Me folle al viejo marido de mi mejor amiga
Tras testar su extrema dureza, pase esa mañana a la acción, y como una amazona que quiere domar a un viejo potro, me subí sobre él y tras agarrarla fuertemente con mi mano, la guie a mi conejo para dejarme caer sobre aquella dura tranca, me la inserte hasta el fondo de mi sexo y comencé una cabalgada salvaje
Tras la tertulia semanal con Elena una de mis mejores amigas, pues ambas nos contamos ciertas intimidades típicas entre mujeres, esta me pide que le ayude a averiguar si su marido le pone los cuernos, pues sospecha ante la poca apetencia sexual de este con ella que puede tener una amante.
Una ante aquella proposición me quede un poco cortada, y le dije que no sabía cómo averiguar eso, pues tampoco tenía una relación fluida con su esposo pues mi relación con ellos solo era a nivel amistad con ella, habiéndolo saludado alguna vez pero sin llegar a intimar en lo personal.
Me conto que por trabajo tenía que salir unos días a Madrid, quedándose solo el en casa, ya que andaba prejubilado, por lo que tenía la oportunidad de aparecer alguna tarde noche por esta disimuladamente para ver si andaba por allí solo, haciéndome yo la despistada como si desconociera que ella había salido fuera.
Le dije que bueno que lo intentaría aunque me parecía que ella era una exagerada y mal pensada pues el a sus sesenta y pico años quizás ahora estuviera pasando una pequeña crisis de inapetencia sexual y ella lo había exagerado pensando en que le ponía los cuernos.
A los dos días de marcharse aparque frente a la puerta de su dúplex y quede un rato observando si alguien entraba o salía, pensando más bien que estaba haciendo la idiota y perdía el tiempo, cuando me lleve un susto enorme pues de pronto sentí que golpeaban los cristales de mi puerta con los nudillos de la mano, quedándome medio pálida al ver que era el que regresaba de correr o caminar y al verme toco la ventanilla.
Me pregunto qué hacía allí, si iba a ver a su mujer, a la vez que me dijo que llevaba dos días fuera, y si ella no me había avisado de eso…
Reaccione bien y me hice la despistada ignorando que desconocía eso y que iba por si querían salir a cenar fuera pues había sido mi cumpleaños dos días atrás y quería invitarles.
Bueno como ves esta fuera, pero si quieres pasar te invito a una copa, pues vendo de correr que suelo salir por las tardes a esta hora, me dijo él..
En ese momento me di cuenta que realmente era atractivo su marido, pues aquel pantalón corto de tela gris y con la camisita medio ajustada resaltaban una masculinidad que antes no había observado en él, y aunque había pasado recientemente los sesenta años, se conservaba en un estado envidiable y físicamente apetecible.
Pensé que quizás averiguaba algo más hablando con él en casa y acepte la proposición… a los pocos minutos estaba sentada frente a él en el sofá tomando ambos una cerveza pues el calor apremiaba esa tarde noche.
Los acontecimientos se precipitaron de una forma un poco alocada, pues una actuaba como si estuviese ligando, intente la táctica de provocar un poco con cierto disimulo a ver como reaccionaba el, por lo que disimuladamente mostré mi ropa interior con delicadeza a través de la corta falda que llevaba ese día..
Hablábamos y note que el miro varias veces a través de esta a la vez que una también miraba con cierto disimulo a sus muslos y entrepierna, pues también él había abierto las piernas ,no sé si a propósito o sin darse cuenta y a través del corto pantalón de deporte asomaba uno de sus testículos que por cierto me pareció enorme aunque lo recubría un frondoso pelaje.
El juego estaba iniciado y ambos parecía andábamos provocando con cierta delicadeza pues al regreso de traer otras dos cervezas al sentarse ahora lo que asomaba por su corto pantalón, era la cabeza de su gruesa aunque relajada polla que estaba recubierta por una fina piel, destacando el cabezón que disimuladamente reposaba sobre el sofá.
