Me follé a la mejor amiga de mi mujer
Historia de cómo me follé a la mejor amiga de mi mujer un día que vino a casa.
Os voy a contar cómo el verano pasado me acosté con la mejor amiga de mi mujer. Os pongo en antecedentes, la mejor amiga de mi mujer se llama Verónica. Es una mujer de 34 años, media melena castaña, bajita, mide 1,55 aproximadamente, delgadita, algo menos de 50 kg. Tiene las tetas pequeñas y apenas tiene culo. En cuanto a belleza no es muy agraciada. No es que sea fea, pero es del montón (de la parte baja). Ha estudiado dos carreras: administración de empresas y derecho, pero como es una tía un poco parada y no sabe moverse, siempre tiene trabajos de mierda. En ese momento estaba vendiendo cremas y perfumes de mujer, y solía tener trabajos de ese tipo cuando no estaba en paro: teleoperadora, vendedora de seguros, de tarjetas, etc…
Con esta descripción, podéis adivinar que nunca ha despertado ningún tipo de deseo sexual en mí. Lo único que me parece atractivo es que al ser tan pequeña, debe ser muy manejable en la cama, y podría manejarla a mi antojo en cuanto a posturas, ya que yo soy un hombre grande y fuerte.
Paso a describirme: tengo 34 años, mido 1,90 y peso 85 kg, hago deporte habitualmente, así que no estoy mal de cuerpo, no estoy cachas ni definido, pero tengo buen porte. Tengo el pelo corto y moreno, he ganado en atractivo con los años. Soy ingeniero industrial y tengo un buen puesto en una empresa importante a nivel nacional.
Mi relación con Verónica es buena. Nos conocemos desde hace bastantes años, los que llevo con mi mujer, y tenemos una relación agradable y cordial. Ella vive sola, y ha tenido parejas más o menos estables durante los últimos años. Ahora está con un chico que se llama Mario. La verdad es que no se que ha visto en él porque es un poco atontado, le falta un hervor. Supongo que está con él por no estar sola, y no creo que duren mucho.
El verano pasado mi mujer se fue unos días de vacaciones a la playa, con nuestros hijos y con sus padres. Mientras tanto yo me quedé en casa, ya que tenía que trabajar. Los viernes cuando salía de trabajar me iba directamente a la playa yo también, y me volvía los domingos. La verdad es que aunque tenga que trabajar, lo considero unas vacaciones, ya que al estar sólo puedo hacer lo que quiera sin que nadie me moleste y sin dar explicaciones: ver películas tirado en el sofá, ir al gimnasio, jugar pachangas, ir de cervezas con amigos, etc… es decir, lo bueno de la vida de soltero. Tengo que decir que no tengo ningún interés en ir con otras mujeres ya que mi mujer es una cerda en la cama y satisface todas mis necesidades. Es cierto que esos días ella no estaba, pero como nos veíamos los fines de semana, aprovechábamos para follar cuatro o cinco veces y me volvía servido.
Un día por la tarde estaba tumbado en el sofá y sonó el teléfono, era mi mujer:
- Oye, pásate esta tarde por casa de Vero para recoger una cosa que tiene para mí, así me la traes el viernes.
- ¿Qué cosa?
- Una crema hidratante que le he pedido que tengo la piel fatal.
- Pues te la podía haber comprado yo…
- Ya, pero a ella le hacen descuento…
- Pues no puedo que he quedado, dile que se pase ella en un momento… - le dije. Era mentira, pero no me apetecía ir hasta su casa.
- Bueno, le pregunto y te digo algo.
- Vale. Un beso. Adiós
- Adioooss.
A los 10 minutos, mi mujer me mandó un mensaje de whatsapp diciéndome que Verónica vendría al salir del trabajo, sobre las 21, y que estuviera en casa. Le dije que no había problema, que al final no iba a salir de casa así que me daba igual la hora.
Me vi un par de películas que tenía pendientes de ver, en vacaciones aprovecho para ver películas y leer los libros que no puedo durante el invierno, y cuando acabaron me puse a hacer la cena. Abrí la nevera para ver que había, no me apetecía ensuciar mucho la cocina así que visualicé una lechuga, tomates, atún y pescado que había descongelado por la mañana, estaba cantado: un pescadito con ensalada para mantener la línea.
