Me entregué a la sumisión total - VII

Nací obediente, crecí obediente y me convertí en obediente "cum laude"

Yo ya era oficialmente la perrita doméstica de mi amo Pascual. Y como tal, era además, su pareja oficial. Cierto es que me quedaba mucho por aprender, pero cuando te va la vida en ello, sabes que aprenderás con rapidez. Y además, tenía que enseñar a mi ex-hermana Adela, la nueva perra callejera Sissi, a ser una buena sirvienta, y una maravillosa perra reproductora con sus tetas permanentemente llenas de leche.

Cuando recogí todas mis cosas en mi antigua y pequeña habitación sin calefacción, para trasladarme a mi nueva habitación, el dormitorio de mi amo, miré cada una de las esquinas, cada milímetro de las paredes y del techo ¿cuántas cosas, Dios mío, habían pasado entre esas paredes y en tan pocas semanas? Cuántas veces creí que no sobreviviría a tantas y tantas folladas, meadas y cagadas. Pero hoy lo aceptaba todo como muy bueno, porque mi primera parte de mi objetico había sido alcanzado ¡ya era perrita doméstica! Y también una segunda parte inesperada, ya tenía una perra-sirvienta, y ella sería quién ahora pensase en su futuro... bajo mis órdenes.

Con rapidez lo arreglé todo. Bajé a la cocina para ayudar en el desayuno a Felisa, y mientras ella se iba a decirle al amo que ya podíamos desayunar, yo me fui a la cuadra para decirle lo mismo a Paco y a Sissi, que por lo visto habían follado a gusto ya que la respiración de ambos era aún agitada. Al llegar Sissi y Paco a la cocina, le dije a Paco que su mesa estaba en el comedor y le acompañé. Ya estaba allí mi amo que al verme me dijo:

  • Lulú ¿qué hacen tres servicios en la mesa? Tú ya eres mi pareja, este es pues tu sitio.

Y con gran alegría mía y de Felisa, pusimos corriendo un cuarto servicio y Felisa lo puso a mano derecha de mi amo. Volví a la cocina y fui poniendo servicios en las bandejas y ordenando a Sissi que los fuese sacando. Y en el comedor, Felisa le decía dónde ponerlos para cada uno de los comensales. Pero al volver a la cocina, me preguntó:

  • Y yo ¿dónde desayuno? ¿Y qué desayuno?

  • Querida Sissi -le dije- Tú desayunas y comes en la cocina y de lo que haya sobrado de servir a los demás. Aquí tienes comida de sobra ¡que te aproveche! -y salí riéndome- Y cuando oigas la campanita, ven al comedor porque seguro que necesitaremos algo tuyo.

Minutos más tarde, hice sonar la campanita y aunque con algo de retraso, Sissi se presentó en el comedor. Pero antes de ordenarle yo nada, Paco dijo a mi amo:

  • Pascual, ahora que están las dos mujeres aquí y aunque parece ser que solo voy a tatuar a una ¿podrían estar desnudas las dos y pasearse un poco por el salón, lentamente y haciendo ligeras posturas? Así podría ver los dos cuerpos y cuando luego hablemos tú y yo sobre los tatuajes, casi podría darte alguna idea muy concreta.

Y así se hizo. Las dos, totalmente desnudas y sin calzado, nos fuimos paseando por delante de ellos, como en un desfile de modas, en un pequeño baile, algunas posturas deportivas, hasta que un rato más tarde, nos dijo que era suficiente. Mi amo nos dio permiso para irnos y yo ordené a Sissi que recogiese la mesa, la limpiase, y que hiciese lo mismo con el suelo del comedor. Y al finalizar de limpiar el comedor, Felisa nos dijo a las dos que mi amo nos esperaba en el despacho. Me sonrió y cerró un ojo.