Mis piernas tras cruzarlas con maestría mostré bajo ellas mis braguitas rojas que ese día me había puesto, observando como ese gesto le hizo medio alterarse, pues su mirada ahora no fue tan disimulada e hizo ademan de tocarse para que una mirara ya sin reparo aquel cabezón que asomaba entre la maraña de pelo espeso y negro lucia por la pata del pantalón.
Me dijo, ponte cómoda que voy a darme una ducha pues mira como vengo de correr y si quieres vamos los dos a cenar y así me invitas pues no quiero ser descortés y rechazar tu invitación de cumpleaños, aunque regalo no tengo ninguno para darte.
Se fue y entro en el baño que había frente al comedor donde yo andaba sentada y tras ducharse salió provocativamente envuelto en un toalla de cintura hacia abajo, luciendo un torso masculino y peludo que me hizo medio enmudecer, pues sentí de golpe una atracción hacia aquel maduro que me dejo medio aturdida.
Me dijo disimulando pero sabiendo que yo me había fijado en él, que donde íbamos a ir para ver que se ponía o bien si quería también podíamos cenar allí aunque fuese algo frio y preparado sobre la marcha si al final no me apetecía salir fuera.
Le dije que bueno que casi mejor era quedarse allí al no estar mi amiga para celebrarlo, por lo que rápidamente tomo dos copas de vino y poniendo en su interior un vinito blanco me ofreció una mientras volvió a sentarse frente a mí, así como iba solo con la toalla.
El movimiento fue un toque descarado y atrevido pues sus piernas abiertas mostraban ahora colgando aquel grueso apéndice entre dos velludas pelotas, que aunque relajado mostraba un grosor y tamaño envidiable.
Me pregunto si andaba con alguna pareja o amigo ya de una forma directa y la conversación flujo en esos siguientes minutos con un tono más cálido por no decir caliente, pues le insinué que había estado con varios hombres aunque aún no me había decidido por ninguno en concreto, si bien había sido unos encuentros bastante fructíferos.
Me alegro que después de varios años tras la muerte de tu esposo te decidieras ya a echar unos buenos polvos y si la cosa va bien pues a lo mejor encuentras el hombre ideal…
La respuesta suya fue ahora de una directa que me dejo noqueada, pero al final le seguí el hilo y le dije que la verdad había conocido unos amigos la más de calientes y atentos en la cama.
Los hombres mejoramos con la edad en el arte del sexo como habrás podido comprobar aunque algunas mujeres como la mía no quieran evolucionar y probar cosas nuevas, pero bueno cada uno tiene que conformarse con lo que tiene.
Se tocó con descaro su rabo y he hizo que mi mirada se fuese a ese lugar tras rascar disimuladamente sus testículos y balancear aquel grueso y morcillón apéndice.
A la vez me lanzo un dardo que me dejo boquiabierta, pues sin aviso me dijo descaradamente;—
Rosa has venido aquí por casualidad o porque mi mujer te dijo que pasara a comprobar si andaba con alguien, pues es raro verte por aquí cuando casi nunca pasas y me extraña mi mujer siendo buena amiga tuya no te dijera esa fuera.
Me dejo cao y casi tartamudeando le dije una mentirijilla que no se creyó, pues rápidamente me soltó otra directa que fue la definitiva.
Mira hay dos soluciones… le dices que no pasó nada, cena y te vas, o le dices que no pasó nada y te quedas esta noche aquí conmigo y follamos como descosidos toda la noche, pues me gustaría quitarte ese tanga sexy que tienes puesto y comerte ese coñito deliciosos que tienes que tener antes de follarte como nadie lo hizo nunca.
Muchacho le dije poniendo cara de asustada, mientras tocando su rabo me dijo, no te hagas la estrecha pues no paras de mirar mi polla y estas como loca por comértela.
