Me estrené con un desconocido en la Costa Brava 1

Con 19 años, de viaje con mis amigos, me voy por mi cuenta y un desconocido de unos treinta años me enseña qué es el sexo entre tíos.

Me estrené con un desconocido en la Costa Brava (I)

Este verano he ido de vacaciones a la Costa Brava donde los padres de un amigo tienen un apartamento. Hemos ido siete chicos, todos de entre 19 y 20 años… todos héteros menos yo aunque los otros no saben nada. Yo tampoco lo tengo tan claro porque hasta hace un mes no había hecho nada con ningún tío, pero lo que he descubierto ahí es demasiado.

Me llamo Blas, tengo 19 años, soy de Segovia, 170, moreno, sin vello y con demasiado cara de niño para mi gusto. Visto con ropa ajustada para que se marque bien mi cuerpo delgado. Entre mis amigos hay alguno que está muy bueno y otros que no, pero como voy tan caliente creo que si me lo propusieran se la chuparía a todos. Pero soy tan cortado y tan cagón que creía que moriría virgen. Además, si mis padres se enteran que les ha salido un hijo homosexual les da un ataque.

Pues bien, Pals es una macrourbanización llena de turistas con una playa larguísima y un paisaje muy bonito, el sitio es una pasada. Los padres de Miguel tienen un apartamento en un bloque cutre de los años sesenta pero con unas vistas al mar impagables. Quince días ahí con alguna escapada, pero sobretodo mucha playa… y a un montón de discotecas y carpas nocturnas. Desfase total. A mi me encantan las discotecas, sobretodo en verano, porque puedes mirar y hasta rozar sin que pase nada, pero como disimula tan bien que me gustan los tíos lo que tengo que hacer es quitarme de encima las tías que quieren ligar conmigo.


Los primeros días fuimos a la playa grande, donde alquilan planchas de surf y esas mierdas que les gustan a mis amigos, pero al tercer día fuimos hasta la playa de al lado, pequeña, recogida… y nudista, los otros estaban entusiasmados con ver muchas tetas y muchos coños pero a mi, la verdad, me entró un poco de miedo al pensar que quizá me empalmaría viendo a mis amigos desnudos. Pero no, todo fue bien, y aunque al principio me daba tanto corte que no me atrevía a mirar a los lados ni a levantarme, acabamos jugando en las olas, como cada día, solo que con menos roces porque saltar encima de un colega desnudo ya sería pasarse.

Encaramados a las rocas, antes de llegar a la cala, había un montón de chavales (jóvenes y no tan jóvenes) que tenían pinta de marroquíes. Estaban ahí para mirar, los cabrones, claro, viniendo de donde vienen, no me extraña que ese espectáculo los ponga a mil. La verdad es que yo hubiera preferido verlos desnudos al sol, pero cuando imaginé lo calientes que debían ponerse ahí mirando tuve una erección atroz que me obligó a quedarme en el agua un buen rato. Lógicamente yo no dejé de mirar a los tíos que había por ahí, con miedo, pero también con la esperanza de poder estrenarme. Había un cabrón que calzaba un pollón de un grosor enorme, era muy feo, pero ¡qué polla! Y también vi a uno jugando con su novia que con el roce se empalmó, eso si que me puso malo y por la noche me hice una rica paja imaginando esa polla follándose a su novia. Lo hice mientras José dormía, mi compañero de habitación, aunque un poquito más tarde me hice otra paja pensando en él, es el más velludo de todos y el que la tiene más gorda, y como ahora ya nos hemos visto en pelotas, en el apartamento he tenido ocasión de volverlo a ver saliendo de la ducha o antes de meterse en la cama.


Al día siguiente yo quería volver a la cala pero mis colegas prefirieron la playa grande. Hay que joderse. Nos pasamos el día ahí tumbados recuperándonos de la noche anterior, pero como yo había conducido no tenía resaca y ya estaba hasta los huevos de estar tirado sin hacer nada.

Me fui de paseo hacia las dunas, "ruta medioambiental" creo que ponía… vaya sorpresa, eso era una ruta "de ambiente". Antes de subir a la primera duna ya vi un tío medio escondido y, la verdad, me giñé un poquito al pensar que podrían hacerme algo malo. Pero luego pensé que tampoco me podrían atracar porque solo llevaba el bañador.

