Me follé a la chapona de clase

Eva era la típica chica del montón. Una de esas compañeras de clase con la que hablas por deferencia. La última noche de universidad acabé follándomela sin cuartel

Eva era la típica chica del montón. La típica con la que un tipo popular en la universidad no se hubiera dirigido a ella por nada del mundo, pero soy como soy a veces me paraba a hablar con ella antes de entrar en clase o a la salida.  Aunque realmente yo no pudiera salvar el mundo, me daban un poco de pena ese tipo de marginados de la clase con los que nadie hablaba.

Eva era una estudiante brillante, yo simplemente aprobaba.

Resultó que en un examen de contabilidad que sencillamente no me había preparado por que no había asistido a clase los días anteriores el profesor me cambio de sitio y me sentó al lado de Eva.  Yo no tenía ni pajolera idea de como resolver los problemas por mucho que fuesen de ABCyD las soluciones.

Llevaba más de media hora mirado la hoja del examen como vacas mirando a un tren cuando de repente el profesor salió Eva sacó su mano, cogió mi hoja y mi bolígrafo y me puso su hoja y bolígrafo en mi mesa.

-       Fírmalo, es un 10 seguro – me susurró.

Me quedé de piedra.  Eva, empezó a rellenar las respuestas en mi hoja vacía y en 5 minutos puso su nombre y lo entregó.  Yo que aun seguía alucinando, puse el mío en la hoja que tenía delante y también entregué.

Eva caminaba ya por el final del pasillo cuando yo salí del aula.  Ni sabía cual era su nombre.

-       Perdona – me acerqué a ella corriendo – te debo una.

-       No te preocupes Luis, hoy por ti mañana por mi.

El curso continuó y realmente mi relación con la chica siguió como hasta el día del examen.

Los de mi piso hicimos una fiesta celebrando el final del curso, todo el que era alguien en la facultad estaba invitado, yo invité a Eva por deferencia, aunque no vino.

A eso de las tres de la mañana vino la policía por quejas de los vecinos y por no cargar con una multa, bajamos la música y a gritos dirigí a los que quedábamos a un bar universitario a pocas manzanas de casa.  Mi sorpresa fue tremenda cuando salíamos del portal por que en ese momento apareció Eva.

-       Hola - me dijo – estaba recogiendo mi piso y finalmente me animé a venir.

-       Joder que sorpresa.  Me alegro.  Nos vamos a Cats.  Vente.

-       No se, no conozco a nadie de esta gente, solo de vista.

-       Bueno, me conoces a mi.

-       ¿Y no me vas a dejar sola?

-       Ni de broma – le dije esperando que una vez allí socializase.

Llegamos a la discoteca y todo el mundo empezó a beber como si el mundo se fuese a acabar.  Eva pidió tequila.

-       No bebo mucho – me dijo.

Si fuese hoy le hubiese dicho que bajase el pistón, pero con 21 años todo me parecía bien.

Bebimos hasta que encendieron las luces como se señal de que todo el mundo a casa.  Éramos siete de nuestro grupo los que quedábamos y de ellos todos por una cosa o por otra se retiraban a pesar de que yo insistía en ir a un afterhours en Malasaña.

LA evidencia pudo con mi insistencia.

-       ¿Me llevas a casa? – me preguntó Eva.

-       ¿Dónde vives? – le pregunté.

-       ¿Ósea que si viviese lejos no me llevarías?

-       No es eso, es que he bebido mucho y si vives lejos te ofrecería dormir en casa por que Antonio se ha ido a dormir a casa de la novia.

-       ¿Y dormir en una cama donde seguramente el tal Antonio no ha cambiado las sabanas en meses y estarán llenas de corridas?

Para ser tan poco social, la verdad es que la chica había dado el clavo, no se como estaría la de Antonio, pero acababa de describir la mía.

-       Bueno, ¿Dónde vives?

-       En Guzmán el Bueno,

-       Ah, vale, cerca de mi casa.  Sin problema.  Así podrás dormir en una cama sin corridas.

Conduje hasta su casa y al llegar había justo un sitio enfrente de su portal, algún excéntrico que madrugaba me dije.

-        Bueno Eva, creo que con esto te pago la deuda que tengo contigo – le dije.

-       No, la deuda que tienes conmigo y que debes de pagar me la puedes pagar arriba.

-       ¿Arriba? – pregunté con sincera inocencia.

-       Quiero que subas y me folles.