Cuando estaba terminando de cocinar sonó el telefonillo, miré el reloj y eran las 21. Me había olvidado que Vero venía a traer la crema.
- ¿Quién es?
- Hola, soy Vero
- Hola Vero, sube
Escuché como se abría el ascensor, así que antes de que llamara abrí la puerta.
- Anda pasa, ¿qué tal?
- Bien y tú
- Pues bien, me has pillado a punto de cenar
- Uyy, que rico pescadito con ensalada…. Como te cuidas ehh…
- Ya ves. ¿Has cenado?
- Que va. Vengo del trabajo y ahora voy a casa. Tengo que hacer la cena y todo…
- Pues quédate que tengo para dos…
- No, no, que ya lo tienes preparado para ti y no quiero molestar.
- Anda tonta… que molestias... Venga cógete un vaso y cubiertos que te voy haciendo uno para ti, que todavía no he fregado la sartén.
- Venga vale.
Cuando saqué su pescado vi una botella de vino que tenía muerta de risa desde hacía tiempo, así que le dije a Vero si le apetecía, que yo sólo no la iba a beber y al final la tiraría. Ella aceptó.
Terminé de hacer la cena y nos sentamos a la mesa.
- ¿Qué tal Mario?
- Bien, se ha ido al pueblo a llevar a sus padres, que se van allí todo el mes, y aprovecha para quedarse un par de días que no trabaja.
- Tú tienes que trabajar, ¿no?
- Sí, por eso se ha ido. Para estar aquí solo…
Seguimos cenando, y me estuvo contando varias historias intrascendentes. Vero es de las chicas que cuentan todo con pelos y señales, de las que a veces incluso desesperan… pero bueno, tampoco importa mucho, cuando me canso le digo: Venga Verooooo! Nos reímos y ya va al grano.
Total, que a lo tonto ya habíamos terminado de cenar y nos habíamos bebido la botella. Yo no bebo mucho, y ella menos, así que íbamos un poco alegres.
De repente me dijo:
- Oye, ¿sabes que me han llamado para hacer una entrevista en el corte inglés?
- ¿De vendedora?
- Que va, para el departamento de RRHH y administración.
- ¡No jodas! ¿Llevas una hora hablándome de chorradas y no me lo dices hasta ahora?
- Jijiji… ¡no me había acordado! Pues me ha recomendado un amigo de mi padre, así que tengo muchas posibilidades.
- Joder, está genial. ¡A ver si tienes suerte!
- Eso espero jijijij
- Pues esto hay que celebrarlo, ¡voy a ver si tengo algo!
Me levanté y fui a la despensa a ver si tenía algo de alcohol para celebrarlo. Tenía dudas, porque yo no suelo beber y nunca compro nada. Sólo tengo las bebidas que me regalan de vez en cuando, sobre todo en navidades. Abrí la despensa y había una botella de tequila. La cogí, junto a un par de vasos, sal y limón.
Volví al salón y le dije: - Mira Vero, ¡vamos a celebrar tu entrevista!. Jajaja – exclamó- ¡pero si aún no me han cogido!. Yo le contesté que daba igual, que sólo que le llamaran a la entrevista había que celebrarlo, que últimamente no le llamaban ni para eso.
Nos fuimos al sofá y preparé dos chupitos de tequila.
- Vero, ¿esto como era? ¿Limón, sal y a beber?
- Jajaja, ¡que va! Primero te echas la sal en el dorso de la mano, la chupas, después bebes el chupito y por último, chupas el limón.
- ¡Ah vale! Es que estoy desentrenado. ¡Pues si que hay que chupar ehhh!
- Jajaja, ¡qué tonto!
Ya tenía los vasos listos, así que le di el primero, yo cogí el segundo y le dije: Venga, por la entrevista, ¡que tengas suerte y te cojan! Brindamos y comenzamos con el ritual. Nos echamos sal en la mano, la chupamos, bebimos el tequila y finalmente nos metimos el limón en la boca.
