Me follé a tres hembras de bandera

De cómo me follé a tres mujeres impresionantes en los baños de una discoteca, y cómo gritaban, las zorras.

En cuanto la ví en la discoteca, sabía que me la iba a follar. Tenía unas tetas enormes, firmes, que se pegaban a su vestido ceñido, haciéndola provocativa, irresistible. Su culo se movía al son de la música, y sus piernas daban la sensación, desde la distancia, de ser de seda. Entre ellas, ese triángulo mágico que encerraba un volcán, sin duda, en erupción, un volcán cuya lava salía por sus ojos, en forma de lascivia. Me miró una vez, sólo una, pero supe bien lo que quería. Era hora de darle de comer a su conejo.

Bajé a los servicios, y ella detrás de mí, de modo que podía escuchar sus tacones perfectamente. Según bajaba los escalones, me iba empalmando cada vez más, imaginando el coño húmedo de esa hembra incandescente. Iba pensando todo lo que le iba a hacer, todo lo que me pedía el cuerpo…y mi polla no dejaba de crecer. Los últimos escalones los bajé de un salto, y cuando quise abrir la puerta para entrar en el servicio de los tíos, ella ya estaba detrás de mí:

  • "No, ahí no…Vamos al de las tías, quiero que nos escuchen".

Entró ella primero, y yo la seguí como un perro en celo. Olía a mujer, y ese olor me volvía loco de deseo. La agarré por la cintura, y la metí en uno de los reservados casi de un empujón.

  • ¡Cómo me has puesto, zorra!, Mira, mira qué pollón me has puesto…Ahora te voy a follar como a una puta, te vas a correr de gusto, hija de puta.

Ella sonrió y me guiñó un ojo. Me miraba con ojos de deseo, y se empezó a desnudar a toda prisa…Se quitó el vestido, no llevaba sujetador, y me puso las tetas en la boca para que me las comiera. Mientras yo le chupaba los pezones, ella acercaba su coño a mi polla, y se meneaba, encerrando mi miembro entre sus piernas para que no se escapase. De pronto, bajó al suelo, se puso de rodillas, y me la empezó a chupar. Yo miraba para abajo, y sólo veía su boca, comiéndome la polla, y debajo, sus dos tetas moviéndose como locas. Me chupaba la polla como nunca nadie lo había hecho, cada vez más rápido, y pensé que me iba a correr. Pero aguanté como pude, y le dije:

  • "Ahora me toca a mí. Vamos, hija de puta, ábrete de piernas, que me voy a comer tu almeja…Te voy a comer el coño, zorra."

Ella se abrió, y yo metí la lengua dentro de su vagina, que estaba inundada de fluidos. Estaba bien cachonda, la hija de puta. Cada lametón mío era acompañado por un gemido suyo, cada vez más alto, cada vez más fuerte…Cuando quise darme cuenta, se estaba corriendo, la cabrona, en mi boca, echándome todo su flujo en la cara. Pero ahí no quedó la cosa.

  • "Me he estado aguantando, pero ya no puedo más…Ahora te voy a follar como a una perra, y vas a aullar de gusto, hija de puta. Vamos, levántate, puta, que te voy a follar de pie, y por detrás…."

A ella le encantaba que la tratara así, porque sonreía sin parar, y me miraba con lujuria cada vez que la llamaba "puta"…Yo creo que se ponía cachonda al oírlo. Se puso de pie, me dio la espalda, y yo la agarré por la cintura, y pensé: "Joder, que cuerpazo tiene la cabrona esta…Me la voy a follar como un toro". Entonces, la sujeté con fuerza por las tetas, y se la metí de golpe por detrás, ensartándola en mi polla, atravesando su coño de un solo golpe, hasta el fondo. Ella lanzó un gemido largo, un aullido escalofriante, justo en el momento en el que entraban dos tías en el baño. A mi me ponía muy cachondo el que nos pudieran ver esas dos tías, y abrí la puerta del reservado, mientras seguía penetrando a mi hembra.

"¡Sigue, cabrón, no te pares, vamos, joder…Fóllame, fóllame, fóllame sin parar!

La agarré de los pelos, y le sacudí otra embestida fuerte, con la que casi le parto el coño, pero ella no se quejaba, le gustaba cada vez más. Su coño chorreaba líquido, y me pringaba la polla de fluidos viscosos, pero me encantaba la facilidad con la que mi sexo entraba y salía del suyo. Mientras, las dos tías nos estaban mirando, embobadas, sin decir ni pío, pero vi como una de ellas se echaba mano al coño.

  • "Qué, os gusta, ¿eh? Veis como goza esta hembra. Ya veis, me la estoy follando. Mirad su cara, ¿no lo veis? Está gozando como una loca".

Las dos tías se empezaron a desnudar muy despacio, mientras mi zorrita me pedía que cambiáramos de postura. Se quería subir encima de mi polla y cabalgar un rato.

  • "Vamos, preciosa, ven aquí….Súbete aquí, ya verás qué gusto te da, vamos…"

Ella se subió encima de mi polla, y me puso las tetas en la boca, y empezó a trotar como una amazona, agarrándose a mis hombros con fuerza. No dejaba de gemir, la muy puta, y yo la agarraba por el culo, y pellizcaba sus pezones con mis labios.