Se levantó mientras acaba de hablar acercándose sin reparo a mi altura, a la vez que dejo caer la toalla al suelo para con una mano coger mi cabeza mientras la otra sujetaba su relajado pollon y poniéndolo en mis labios, dijo “ Come y disfruta de este rico rabo”.
Como sumisa y dominada por la situación abril mis labios mientras el descapullaba su cabeza para en segundos pasar a devorarla y metérmela en la boca para degustarla con pasión, mientras ya una de mis manos suplantaba la suya y agarraba aquella enorme tranca y la otra masajeaba sus huevos..
Ummmm resoplaba, sabia estabas deseando desde que te vi en el coche, me decía… quiero darte una follada que no olvides en mucho tiempo pues estas buena a rematar, no sé cómo tu difunto marido no te mato a polvos, pues si fueses mía ibas a tener rabo a todas horas.
Mame su pollon un buen rato hasta que se puso dura y venosa como una roca, y aunque el tamaño no era descomunal, sí que tenía una talla y un grosor más que apta para satisfacer a una mujer, destacando su grueso cuerpo desde la base con unas marcada venas que la hacían muy excitante.
Guiaba con su mano mi cabeza a la vez que su cadera bailaba al ritmo de mi boca, entrando todo aquel grueso rabo hasta casi sentir alguna arcada al llegar al fondo mi garganta, recreándose a veces con ella toda dentro y sujetándome unos segundos para que la sintiera en su totalidad en mi cavidad, rozando sus enormes y peludas pelotas en mi barbilla cuando en esa posición la mantenía.
Por la excitación que sentía estuve tentada de arañarle su trasero con mis uñas y clavarlas fuerte para atraerlo hacia mí, pero luego pensé en mi amiga cuando vieras las marcas por lo que contuve mi ardor, pasando este a mi boca que ahora tras soltar aquel duro apéndice, devoraba y absorbía sus duras pelotas.
Me miraba con lujuria y pasión, y tras unos minutos de gloria en su entrepierna, me levanto y me desvistió quedando anonadado de ver mi rasurado conejito al que alabo y dijo le iba a dar una follada como jamás me habían dado.
Me estrujo los pechos con pasión pellizcando mis pezones sin mucha delicadeza y aunque en principio me pareció algo brusco, acabo por gustarme y excitarme aún más, pues ver aquel macho lanzado resudando placer por la boca y con su duro rabo palpitando, me tenía loca y desmelenada, y más aún cuando con su mano agarro mi conejo como si fuese a escapar frotando este sin miramientos a la vez que sus dedos entraban sin reparo en mi interior.
Saco los dedos húmedos y se los metió en su boca mientras estos eran suplantados por los dela otra mano provocándome una excitación extrema que me hacía respirar agitadamente.
Ummmmmm que gana de macho tienes, que pena mi mujer no sea lo ardiente que tú eres,… mientras me susurraba al oído esto, me giro mordisqueándome el cuello y dejándome caer sobre el sofá boca abajo acerco la punta de su duro rabo y la introdujo en mi conejo de una seca y dura estocada.
Grite ante la dura y fuerte clavada, pero rápidamente las que siguieron me hicieron cambiar los gritos por quejidos de placer, azotando mi trasero con pequeños golpes a la vez que iba cabalgando este con estocadas profundas y placenteras.
Me corrí sin miramientos ante los acosos de aquel duro pollon y esto aún lo encendió mas, pues los mordiscos a los lóbulos de mis orejas eran cada vez más intensos, notando su respiración agitada sobre mi cuello, mientras una de sus manos y en concreto un dedo, frotaba y rozaba también la puerta de mi sexo mientras su arma entraba y salía.
Agarro ahora uno de mis pechos mientras se apoyaba sobre mi espalda y pellizcando el pezón me dijo que me iba a follar también por atrás, no dando tiempo a una a poner trabas pues se separó un segundo, bajo a mi culito comiéndolo unos segundos y tras dejar saliva en la puerta, volvió con su arsenal y tras meter la punta con algo de delicadeza, soltó un golpe de cadera y me la introdujo de una estacada hasta sentir sus gordos huevos chochar con mi culito.
