Me entregué a la sumisión total - IV

Nací obediente, crecí obediente y me convertí en obediente "cum laude".

El resto de ese día lo viví como una reina, incluso ayudé a mi amo en la cocina y nos gastamos bromas. Y por supuesto, comimos, bebimos y fumamos, casi como amigos. Por la tarde, me puso de nuevo ya limpio mi collar de perra bastante apretado, y esa noche dormí en mi cama. Pero apenas amaneció, entró Nkohme, me colocó la cadena y me volvió a la triste realidad de la paja cochina de la cuadra. Se quitó los pantalones, me hizo abrir de piernas, y así, de pié frente a él, me penetró, me abrazó y me comió a besos. Y debo confesar que poco a poco se los fui devolviendo. Era un bestia, follaba salvajemente, pero ese negro me gustaba. Cuando terminó de llenarme el coño de leche, fue a la cocina y me trajo un desayuno.

Y después de cenar los temporeros (yo no tenía nunca idea de la hora por tener el reloj en mi mesita), vino de nuevo Nkohme, cogió la cadena, y al tirar de ella me levantó a la fuerza sin avisar. Me llevó hasta el almacén, y todos los hombres estaban alrededor del camastro que había usado días antes. Había dos negros masturbando lentamente las pollas, y así pude adivinar qué dos de los que allí había, me iban a follar. Pero Nkohme quiso demostrarme a mí y a los demás, quien era el "amo de la blanquita".

Se desnudó frente a mí y acarició su gran polla, tiró la cadena al suelo y con su peso estuve yo también a punto de caerme, me arrodillé, le masturbé un poco, y empecé a meterme su polla en mi boca, mientras los demás jaleaban mi esfuerzo para introducirme aquel gran falo. Y poco a poco, fue penetrando en mi boca y mi garganta, pero cuando llevábamos ya varios minutos, me la sacó de golpe, me cogió y me empujó hasta el camastro, apoyó su polla en la entrada de mi culo, y sin grandes esfuerzos pero con gran dolor para mí, me penetró y se corrió en mi interior. Y luego lo hicieron los otros 5 que me correspondían esa noche.

Todas las noches fue lo mismo durante 4 noches. Nkohme me llevaba al almacén, y él y otros cinco trabajadores me follaban hasta las 23 horas, que me devolvía a la cuadra. Él mismo apagaba la luz. Y durante el día, algunos de los temporeros iban a la cuadra para follarme, orinarme y defecar en mi "rincón de paja". Yo misma me tapaba un poco con la raída manta y a veces, lamentaba mi soledad y mala suerte.

Por fin había encontrado un amo que lo era realmente, que me estaba educando de forma dura pero sin golpes ni malos modos. Un amo, un hombre que realmente me gustaba, del que muy posiblemente me estaba enamorando y que ahora, estaba ya pensando en cambiarme por mi hermanita. El destino era cruel. Yo había aceptado ser su sumisa, me había entregado por completo a él y a sus amigos. Había aceptado hacer para él todo lo que quisiese, incluso ser su cocinera, su asistente, lo que fuese.

Me había cortado mi pelo, rasurado totalmente mi cabeza y cejas, estaba totalmente desnuda frente al mundo. Pero el cuerpo más joven de mi hermanita le había atraído y ahora quería hacerla su esclava ¿y qué hacía yo? Llorar en el suelo mojado de la cuadra, sobre la maldita paja meada y cagada, que me picaba por todo el cuerpo. Y pensar si podría ser para mi hermana, una perra útil... para no abandonar a mi amo.

Se encendió la luz y mi amo entró en la cuadra. Desenganchó mi collar de la cadena que dejó caer y me acompañó hasta mi baño, donde otra vez, la bañera estaba preparada y caliente, y me dijo que disponía de media hora para que me lavase yo sola y me perfumase, quitándome el collar de perra. Cuando él volvió, traía una bandeja de café con leche, tostadas con tomate, bollería y zumo de naranja. Pero antes de desayunar, miró mi coño y culo y me puso más crema. Desayuné en silencio y cuando volvió me sentó sobre la banqueta, me enjabonó la cabeza y de nuevo me la afeitó totalmente con las cejas incluidas ¡qué más daba ya!

