Me follé a mi amiga 1

Escribo este relato con el consentimiento de la otra parte protagonista de la historia, cuando se lo propuse recordó aquellos días y le dio mucho morbo compartir la historia con todos los lectores. Escribo este relato con el consentimiento de la otra parte protagonista de la historia, cuando se lo propuse recordó aquellos días y le dio mucho morbo compartir la historia con todos los lectores.

La esperé en la puerta de los grandes almacenes donde trabaja como dependienta de ropas, había quedado con una ella a primeras horas de la tarde, es amiga mía desde hace mucho tiempo, una amistad profunda, casi fraternal, es rubia oscura tirando a castaño, pelo largo lacio y fino, muy escultural con estrecha cintura, 1,70 de altura, ojazos verdes, buenos pechos y un culo de escándalo bastante respingón, quizás un poco exagerado para mi gusto, pero apetitoso, sostenido por unos buenos muslos, para que se hagan una imagen su perfil es muy de pivonazo de telenovela, siempre suele vestirse con ropas un tanto provocativas, minifaldas, mallas y pantalones muy ceñidos tanto cortos como largos, y cuando llega el calor es un espectáculo verla por la calle, los albañiles se han quedado sin piropos. A mí me gusta esta con ella por dos motivos, el uno por la amistad que nos traemos y el otro por estar acompañado de una mujer muy sexi y bonita. Pero lo que suele pasar en estos casos la miraba pero no la cataba, soy el típico tío al que acude cada vez que necesita un hombro donde llorar.

La recogí porque habíamos quedado para charlar sobre varios asuntos sin importancia, realmente era una excusa para irnos juntos a almorzar como en tantas y tantas ocasiones, sin ningún tipo de pretensiones sexuales el uno con el otro. Vestía pantalón vaqueo ajustado y una camiseta roja con tirantas, calzando con tacones, muy seductora, estuvimos en un céntrico restaurante alrededor de hora y media hablando de todos nuestros conocidos, en fin lo que se dice arreglando nuestro pequeño universo.

Tras el almuerzo, salimos y tomamos un helado viendo los escaparates de las tiendas céntricas que ya se encontraban abiertas, ella quería ver o buscar algunas prendas, entramos en unos almacenes y un par de vestidos y unas mallas llamaron su atención. Decidió probárselos y fuimos a los probadores mixtos, ante mi sorpresa me dijo que entrase con ella porque si no iba con ella me tendría que quedar fuera solo un tiempo y además necesitaba una opinión, quería una opinión masculina. Como todas las mujeres, estaba acostumbrada a estos menesteres, pero siempre lo hacía con amigas o con algún que otro amigo homosexual, ya saben cosas de mujeres.

El probador era en sí bastante estrecho e incómodo para dos personas, contaba con el mobiliario habitual: una percha, un banco, un espejo y solamente una cortinilla separándonos del mundo real. Una vez en su interior la estrechez del espacio pareció aumentar al tener dos personas dentro que con poco movimiento que hacíamos nos rozábamos, me daba cierto sonrojo y extrañeza estar allí con ella pero me insistió que a lo más solo la vería en ropa interior y que para eso somos amigos sin más. Dijo que ¡¡¡Solo la iba a ver en ropa interior!!!, eso era verdad pero no es la ropa interior que se colocan las personas mayores, era la ropa interior de una chica sexi de 30 años con un cuerpo de vicio. Dicho y hecho se despojó con elegancia de su vestido y se quedó únicamente con un sujetador y un tanga blanco más los taconazos del mismo color, pudiendo percibir por lo minúsculo que era por delante que estaba completamente depilada mientras que por detrás lo llevaba bien enterrado en el trasero que se dejaba ver redondo y prieto, al inclinarse pude apreciar como se le marcaba la vulva en el resto de la tela del tanga, no me faltaron ganas de pellizcársela y lamérsela de arriba abajo en aquellos instantes.