No era mi tipo, pero tampoco eran mi tipo el 80% de las que follaba cada fin de semana.  No lo pensé mucho.  Ni la besé ni hostias, sencillamente saqué las llaves del contacto y salí del coche.

Subimos por la escalera hasta el segundo.  Vivía sola, la casa estaba llena de cajas por que volvía a Santander a los dos días.

Eva se fue quitando la ropa según avanzaba por el pasillo.  Lo ultimo que se quitó fue unas bragas que hoy las veríamos como de abuela, pero de aquellas eran las que llevaban todas.   Tenía un buen culo y cuando se dio la vuelta tenía unas tetas perfectas.  La verdad es que la chica con tan mal vestir y ropa tan holgada no hacía intuir lo que había debajo.

-       Es la primera vez que hago algo así – me dijo mientras se agachaba abría mi pretina y sacaba mi polla dura como un tótem.  Los cojones era la primera vez que se metía una polla en la boca por que me la estaba chupando de fabula.

Eva chupaba y yo le daba pequeños tirones del pelo.  Me comió la polla y los huevos hasta que estaba a punto de correrme, sencillamente le hice levantar, le di la vuelta, la apoyé contra una columnas de cajas y desde detrás penetré su depilado sexo, una rara avis en los coños de 1993.

Eva movía sus caderas al compas de mi envestidas.  La tía sabía latín.  De repente empezó a correrse y correrse y correrse.  Yo hacía esfuerzos sobrenaturales por no irme con ella y no quedar como un mierda.  Saqué mi polla y me bajé al pilón.  Era la primera vez que comía un coño calvo y ahí primera veces en las que un hombre no olvida, esa fue una de esas.

Eva siguió corriéndose como mi lengua como había hecho con mi polla.  Le trabajaba el clítoris, se la metía hasta el fondo, le lamía el frontón (que era como llamábamos a la zona entre el coño y el culo por un chiste en el que contábamos que era donde rebotaban las pelotas) hasta que finalmente la estudiante me pidió que me desnudase e irme a la cama con ella.

Como prometía la cama tenía las sabanas recién lavadas.  Me ayudó a desnudarme, me tumbo en la cama y subiéndose encima mía con su coño dirigido a su boca exigió un 69.

La verdad es que la chica casi no chupaba por que sus gemidos, gritos de placer y espasmos le impedían coordinar su lamidas.

-       Quiero ver como me follas – me dijo levantándose de la cama y abriendo las puertas de su armario de par en par para mostrarme dos espejos de cuerpo entero – desde el día que te conocí sabia que iba a verme reflejada contigo en la cama follando.

Y saltó sobre mi, me besó, giramos nuestros cuerpos y se abrió de piernas esperando se penetrada, algo que hice de una sola estacada donde la chica puso sus ojos en blanco.

-       Dame duro pero córrete fuera, no tomo nada – fue lo ultimo que articulo a decir mientras yo iniciaba una epifanía sexual de media hora hasta que le regué la cara y las tetas de esperma.

Era casi y de día e hice ademan de coger mis cosas e irme, pero ella me pidió que me quedara.

Nos quedamos dormidos y me desperté con una maravillosa mamada que me hizo encenderme y volvérmela a follar con toda la fuerza que mis 21 años me daba.  Caímos rendido cuando le volví a dejar las tetas bañadas en mi lefa.

Eva me contó que era el segundo hombre de su vida.  Que se acostaba con un hombre casado en su Santander natal y que su única, y desde mi punto de vista muy bien aprovechado, experiencia sexual había sido con aquel hombre.

Pedimos una pizza y comimos / cenamos desnudos en su cama.   Al acabar empecé a tocarle el coño y a juguetear con su esfínter.

-       ¿No te va a dar asco meterla por ahí? – me dijo con poco de timidez

-       ¿Por el culo?

-       Si

-       Ninguno – había dado por el culo a más de una, pero no a tantas, pocas veces me lo ponían tan a huevo.

Eva salió de la cama, oí como abría una caja y volvió con un bote de crema hidratante y un vibrador de los llamados apolo, los únicos que vendían de aquellas en los sex-shops.  Yo estaba ojipractico.

