo, sintiendo como se afanaban en hacerme semejante felación y cuando ya no pude aguantar más se lo hice saber. Raquel la sacó de su boca y comenzó a masturbarme con fuerza y ofreciéndosela a su amiga, empezaron a darme lengüetazos en el capullo, al unísono. Me corrí y mi semen fue a parar a sus caras y a mi cuerpo. Las dos siguieron lamiendo hasta dejarme seco. Al abrir los ojos me quedé un poco sorprendido porque nada más acabar de limpiarme la polla, ambas empezaron a besarse y a lamerse la cara para no dejar en sus rostros ni un solo resto de mi corrida, rematando esta acción con un morreo entre ellas que casi me la vuelve a poner dura.
Cuando pararon me miraron sonriendo.
R- Te ha gustado, Amo?
Y- Ha estado bien. Habéis sido unas buenas putas.
Me incorporé hasta quedar sentado en la cama. Ellas continuaban de rodillas en la misma, así que alargué mis manos y las metí en sus coños para comprobar su estado. Mojadas las dos.
Y- Veo que mis putas están excitadas. Sois unas zorras calientes. Elsa, túmbate, y tú, encima de ella. Vais a daros el placer que necesitáis.
Se colocaron en un perfecto sesenta y nueve que nunca olvidaré. Se lamían y chupaban con intensidad, buscando darse el mayor placer posible, una a la otra y enseguida consiguieron el objetivo del orgasmo, casi al mismo tiempo, quedando quietas tras él.
Desde mi posición, había asistido a un magnífico acto sexual entre dos mujeres y no quise que acabasen ahí.
Y- Os he dicho que podéis parar? Seguid hasta que yo os mande deteneros.
Y se volvieron a enfrascar en la labor y puede que en menos tiempo, volvieron a correrse. Esta vez no pararon, mientras disfrutaban de su respectivo orgasmo, sus lenguas no pararon de “trabajar” el coño que tenían delante, consiguiendo, esta vez con un poco más de esfuerzo, un tercer orgasmo que me pareció que las había dejado vencidas.
Y- Basta. Parad.
De alguna forma se sintieron aliviadas por la orden. Dando un giro a su cuerpo, Raquel se bajó de encima de su amiga, tumbándose en la cama, respirando agitadamente, mientras que Elsa ya no se movió de la posición en la que estaba y permaneció con los ojos cerrados mientras buscaba un poco de resuello. Me levanté de un salto.
Y- Cuando hayáis descansado un poco id pensando en hacer la comida. Tengo hambre.
Me fui para el salón dejándolas tiradas en la cama, pensando que iban a estar un buen rato descansando, pero estaba todavía estaba preparándome algo de beber cuando las oí acercarse.
E- Qué te apetece comer?
Y- Lo que preparéis estará bien. No os matéis haciendo algo especial, simplemente algo para comer y para reponernos un poco. Eso sí, hacedlo las dos, quiero estar un rato solo.
Se dirigieron a la cocina mientras yo me quedé enfrascado en mis cosas. Puse la televisión y la retransmisión de un partido hizo que por un momento, me despejase un poco la cabeza. Como a la media hora, la voz de Raquel me sacó de mis pensamientos.
R- Amo, cuando quieras comemos.
Y- Vale, podéis traer la comida.
Inmediatamente pusieron la mesa y trajeron unas cuantas raciones de comida para picar, un poco de todo. O tenían mucha hambre o quisieron preparar un poco de cada cosa para que por lo menos hubiese algo de mi agrado. Todo estaba perfecto y empezamos a comer, en silencio. Para mi sorpresa, fue Elsa la primera en romperlo.
E- Ten encuentras bien, Amo?
Y- Por qué me preguntas eso?
E- Nos da la impresión de que te pasa algo, estás muy serio y pensativo, y estamos un poco preocupadas por ti.
Y- A ver, no me pasa nada especialmente malo, pero estamos teniendo una historia que a veces me da la impresión de que se me va de las manos y ya sabéis que me gusta tenerlo todo controlado.
Entonces intervino Raquel.
R- Pero, estamos haciendo algo que te disguste? No estamos siendo buenas zorras para ti?
Y- No, tranquilas, podéis mejorar pero lo estáis haciendo bastante bien, posiblemente mejor de lo que yo había previsto a estas alturas y puede que ir tan rápido sea lo que me está mareando, jajaja.