Comencé a pasarlo mal o bien según se mire, mi polla comenzaba a empinarse mientras le sostenía los ropajes y se probaba el primero de los vestidos -se hace necesario efectuar una salvedad, no eran precisamente los vestidos de la señorita Rottentmeier o del ama de llaves de Rebeca, eran una segunda piel que le marcaba todo el cuerpo-, en este caso uno escotado de color blanco con tirantas y minifalda que le hacía una cintura y un trasero aun más espectacular, se volvió hacia mí contoneándose y me preguntó como le quedaba mientras ponía posturitas sensuales,

“como un guante”

, nunca mejor dicho fue mi respuesta dándome ganas de meterle la mano bajo la falda. Se lo quitó y tomó el otro muy similar pero de color rosa estampado realizando las mismas operaciones acicalándoselo y alisándoselo con las manos en todas y cada una de sus partes, le marcaban considerablemente los pechos y el culo, le gustaba como le quedaba. A mí también, pero se lo hubiese quitado a bocaditos, yo estaba desde hacía un buen rato con la tienda de campaña sólidamente puesta, la tenía dura y muy, muy, muy gorda, no creo que se hubiese dado cuenta, se quitó el vestido de espaldas a mí, y al agacharse fue suculento ver aquel perfecto culo mientras yo me acariciaba el miembro, tenía ganas de lanzarme pero no era plan de equivocarme, al fin y al cabo confiaba en mí hasta el punto de introducirme con ella en el probador, por lo demás estaba seguro de que ella no lo hubiese consentido.

Por último llegaron las mallas marrones, muy estrechas para mi opinión, yo no aguantaba más, trague saliva y con toda la

“malaintención”

del mundo me ofrecí a ayudarle a colocárselas, al fijárselas le arrimé la polla al culazo que le hacía las susodichas mallas, rozándome sutilmente en aquel angosto lugar, en aquel momento notó a través de la tela de las mallas que mi polla estaba sobradamente empinada y me expresó riéndose en forma amistosa aquello tan frecuente y socorrido de

“Hey, tonto, no te aproveches”

expresando a continuación

“ummm, ummm, ¿Cómo la tienes, no?”

. La primera frase me sentó a cuerno quemado pero en cambio la segunda no tanto, me gustó tanto que le eché

güevos

al asunto y opté por no retirarme y continuar arrimándome situando la dura polla entre sus nalgas, no obstante mi intención natural no era tirármela, eso era una utopía para mí pero el cuerpo me pedía hacer algo, reaccionar de algún modo, tener un contacto sexual con mi amiga, ya notaba como me salía el líquido preseminal de lo cachondo que me estaba poniendo, estaba a punto de correrme en los pantalones, si ella quisiera follarse a un tío seguro que tendría un comportamiento más suave que el que estaba teniendo conmigo, dicen que

“donde hay confianza da asco”

y este era un ejemplo cristalino, yo deseaba al menos en aquellos instantes sacármela allí acariciarme

mi polla

y delante de ella para foguearme hacerme una buena paja subiendo y bajando la mano por el nabo hasta correrme mientras me miraba y se vestía y desvestía probándose aquellos trapitos tan eróticos.

Felizmente para mí, tenía las mallas estaban tan pegadas a la piel que al despojarse de ellas se le vino el tanga completo para abajo, se quedó únicamente con el sujetador y los tacones. Al ver aquel espectáculo mi polla creció aun más y yo me llevaba las manos a ella por encima del pantalón pretendiendo bajar la erección. Muy cortada se recompuso rápido y no quiso darle importancia a la anécdota, se quitó las mallas con naturalidad y junto a las mismas cayó el tanga permaneciendo delante de mí íntegramente desnuda de cintura para abajo, por primera vez desde que nos conocíamos le distinguía plenamente todas sus partes,, todo en ella era soberbio, su coño rasurado, su culo, sus caderas, sus muslos, sus piernas…, se giró apresurada y reparó nuevamente en mi erección, me bajó la cremallera y cogiéndola con una mano me sacó la polla del pantalón acariciándola pasando el dedo pulgar y el índice desde la base hasta el glande . Le había entrado un calentón me refirió más tarde. Sorprendido me dejé hacer, no me apetecía para nada destrozar el momento, y por primera vez se me pasó por la mente que el follármela no estaba tan lejos, que podía convertirse en una agradable una realidad.