Eva empezó a embadurnarme mi enhiesta polla con la crema blanca y una vez lubricada me pidió que le masturbase el culo.  Yo le metí un dedo, luego dos, después tres y después mi dura polla.  La chica puso cierta cara de dolor, pero no mucha.  Cuando cogí velocidad de crucero encendió el vibrador y empezó a pasárselo por su dilatadísimo clítoris.  Empezó a bufar y a gemir, yo seguí dándole fuerte a la vez que le amasaba sus preciosas tetas.

En un momento dado me pido que parase, se metió el vibrador en el coño, lo puso a alta velocidad y me pidió que le diese fuerte.

Jamás había sentido como mi polla chocaba en el interior de una mujer con otro objeto fálico.  Duré no más de cinco minutos antes de vaciar mis huevos en su interior.

Nos pasamos lo que quedaba de sábado y domingo follando como si se acabase el mundo.  Me dio un poco de pena abandonar su casa ya entrada la noche del domingo, sobretodo por haber catado a aquella maquina de follar mi ultimo día de universidad.

En mi casa mis compañeros de piso me esperaban, uno de ellos ya se había ido a casa y el resto me obligaron a llamarle para contarle el fin de semana que había tenido.

No volvía saber de ella.

Y digo que no volví a saber de ella hasta que años después, algo así como 30 años después me surgió un viaje de trabajo a Arizona.

Mi empresa acababa de cerrar un acuerdo con una súper empresa de Tucson y como consejero delegado me tocaba hacer una visita de cortesía a los directivos de la empresa que ponía en la estratosfera a la mía.

Viajábamos tres personas.  El director comercial, el directos financiero y yo mismo.  La verdad es que no los había tomado con calma.  Era un viaje de placer salvo los dos días que pasaríamos con Verne Inc.

Nos recibió una limosina en el aeropuerto al más puro estilo americano.  El chofer nos llevo a nuestro hotel para que dejásemos nuestras cosas en las habitaciones y descansásemos para el día siguiente.  La mía era un suite impresionante y en mi cama me esperaba un ramo de flores con una nota en un perfecto español que decía, “espero que disfrutes de Tucson”.  Tomé una pastilla para dormir y dormí como un lirón hasta el día siguiente.

Al día siguiente al volver a la limosina mis compañeros me indicaron que ellos no tenían ramo.

Los directivos de la empresa nos recibieron el puerta de las oficinas de la corporación.  Estaban nuestro homónimos, ósea el consejero delegado, el director financiero y el director comercial.

No enseñaron las instalaciones, nos reunimos durante todo el día y a las cinco de la tarde nos dejaron que volviésemos al hotel para ducharnos y nos indicaron que esa noche cenaría con nosotros la presidenta y dueña de la empresa.

Nos duchamos, nos echamos una siesta y a las ocho de la noche estábamos en la recepción del hotel esperando a la limosina.

Nos llevaron a un precioso restaurante en la bóveda del edificio más alto de la ciudad.

Allí estaban los directivos esperándonos.  Nos indicaron que su presidenta tardaría en llegar y que mataríamos el tiempo tomándonos unas copas.

Estaba hablando con el CEO de la empresa cuando este me hizo darme la vuelta agarrándome de mi hombro y ante mi apareció una mujer que me resultaba familiar, no se sabía de que.

-       Me alegro de volver a verte Luis, el tiempo no pasa por ti – me dijo la mujer en perfecto español.

-       ¿Eva?

-       Ja ja ja, muy buena memoria.  SI señor.

-       Como olvidarte – le dije entre cortado y risueño.

-       Se lo dirás a todas – me dijo mientras me daba dos besos en voz baja.

-       No – le dije haciendo un gesto con la cabeza.

Eva me sentó a su lado.  La conversación fue pasando de ingles a español pues la mayoría de los directivos lo chapurreaban.

El alcohol corrió y después de cenar todos nos tomamos unas cuantas copas, incluso de más.

Llegamos dando tumbos al hotel.

No pude ni abrir la puerta cuando un sms entró en mi teléfono.

-       Te espero en mi limosina abajo, me quiero tomar la ultima contigo.

Ni me lo pensé.  Guardé la tarjeta en el bolsillo interior de mi chaqueta y cogiendo el ascensor bajé a lobby.  En la puerta una limosina Cadillac me esperaba con un negro esperando con la puerta abierta.

-       Hola

-       Hola de nuevo Luis, espero que no te molestase el asalto.

-       Pues la verdad es que me ha encantado.  Y realmente no hemos podido hablar.

-       Pues no, demasiado corporativo.

-       Si no te importa vamos a mi casa, hace mucho que no salgo de bares y no te podría decir.