Ambas sonrieron conmigo y pareció que se sentían un poco aliviadas.
Y- Pero decidme, y vosotras? Cómo estáis? Qué se os pasa por esas cabecitas?
R- Yo me lo estoy pasando de maravilla. Nunca pensé que iba a gozar tanto y menos de la forma que lo hacemos, quién me lo iba a decir, y si tú dices que se puede mejorar yo quiero ir más allá.
Lo dijo con una naturalidad pasmosa mientras no dejaba de comer. La verdad es que sus palabras fueron como una inyección de energía para mí. La miré con una sonrisa irónica.
Y- Estás completamente segura de lo que dices? Hasta ahora has recorrido un pequeño camino con algunos obstáculos pero puede que lo que venga sea demasiado duro para ti.
R- Estoy dispuesta. Si algo me has enseñado en estos días es que decir que no a algo sin haberlo probado no es una buena manera de vivir la vida.
Hice una señal de aprobación a sus palabras y me fijé en Elsa, que sin dejar de comer, nos miraba atentamente mientras hablábamos.
Y- Y mi otra zorra, qué tiene que decir?
E- Yo estoy con Raquel. Me siento mejor que los primeros días y lo único que no quiero es defraudarte, quiero complacerte en todo. Ésta es mejor zorra que yo, de momento, pero voy a mejorar, te lo prometo.
La verdad es que ambas hicieron que me sintiese mucho mejor. Para ellas todo iba bien y querían avanzar, estaban dispuestas a continuar su aprendizaje. Me quedé un rato observándolas mientras acababan de comer. Ellas comían y me miraban, esbozando muecas y sonrisas de vez en cuando. Acabaron y sin decir nada, recogieron la mesa rápidamente y trajeron el café.
R- Te lo sirvo aquí o en el sofá?
Y- Aquí está bien.
Volvieron a sentarse a la mesa y estaban disfrutando de su café mientras nos mirábamos. De repente, me puse serio y mientras daba un sorbo les dije:
Y- A ver si acabáis de una puta vez y os ponéis en la posición de putas sumisas que sois.
Las pillé desprevenidas y durante un instante quedaron paradas, pero de inmediato se levantaron y se colocaron como les había ordenado. Allí las volvía a tener, a mi disposición. A pesar de la sorpresa inicial, el brillo de sus ojos y la forma de respirar denotaban su excitación. Me miraban esperando alguna orden.
Y- Qué coño estáis mirando, putas. Cerrad los ojos. No quiero sentir la mirada de dos zorras.
Obedecieron de inmediato y su respiración pareció agitarse un poco más. No hice nada; simplemente me quedé observándolas, estudiando sus reacciones. Imaginaba lo que podía estar pasando por sus cabezas, intentando adivinar lo que podía pasar. Después de un buen rato me fui hacia ellas y caminé a su alrededor sin decirles nada, sin tocarlas, sólo quería que supiesen que estaba allí y que siguiesen dudando.
Y- Así que mis zorras quieren más. No les llega la caña que les doy que quieren más. Sois dos putas que seguro tienen el coño empapado. Sois unas zorras de mierda y no sabéis lo que os espera. No creo que podáis estar a la altura.
R- Yo sí que estaré a la altura.
Le di una bofetada, suave.
Y- Quién te ha dado permiso para abrir la boca.
Recibió el golpe como si nada. Pasé mi mano por su coño y efectivamente estaba mojada.
Y- No te digo yo, la muy zorra tiene el coño encharcado. Seguro que esta otra zorra está igual.
Y pasé mi mano por el coño de Elsa y lo mismo.
Y- Sois muy putas, pero que os quede clara una cosa, sois mis putas y hacéis lo que yo diga. Está claro?
No se atrevieron más que a asentir levemente. Agarré por el pelo a la rubia tirando de ella hacia atrás y puse mi boca al lado de su cabeza.
Y- Qué eres?
E- Soy tu puta.
Y- No, no eres mi puta, eres mi puta zorra.
E- Soy tu puta zorra.
Le empecé a pasar la lengua por su oreja de forma casi asquerosa, humillándola, sin dejar de tirar de su pelo.
Y- Qué voy a hacer contigo?
E- Lo que desees, amo, soy tuya, haz lo que quieras.
Le pegué una palmada en el pecho al tiempo que le soltaba el pelo. Fui hacia Raquel y le retorcí un pezón, con fuerza.