El lugar resultó ser un sitio de ligue y pude ver como los tíos se acercaban unos a otros discretamente, hablaban y se iban hacia los apartamentos. Me puse muy caliente de imaginar lo que se dirían, ahí, dos desconocidos hablando de follar… me daba pavor que me dijeran algo a mi, así que en cuanto notaba que me miraban me giraba para otro lado con el corazón desbocado. Había uno que estaba buenísimo, muy moreno, tumbado al sol en pelotas y con una erección de caballo, pero llevaba gafas oscuras así que tampoco me atreví a mirarlo demasiado rato por temor a que él también me mirara. Mi sorpresa total fue al ver un tío que no solo estaba en pelotas sino que estaba arrodillado, con la cabeza sobre la toalla y abriéndose el culo con las dos manos. El tío era asqueroso, blanco como un bacalao, debía ser inglés y su culo llamaba a gritos que lo follaran, debía estar más abierto que una boca de metro. Pasé de largo aunque observé un rato a ver si alguien se lo tiraba ahí mismo… ver dos tíos follar habría sido la ostia. Después me fijé en otro que estaba sentado encima de otra duna, en bañador, que (quizá) me miraba detrás de sus gafas de sol, muy moreno, bastante velludo, delgado aunque bastante más ancho de hombros que yo. Estaba muy bueno, aunque me sacaba por lo menos diez años, cuando me acerqué comprobé que efectivamente me miraba directamente. Me dijo "hola". Fue en ese instante cuando me di cuenta de que mi polla estaba tiesa marcando bulto en el bañador. Me fui de las dunas sin decir abrir la boca directamente al agua para bajar el sofocón.

Más tarde en la toalla con mis amigos me puse muy nervioso, pensé que todos los de las dunas eran unos degenerados y que como se me ocurría pasearme por ahí mirando, que eso era de viciosos.

Por la noche bebí hasta caer, solo recuerdo como José me arrastró hasta la cama y medio me desnudó. Dormí hasta las tres de la tarde.


Me habían dejado una nota diciendo que no me habían podido despertar y que estaban en la playa. Aproveché para reflexionar un poco, reprocharme el haber bebido tanto y el vicio de las dunas… pero al pensar en eso cogí los prismáticos y espié desde la terraza la parte de dunas que podía ver. Había tíos dispersos haciendo nada, pero había una pareja pegándose el lote. Me puse tan caliente que me hice una rica paja en el balcón porque la baranda es de obra y nadie podía verme de pecho para abajo.

Encontré a mis amigos en la cala nudista. Como la otra vez había bastante gente, los marroquíes en las rocas, mis amigos haciendo el bestia en el agua… todo normal.

Esa noche fuimos a una discoteca muy cercana a Pals, tenía piscina exterior y al cabo de unos cubatillas con mis amigos empezamos a hacer amagos de tirarnos al agua unos a los otros. No éramos los únicos, por supuesto, momentos antes que me tiraran a mi (fui el primero) tiraron a una tontuela que pegaba unos chillidos que se debieron oír desde Segovia. Por su culpa me tiraron, porque me despisté. Al cabo de poco todos habíamos pasado por el agua e íbamos sin camiseta. De vuelta a dentro una voz en mi oreja me dijo:

Así estás bien, pero estás mejor sin nada encima. – Era un marroquí de unos treinta años, delgado pero fuerte, con camisa blanca y algo desabrochada, por lo que lucía un montón de pelos del pecho. Estaba muy bueno pero a mi casi me da un ataque.

¿y tú quien eres?

¿no te acuerdas de mí?

No

Nos vimos en las dunas y hoy te vi en la cala nudista, por eso digo, sin camiseta estás bueno, pero desnudo estás mejor. – Ahí caí en la cuenta que en una playa nudista los demás también tienen ojos y pueden mirarte con ganas de sexo.

Mira, estoy de fiesta con mis amigos…- dije medio borde, porque no sabía como cortar eso.

De acuerdo, pero me encantaría pasar una noche contigo. – dijo eso acariciándome un poco la parte baja de la espalda.

José me preguntó quien era ese y le dije que un pesado que quería fuego. Él se hecho a reír:

Jajajaja, ¡ese te ha tomado por maricón!

Estuve un buen rato mirando a ver si aparecía de nuevo, pero no le vi. Ya muy tarde en el baño me lo encontré de frente. Me estaba abrochando los pantalones y él me agarró la cara y me morreó, sin violencia, como si fuera lo más normal del mundo. Estábamos rodeados de gente pero como ya había bebido bastante no pensé en nada. Tampoco pensé nada cuando me condujo a un wc y cerró la puerta. Me apoyó contra la pared morreándome de nuevo con sus manos grandes en mi cuello, apretaba y frotaba su paquete contra el mío mientras que yo casi no me atrevía ni a tocarlo.