Cuando las dos entramos en el despacho, mi amo estaba sentado tras la mesa, Felisa estaba junto la puerta, con la fusta en la mano que me dio al entrar, y con un gesto de la mano de mi amo, yo me senté en un silloncito y Sissi en una silla de oficina frente a él. Sacó de una carpeta el contrato de sumisión de Sissi ya acordado y lo fue leyendo en voz alta. Mientras, Felisa se puso de pié a su lado, frente a Sissi, y con rostro inexpresivo, se quitó la peluca que dejó sobre una esquina de la gran mesa.

Sissi no dejó desde entonces quieta su cabeza. Me miraba a mí y miraba a Felisa, y en una de las veces que me miró a mí, vio la fusta en mi mano y casi se lo hace encima. Su cara fue de miedo y nerviosismo, hasta que cuando terminó de leer el contrato que la convertiría en una puta perra, sumisa y reproductora, mi amo le preguntó:

  • Bien Sissi ¿has entendido el contrato? Puedo hacer contigo lo que me dé la gana, excepto crucificarte cabeza abajo, y también harás lo que mi mano derecha Felisa y tu educadora, mi amada perrita Lulú, te ordenen.

Fue decir lo de amada perrita Lulú y casi todos los demonios del universo perruno se desataron. Sissi tenía miedo. Creo que fue la primera vez en toda mi vida que la vi con esa expresión en la cara, y yo misma me sorprendí. Siempre había sido una salida, una irreflexiva, un auténtico cohete de la NASA ¡y ahora tenía miedo! Mi amo fue contestando a las nerviosas preguntas de Sissi y aclarándoselas, y Felisa me miraba con algo de sorpresa. Pero una frase de Sissi, a mí, que la conocía desde que nació tres años detrás de mí, me hizo sonreír. Sissi no tenía miedo a ser torturada, arrancadas sus garras, abierto su vientre estilo Inquisición...lo que Sissi tenía miedo era a no poder aclimatarse, aunque lo deseaba, a ese estilo de vida de sumisa absoluta donde todo está reglado. Así que pedí permiso para hablar y se me concedió, y creí poder dominar la situación:

  • Mi amo, te pido perdón por esta interrupción pero Sissi tiene razón. a) No está segura de ser tatuada y siempre lo ha deseado, b) la vamos a convertir en una perra reproductora que entregaremos a los Bancos de Leche Materna, para que sus tetas sean vaciadas cada día durante años, c) la queremos convertir en una perra callejera que sea una buena fregona y cuidadora de la casa. Y ella sabe de sobra que NO sirve para todo eso -dije con sorna para humillarla más-

** Ella solo sirve para follar y en eso es muy buena, puede abortar sin problemas dos o tres veces al año, puede tener cada año un hijo... pero nunca será capaz de obedecer órdenes. Ella siempre quiere ser dueña de sí misma y no me querrá obedecer a mí, ni a Felisa, ni tampoco ¡y te pido perdón por decírtelo!, a ti mi amo. Es orgullosa y nunca considerará que hay nadie por encima de ella... ¡ni siquiera nuestro padre!

Y tal y como yo esperaba al hablar como hablaba y añadir a nuestro padre, se organizó algo peor que en Stalingrado. Sissi se levantó como si le hubiese explotado un cohete en el culo, y empezó a hablar entrecortadamente mientras lloraba apretando sus puños:

  • Sí es cierto. Pero mi padre intentó violarme dos veces y las dos, aunque salí malparada, lo impedí. Recibí una buena paliza, pero no me violó. Y nadie conseguirá de mí aquello que yo no quiera dar. Pero yo, reconozco que desde hace días, me he comprometido a ser la perra callejera tuya, y cuando yo hago una promesa, siempre la cumplo.

Se acercó con rabia al contrato y lo firmó entre lágrimas. Mi hermana era terriblemente orgullosa pero cumplidora, y le toqué el punto débil suyo ¡orgullo contra promesa!, mientras en voz baja seguía diciendo "¡pero no me violó, no me violó!" Y yo me acerqué a ella, le di un beso en la frente y le pregunté:

  • Y ahora Sissi, dinos a todos ¿qué hubieses hecho si papá, en lugar de querer violarte, simplemente se hubiese metido en la cama y te hubiese acariciado y besado dulcemente.