Y- Y tú, qué cojones eres?
R- Soy tu puta zorra, amo, lo único que quiero es complacerte.
Mientras me contestaba, una mueca de dolor mostraba el daño que le hacía en su pezón. Le cogí el otro y también se lo retorcí con ganas. Otro gesto de dolor pero ni un quejido. Me acerqué a su cara y se la empecé a lamer, pasando la lengua por toda ella, llenándole la cara de saliva.
Me aparté un poco de ellas y las miré. Con las manos en la nuca y las piernas abiertas estaban dispuestas a todo. Mi polla ya se había puesto dura como una piedra.
Y- De rodillas las dos y dejad las manos en la nuca. Ni se os ocurra abrir los ojos y ya no digo nada de correros. Hacedlo y ya veréis lo que es un castigo de verdad. Es más, no quiero que hagáis ni el más mínimo movimiento si yo no os lo ordeno, de nada.
Acerqué mi rabo a la cara de Raquel y empecé a pasárselo por ella, de una manera nada suave, más bien con fuerza, golpeándole las mejillas y la boca. Me la agarré y la coloqué encima de sus labios y puse mis manos sobre su cabeza.
Y- Abre la boca.
Se la metí todo lo que pude, follándole la boca con rabia. Ella hacía esfuerzos para aguantar los envites. Cuando se la saqué soltó una exhalación acompañada de un montón de babas que le caían por los labios y unas pequeñas lágrimas bajaban por sus mejillas. Le dejé que tomase un poco de aire y volví a empujar para volver a metérsela y seguir follándola. Esta vez estuve más rato y cuando me dio la impresión de que ya no iba a aguantar más se la saqué y se repitieron los gestos sólo que ahora mucho más ostensiblemente y ahora ya eran lagrimones los que recorrían su rostro. Agarré su barbilla y la levanté hacia mí.
Y- Mírame, qué decías que eras?
E- Tu zorra, amo, tu puta zorra.
Lo dijo con esfuerzo por que todavía estaba recuperando el aliento, pero con esa mirada de rabia propia de ella. Pasé mi mano por su boca, recogiendo las babas que tenía y se las esparcí por la cara, con desprecio. Se me ocurrió meterle dos dedos en la boca, forzándosela, pero enseguida me parecieron pocos y le metí los cuatro, hasta los nudillos, moviéndolos dentro de ella. Cuando los saqué volvió a tomar aire desesperadamente pero no perdió la postura en ningún momento.
La situación me estaba poniendo malo. Mi polla estaba a punto de reventar de lo dura que la tenía, casi me dolía. Quise tomar un poco de aire, por así decirlo, me encendí un cigarro y me senté en el sofá. Las dos se mantenían de rodillas y con las manos en la nuca y sus brazos comenzaban a dar los primeros síntomas de cansancio. La cara de Raquel era un poema, con todo el maquillaje esparcido por el rostro y llena de babas. Mantenía los ojos abiertos, como no le ordené volver a cerrarlos no le dije nada, pero no me miraba, su vista estaba fija al frente, sin más. Elsa sí que los tenía cerrados y parecía impaciente porque sabía que ahora le iba a tocar a ella.
Y- Rubia, abre los ojos y acércate, ponte frente a mí.
Comenzó a avanzar de rodillas y no pudo evitar echar una mirada a su amiga, viendo los efectos de lo que le había hecho. Se colocó justo delante de mí, entre mis piernas y tampoco pudo evitar dirigir su vista hacia mi erectísima polla. El ritmo de su respiración era bastante notable y hacía que sus pechos se moviesen ligeramente. Me incorporé en el sofá y se los amasé con fuerza, jugando con ellos, sopesándolos, pellizcándolos; agarré sus pezones y tiré de ellos hacia arriba todo lo que pude haciendo que abriese la boca para quejarse pero sin llegar a emitir ni un sonido. Me puse en pie dejando mi rabo justo a la altura de su cara, dando pequeños saltos de excitación. Puse mi mano en su cabeza y apunté hacia su boca. Ella sabiendo lo que le venía encima, abrió sus labios para recibirme y se la metí hasta el fondo, pero en vez de empezar a follarla, me quedé quieto con mi rabo totalmente introducido en su boca. Aguantó lo que pudo y cuando hizo un amago de echarse hacia atrás, le sujeté la cabeza con firmeza impidiéndoselo, hasta que vi que comenzaba a faltarle el aire y la solté. La bocanada de aire fue espectacular, comenzó a toser al mismo tiempo que sin poder evitarlo cayó al suelo.