Así fue, tras lubricármela un poco masturbándome con su mano derecha se situó de espaldas apoyándose en la banqueta para abrir las piernas e inclinarse dejando su cuerpo paralelo al suelo, al no tener preservativos prefirió que se la metiera por su jugoso culo aunque le doliera, no estaba acostumbrada a que la follaran por el culo, lo que llamó mi atención mientras miraba y palpaba su atrayente retaguardia. Después de pasarle mi mano por su raja introduje dos dedos por el ano para dilatarla un poco, le abrí con los pulgares el orificio y la penetré con cuidado y delicadeza metiendo primero el glande, después un tercio del pene, la mitad, tres cuartos, para finalmente darle el empujón definitivo introduciendo entera la polla hasta el fondo, una vez en el interior continué marcando el ritmo de la follada con mi palpitante polla larga, gorda y dura, la sacaba y la metía rápido notando como le destrozaba el apretado culo mientras la sostenía por la cintura,

gemía y jadeaba a la vez que

aguantaba el dolor,

mis huevos se tocaban con su vagina considerablemente mojada por sus flujos, gemíamos y suspirábamos de placer pausadamente para no llamar la atención, no me lo creía, me estaba follando a pelo y por el culo a mi escultural amiga mientras veía como pasaban personas por delante del probador a través de la fina tela y de una rendija del probador. Esto nos resultó mucho más erótico y excitante, a mi daba mucho subidón el riesgo de poder ser descubiertos fácilmente. La enculaba con pasión y lujuria y me sabía muy rico, bastante rico, me estaba follando un culo maravilloso, lindo y redondo como un melocotón,

“ummmmmmmm… ummmmmmmm… ummmmmmmm”,

¡qué momentazo!, solamente de recordarlo… comienzo a empalmarme… ahora mismo la tengo tiesa y dura mientras escribo, …

buuuuffff

… ¡qué calor!.

Lástima que hubiese prisas porque llevábamos un tiempo largo en el interior del probador, por esto continué con mis embestidas cada vez más enérgicas y, sin soltarle la cintura dirigiéndola me senté sobre el banco y ella de espaldas continuaba encima mía, comencé a cabalgarla suavemente, marcando el ritmo, y a sobarle los pechos sacándolos del sujetador para magrearlos desde la copa hasta los endurecidos pezones, le besaba el cuello, le tocaba los muslos, le metía dedos en la vagina, al pronto comenzó a moverse en círculos y a empujar su culo contra mi polla dando fuertes embestida llegando al orgasmo a la vez que jadeaba continuamente mientras se corría profusamente, la eyaculación fue mutua, casi simultanea, pues a mí no tardó en llegarme los espasmos llenándola con

chorros de leche caliente todo el

recto, yo me encontraba dentro de mí pletórico y en éxtasis, lo disfruté formidablemente.

Paramos, y nos quedamos un tiempo callados, sin respuestas, ella rompió el silencio mientras continuaba encima de mí preguntándose como había pasado,

“que no era su intención…”

,

“que no pretendía…”,

la tranquilicé, la besé en la mejilla y le di naturalidad a la cuestión al mismo tiempo que pensaba para mis adentros aquello de

“que me quiten lo bailao”.

Fue un magnífico polvo, estaba deliciosa.

Salimos de los probadores algo cortados, no sabíamos si el personal o los clientes habían reparado en nuestra follada, parecía que no o al menos habían hecho oídos sordos, eso nos tranquilizó, nos cambió el semblante a los dos, ella estaba muy nerviosa por lo acontecido. Pagó y se llevó los dos trajes, quería tomar un café al aire libre Para refrescarse. Nos sentamos en una terraza próxima y se tranquilizó un tanto, se sintió más cómoda, pero…pensaba en su pareja…, tenía remordimientos…, encima por el culo…, me hizo saber que era un lugar casi virgen, que no le gustaba en demasía y había tenido pocas experiencias pero ninguna como la sucedida minutos antes, si bien me confirmó con una sonrisa que lo había disfrutado muchísimo, y para mi sorpresa no le importaría repetir conmigo en circunstancias diferentes.

Dejé correr el comentario, la acompañé hasta su domicilio y nos despedimos sin más. Un mes más tarde pasó lo inevitable, pero esa historia es la segunda parte de este relato real que ya les contaré lo más pronto posible.

Continuará

Dejadme vuestras opiniones sobre mis relatos, las valoraré mucho para poder mejorarlos, y si queréis una consulta prometo

contestar.