Nos miramos y nos empezamos a partir de risa. Ella tenía una cara de asco y grima muy graciosa, y supongo que yo también. La verdad es que yo odiaba los chupitos, más que nada porque no me gusta el sabor del alcohol. Pero cuando los tomas en plan colegueo, la verdad es lo pasas bien, así que hago el esfuerzo.
Empezamos a divagar de cómo sería el puesto de trabajo, qué tendría que hacer, los horarios, el sueldo, etc…
- Pues espero no cagarla en la entrevista
- ¡Que va mujer! Tu vete con minifalda y escotada. Si te hace la entrevista un hombre, ya tienes camino andado, jajaja – le dije.
- Si pues con el poco pecho que tengo, poco voy a enseñar…
- Da igual, lo que haya hay que enseñarlo, jajajaj
- Jajaja, no sé, no sé…
Entonces se me ocurrió una idea. Le propuse que podíamos ensayar la entrevista. Yo sería el entrevistador y le haría una típica entrevista de trabajo. A ella le pareció una buena idea, así que le dije que saliera del salón, volviera a entrar y ya comenzaríamos. Así lo hizo:
- Toc, toc
- Adelante
- Hola soy Verónica y venía a la entrevista de trabajo.
- Sí, pasa. Te estaba esperando. Siéntate por favor.
- Vamos a empezar repasando tu currículo y lo comentamos, ¿de acuerdo?
- Vale
- Veo que tienes dos carreras pero no has trabajado en nada relacionado con ellas, ¿no?
- No, la verdad es que me ha pillado la época mala y no he podido trabajar en el ámbito para el que me he preparado. Estoy deseando tener una buena oportunidad… como puede ser esta
- Muy bien, le dije guiñándole un ojo, indicándole que había sido una buena respuesta.
Seguimos con la entrevista. Le pregunté que había hecho en trabajos anteriores, cuáles eran sus virtudes y defectos, etc… en fin todas esas cosillas que suelen preguntar. La verdad es que bajo mi punto de vista, lo hizo bien, y si dependiera de mi la cogería para el puesto.
Cuando terminé le tendí la mano y le dije: Muy bien señorita, ¡está usted contratada! Me dio la mano y nos empezamos a reír como locos. Sin duda, los chupitos estaban haciendo su trabajo.
- Vamos a beber otro chupito para celebrarlo - le dije.
- Bueno, pero no bebo en el trabajo - dijo. Nos volvimos a partir de risa.
Cuando lo bebimos le dije:
- Oye, ¿y si el tío es un raro o un cabroncete y te hace alguna insinuación?
- Pues no se… si hay que enseñar una teta por el trabajo, ¡pues se enseña! Jajajaja
- Entonces vamos a repetir la entrevista para cubrir todos los frentes…
- Jajaja, ¡qué listo! Vale repetimos, pero no te voy a enseñar nada, ¡degenerado! jajajaj
- ¡Tú verás si quieres el trabajo! – exclamé. Ambos reíamos.
Quedamos en continuar la entrevista donde la habíamos dejado antes.
- Está bien, Verónica. Veo que tienes todas las cualidades que necesitamos para el puesto. Necesitamos a personas comprometidas tanto con la empresa como con las personas que la componen.
- Sí, si. Si hay que hacer horas extras o algunas tareas que en principio no me corresponden, no tendría problema en realizarlas.
- Siéntate a mi lado – le dije. Me miró extrañada.
- No me mires así, que en la entrevista que pueden decir o pedir cosas extrañas – le dije
- ¿Tienes novio? - le pregunté
- Sí, ¿por qué?¿qué tiene que ver para el puesto?
- Nos interesa saber si tienes previsto tener hijos y tal. Que vayas a tener hijos no es motivo de descarte pero nos gusta saberlo para organizarnos….
- Ahhh. Pues tengo novio pero de momento no vamos a tener niños… - me dijo
- ¿Y tu novio te satisface totalmente?
- Jajajaj ¿pero qué entrevista es ésta?
- Tienes que estar preparada para cualquier cosa que te digan y poder salir airosa.
- Venga vete por ahí – me dijo
- Coño vero, ¡contesta! Que además es divertido.