Y- Eso es todo lo que aguantas?
Le dije en un tono de lo más despectivo. Ella todavía tosiendo ligeramente se incorporó a duras penas y volvió a su posición. Sin ninguna compasión, volví a metérsela en la boca y a follarla con todas las fuerzas que tenía, casi haciéndome daño al chocar con su garganta. Tuve que parar, más que por ella, por mí, porque sentía que me iba a correr si continuaba. Ella se mantuvo firme y sólo las lágrimas que salían de sus ojos daban muestras del mal rato que había pasado.
Me fui a por la otra zorra enrabietado y agarrándola por el pelo la tumbé en el suelo, separé sus piernas y se la metí en el coño salvajemente. Fue una de las folladas más salvajes de mi vida, empujando lo más fuerte que podía para llegar lo más profundo que fuese posible. Ella me miraba y comenzó a cerrar los ojos por el placer que empezaba a recibir.
Y- Ni se te ocurra correrte.
Volvió a abrirlos y me miró con cara compungida y suplicante pero yo seguí a lo mío y acabé explotando dentro de ella como hacía mucho tiempo que no me corría, perforando aquel coño a cada borbotón de semen que de mí salía. Cuando acabé me desplomé exhausto encima de ella hasta que noté como me salía de su interior al perder la erección. Me levanté como pude y coloqué mi pringoso miembro en la boca de Elsa para que me lo limpiase. Cuando acabé me tiré en el sofá.
Y- Fuera de mi vista. Id a lavaros y a volver a estar presentables para mí. Ah! Y nada de tocarse y correrse, vais a aprender a contener vuestros orgasmos de putas. Fuera.
Se levantaron rápidamente y se fueron al baño directas. Intenté escuchar si se decían algo pero el ruido del agua no me lo permitió. Pasé del tema y encendiendo otro cigarro comencé a pensar en lo que acababa de pasar. Había estado un poco duro pero quise hacerlo para comprobar si de verdad estaban dispuestas a seguir. El angelito de mi hombro me decía que me había pasado pero el diablillo me animaba a seguir forzando la máquina, que les diese más caña. Decidí continuar de esta manera, por lo menos esa tarde y ver como reaccionaban. Sólo con mis pensamientos me había vuelto a excitar y mostraba una erección bastante aceptable.
Al rato entraron de nuevo al salón. Ni miré para ellas.
Y- Ir a la habitación y os ponéis cada una a un lado de la cama, de espaldas a la cama y en posición de zorras sumisas.
Salieron y yo quedé elucubrando qué iba a hacer con ellas. Quería ser duro pero también he de reconocer que me costaba un poco. Como ya he contado, me gusta dominar, someter a las personas, pero sin llegar a extremos demasiado violentos. Sin embargo, y tras las dudas que me surgieron esa misma mañana, quería llegar al límite, tocarlo, para saber hasta dónde podía continuar. Me levanté y fui hasta mi cuarto. Ellas estaban tal y como les había dicho, a cada lado de la cama y dándose la espalda. La más cercana era Raquel y directamente abarqué su coño con mi mano. Estaba fresquito por la limpieza. Apreté con fuerza y acabé frotándoselo de arriba abajo, pasándole el dedo corazón por su rajita y aprovechando para presionar su botón de placer. Con la mano izquierda le agarré el pelo y tiré hacia atrás.
Y- Qué eres?
R- Una puta zorra.
Y- Y de quién eres?
R- Tuya, amo, soy tuya.
Y- Y qué quieres hacer?
R- Obedecerte y satisfacerte en todo, amo.
Metí dos dedos en su vagina y soltó un gemido de placer.
Y- Sigues sin poder correrte.
Tiré de su cabellera hacia abajo haciendo que su cara quedase a la altura de mi miembro.
Y- Chupa, zorra, demuéstrale a tu amo que has aprendido a comerte una polla.