La virulencia que ahora me follaba, me hizo doblar la cabeza grotescamente contra unos de los cojines del sofá, balbuceando una palabras y alaridos de gozo y enorme placer, pues una mano no dejaba de frotar fuertemente mi sexo mientras con su rabo perforaba mi trasero endiabladamente bien.
Volví a correrme como una loca en celo y esto le hizo resoplar como un toro bravo dispuesto a envestir, notando su cuerpo como rezumaba sexo y placer a la vez que también algunas gotas de sudor por aquel acelerado y rico ritmo que había puesto.
Saco los dedos tras mi segundo orgasmo para llevarlos a mi boca e introduciéndolos en ella dijo,… mira que mojado tiene tu conejito… cielo estas empapada, que ganas de ser follada tenías, …. Creo que esta noche vamos a morir follando los dos….
Volvio a sacar su rabo tras una larga sesión en mi trasero y poniéndome de lado, levanto una de mis piernas casi de forma grotesca, y tras posicionarse en medio me volvió a clavar su grueso y brillante rabo al que ahora una no quitaba la vista de encima, viéndolo entrar y salir con virulencia acompañado de un rico balanceo de su peludas pelotas que me tenía loca de excitación.
Con la yema del dedo gordo de su mano, masajeaba también mi conejito mientras su pollon daba cuenta de él, llevándome a una excitación extrema en la que llegue a babear pues mi boca no se cerraba ante los incesantes gemidos por esta.
Le suplique que parara que ya no podía aguantar más aunque creo que no me prestó atención, pues tras volver a cambiar de postura ahora fue algo más tradicional, y tras ponerme boca arriba abrió mis piernas y metiéndose en medio de ellas se dejó caer follandome como un descosido sobre mi delicado y agotado cuerpo.
La intensidad ahora era salvajemente rica y mis manos agarrando el pelo de su cabeza fuertemente delataba mi pasión y goce, a la vez me besaba violando mi boca con su lengua de una forma tan salvaje que me excito como nunca.
Se acercaba mi tercer orgasmo salvaje y como intuyendo el, ese rico momento, pauso sin cesar de meter y sacar su duro rabo el ritmo hasta verme romper en placer nuevamente, provocándose el casi al instante una corrida colosal que inundo mi mojado conejito hasta casi ahogarlo.
Sus alaridos secos y masculinos cuando se corrió, me hizo estremecer, acompañando estos en unas secas estocadas que movió el sofá del sitio.
Vi en su cara la pasión con la que había disfrutado, reflejando la mía con toda seguridad sumisión y ternura ante la mirada de aquel macho que me había follado de forma espectacular.
Tras recupérame me fui al aseo a atender mis sufridas aberturas, observando como él desde la puerta mi miraba a la vez que se tocaba con delicadeza su apéndice que colgaba ahora relajado y gordo entre sus piernas.
Dúchate si quieres cariño que ahora preparamos algo de picar para cenar me dijo, a la vez que se dirigió a la cocina para comenzar a preparar algo.
Al final le hice caso y me introduje en la ducha, notando a los minutos mientras me lavaba el pelo que tenía compañía, pues ahora con una sutil delicadeza me enjabonaba el cuerpo cariñosamente.
Cuando acabo conmigo le dedique las mismas atenciones, enjabonando con abundante champú su poblada y masculina entrepierna, recreándome en su bonito capullo que lave con cuidado y sutiliza ante su morbosa sonrisa.
Le lance un cumplido que realmente era muy cierto, pues le dije me había pegado un polvo salvaje pero muy muy placentero, levantándome para ponerme a su altura para besarme nuevamente mientras ahora frotaba su morcillón rabo con mi sexo en medio de aquel cálido chorro de agua que caía entre nuestros entrelazados cuerpos.