La verdad es que todo está muy confuso en mi memoria, por un lado recuerdo que pensaba en escapar de ahí, pero por otro lado su lengua en mi boca y mi paquete frotándose con el suyo me puso tan caliente que no pude hacer nada más que dejarle hacer.

Me metía mano por todas partes y me repetía "qué bueno estás", su barba de tres días rozaba mi cara y mi cuello mientras yo seguía colgado de sus hombros y le acariciaba la espalda y la cabeza. Tenía la piel muy fina y caliente. De pronto me sacó la camiseta. Me agarró del cuello con una mano y me miró fijamente. Me morreó como si fuera a comerme mientras su mano bajaba sin freno hasta mi polla metiéndose en mis pantalones. Esa bajada fue como la bajada del Dragon Khan, un vacío se apoderó de mi estómago y casi me corro ahí mismo. Me agarró la mano derecha y la llevó a su paquete… también dentro de sus pantalones. Era la primera vez que agarraba una polla que no era la mía. El cabrón la tenía durísima y mucho más grande que la mía, sobretodo mucho más ancha, plana de la parte de arriba, y muy caliente como si palpitara en mi mano.

¿quieres chuparla?

Como soy tan cortado no dije nada y él supuso que sí, aunque esa pausa también sirvió para decirme a mi mismo que estaba loco, que qué coño estaba haciendo yo ahí. Pero a los diez segundos estaba de rodillas frente a su polla y no pude evitar desearla más que nada en ese momento. Se la chupé sin saber mucho como hacerlo, y era realmente gorda, circuncidada, enorme y estaba ardiendo. En mis manos noté sus piernas velludas, me encantaron y eso me sorprendió porque siempre me había fijado más en los tíos imberbes o depilados y ahora descubría que el vello me daba un morbo que te cagas. El tío me acariciaba el pelo y me follaba la boca, sin violencia, pero sin pausa hasta que me dolió la boca de mantenerla tan abierta.

Al cabo de un rato me levanto y me morreó metiendo mucho la lengua, como si buscase el sabor de su polla. Luego se arrodilló y se comió la mía que ya estaba durísima y babeando. No puedo explicar lo que sentí cuando noté su lengua húmeda recorriendo mi capullo, el rabo y los huevos, otra vez ese vértigo que hizo que me temblaran las piernas. Lo vi agachado con mis dos huevos prietos entre sus labios y mi polla cruzando toda su mejilla. Esa imagen casi hace que me corra y él debió notarlo porque paró.

Se levantó y me dio la vuelta. Noté su pecho velludo en mi espalda, sus manos en mi vientre, su polla entre mis piernas y su lengua en mi oreja. Ahí me entró terror. De hecho creo que temblé y todo al decirle:

Eso no.

¿Eres virgen? – preguntó como incrédulo.

Sí.

mmmm… – Con eso acentuó sus caricias y pasó su mano por la raja de mi culo acariciando con un dedo mi ojete.

No tío, para – Tenía miedo.

Tranquilo, no te voy a follar, aunque ahora tengo más ganas que antes.

Me dio la vuelta otra vez, me agarró del culo y empezó a frotar mi cuerpo contra el suyo. Cada vez más rápido, me morreaba, me mordía el cuello, me magreaba todo el culo y volvió a acariciarme la entrada con un dedo, eso lo puso más caliente y a mi también hasta que nos corrimos los dos entre alaridos de placer.

Poco a poco nuestros cuerpos se destensaron y al soltarnos tuvimos que despegarnos de la cantidad de lefa que nos unía en nuestros vientres.

Me llamo Marc

¿No eres marroquí?

Mis padres lo son pero yo nací aquí y me pusieron un nombre bien catalán para que me integrara bien.

Jajaja, suena raro, pero ya noté que hablabas muy bien el castellano. Yo me llamo Blas.

Encantado. Y ahora ve con tus amigos o se pensarán que te han secuestrado.

Nos pasamos el móvil para quedar otro día y nos despedimos con un beso. Mis amigos ni se habían enterado de que no estaba. Más tarde en la cama noté como mi cuerpo olía a él y volví a notar su polla en mi mano y en mi boca, sus manos en mi culo y su lengua en mis huevos. Me hice una paja tremenda a su salud y me salpiqué hasta la barbilla.

miguel24bandoler@yahoo.es