Se la metió en la boca y empezó a comérmela, pero suave, moviendo la lengua sobre mi capullo cuando la tenía en su interior y pasando luego a metérsela del todo y salir hasta la punta para volver hasta el final. La verdad es que había mejorado mucho desde la primera vez que me lo había hecho. Como todavía la tenía agarrada por el pelo aproveché un momento en que su nariz tocaba mi pubis para presionarle la cabeza contra mí. No hizo ningún amago de retirarse, más bien intentó acoplarse a la posición. Tiré de ella hacia atrás y se la saqué, arrastrándola encima de la cama. Cogí su cabeza y la dejé fuera del colchón, entre mis piernas. Apunté mi polla a su boca y comencé a follársela, despacio al principio pero rápido y profundo después. En esa posición, mi rabo entraba muy adentro y mis pelotas golpeaban a cada embestida en su cara. Paré porque pensé que la iba a ahogar; cuando salí de ella empezó a respirar violentamente y pude distinguir unos sollozos apagados por las bocanadas de aire que tomaba. Por un momento casi me compadezco de ella y paro, pero me sentía brutísimo y la coloqué en el centro de la cama y me puse encima a modo de sesenta y nueve. Le abrí las piernas y las coloqué por debajo de mis brazos, para inmovilizarla y llevé mi mano a su coño y, sorpresa, estaba encharcado. Le metí dos dedos al tiempo que le pasaba la lengua por toda la zona. Al mismo tiempo empujaba mi rabo sobre su cara hasta que ella misma hizo que le entrase de nuevo en la boca. Mientras le follaba la boca con mi polla y el coño con mis dedos, mi lengua se quedó centrada en su clítoris, dándole pequeños golpecitos con ella. Noté como estaba a punto de correrse y directamente se lo mordí. Pegó un grito impresionante.
Y- Te he dicho que no puedes correrte.
Saqué mis dedos y mi polla de ella y me incorporé, quedando con su cabeza entre mis piernas. Por iniciativa propia empezó a darle lametones a mis pelotas que era lo que tenía justo encima. Volví con mi mano a su entrepierna y aquello ya era un lago. Empecé a darle azotes en el coño y cada uno que le daba era acompañado de un sonido mitad quejido, mitad gemido. Me detuve y decidí que ya se había merecido el orgasmo, así que le froté con fuerza el clítoris.
Y- Ahora sí que puedes correrte.
Y explotó, vaya si explotó. El grito más que sonoro fue continuado mientras yo no paraba de darle. Se agitaba mientras gritaba y cuando paró, comenzó con unos espasmos violentos, intermitentes que me hicieron detenerme. Me incorporé de nuevo y vi que Elsa tenía la cabeza girada, mirando la escena. Le solté un fuerte azote en sus coloradas nalgas.
Y- Quién coño te ha dado permiso para girarte.
Volvió rápidamente a su posición y yo me salí de encima de Raquel. La miré y parecía que se había quedado en éxtasis, con los ojos cerrados y el cuerpo inerme. Me acerqué a su cara y por primera vez en nuestra relación la besé en los labios y ella abrió los ojos sorprendida.
Y- Estás bien?
R- Sí, amo. Gracias.
Y- Gracias por qué, por el beso o por el orgasmo.
R- Por las dos cosas, amo.
Se la veía feliz así que había que sacarla del momento.
Y- Pues sal de la cama y ponte de rodillas al lado, con las manos a la espalda.
Creo que le rompí los esquemas. Como pudo cumplió la orden. Yo me levanté y me fui a por la otra zorrita. Al situarme frente a ella noté como un escalofrío recorría su cuerpo y una mirada que me suplicaba que no fuese demasiado duro con ella.
Y- Tienes dudas?
E- No, amo. Haz conmigo lo que quieras.
Agarré con fuerza su teta derecha y empecé a palmearle el pezón con la otra mano. Le agarré la otra y se las amasé y apreté todo lo que pude. Parecía que algo de dolor si que le hacía, pero sólo algún lamentito salía de su boca de vez en cuando. Así su barbilla y la acerqué a mi cara.
Y- Qué eres?
E- Tu puta zorra, amo.
Y- Y qué quieres hacer?
E- Complacerte en todo, amo.
Bajé mi mano a su entrepierna para comprobar su estado. Su estado de excitación debía de ser muy alto por la cantidad de líquido que había por la zona. Abarqué su sexo a mano completa y lo presioné y froté con fuerza. Lanzó un gemido a la vez que cerraba los ojos.
Y- Prueba a correrte sin mi permiso y ya verás lo que te pasa.