- Sí, si que me satisface totalmente.
- ¿Seguro? Se te ve cara de malfollada
Ella soltó una carcajada y ambos nos empezamos a reir. Estuvimos como dos minutos sin poder parar de reír. Cuando me recompuse, le dije:
- No te rías, que es verdad. Mira que Mario es un tío majete – era mentira – pero tiene pinta de pajero mal follador.
En circunstancias normales, se habría molestado por hablar así de su novio, pero con el alcohol que habíamos bebido no parábamos de reir.
Seguí con la entrevista, - Como le decía señorita, en esta empresa cuidamos de los empleados, cuando necesitan días libres, adelanto de nóminas, etc… se hace todo lo posible- le dije. O si necesitan un simple masaje en el cuello para aliviar la tensión, pues se hace. Mientras se lo decía, me eché hacia atrás en el sofá y comencé a masajear su cuello y hombros.
Tenía la piel muy suave, y la verdad es que me estaba excitando un poco. Le seguí comentando las virtudes de la empresa. Después de dos minutos ya tenía la polla bien dura. En un momento, ella se estaba resbalando por el sofá, se intentó incorporar y tocó mi polla accidentalmente por encima del pantalón. Notó la dureza, giró la cabeza y me miró: ¿Qué tal?¿Contento? – me dijo
Sonreí y no sé lo que se me pasó por la cabeza, pero la besé en los labios. Tenía unos labios finos, pero bonitos. Nos separamos y nos miramos a los ojos sin saber qué decir. Sabía que no debía hacerlo, pero tenía la polla que me iba a reventar, y el alcohol me decía que tampoco era para tanto. Me la coloqué porque me estaba haciendo daño mientras ella me miraba. Tenía la boca un poco abierta, se notaba que tenía ganas de más.
Puse mis manos en su nuca y la besé de nuevo. Metí mi lengua en su boca buscando su lengua. Ella me la ofrecía y jugueteábamos. Cogí su mano y la puse sobre mi paquete. Ella comenzó a acariciarlo por encima del pantalón.
Ella se subió sobre mí a horcajadas. Nos besábamos apasionadamente. Yo estaba excitado como no lo había estado nunca y quería follármela hasta reventar. Llevaba una camiseta amarilla de tirantes que marcaba sus pequeñas tetas. Se lo quité en un segundo dejándola en sujetador. Después le quité el sujetador, también. Como dejaba entrever, tenía las tetas pequeñas, pero eran apetecibles. Tenía una aureola y un pezón generoso, los cuales empecé a comer.
Según estaba, la levanté para ponerla de cuclillas, y a continuación de pie. Le baje el pantalón. Llevaba puestas unas bragas blancas que dejaban entrever un coño peludo. Después le baje las bragas y confirmé que tenía el coño bastante peludo, estaba medianamente cuidado, pero con bastante pelo, tal como me gustan.
Tenía su coño a la altura de mi cabeza, y emitía un olor a hembra embriagador. Sentí la necesidad de chupar ese coño, y es lo que hice. Lo acerqué a mi cabeza y le di un lametazo a lo largo de toda la raja, de abajo hacia arriba. Miré a Verónica a los ojos y estaba fuera de sí, con los ojos mirando al infinito. Le abría los labios vaginales con las manos y lamí su clítoris con vehemencia, ella comenzó a gemir.
En un momento paré y la aparté hacia un lado, sentándola en el sofá. Me puse de pie delante de ella y empecé a desnudarme. Primero la camiseta, luego pantalón y cuando me quité los calzoncillos mi polla pegó un bote. Ella se quedó mirando con la boca abierta – Joder, menuda polla – exclamó. Cómetela- le contesté.
Comenzó a chuparme la polla, agarrándome de la base y metiendo y sacando el capullo de su boca. Me hacía un poco de daño con los dientes, pero estaba tan cachondo con la situación que no me importaba demasiado. Al poco tiempo, le dije cómo tenía que hacerlo:
- Lo primero, ten cuidado con los dientes.
- Lo segundo, usa sólo la boca. Con la mano me acaricias los huevos.
- Alterna meter y sacar con recorrer la lengua a lo largo del tronco y del capullo. Jugueteando con el capullo.
