¿Me folló el botones?

Aunque la lectura de este relato es independiente, pertenece a vivencias ocurridas antes de mi primer relato, “El Apartamento de mi Prima”.

Me coloqué mi minifalda camuflaje con franjas marrones y negras, con una blusa oscura, sin sujetador, como mi pecho no es muy grande se me ve más sexy cuando se me marcan los pezones. Me puse unos tacones altos para parecer más esbelta, un poco de maquillaje y los labios rojos.

Yo no suelo vestirme así, pero mi prima me consiguió una entrevista en la empresa donde ella está trabajando.

Llegué a unos grandes almacenes, me dirijo a las oficinas, entro en un cuarto con unas cuantas sillas y un pequeño sofá donde se sentaban dos chicas, más guapas y más jóvenes que yo, saludo y pregunto, ¿para el trabajo?, si, aquí.

Se abrió una puerta y entró la primera chica con una carpeta debajo del brazo, no pasó ni cinco minutos y volvió a salir con cara disgustada, las segunda, salió después de una media hora un poco desarreglada y sonriente.

Entré en la oficina, me encuentro a un hombre maduro con traje de chaqueta, gafas oscuras y gesto serio, alargué mi mano para saludar y le entrego mi currículum.

Si mirarme, coge mis folios y los pone encima de una montaña de papeles.

Sin pedir que me siente, se dirige a mí y me hace las típicas preguntas de las entrevistas, ¿- por qué quieres trabajar aquí? te gusta el trabajo en equipo? etcétera.

Señala el armario que está detrás de mí y me dice que coja un uniforme y me lo pruebe.

Lo miré con extrañeza, mientras él mirando el ordenador, dijo, - cuando quieras -

Me di la vuelta, me quité la blusa con prudencia y me puse una camisa blanca que colgaba del armario, mal día para no llevar sujetador pensé, bajé mi falda al suelo, dejando ver mis braguitas de algodón blanca, rápidamente me coloqué una falda negra por encima de la rodilla. Me pidió que me diera una vuelta mientras llamaba a alguien por el interfono.

Llegó una mujer de unos cuarenta años y empezó a toquetear mi ropa, se dirige al jefe y le dice: - la falda bien y la camisa un poco grande-

Comienza a quitarme los botones y me saca la camisa dejando mis tetas al aire que yo intentaba tapar con una mano.

Volvió con otra camisa, me la puso y ajustó los botones.

Por suerte al día siguiente comencé a trabajar en la empresa.

Mi prima me presentó a mí encargado, se llama Carlos, es un chico un poco mayor que yo, con traje de chaqueta, buen cuerpo, pero no muy guapo, que me enseñó las instalaciones y me informó cual sería mis tareas.

La verdad es que fue muy amable y estuvo simpático, ofreciéndome su ayuda cuando me hiciera falta.

A la hora del desayuno, al verme sola se sentó conmigo y me pagó el café.

Al siguiente sábado salimos a cenar los dos, con mi prima y el novio, después del postre y unos chupitos, mi prima se fue con su novio al apartamento y nos quedamos los dos un rato charlando, luego nos fuimos a un bar a tomar una copa.

Estuvimos paseando un buen rato hablando de nuestros gustos en la música, pelis, etcétera.

En algunos tramos del paseo íbamos de la mano como novios, fue una sensación muy agradable.

Me acompañó hasta el apartamento y se despidió en la puerta con un casto beso en los labios.

Entré al piso, escuché ruido en el dormitorio, me quité los zapatos, me asomo sin molestar y veo a mi prima enrollándose con el novio, aunque no es la primera vez que los veo follando, me quedé un momento mirando, me gusta ver el culito de Rubén en movimiento.

Mi prima que me ve, me hace seña con la mano para que entre.

Sigilosamente entro al baño me pongo el pijama y me fui al salón.

Las siguientes semanas con Carlos, mi encargado, fluyeron cada día con más confianza y complicidad, desayunábamos juntos, algún que otro día salíamos a cenar y pasear por ahí. Parecíamos novios, aunque los dos, nos empeñamos en preservar nuestra libertad y no adquirir compromisos.

Pasado unos días, volvimos a los mismos bares y pasamos por la misma calle de siempre, no le gustaba mucho salir de la rutina, paseamos abrazados y aprovechando que hay poca luz, paramos en algún rincón donde nos besamos, me acaricia los pechos, incluso ha metido la mano por debajo de mi falda.

Me pide con insistencia que le acaricie el miembro, agarrando mi mano llevándola a su bulto, que ya está hinchado.

Retiré la mano, no me parece el mejor sitio.

