Me estaba llamando

Microrelatos.

Me estaba llamando, mi mano estaba loca por tocarlo, y los litros de alcohol que tenia en la sangre ayudaban. El culo de aquella desconocida, embutido en aquel pantalón blanco, con su tanga absolutamente marcado y sobresaliendo por encima, me estaba llamando. Los empujones para entrar al pub, se hacían cada vez mas violentos y yo no podía esperar más. Aquel paraíso en medio del desierto tenia que ser mío. Mi mano comenzó a sobar aquella tela blanca, no me importaba que me rompiera la cara, no me importaba que si venia con novio, este me sacara el hígado por las orejas. Todo valía la pena por tocar aquello por unos pocos segundos…. Curiosamente no hubo giro brusco, ni mirada de muerte, ni novio asesino. Sorprendido sobé, amasé, apreté, no me creía que no se girara. Acaso estaba mas borracha que yo?

No me contuve lo más mínimo, me acerque aprovechando los empujones de la gente y aterricé con mi segunda mano en su segundo cachete. Estaba tan absorto sobando aquellos dos paraísos, que hasta me encontré oliendo su pelo. No sabia que más le podía hacer, puesto que la fila seguía avanzando y estábamos a punto de entrar a campo abierto, en el pub y todo acabaría. No me quedaba otra que lanzarme de cabeza. Me acerque a su oído, apretando con mis dos manos sus nalgas, olí su perfumada melena y justo cuando le iba a decir si me dejaba seguir cuidando ese tesoro dentro… desapareció, algo tiro de ella con fuerza y la vi alejarse de la mano de un tío del tamaño de Kansas. No la vi dentro, pero juro por mis letras que la busqué más que el propio Marco a su madre.