Ella me sonrió y comenzó a hacerlo tal como le dije. Ahora sí estaba siendo la mejor mamada que me había hecho nunca. Sobre todo por la excitación que me proporcionaba el hecho de que me la estuviera chupando la mejor amiga de mujer.
Tras unos minutos, la cogí con mis brazos y la levanté en vilo cogiéndole del culo. Metí mi lengua en su boca, y mientras tanto notaba como mi polla se apoyaba en su coño empapado y busca el agujero por donde entrar. Cuando noté que empezaba a meter la punta, di un empujón con la cadera y se la metí hasta el fondo del coño de un golpe. Ella dio un gemido de placer, y me pidió que la follara sin parar.
Yo estaba que no cabía en mi de la excitación. Mi mujer pesaba más y no podía cogerla en vilo como hacía con Verónica. Ella se agarra a mi espalda y brazos, que al estar en tensión estaban duros como piedras, notaba que eso le excitaba mucho.
Noté como me faltaba poco para correrme, así que le dije que se pusiera sobre el sofá a cuatro patas. Al verla sobre mi sofá, a cuatro patas, con la cabecera sobre un cojín y abierta de piernas y con el coño palpitando casi me corro sin tocarme. Me agaché y pase mi lengua por su coño hasta su culo. Tenía algunos pelos alrededor del culo, cosa que también me la pone bastante dura.
Me incorporé y se la volví a meter de un golpe. Ella volvió a gemir, giró la cabeza según estaba y con una sonrisita me dijo: ¡Me encanta que me la metan así! Comencé un mete saca despacio al principio, y poco a poco fui aumentando la velocidad y la fuerza. La cogía de las caderas y la levantaba ligeramente, sus rodillas ni tocaban el sofá. Ella gemía como una loca.
- Voy a correrme – le dije
- Hazlo dentro – me contestó.
- ¿Seguro?
- Sí, que no se te ocurra sacarla. Quiero que te corras dentro de mí, ahhh
Yo seguía dándole con una fuerza y velocidad endiabladas. Cuando me iba a correr, le cogí por detrás de las rodillas y la levanté en vilo. Parecía una escena porno. La tenía cogida por las piernas, con su espalda sobre mi pecho, las piernas dobladas, y se la estaba metiendo hasta las entrañas. Me corrí como un caballo. Mientras frenaba el ritmo, podía ver en el reflejo de la tele como salía el semen de su coño en cada embestida y resbalaba por mi polla hasta caer al suelo.
- Joder, vaya polvazo – dijo ella
- Ya te digo, ha sido espectacular- contesté. No sabía que tomabas la píldora.
- No la tomo
- ¿Pero qué dices? ¡¡Acabo de correrme dentro!!
- No te preocupes. Hoy me viene la regla, así que no hay problema
- Joder Vero, ¿estás loca o qué?
- No te preocupes, que funciono como un reloj y no hay peligro
- Ya pero… ¿y si te quedas embarazada?
- No va a pasar nada pero si pasara sería un mal menor. Te voy a contar un secreto que aún no sabe nadie. Estoy intentando tener un hijo con Mario, pero nos está costando un poco, creo que flojean sus soldaditos…
Se estaban acumulando demasiadas cosas que asimilar en mi cabeza.
- No me jodas que quieres un hijo del parguelas de Mario – le dije con franqueza
- Sí, es un buen hombre. Además se me va a pasar el arroz.
- ¿Seguro que hoy te viene la regla?¿No habrás querido que te deje preñada?
- Que no hombre, que no. No te preocupes de verdad. Con Mario siempre aprovechamos estos días para que se corra dentro.
- ¿Y estarías dispuesto a darle a Mario un niño que no fuera suyo?
- Pues sí. Si pudiera elegir a un hombre para tener un hijo, al margen de Mario, me gustaría a alguien como tú.
- No sabía que fueras tan zorra e hija de puta.
- Jijiji, bueno será nuestro secreto.
Unas semanas después, le vino la regla, así que no me había mentido, y me quedé tranquilo. A los pocos meses dejó a Mario sin que llegara a hacerle un hijo.