Eva me habló de los mucho que le gustaba nuestra empresa, de lo muy bien que nos iba a ir, de los buenos recuerdos de aquella noche y de los años en la universidad y finalmente me lo soltó.

-       Aunque estamos contentos con el acuerdo, sabrás que además de tu empresa tuvimos otras incluso mejores que la que ofrecíais vosotros.

-       La verdad es que me sorprendes – dije dubitativo.

-       Pues si, pero en el informe que me enviaron para ver la decisión que tomábamos había un report sobre ti y decidí que, aunque se que no te va mal en la vida, con esto te ira mejor.  Por que… ¿Por qué tu eres el dueño?

-       Bueno el máximo accionista.

-       Si, bueno, como yo, la dueña al fin de cuentas.

-       Joder Eva, pues no sabes lo que te lo agradezco.  Te debo otra.

-       Eso te iba decir, y ya te imaginas como quiero que me lo pagues - me dijo mientras el coche paraba en una impresionante mansión.

Eva salió del coche y yo detrás.  El negro cerró la puerta y arrancó el coche.  Eva abrió la puerta de la mansión y según empezó a avanzar se fue despojando de la ropa como había hecho 30 años antes.  En esta ocasión le costó menos por que iba sin ropa salvo un ligero y su cuerpo solo lo cubría un vestido rojo.

La seguí hasta su cuarto.   Seguía teniendo un precioso culo, no el de hacía 30 años, pero impresionante.

En el umbral de la puerta de su habitación, se dio la vuelta, me abrió los pantalones y empezó de nuevo a mamarme la polla como años atrás.

Eva me la chupo durante diez minutos.  Dejó mi polla y se levantó mirándome a los ojos.  Seguía estando estupenda. Un cuerpazo para su edad.  Eva me cogió de la mano y me llevó hasta su habitación.  Abrió un cajón en su mesita de noche y de un bote sacó una pastilla azul.

-       Ya no tienes 21 años y yo quiero que esto dure toda la noche.  Quiero que por lo menos sea tan memorable como lo fue la última noche de universidad.

Nunca me había tomado una de esas, pero cierto era que mis erecciones no eran como antaño.  Me tomé la pastilla sin pensarlo.

Eva se tumbo en la cama y abrió sus piernas.

-       Cómemelo – me dijo.

Y yo me lancé a lamerle toda esa encharcada raja de la que en ocasiones me había acordado a lo largo de los años.  No tardó mucho en empezar a gemir la presidente de la empresa cosa que acompañó con una mano en mi cabeza y la otra tocándose las tetas y tirándose de los pezones.  Eva alcanzó un tremendo orgasmo entre gritos después de 20 minutos de comida.  Encharcó mi cara de sus flujos después de un increíble squirt.  Levanté mi cara goteando flujo de mi antigua compañera de clase.

-       Tómame – me dijo.  Eva había dejado de ser una mosquita muerta a una mujer dominante que sabía lo que quería, como y cuando.

MI polla estaba como un mástil.  Hacía años que no la veía así.  La cogí por la base, metí una mano por debajo de su culo para elevar su cadera y hundí mi polla en su pastoso coño.

Eva arqueó su espalda ante mi penetración y clavándome las uñas en mis nalgas empezó a marcar el ritmo de mi bombeo.  Eva volvió a su ya clásico gemido inundando la habitación con sus lamento, gritos y suspiros.  Mi polla entraba como un martillo pilón y ella así lo apreciaba.

-       No se te ocurra correrte en otro sitio que en mi coño o mi cara – logró articular en un momento dado.

Yo seguí dándole sin piedad hasta que un fuerte escalofrió recorrió mi espalda y tres chorros de esperma salieron de mi dura polla desbordando su coño.  Eva dio un ultimo suspiro después de tensar su cuerpo, abrir su boca y gemir por ultima vez cayó como una muñeca de trapo.

Nos quedamos los dos tirados en la cama durante más de 10 minutos sin decir palabra.

-       No sabes las veces que me he masturbado pensando en ese fin de semana en mi casa – me dijo.

-       Te va a parecer raro, pero yo he pensado mucho en aquella noche.  No se por que.  A lo mejor por lo inesperado, a lo mejor por el polvazo, bueno, los polvazos que echamos o por que fue el ultimo en la universidad.

-       Para mi el primero – me dijo.

-       Noooo, si no recuerdo mal tenias un amante en Santander.