Nos secamos mutuamente y como dios nos había traído al mundo cenamos en la cocina aquel rico y reconstituyente picoteo que una preparo con su ayuda, llegándome en ese momento un sentimiento de traición que antes no había tenido tiempo de pensar ante los raudos acontecimientos.
Noto en mi cara seria al momento el esto, y cogiéndome la mano, me dijo…. Tranquila esto va a ser un secreto entre nosotros que no va afectar a mi matrimonio, pues lo que queremos es disfrutar y tenemos todo el derecho de darnos placer sin que mi mujer se entere.
Lo haremos con cuidado y siempre que a ti te apetezca, guardaremos este caliente secreto y a la vez daremos rienda suelta al sexo que así de forma desinhibida es más rico y placentero.
Cenamos y tras unos pequeños flirteos en la cocina mientras recogíamos esta, me llevo a su cama, y aunque intente no mancillar el santuario de mi amiga, ante la insistencia de él y viendo la forma que ya había vuelto a tomar aquel rabo, me deje llevar y caí en la tentación de aquel duro apéndice, al que ahora dedique una larga y sabrosa comida que casi lo hago explotar, si bien él, supo contenerlo para acabar dándome otro polvo con algo menos de virulencia que le primero pero de igual placer.
Esta vez no se demoró en variedad de posturas, pues tras ponerme a cuatro patas sobre la cama, perforo mi conejo hasta volver hacerle explotar, reventando el seguidamente en otra colosal corrida que acabo desparramando parte de esta sobre las sabanas.
Me lance seguidamente a comerla, tras degustar sus últimas gotas y dejarla lustrosa, caí rendida sobre la cama dejándome dormir una horas, junto a él.
La luz del alba entrando por la ventana nos despertó así como la fresca brisa matutina, notando una que ese soplo fresco, había despertado igualmente aquel rico apéndice que reposaba tersa y dura sobre el canal de vello que unía su frondoso pecho con su entrepierna.
Mirándole a los ojos tiernamente se la acaricie así como sus calientes y gordas pelotas a las que adoraba con pasión.
Tras testar su extrema dureza, pase esa mañana a la acción, y como una amazona que quiere domar a un viejo potro, me subí sobre él y tras agarrarla fuertemente con mi mano, la guie a mi conejo para dejarme caer sobre aquella dura tranca, me la inserte hasta el fondo de mi sexo y comencé una cabalgada salvaje contagiada por la virulencia del polvo del día anterior, haciendo de aquella monta, un espectáculo más bien digno de un rodeo.
Sus masajes sobre mis pechos y los pellizcos a mis pezones no hacían más que aumentar mi excitación y pronto sintió deslizar por todo aquel duro mástil, los jugos que mi matutino orgasmo ya le regalaba.
No cese ni aminore el ritmo y aunque parecía una loca saltando sobre aquel masculino cuerpo, continúe unos gustosos y largos minutos hasta que conseguí sacarle la nata con la que mi hambriento conejito desayuno esa mañana.
Quedo rendido y una fundida por el esfuerzo matutino si bien compenso muy gratamente ese comienzo del día, y tras fundirme en un largo beso entre sus fuertes brazos que me abrazaban cariñosamente, decidimos levantarnos y desayunar, para ya sin más miramientos ni más fiesta, salir de aquella casa llena de pasión y lujuria e irme a la mía, no sin antes volver a sentir ese remordimiento por haberme tirado al marido de mi mejor amiga, aunque pensándolo bien una, realmente había sido el que me había follado tan ricamente.
Han continuado esporádica y discretamente los encuentros con este colosal macho, tras contarle a su mujer y mejor amiga mía, que su marido es un santo y no creo tenga ninguna aventura… convirtiéndome en una traidora o pecadora sin ya remordimiento alguno, pues el placer que ambos compartimos se queda solo sobre la cama, sin trasladar sentimientos fuera de esta que afecte a su matrimonio.