  • Que desde entonces, hubiésemos follado todos los días.

  • Pero ahora acabas de firmar un contrato en el que muchos te mandarán y forzarán, y tú tendrás que obedecer y complacer a todos ¿cómo lo vas a hacer con ese orgullo?

  • ¿No has cambiado tanto tú en estas semanas ¿Por qué no puedo hacerlo yo en unos meses? Solo os pido que no me dejéis cicatrices ni marcas para siempre con los látigos.

Y mi amo dijo simplemente ¡te lo prometemos!

Mi amo se levantó, cogió el contrato y lo guardó en la caja fuerte. Sissi se levantó lentamente y muy doblada por el peso de lo que había pasado allí, comprometiéndose posiblemente de por vida y desapareció. Felisa se acercó a mí, me cogió del brazo al salir, y me preguntó mirándome a los ojos:

  • Y a ti Lulú ¿te violó tu padre?

  • No Felisa. Nuestro padre nunca nos violó -dije en voz baja y apagada-

Mostré toda la casona a Sissi. Algo había cambiado en mí con ella. La cogía de la mano, del brazo, incluso de la cintura. No sé por qué, intenté ser hermana, creo que nunca lo había sido hasta ahora. No tuvo un mal gesto, ni una mala palabra. Nos ayudó a Felisa y a mí a limpiar, a preparar la comida, mientras poníamos comida para preparar la fiesta nocturna y le hablábamos del intenso follaje que tendríamos con los dos sexos. Y Sissi fue empezando a sentirse menos atada, más suelta, aunque desde luego, nada tenía que ver con la que realmente era hasta hacía pocas horas. Estaba seria y envarada.

Después de comer, Paco quiso hacernos unas fotos eróticas a las que sobrepondría alguno de los dibujos a tatuar, para que mi amo pudiese tener una idea muy amplia de cómo podría quedar nuestro cuerpo tatuado. Y así estuvimos entre risas y comentarios jocosos algo más de una hora. Por una parte, Sissi se fue soltando mucho, eso de exhibirse la ponía, pero por otra parte, después de follar, precisamente con Paco, no la dejamos fumar. Bueno, en realidad no la dejé yo. Y ahora que estaba loca por fumar con nosotros, le ofrecí la caja de puritos que rechazó con cara de asco... pero que cinco minutos después no tuvo más remedio que coger si quería tragar humo conmigo delante. Y durante esas sesiones se fumó dos.

Le sugerí una pequeña siesta para que se relajase y descansase porque la noche iba a ser larga, y hoy, la estrella invitada iba a ser ella. La acompañé a su habitación y apenas llegamos a ella, mi mano se deslizó completamente por su culo, se lo agarré y ella se giró de mala manera. Sonreí, cogí con mi mano izquierda su cabeza, y mis labios, por primera vez en mi vida, se posaron en los suyos. Intentó rechazarme y mis manos, agarrando su culo y su cabeza, se lo impidieron. Y en voz baja le dije:

  • Esta noche vamos a follarnos las dos. Posiblemente mientras lo hacemos, nos follarán a nosotras. Y tenemos que conocernos. Las dos nos despreciamos desde hace muchos años, pero ahora es posible que vivamos juntas muchos años e incluso el resto de nuestras vidas. Yo dependo de MI AMO y tú, aún cuando has firmado un contrato de sumisión con él, dependes DE MÍ. Te voy a tratar con dureza, posiblemente con mucha dureza, pero es mi obligación. Y tu obligación es obedecerme ¿No crees que sería mejor hacerlo sin odio y sin despreciarnos? Simplemente cumpliendo nuestro papel.