Seguí un rato con mi mano hasta que se la llevé a su boca, pasándole mis dedos por sus labios, empujando ligeramente hasta introducirle dos en ella.
Y- Te gusta cómo sabes?
No pudo contestar puesto que mis dedos hurgaban por toda su cavidad bucal, entrando y saliendo, escudriñando cada milímetro de su interior. Le vino una arcada en una de mis incursiones más profundas y entonces, de un empujón, la tiré en la cama. Me coloqué de rodillas a su lado, a la altura de su cabeza, y girándosela, apunté mi polla contra su boca y se la metí mientras le agarraba la cabeza, empujándola contra mí. Me puse a follarle la garganta como un poseso, parando de vez en cuando para retrasar mi corrida. En esas pausas aprovechaba para restregarle mi miembro por toda la cara y dejar que lamiera mis pelotas. Me incliné y volví a palparle el coño y a darle azotes al mismo tiempo que le follaba la boca. Éstos se fueron haciendo más fuertes cada vez y al sacársela de la boca oí a Elsa suplicar:
E- Amo, por favor, déjame correrme.
Y- Córrete, puta.
Y acrecenté la fuerza y el ritmo de mis golpes en su entrepierna a la vez que se la volvía a meter en la boca. Se corrió retorciéndose como una anguila pero sin dejar que mi rabo saliese de entre sus labios. Yo no dejé de azotarle el coño mientras se corría y cuando vi que paraba de moverse le di un último y más fuerte golpe que sí que le hizo soltar un buen quejido que hizo que mi miembro saliese de su interior. Quedó exhausta y yo no podía más, me dolían los huevos de tanto retener mi excitación. Indiqué a Raquel, que no había perdido detalle de la escena, que se acostase con la cabeza al lado de Elsa pero en posición contraria.
Y- Abrid bien los ojos que os lo habéis ganado.
Tal y como estaba, me coloqué encima de sus cabezas y comencé a pajearme con fuerza, corriéndome enseguida encima de sus caras, intentando repartir mi semen entre ellas. Cuando ya no salía más leche dejé de machacármela y caí rendido en la cama, viendo como ellas estaban inmóviles con las caras llenas de semen.
Y- Habéis sido muy buenas putas. Me habéis dejado muy satisfecho.
Como casi siempre, Raquel tomó la iniciativa e incorporándose vino hacia mí y se metió mi pene en la boca para dejarlo bien limpio, no parando hasta que descendió totalmente su tamaño. Le dio un beso y me miró. Me hizo gracia verla con mi corrida en la cara.
Y- Venga, id a lavaros, que estáis “guapas”, jajaja.
Salieron y yo me estiré en la cama, cansado pero satisfecho. Tenía a dos mujeres totalmente sometidas a mis deseos. Mis comeduras de cabeza se habían disipado. Ahora lo único que había que hacer era disfrutar los momentos y, quien sabe, avanzar y probar cosas nuevas. Regresaron a la habitación y esperaron a que les dijese algo. Les hice una señal para que se acostasen a mi lado. Las abracé contra mí y ellas se acurrucaron como gatitas, agradecidas por el gesto. Estuvimos así un buen rato, en silencio, disfrutando del momento.
Y- Bueno, ha pasado otro fin de semana y creo que lo hemos pasado bien, ¿no?
R- Sí, amo, muy bien. Verdad, Elsa?
E- Muy bien.
Y- El próximo fin de semana no podremos vernos, tengo cosas que hacer. Pero no voy a permitir que estéis tanto tiempo sin vuestro amo, así que ya se me ocurrirá algo. No tenéis permiso para tener más que un orgasmo en mi ausencia y además tiene que ser cuando estéis juntas. Debéis contarme luego cómo ha sido. Ahora podéis arreglaros y os llevo a casa.
E- Podemos quedarnos un ratito más así, amo?
Y- Vale, yo no tengo prisa.
Nos quedamos así como una hora. Luego nos levantamos, se prepararon y las llevé a casa. Cuando regresaba a la mía pensaba en lo que habíamos hecho y lo que nos esperaba. Me sentí muy contento y ya mi cabeza empezó a elucubrar cosas nuevas, pero estaba bastante cansado así que directamente me fui a dormir.
P.D. Vuelvo a agradecer vuestras valoraciones, aunque sinceramente me gustaría recibir más comentarios. Un saludo a todos y de nuevo, muchas gracias.