Me folle a mi sobrina
La sobrina de mi esposa se quedó una noche en nuestra casa, mientras mi esposa se encontraba en el hospital cudando a la mamá de la muchacha. Y pasó lo que tenía que pasar...
ME FOLLE A MI SOBRINA
El presente relato ocurrió hace muchos años, y me había prometido a mí mismo que jamás lo contaría. Y realmente, jamás lo he contado, pero ahora, después de tantos años, creo que no perjudico a nadie recreando aquella aventura. Algo que me excita mucho recordar, y que me produce mucho placer haciéndolo. Muchas noches me masturbo al recordarlo y me complazco en revivir cada detalle.
Mi mujer y yo no tuvimos hijos, y la hija mayor de una de sus hermanas, pasaba largas temporadas con nosotros. Era casi como una hija para nosotros. Desde muy niña, ella se metia en nuestra cama y dormia muchas noches con nosotros, y cuando intentamos que ya no lo hiciera, ella ya se había acostumbrado y nos costaba mucho que ella se resignase a quedarse en su habitación.
Así pasaron muchos años, hasta que un día, después de haber cumplido los 18 años, mi esposa tuvo que ausentarse unas cuantas noches para cuidar de la mamá de nuestra sobrina, que aquellos días –precisamente- se encontraba en nuestra casa. La primera noche se desató una tormenta muy fuerte y ruidosa, y a los pocos minutos la muchacha aparecio en mi habitación con la intención de meterse en mi cama.
-Tito, tengo mucho miedo… ¿Puedo dormir contigo?
-Claro nena, (le dije). Acuéstate aquí, a mi lado…
Ambos nos dormimos a los pocos minutos, mientras los truenos seguían sonando en el exterior. Pero al poco tiempo, no se exactamente cuanto tiempo pudo transcurrir, yo me había despertado bastante excitado. Quiero decir que mi verga se había puesto dura, sin saber exactamente cómo y porqué… Pero intenté dormirme, sin conseguirlo.
La niña, en una de sus vueltas en la cama, rozó con su mano la parte de mi bragueta, lo cual me produjo una extraña sensación, muy agradable por cierto… Yo nunca pensé que aquel movimiento de la niña fuese voluntario, pues pensaba, -estaba convencido se que ella estaba totalmente dormida… Pero, instintivamente saqué mi polla erguida del pantalón, y la dejé ahí fuera, esperando que otro movimiento involuntario de la niña, volviese a posar su mano sobre mi miembro…
A los pocos minutos, la niña se movio nuevamente, y esta vez si que pasó su mano por encima de mi pene. Pero lejos de retirar la mano, ella la dejó posar suavemente cobre mi capullo. Yo estaba cada vez más excitado, y creo que por un momento, la niña tambien era consciente de que me estaba tocando la polla…
Lejos de volverme hacia el otro lado y guardar mi pene bajo el pijama, procuré acercarme un poco más hacia mi sobrina, y ella, ya despierta, lo agarró con fuerza. Al momento me pidió, como con un suspiro:
-Tito: métela… métela…
-No puedo, nena; eso no está bien…
-Si tito, si… Yo lo deseo…
-No cariño… Eso estaría muy muy mal…
Pero ella insistía. Tanto que me acerqué más hacia ella, le bajé las braguitas y la volví frente a mi. Entonces coloqué mi verga en la puerta de su conejito, y comencé a frotar mi falo contra su vulva, mientras la muchacha gemia de placer…
Pero yo no quería penetrarla. Estaba avergonzado y tenía mucho miedo de que ella pudiera decirle algo a su tía, (mi mujer).
Pero la muchacha insistía:
-Tito, por favor; métela, métela…..
-No cariño; no tengo condones y puedes quedarte embarazada…
-No tito, no. No puedo quedarme embarazada. Estoy con la regla… y deseo con todas mis fuerzas tenerla dentro de mi…
-Pero tú eres virgen. ¿no?