Volví a besarla y Sissi me respondió, siempre había sido un animal sexual. Con las dos manos cogí su cabeza y mientras mis besos intensificaban mi pasión, mis dos manos acariciaron su pelo ¡pero ni una puta vez, Sissi acarició mi pelado cráneo! Mi mano se dirigió hacia su entrepiernas y jugaba con su coño, mis dedos se metían en su vagina, pero también en su culo y conseguí que ella se corriese antes que yo. Pero cuando yo me corrí, me senté en el borde de la cama y le dije:

  • Y ahora Sissi, hazme el favor de limpiar mi coño de mis flujos vaginales. Seguro que sabes hacerlo muy bien ¿lo harás?

¡Y joder si lo hizo! Se arrodilló entre mis piernas, me sonrió y su boca se aplastó sobre mi coño. Sus labios superiores sobre mis labios inferiores. Primero fueron unos besitos, luego empezó a meterse dentro de un lateral de mi vagina, luego con el otro. Y yo que solo quería joderla, humillarla, me empezaba a calentar de cojones. Luego separó mis labios, y su boca y lengua penetraron profundamente y comenzó a lamer, frotar y aplastar mi delicado clítoris, y como no podía esperarse otra cosa, minutos más tarde me corrí de narices ¡y también lo sorbió!

Mi hermana, respirando profundamente, estuvo un ratito pegada a mi coño, se separó sonriendo y me preguntó:

  • ¿Desea mi ama Lulú alguna otra cosa de su perrita?

Y al decirle con la cabeza que no, Sissi solo dijo en voz baja -"pues vete a la mierda"-

La dejé estando yo calentísima y me fui a mi baño, y allí, con una furia increíble, me masturbé como loca y conseguí unos orgasmos heroicos ¡lo necesitaba, joder!

Cuando se acercaba la hora mágica de la orgía y tal y como íbamos preparando las mesas, las bebidas y las viandas para nuestros invitados, Sissi volvió a ponerse nerviosa y para tranquilizarla un poco, le acaricié el culo, y mi boca se posó en uno de sus pezones, inesperadamente me cogió de la cabeza para que no dejase de chupar. Me aparté poco después unos instantes de ese precioso pezón y le pregunté:

  • ¿Qué te pasa Sissi que estás tan tensa y nerviosa?

  • Hace cinco días que tuve la regla y no me he tomado nada. Puedo quedarme otra vez preñada esta misma noche.

  • Ostras ¿y cuando te has quedado tú preñada?

  • A principios del verano pasado. Durante 10 semanas.

  • Pues aquí nunca tomarás nada para evitarlos. Y yo misma estoy ahora preñada de  cuatro o cinco semanas. Aún no he ido al médico ¿tienes miedo?

  • No, solo era un pensamiento que me ha puesto nerviosa eso del primer día de follaje y primer día de preñez. Aunque si me vais a convertir en una vaca lechera permanente ¿Qué cojones me importa que me preñen hoy o mañana? -me dio un beso y sonrió-

Las dos nos vestimos igual que yo el día anterior. Altos y delgados tacones, medias negras, altas,  de rejilla pequeña con encajes y bandas de silicona, mi collar de perra, maquilladas adecuadamente, sin nada de joyería, y la muy puta de Sissi estuvo durante más de 15 minutos arreglándose el pelo. Y yo claro, sin un pelo. Pero vi que se había maquillado las cejas y se lo hice limpiar. Y así se quedó, con las cejas desnudas y odiándome un poco más. Como era la invitada estrella de la noche, yo la cubrí con una capa de seda carmesí para presentarla.

Poco antes de las 11 vino Nkohme con una camiseta corta, pantalón corto y nada más, y al entrar sonriendo en la cocina y vernos a las dos totalmente desnudas y en plan erótico-porno, se empalmó, y yo le dije:

  • Nkohme, como la nueva perrita Sissi no conoce tu pollón y esta noche te la vas a follar ¿podrías enseñarle ese pedazo de carne que le vas a meter por el culo?

