Me gusta con dos (03)
Mi marido es un voyeur, mi amante seconvierte en mi marido y encuentro un nuevo amante.
Cuando Alberto mi marido, llegó esa noche, yo estaba satisfecha, Fernando me había hecho gozar lo suficiente. Pero el hecho de que Alberto llevara la botella de cava y el vestido y además de que me dijera que esa noche nos divertiríamos, me puso otra vez caliente y de buen humor, el sexo me gusta mucho, pero me siento mejor cuando esta él.
Fernando le sirvió un trago de tequila a Alberto y preguntó que cuales eran sus planes, mi marido le propuso un lugar para ir a bailar. Dijo que le encantaría y yo por mi parte estaba puestísima, pues me encanta salir. Fer se metió al baño, yo fui a sentarme al lado de mi marido, me abrazó y me empezó a besar el cuello. Hueles a puta, me dijo, yo le dije que no era cierto, que no olía a puta, sino a su puta y lo besé. Me dijo que esa noche quería disfrutar mucho viéndome y que yo sería la pareja de Fernando y que el solo sería nuestro acompañante. A mi la idea me encantó y le dije que me iba a bañar con mi pareja y que tomará las cosas con calma. Fernando se sorprendió un poco al verme entrar a la regadera y me abrazó, me acarició, me besó y me bañó y yo me deje hacer todo disfrutándolo.
Me puse el vestido que Alberto me llevó, era un vestido negro de tirantes, de seda negra, corto, muy corto, que me había regalado tiempo atrás y que sólo me había puesto en nuestra casa, me hubiera gustado no ponerme nada debajo, pero no quería arruinar el vestido con mis fluidos y me puse la tanga toda húmeda. Cuando salí a la sala, los piropos no se hicieron esperar, la verdad, en otras condiciones no me atrevería a salir así, pero como estaba bien cachonda y con mis dos hombres no me importaba nada. Brindamos, platicamos un poco y salimos. Alberto le dio las llaves del auto a Fernando y me abrió la puerta del acompañante, el se subió en el asiento trasero y yo le respondí el gesto con una sonrisa.
Llegamos a un antro por la colonia Roma, un lugar pequeñísimo, de música cubana. Entré del brazo de Fernando y Alberto atrás de nosotros. El lugar estaba a reventar, por lo que estuvimos un tiempo parados, yo siempre pegada a Fernando y a veces nos tomábamos de la mano y otras el me tomaba de la cintura. Nadie le dijo nada del plan, pero él como si se supiera perfectamente el papel. Pedimos unos tragos y como por arte de magia conseguimos una mesa.
Saqué a bailar a Fernando y nos quedamos platicando sin volver a la mesa un buen rato, cuando terminaban las melodías nos tomábamos de la mano e incluso lo besé, ahí, en público. Regresamos a la mesa y Alberto estaba platicando con un tipo muy animadamente, nos lo presento como un conocido y a nosotros como la pareja de la que te platiqué. Fernando como que no entendió y yo como que sospechaba que se traía algo entre manos. Estuvimos platicando un rato hablando del lugar y de la música y cuando la orquesta volvió a tocar, Raúl, así se llamaba el conocido de Alberto, le pidió permiso a Fernando para bailar conmigo, este asintió y yo me pare a bailar. Raúl bailaba estupendo y a veces se me pegaba demasiado, yo volteaba a la mesa y veía a Fernando un poco serio y a Alberto francamente divertido, ahora había entendido claramente cuando nos dijo que nos íbamos a divertir. Se puso una canción lenta y Raúl me tomo en sus brazos, yo me deje llevar, me apretaba la cintura y me pegaba su verga que para ese entonces se sentía dura. Se ve que algo lo tenía excitado, por una parte yo, pero por otra seguramente lo que le había dicho Alberto, pues me pregunto como queriendo una confirmación, si a mi esposo no le molestaba que bailara así conmigo.
Yo le dije que no, que tenía permiso para todo, el se sonrió y me acaricio levemente el brazo. A mi me divertía muchísimo que cuando el se refería a Fernando, yo le contestaba pensando en Alberto. Cuando regresamos Raúl y yo a la mesa, Fernando ya estaba más relajado, yo me senté a su lado y lo bese, le pregunte al oído que si estaba celoso, el sonrió y me dijo que Alberto le había platicado y que sabía que todo se trataba de un juego, que el me quería con afecto de amigo y que no había podido evitar molestarse ante la intrusión de otro en el juego. Ahí comprendí la suerte de vivir con un hombre como Alberto.