-Si, pero deseo con toda mi alma que seas el primero…
-Cariño, eso deberías reservarlo para tu novio, o para tu pareja… No para mi…
-No Tito. Deseo que seas tú…
-Pero…, si estás con la regla, lo vamos a manchar todo… ¿Qué diría tu tía cuando venga?
-No; espera…
Entonces, la muchacha salió de la habitación y volvió a los pocos minutos con un paño empapador, por si se producía alguna mancha de sangre, o de semen…
La nena insistía:
-Por favor, Tito, Por favor…
Entonces, nos desnudamos y comenzamos a hacer el amor… Nos abrazamos y nos fundimos en un solo cuerpo, mientras yo colocaba mi verga entre sus muslos, a la puerta de su conejito… Al mismo tiempo no dejábamos de besarnos con lengua… Ella me comía, literalmente hablando. Era como si estuviera enamorada de mi. Yo que –hasta aquel momento- sólo la miraba como una niña…
Me puse sobre ella, levantando sus piernas por encima de mis hombros, mientras frotaba la punta de mi capullo, sobre su vulva virginal, en tanto que ella no dejaba de gemir…
-Si, Tito, Si… Ahhh… ahhh… ¡¡que gusto, tito…!!
Yo llubriqué convenientemente su vagina y mi verga, procurando no hacerle demasiado daño con mi falo, pues, aunque esté mal que lo diga, mi polla es bastante grande, y mucho más para una muchacha tan joven y sin desvirgar…
Estove jugando con mi capullo a la puerta de su vagina, mientras ella me rogaba:
-Métela, Tito, métela… Por favor, por favor, por favor…
-Si nena si, ahora te la meto…
-Fóllame, papi; follame… ella alguna vez me llamó papi, y otras veces me decía Tito. Pero la palabra Papito no era extraña en ella…
-Fóllame… (Ya lo pedía como una exigencia): ¡¡Fóllame, papi, fóllame!!
Yo empecé a embestír con mi polla hacia el interior de su coñito, tratando de no hacerle mucho daño, pero penetrando un poquito más en cada embestida… En la posición que yo tenía, podía ver perfectamente cómo mi polla, manchada de sangre, entraba y salía de aquella gruta. Aquella visión de mi capullo ensangrentado me excitaba todavía mas, mientras notaba como comenzaba a lubricar por el oyito de mi prepucio…
-Ella no dejaba de gemir…; ¡¡Ahhh, Tito… que gustoooo!!
Yo ya la había penetrado totalmente. Mi polla había llegado hasta el final, y el placer era inmenso. Estaba a punto de correrme, pero quería prolongar aún más aquel momento… En aquel momento, ella comenzó a sentir fuertes orgasmos, con unos espasmos en todo su cuerpo que llegaron a asustarme, pero la verdad es que el placer la recorría todo, mientras ella trataba de retener dentro de si aquella polla enorme…
A los pocos segundos me corrí yo. Me corrí dentro de ella, puesto que no había riesgo de aborto, y debo decir que, follar a una mujer con la regla, conlleva un placer especial. Quien no lo haya probado, se lo recomiendo…
Luego nos duchamos y nos aseamos adecuadamente, ella se cuidó mucho de lavar aquel paño que se había llenado de sangre, y luego se fue a su habitación, no sin antes besarnos apasionadamente por última vez…
A la mañana siguiente regresó mi esposa, encontrándome dormido, y sin la más mínima sospecha de lo que allí había sucedido la noche anterior.
Esta fue la única vez en que tuve relación sexual con nuestra sobrina. Al poco tiempo se marchó a otra ciudad a continuar sus estudios, y ya no tuvimos ninguna ocasión para volver a follar. Luego se echó novio y al tiempo se casó. Jamás ninguno de los dos hizo el menor comentario sobre aquella aventura. Una aventura que yo recuerdo con mucho cariño, y que cada vez que me viene a la memoria, tengo que masturbarme, porque me excito muchisimo.
Escortauro