  • "Qué polla tienes, cabrón…Qué polla tienes…Cómo me haces disfrutar! Sigue, hijo de la gran puta, sigue, no te pares. No te pares, cabrón, sigue follándome, vamos…"

Las dos tías se acercaron a nosotros, y una de ellas me dio sus tetas, para que las probara. Eran las dos muy feas de cara, pero tenían unos cuerpos de escándalo. A mí me daba un morbazo enorme follarme a dos feas que estén buenas. Así es que le dije a mi zorrita que se bajase ya, que había que ser solidario con las demás. Ella me dijo:

  • "Yo de aquí no me bajo hasta que no me corra….Ahora te esperas, cabrón".

Aceleró el ritmo, la muy zorra, para correrse cuanto antes, mientras las otras dos se metían los dedos en el coño, y se iban poniendo a tono, poniéndome las tetas en la boca, una detrás de otra. Mi zorrita se venía ya como una loca, corriéndose como una puta en celo, llenándome toda la polla con su flujo, dando alaridos de placer, y pegándome puñetazos en la espalda.

  • "Cómo follas, cabrón…La madre que te ha parido, qué gusto me has dado…"

Pero yo ya estaba pensando en la siguiente. Le dije a una de las feas que se subiera en mi polla. Estaba más buena que el pan, la hija de puta. Tenía una cinturita estrecha, estrecha, de la que nacían unas caderas poderosas, con un culo blandito y ancho, y unas tetas redondas y duras. Se subió a mi polla sin rechistar, acomodó su coño a mi polla, se abrió como una auténtica zorra profesional, y se puso a cabalgar como una loca.

  • "Vamos, quiero que me folles a mi también, vamos, cabrón…vamos, muévete".

Su amiga ya no sabía qué meterse en el coño, y se puso a jugar con mi zorrita, que se entretenía en chuparle la almeja. Se pusieron las dos a follarse en el suelo, mientras la fea ésta se moría de gusto trotando encima de mí.

  • "Venga, zorra, cabalga…Cabalga, hija de puta, no te pares, vamos…Te voy a echar un polvo que vas a flipar…"

  • "Ohhhhh….qué placer me da tu polla, cariño…Sigue, cielo, fóllame…!

A esta me apetecía tirármela de otra manera, así es que me puse de pie, sujetándola en vilo, y me la llevé a la pared del baño. Apoyé su espalda en la pared, y ella me rodeó la cintura con sus piernas, sin dejar que mi polla saliera de su agujero, abrazándome por el cuello

  • "Vamos, cariño, así…fóllame así, de pie…Dame caña, vamos, no pares…Fóllame".

Era más fea que su puta madre, pero me volvían loco sus tetas, y su coño, que era muy flexible y muy jugoso. Follaba como una desesperada, y gritaba como una loca, mientras mi pollón se hundía una y otra vez entre sus piernas, sin descanso. Un minuto después, se estaba corriendo ya, la muy puta, gritándome en la oreja, y yo notaba en la punta de pene sus líquidos a presión. Se quedó sentada en el suelo, con cara de alucinada, con las piernas abiertas.

  • "A ver, la tercera…ven para acá"

Ésta quizá era la mejor de todas. Era la más alta, estaba muy estilizada, y tenía un pelo rojo, rizado en tirabuzones por toda la espalda, y unas tetas terminadas en unos pezones redonditos y muy firmes. Muy fea de cara, pero preciosa de cuerpo. A esta me la quería follar en el suelo, en la postura del misionero.

  • "Vamos, ahí…Boca arriba. Me voy a correr dentro de ti, puta".

  • "Sí, cariño…quiero que me folles como a las demás…Hace mucho tiempo que no me da placer un macho como tú…Quiero que te corras dentro de mí".

Le puse mi polla en la boca, y se la comió de forma compulsiva. Me la llenó de saliva, y con ese líquido, la abrí bien las piernas, y la penetré de golpe, dando golpetazos con mis huevos en su cuerpo. Se la metí bien dentro, hasta el final. Ella gozaba como una perra:

  • "Ay, cariño…qué polla tienes…No me extraña que las otras gozaran tanto…Vamos, mi vida, métemela bien dentro, empuja fuerte, vamos….Soy tu zorra, cariño, fóllame".

Yo ya estaba que no podía más…Mi sexo seguía tan duro como al principio, pero tenía pegado en su piel el flujo de tres hembras de bandera. Necesitaba correrme, y quería hacerlo dentro de la mejor de todas: quería llenarle el cuerpo con mi leche caliente. Ella se agarraba a mi espalda con fuerza, y a mí eso me excitaba más. Seguí golpeando con fuerza, con toda mi potencia, atravesando su coñito una y otra vez. Ella acariciaba mi cabeza, y me besaba el cuello, sin dejar de gemir y de gritar como una posesa. Dos pollazos más, y mi leche empezó a salir como un sifón, llenándole las entrañas de semen, entre gritos de placer de los dos.

Las discotecas suelen estar llenas de mujeres con ganas de follar.