Baile varias veces alternando entre Fernando y Raúl, mientras Alberto sólo me miraba. Yo estaba a esas alturas muy caliente, fui al tocador y me quité la tanga, me senté junto a Alberto y se la di bajo la mesa, pero este la rechazó y me indicó con un gesto que a quien debería de dársela era a Fernando. Me cambié de lugar y se la entregue a Fernando sin ningún pudor y le pedí que nos retiráramos. Pidieron la cuenta, Alberto invito a Raúl a seguir la parranda y este acepto gustoso. Yo como ya presentía lo que me esperaba estaba emocionada.
Fernando me llevaba abrazada y yo cada que tenía oportunidad le tocaba su verga que para ese instante ya la tenía parada. Subimos al auto, yo con mi pareja y Alberto y Raúl atrás. Al entrar al departamento el anfitrión nos invito unos tragos, yo me senté a su lado, Alberto y Raúl enfrente admirando mis piernas. Fernando puso música y yo saqué a bailar a Raúl. Le subí los brazos al cuello y me le pegué lo más que pude, el sabía que en ese momento estaba a su disposición y me tomó de la cintura con fuerza y me beso en el cuello. A partir de ahí, nos empezamos a cachondear abiertamente. Para la siguiente melodía Fernando me saco a bailar y me pidió que me quitara el vestido, así baile con él y así baile con Raúl. A este le pedí que se desnudara y al ver su rica verga, me la metí a la boca. Fernando aprovecho para ponerse atrás de mí y me la metió de un solo golpe. En esos momentos yo me dejo llevar y no me preocupo por nada, solo por el goce, pero se que Alberto me cuida.
Me concentro en mi placer, en el goce de tener dos vergas para mí. Fernando se vino al mismo tiempo que yo. Hice que Raúl se viniera, retirando su verga de mi boca cuando sentí que se le ponía más dura y tallándola en mi pecho hasta sentir su semen.
Alberto nos ofreció, algo de tomar, todos aceptamos gustosos, a mí me encanta hacerlo así, coger, venirme una o varias veces, descansar, tomar la copa, bailar y otra vez volver a que me cojan. Me gusta andar desnuda entre hombres con las zapatillas puestas, me siento como prostituta, y eso me calienta.
Fernando y Raúl me tomaron de las manos y me llevaron a la cama, Alberto se quedo en la sala y después apareció con botellas y los vasos de nuestros tragos, se sento en la cama y me empezo a acariciar las nalgas con suavidad mientras Raúl me la metía en el coño y yo le mamaba la verga a Fernando. Alberto me dijo que me pusiera en cuatro, me puso crema y me empezó a meter un dedo por el culo, después otro y creo que otro más, mientras Raúl me acariciaba mi vagina. Sentí que los dedos se retiraban y una verga se introducia en mi cuerpo.
Raúl me la estaba metiendo toda, Alberto me acariciaba el clítoris y Fernando me la metía en la boca, yo me vine como nunca, era la primera vez que otro que no fuera Alberto me la metía por el culo, era la primera vez que estaba con tres hombres. Sentí que Raúl se venía y apreté su verga hasta hacerlo decir que ya no, salió de mí y Fernando dejo mi boca y ocupó su lugar, la verga que en la tarde se me había hecho grande para mi culito, ahora entraba con fuerza. Mientras Fernando me cogía por el culo, Alberto me observaba parado a un lado de la cama, se acerco a mí y me besó, me dijo que qué quería su putita, yo le dije que lo quería a él y por toda respuesta se dio media vuelta y salió. Yo me vine otra vez, acariciándome y metiéndome los dedos, esperé que Fernando se viniera y le pedí que saliéramos a la sala.
Alberto y Raúl estaban sentados tomando unos tragos, Raúl desnudo y Alberto ya saben, lo saque a bailar y le pregunte qué si todo estaba bien, no hay problema alguno, me dijo y agrego, no quieres que te cojan los dos al mismo tiempo. Nunca había tenido una doble penetración, sólo una vez lo intentamos pero como no fue algo fluido lo dejamos por la paz. Le conteste que si el quería verme, yo aceptaba gustosa.
Empecé a acariciar a Fernando, me lo llevé a la cama y me le monte, pare el culo y sentí la punta de la verga de Raúl en el culo, se acerco Alberto y abrió mis nalgas, apenas sentí que entraba me vine, los dos agarraron buen ritmo y gracias a que la verga de Fernando es grande y no se salía pude sentir placer un par de veces más.
Caí rendida sobre Fernando, lo besé, me levanté y besé a Raúl y le pedí a Alberto que nos fueramos a casa. Raúl se quedo sorprendido, nos veía a cada uno de nosotros como preguntando ¿quién es quién? y todos soltamos la carcajada.
Diana C.
Mayo 2002.