Sissi estaba impresionada por el bulto que se le notaba, pero al bajarse Nkohme los pantalones y mostrarle su enorme polla ya casi endurecida, la cara de Sissi cambio. Con una cara de sorpresa enorme, se acercó a él, con sus dos manos le cogió la polla, se la estuvo tocando en varias posiciones, con una mano, con las dos, y al final lo dejó mientras decía:

  • Imposible, eso no me cabe ni por el coño ¡cómo me lo intentes meter por el culo te rajo!

Todavía estábamos riéndonos Felisa, Nkohme y yo, cuando oímos unos claxonazos ¡nuestros invitados empezaban a llegar! En menos de cinco minutos, todos estaban allí dentro, y Marimar, sin disimulo alguno, me enseñó una bolsa. También sin disimulo alguno, el cuerpo de Sissi fue tocado, re-tocado, masajeado y puesto a punto, ya que la cara de Sissi denotaba satisfacción y placer. Todas esas pollas, coños y bocas iban a gozar de ella... ¡y yo gozaría por encima de todos ellos!

En esos momentos entró mi amo y pidió silencio:

  • Queridos amigos y amigas, hoy se cumplen muchas de mis expectativas sexuales. Hoy va a entrar en mi casa una nueva perrita, tal y como os dije ayer, Sissi. En su vida anterior, era hermana de Lulú, desde hoy, Sissi será perra callejera reproductora. Fijaos qué preciosas tetas tiene, y pensad los muchos litros de leche que nos va a dar y el tamaño que pueden alcanzar esas tetas ¡a mí ya se me pone dura de pensar las veces que me la voy a follar mientras vacio esas tetas con mi boca! ¿No creéis que va a ser una maravilla ordeñarla durante años? Pues ya sabéis qué tenéis que hacer esta noche:

- ¡Preñarla! -dijo un ensordecedor grito salvaje de la tribu asistente-

  • Exacto, preñarla. Pero antes tiene que haber un cambio de perras ¡ven aquí Lulú!

Me acerqué a mi amo y este, despasó mi ancho y grueso collar de perra, me lo quitó y con un movimiento de su mano, hizo venir a Sissi. Y ese grueso y molesto collar de cuero, pasó de un cuello a otro. Y aunque eso yo ya lo tenía previsto, lo que siguió no. Felisa le entregó una bolsa de piel fina a mi amo y éste, sacó de allí un collar de gruesos eslabones. Era de titanio y pesa la leche. Me lo puso en el cuello y cogiéndome del brazo me acercó a un gran espejo que había cerca de la enorme cama para que me viese. Y no solo me vi a mí y al precioso y grueso collar, sino también una plaquita del mismo metal en el que grabado con letras góticas, ponía LULÚ. ¡Y me puse a llorar!

  • Amigos y amigas (dijo mi amo) Aquí tenéis a mi perrita doméstica, mi pareja y compañera de aventuras Lulú. Y a nuestra perra callejera y reproductora Sissi ¡disfrutad de ellas!

Pero yo agité mis manos y les paré. Y hablé en voz alta para todos, pero dirigiéndome a mi amo.

  • Amo, creo que hoy no es un día justo para tus perras, ni para nuestra querida Felisa. Ella y yo tenemos la cabeza y las cejas afeitadas por deseo de tu padre y de ti mismo. Pero la perra Sissi, una simple y torpe perra callejera, solo tiene afeitadas las cejas y esta misma noche lo ha intentado disimular con maquillaje ¿os parece justo a todos?

- Noooo! - fue el unánime grito del pueblo-

  • (yo) No le podemos afeitar la cabeza porque no se lo ha ganado, pero podemos rebajar su orgullo al nivel de lo que es ¡nadie!