Comprendo que tenía un buen calentón, me besaba con ímpetu, recorriendo toda mi boca con su lengua y estrujando mis tetas, al punto que me hacía un poco de daño, intenté calmarlo para seguir caminando y dejarlo para otro día.

Me acompañó a mi casa y me pidió de subir un rato, aunque le dije que no estaríamos solo pues mi prima vive conmigo.

Subimos, nos sentamos en el sofá con mi prima y nos tomamos unas cervezas.

Al rato mi prima se fue a dormir y Carlos comenzó a besarme y tocarme por encima de las bragas, la temperatura fue subiendo a la vez que mi excitación, me bajó las bragas y comenzó a lamer mi coñito pasando su lengua de arriba a abajo por mi vagina y acariciando también mi clítoris.

Llevaba mucho tiempo sin tener relaciones y eso me llevaba a estar cercana al orgasmo.

De golpe paró, se desabrochó el pantalón y sacó su miembro que ya no aguantaba más tiempo encerrado.

Me pidió que se la cogiera, al principio me quedé paralizada, luego empezó a besarme y llevó mi mano a su polla, que era más bien pequeña, aunque estaba tan gorda que parecía que iba a explotar.

Sólo con tocarla ya empezó a jadear tan fuerte que me preocupó que nos pudiera oír mi prima, intenté mover mi mano más rápido para que terminara cuanto antes.

Era complicado masturbarle, estaba sentado junto a mí en el sofá, con el pantalón a medio bajar y mi mano no daba para coger bien su pene, eso lo puso nervioso y más excitado.

Poniendo su mano en mi cabeza me hizo un gesto para que se la mamara, no me daba por aludida porque la verdad no me apetecía mucho, aunque pensé que él me lamió primero, seguía con la paja cuando llevó mi cabeza hasta su pene, que comencé a chupar pasando la lengua por el glande, que soltaba mucho líquido seminal, la agitaba con la mano dejando el glande dentro de la boca, me quitó la mano para que me entrara más profundo, noté los temblores de sus piernas, apreté los labios recorriendo el tronco hasta abajo cuando de pronto me aprisionó la cabeza contra él y soltó el esperma dentro de mi boca, no me lo esperaba la verdad, me dio un poco asco.

Para ser la primera vez que nos enrollamos, no fue muy buena la verdad, aunque el siguió masturbándome, no conseguí el orgasmo.

Los días siguientes en el trabajo nos manteníamos distantes, cada uno con sus tareas, excepto en el desayuno que nos sentábamos juntos.

Al cabo de unos días entró en el almacén una chica cargada de paquetes, vociferando y apresurada, con tanta prisa que no vio unas cajas, tropezó y cayó al suelo desperdigando todos los paquetes.

La ayudé a levantarse, lo recogimos todo y la consolé.

Me estuvo contando que el encargado era muy estricto y no le dejaba pasar ni una.

Pues conmigo se porta bien, le dije, incluso hemos salido juntos a cenar, me miró con gesto de asombro y comentó, -pensé que estaba casado-, me dejó sin habla y me encogí de hombro.

Al salir del trabajo me estaba esperando Carlos para ir a tomar algo, me entró ganas de mandarlo a la mierda, pero necesito el trabajo y no quiero ponerlo en riesgo.

Llegamos al bar y al rato me preguntó si me pasaba algo, que estaba muy seria, y con gesto irónico pregunté, - ¿cómo está tu mujer? -

Se quedó de piedra, se disculpó, me explicó que se casó muy joven y le iba mal el matrimonio, pero no encontró el momento de contármelo.

Las siguientes semanas perdimos el contacto fuera del trabajo, aunque él no perdía la ocasión de acercarse a mí con proposiciones de sexo.

Carlos se aprovechaba del cargo para ponerme más horas en el almacén y allí como solía estar sola, me abordaba por detrás con alguna excusa, me tocaba el culo o me agarraba por la cintura y me besaba en el cuello.

Yo le ponía impedimentos, pero no quería rechazarlo bruscamente por miedo a perder el trabajo.

Llegó un viernes noche y me pidió que me quedará a trabajar después del cierre para organizar un pedido, trajo unos refrescos y algo para picar.

Estuvimos un buen rato hablando amigablemente, y me contó desesperado que no pudo demostrarme lo que me quiere, y aunque tuvimos relaciones se había quedado con muchas ganas de follar conmigo, para que supiera lo que me deseaba.

No sé si me cogió con las defensas bajas o tenía ganas de un revolcón, pues en el fondo le cogí cariño.