-       Joder, que tío, te acuerdas. Bueno.  Si te soy sincera me folló un par de veces más ese verano.  Al final se enteró su mujer, fue un escandalo, esa es la razón por la que me vine a Arizona.

-       ¿Directamente?

-       Bueno, al principio me fui a Miami, después conocí a mi marido.

-       ¿Estas casada?

-       Viuda.

-       Joder lo siento.

-       Bueno, no te preocupes, era un hombre mayor, me cuido mucho, pero falleció hace 20 años.

-       Ah.

-       Pues nada, ya te cuento el resto de la historia.

-       John me ayudó a montar mi empresa.  Él tenía mucho dinero y financiar mi idea para el era nada.  De hecho, me ayudo mucho a ser lo que hoy es.

-       Que bien.  ¿Y de novios?, ¿Cómo andas?, ¿no te has vuelto a plantear casarte?

-       Bueno, la verdad es que no me lo he planteado.  He tenido múltiples amigos, de hecho, siempre tengo dos o tres activos que me sacan a cenar, me llevan de viaje y mantienen mi vida sexual activa.

-       ¿Y el de Santander?

-       Creo que en un asilo.

-       Vaya.  ¿Y tu?

-       Bueno, creo que tu te lo sabes todo, no.

-       Bueno se que te casaste mayor, te divorciaste al poco tiempo.  Llevas 20 años con esta empresa, no te va mal, vives bien.  Pero poco más.

-       Bueno, me pasa un poco como a ti.  Después de divorciarme volví a hacer la vida que hacía antes de casarte.  Tengo unas cuantas folla amigas, me pasa un poco como a ti.  Salgo a cenar, follamos, viajes, en fin.

-       ¿Me vas a dar por el culo ahora?

-       ¿quieres que te de por el culo?

-       Llevo 30 años esperándolo – me dijo mientras se estiraba de nuevo hasta el cajón de la mesita de noche y de él sacó un bote de vaselina y el viejo apollo – de nuevo hoy he tenido que abrir una caja para sacar esto – me dijo con el vibrador en la mano y besándome con pasión.

Eva se puso a cuatro matas, pero yo le di la vuelta.

-       Quiero follarte mirándote a los ojos – le dije

Cogí una generosa ración de vaselina y se le extendí con un dedo primero y después con dos y tres la misma por su esfínter y posteriormente por su interior.

-       Métela ya.

Empecé a penetrarla poco a poco, notaba como mi polla iba venciendo la resistencia de su esfínter hasta que mi polla y cojones tocaron fondo.

-       Dame

Empecé a darle con fuerza y ella empezó a agitarse, agitarse durante poco tiempo por que en nada empezó a gemir como una loca.  Yo le tocaba las tetas mientras una sorprendente polla, la mía, taladraba el culo de mi vieja amiga.

De nuevo y como hace 30 años Eva encendió el apollo y empezó a pasárselo con un hinchadísimo clítoris, con una mano manejaba el aparato y con la otra recorría su cuerpo y el mío.  No tardó en metérselo en su interior profanando su coño.  En esta ocasión la experiencia de que mi polla chocase con un objeto fálico no era nueva, a lo largo de los años aquella experiencia de combinar mi polla con un vibrador la había repetido mucho.

Eva acabó gritando cuando juntos nos corrimos después de media hora de inmenso sexo.

Aprovechando las virtudes de la pastilla azul Eva y yo estuvimos jodiendo hasta que el sol salió por el gran ventanal de su habitación.

-       Eva, me quedaría aquí toda el día – le dije a mi amante – tengo reuniones programadas con tu gente y debería pasar por el hotel a ducharme.

-       No te preocupes.  Les he avisado que los próximos dos días estaré reunido contigo tratando temas estratégicos.

-       Ósea que saben que estoy aquí.

-       Me imagino, me da bastante igual – remató.

Pasamos los dos días follando como descosidos.  De hecho, no fue hasta que llegué al aeropuerto cuando volví a ver a mis dos compañeros.

Desde entonces Eva y yo seguimos viéndonos.  En ocasiones ella visita Madrid, en ocasiones me manda su avión privado para que yo vaya a verla y en ocasiones me recoge en el mismo para pasar una semana de vacaciones en algún lugar de ensueño.  Ni decir tiene que aprovechamos las largas horas de vuelo para hacernos miembros preferentes del club de los 30.000 pies.