Ante la sorpresa de todos y muy especialmente de la propia Sissi, Nkohme la agarró fuertemente y la sentó sobre un taburete. Marimar se acercó a ella y de la bolsa sacó una máquina de afeitar grande, me miró y solo me preguntó si ponía el nº 3 del nivel del corte, yo asentí, y ante los gritos desesperados de Sissi y los movimientos del cuerpo que Nkohme con todas sus fuerzas intentaba evitar para que Sissi no se hiciese daño, Marimar penetró con "la podadora" desde la nuca, y el pelo recién peinado, de la cabeza de Sissi empezó a cubrir el suelo.

Los gritos, los lloros y los mocos de Sissi, fueron aterradores, poco a poco, con precisión milimétrica, Marimar le dejó la cabeza con casi el mismo pelo que tenía "La Teniente O'Neil" en la película. Al terminar Marimar su trabajo y dejar que la cabeza de Sissi se quedase con un cortísimo césped de pelo cubriendo su cabeza, Lara nos dijo:

  • Y ahora Marimar, quiero que me cortes a mi toda la cabeza. Me he entregado totalmente a mi padre y quiero también ser una reproductora para vosotros, pero yo quiero que lo cortes al nº 2, el nº 3 de Sissi me parece mucho pelo -y así se hizo-

Sissi estaba totalmente hundida, destrozada, hecha un guiñapo, tumbada en la tierra junto a los restos de su antigua cabellera. Mientras se organizaba el cachondeo general por esas dos cabezas con tan corto césped, Felisa se llevó a la destrozada Sissi al baño para que se relajara, se limpiara y arreglara nuevamente. Pero lo primero que hizo, fue poner a Sissi frente al espejo para que viese bien su rapada cabeza. Y ahí Sissi sí se arrojó al suelo llorando como loca. Cuando Felisa volvió y al pasar por mi lado, me dijo muy sonriente:

  • Recuérdame Lulú, que nunca jamás debo hacerte enfadar ¡qué mala leche tienes!

Y en honor a la verdad, miré a Sissi cuando regresó y la vi como jamás la había visto. Piel blanca asquerosa, ojos irritadísimos, hombros y cabeza hundidos, encorvada, andando arrastrando las piernas. Yo era consciente que posiblemente jamás me perdonaría, y os aseguro que Sissi es terriblemente rencorosa. Así que quise hundirla un poco más y con una señal, llamé a Nkohme, que se estaba comiendo el coño de Noelia, la madre de Marimar, y le dije:

  • Te acuerdas Nkohme que hace menos de una hora Sissi le tenía miedo a tu polla, pues ahora, que la pobre está tan abatida, es cuando realmente le hacen falta vitaminas. Cógela y rómpele el culo. Vacíate dentro de ella y dale cuerda para que folle toda la noche. Sé el primero en hacerle los honores esta noche y por su puerta de atrás. ¡Quién sabe si serás tú quien la preñe esta noche!

A pesar de su mal español, Nkohme comprendió. Y si alguien no lo ha entendido, se lo explico. A una puta que lo único que le gusta es follar sin parar y romper todas las líneas rojas de la virtud, nunca se le puede dejar que se abata, eso la destroza porque ve, a pesar de su abatimiento, que todo el mundo se divierte y ella no. Pero si la conviertes en la estrella de la noche, que es realmente lo que queríamos para ella esa noche, le metes tantas sobredosis de adrenalina, que las dos rayitas de coca que le dimos mientras Nkohme estrenaba su culo, se quedan en anécdota. Se olvida de todo y se pone a follar como loca. Y así estuvo hasta casi las 7 de la mañana.

Por la razón que fuese, esa noche fue verdaderamente loca. Se terminó todo y en mi cabeza anoté algo para las siguientes fiestas de los próximos fines de semana ¡Viagra! Algunos hombres y entre ellos Felipe, se rindieron incondicionalmente agotados, mientras las mujeres queríamos más y más. Por lo tanto, el próximo fin de semana habría Viagra de sobra... y del resto. Cuando cerca de las 7 de la mañana se habían marchado todos, vi a Sissi en la enorme y guarrísima cama y me dirigí hacia ella.