Vale lo hacemos solo una vez le dije, pero aquí no, me llevas a un hotel y así me puedo duchar que llevo todo el día trabajando, y luego me haces lo que quieras, pero no me preguntes, me gusta que me sorprendan.

Cerca del trabajo hay un pequeño hotel y Carlos tiene amistad con el dueño, porque a veces reserva habitación para los directivos de la empresa.

Llegamos al hotel, al cruzar la puerta de la habitación sacó una cinta del bolsillo y me vendó los ojos, se oía una música relajante y olía a velas aromáticas, mi corazón latía cada vez más deprisa.

Llegamos al baño, empezó a quitarme la blusa y luego el sujetador,

  • ¿qué haces? espera, no me desnudes-,

¡cállate! respondió y buscó otra cinta y me tapó la boca, me intrigó, pero me excitaba mucho.

Me desnudó por completo me metió en la bañera con agua calentita, me frotó con la esponja por todo el cuerpo, limpió mis tetas y luego las amamantó como si fuera un bebé, primero una y después la otra mientras frotaba con fuerza mi entrepierna con la esponja, mis gemidos frustrados por la venda en la boca hacían que las pulsaciones me pusieran al borde del orgasmo.

No aguantaba más, movía mis caderas como si me estuvieran penetrando, me vio tan excitada que soltó la esponja, me introdujo dos dedos en la vagina que agitaba levantando mi pelvis de la bañera, con temblores en las piernas consiguió que me corriera como nunca.

Me envolvió en una toalla, me secó minuciosamente me cogió en brazos, me llevó a la cama y me ató a la cama los brazos y piernas, me dejó allí desnuda, abierta de piernas, trajo del baño un aceite corporal y lo esparció por mi cuerpo dando un suave masaje.

Me puse muy nerviosa, estaba expectante y excitada, la culpa es mía, cuando le dije que hiciera lo que quisiera no me refería a esto.

Me abrió la vagina con las manos y metió la lengua hasta el fondo, entraba y salía como si me follara con un mini pene.

Agité la cabeza para que me quitara la mordaza, pues tenía la respiración muy acelerada.

Tocaron a la puerta de la habitación, - ¡hum!, ¡hum! -, gemí, tranquilo cariño, me dijo, es el botones, que nos trae una botella de champán.

Me asusté, pues es una habitación pequeña y desde la puerta se ve la cama, los oí reír y hablar en voz baja, creo que eran amigos del colegio.

Carlos, que jamás pensó en tener una chica a su merced, empezó alardear con el botones.

Me quedé paralizada, no quería llamar la atención, pero me pareció que cuchicheaban los dos mirándome al borde de la cama, unas manos frías tocó mis tetas, se me erizaron los pezones, escuché un forcejeo cuando ya tenía una  mano en mi vagina, -¡hum!, ¡hum!-, musitaba agitando mi cabeza, un dedo grande  y largo penetró mi vulva que estaba un poco seca, no pude contener mis quejidos, retiró el dedo y comenzó a chuparme de forma acelerada, como los lamidos de un perro, recorriendo toda la raja de arriba a abajo.

Los oía discutir en voz baja, cuando de pronto se echó encima estrujándome los pechos, me mordisqueó el cuello y me besaba la boca por encima de la cinta, cogió su pene lo puso entre mis piernas que yo mantenía bien abierta por el amarre, y de un golpe seco penetró mi vagina, no pude gritar, pero me produjo un inmenso dolor, no sé si la tenía muy grande, pero arañó las paredes de mi sexo y me llegó hasta el sentido.

De nada servían mis infructuosas quejas, no sabía muy bien lo que estaba pasando, pero traté de relajarme.

Llegaron las acometidas, un mete-saca brutal, que hacía levantar mi pelvis para seguir el ritmo de las penetraciones, puso las manos encima de mis hombros para impulsar su miembro más y más profundo.

Jamás sentí una follada con esa virulencia.

Extasiada con temblores en las piernas y después de un buen rato, con dos orgasmos míos, sacó la polla desparramando todo el esperma en mi pubis.

Me quitó las vendas, los amarres de brazos y piernas, nos quedamos dormidos abrazados, por la mañana desayunamos en la cama, hicimos el amor y dejamos el hotel.

Ni yo pregunté ni él habló de lo sucedido.

Al tiempo me enteré que lo cambiaron de zona y no nos volvimos a ver.

Muchas de las cosas que pasaron esa noche, no sé a ciencia cierta si ocurrieron de verdad, o estaba en mi cabeza el deseo de lo que me hubiera gustado que sucediera.

….                                                   mariajoseloren93@gmail.com

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