Me puse de rodillas a su lado. Estaba muy cansada, pero sonreía débilmente. Acaricié su cabeza ¡y no me mató!, solo amplió su sonrisa. Acerqué mis labios a su oreja izquierda y le dije con voz suave y cariñosa:

  • Gracias Sissi. Te has portado como la estrella que dijimos ibas a ser. Has sido una auténtica reina del baile. Y ahora tienes ya todos los atributos de una auténtica perra, la cabeza sin cabellera y el collar correspondiente. Te juro que siempre estaré a tu lado, nunca estarás sola, siempre podrás pedirme ayuda, y yo, como la perra doméstica y educadora que soy tuya, te ayudaré en lo que pueda. Y te juro que nunca encontrarás una mujer que desee tanto follarte y darte tantos placeres como yo.

Sissi amplió su sonrisa, yo la besé intensamente mientras mi mano agarraba su coño y os juro que jamás he tocado un coño con tanto semen como ella tenía en ese momento. La masturbé lentamente mientras sus ojos se cerraban poco a poco. Se estaba durmiendo y cuando le vino el orgasmo, solo noté un pequeño estremecimiento mientras su sonrisa permanecía en sus labios. La besé con todo mi cariño y creo que por primera vez en mi vida, me sentí hermana mayor.

Fui a mi dormitorio y al entrar encontré a mi amo durmiendo con sus ronquidos habituales. Me di una muy buena ducha en el baño, y al secarme, disfruté de la maravillosa visión de mi nuevo collar de perrita y me prometí que, a no ser que en alguna ocasión me lo ordenase mi amo, nunca me lo quitaría a pesar de su peso, me puse una simple camiseta larga con tacones más cortos, y bajé a preparar el desayuno para los cinco. Pero al ver tan profundamente dormida a Sissi, solo fuimos cuatro.

Y al terminar el desayuno, Paco ya no pudo más con su cansancio, y le dijo a Pascual que se iba a dormir un par de horas y luego terminaría el tema de los tatuajes. Yo pedí permiso a mi amo para hablar libremente y el nos dijo fuésemos al salón. Cogimos nuestros puritos y dije:

  • Mi amo, no sé qué negocios tienes, nunca lo he preguntado. No sé cuánto dinero tienes, nunca lo he preguntado. Ni tampoco sé qué nos depara a Sissi y a mí el futuro lejano excepto ser tus perritas. Pero veo que te gusta todo lo relacionado con el sexo de una manera muy alta. Como ves, tú tienes dos perritas, pero Lara se va a convertir en la perra de su padre y desea también ser reproductora. Como también Marimar me confesó esta semana. Y esta noche, mientras follábamos y oía conversaciones, se me ha ocurrido una idea que siempre he visto rentable en mis años de puta.

Y mi idea es la posibilidad de convertir esta enorme casona en un centro de intercambios sexuales. Podemos ser una granja reproductora de leche materna. Como bien sabes, en los hospitales están los famosos "Bancos de leche materna".** Pero además, centenares de personas pagarían lo que fuese por suministrarse de esa leche,  nosotros podemos ser suministradores de diversas clases de leche, ya que serian de varias mujeres distintas y con distinta alimentación. Podemos hacer de esta granja un club especial, un centro de toda clase de perversiones sexuales.

Mi amo y Felisa se miraron sorprendidos y sonrieron luego. La mano de Felisa se posó sobre mi brazo y sonriéndome abiertamente, me dijo:

  • Ya estamos en ello cariño ¿por qué crees que te compró tu amo? Por todas las referencias de las perversiones sexuales que teníamos de ti a pesar de tu juventud. Sabemos que eras tú y no tu antiguo amo, quién diseñaba las orgías y el resto de depravaciones. Y seguramente aquí harás lo mismo ¡tendrás total libertad para hacerlo... pero a su tiempo!