Me puso de nuevo el collar de perra totalmente limpio. Me dio un albornoz y bajé con él hasta su despachito-biblioteca privada, tomó dos puritos, me dio uno, nos sentamos en los sillones fumando con una copa de coñac y conectó una pantalla de TV, donde apareció la imagen de mi hermana totalmente desnuda en su dormitorio, sentada en una silla, con las piernas abiertas, y con un enorme consolador metido profundamente en el coño.

Pero lo que me hizo abrir los ojos como melones, no fue verla desnuda, sino que realmente estaba "casi desnuda" ahora. El triángulo de bello de su pubis había desaparecido, y sus cejas estaban afeitadas . Total y cruelmente afeittadas. Mi amo se dio cuenta de mi asombro y estupor al ver la imagen. El cuerpo de mi hermanita estaba perfectamente a mi vista ¡la muy putísima, había aceptado TODAS las condiciones que le imponía mi amo para poder ser su nueva perra, incluso afeitándose las cejas! ¡¡¡y yo quería morirme!!!

Los siete puñales de la Dolorosa, atravesaban no solo mi corazón, sino que se multiplicaban y atravesaban cada milímetro cuadrado de todo mi ser. Muy especialmente mi corazón y mi cerebro, que repetía constantemente ¡no puede ser... no puede ser... no puede ser!

Aguanté como pude mi dolor, mi desesperación, y mis ganas de romper a llorar como loca, pero no pude evitar que de mis ojos, saliesen silenciosas lágrimas. Mi amo puso en marcha el vídeo con audio, y volví a oír la voz de mi hermanita diciéndole a mi amo (muy resumido):

** Me llamo Ana Sánchez y he estado hablando con Don Pascual Martínez de un tema de propiedad sexual. ACEPTO ser su esclava sexual, servirle en todos sus deseos sexuales sean los que sean, podrá hacer conmigo y con mi cuerpo lo que le plazca, incluso prestándome a otros hombres y mujeres para que satisfagan en mi sus apetitos sexuales. Acepto también la superioridad natural de mi hermana Laura, la perrita Lulú, y haré todo lo que ella me ordene. Acepto también convertirme en la perrita Sissi y obedecer para siempre, a mi AMO Pascual. Además, cuando llegue a la casona de entrenamiento, firmaré el contrato de sumisión total que hemos acordado.

Y terminando de decir todo esto, sonrió a la cámara, se fue sacando el consolador de su coño y mostrándolo a la cámara vi que era muy largo. Abrió la boca y se lo fue introduciendo poco a poco. Vi, instantes después, cómo su garganta se ensanchaba ¡y me sentí orgullosa de mi hermanita! Era más puta de lo que parecía y desde luego, se podía tragar profundamente muy buenas pollas. Lo mantuvo un rato allí, y poco a poco lo fue sacando totalmente. Lo volvió a mostrar sonriente y se acabó el vídeo.

Mi amo me miraba sonriente. Incluso encendió un nuevo purito y volvió a llenar las copas de coñac, suya y mía. Mi cabeza era un caos. Era incapaz de asimilar nada de lo que había visto y menos aún de lo que había escuchado ¿yo iba a ser su superiora natural? ¿y qué cojones era eso? Lo que estaba claro es que ahora mi amo tenía dos perritas, Lulú y Sissi (mi madre le regaló a mi hermanita una perrita Sissi cuando era pequeña). Aspiré profundamente el resto del purito, lo apagué, bebí un largo trago de coñac, y pregunté:

  • No entiendo nada. Y no entender nada, es no entender absolutamente nada. Solo sé que me entregué totalmente a ti, que soy muy feliz a tu lado, cumpliendo tus órdenes y haciendo felices a todos aquellos que me dices. Y noto una mano que aprieta y agarrota mi estómago y todo el interior de mi cuerpo. ¡Qué quiero morirme por haber hecho algo irracional y no estar a la altura de tus deseos. Y no sé qué es ese rollo de mi hermana, solo sé que ahora te compartiré con ella... a no ser que me quieras devolver a la calle y quedarte con ella solamente. Su cuerpo es de puta madre y más joven que el mío.

Mi amo Pascual se puso a reír compulsivamente. Casi como si le hubiese dado ese clásico ataque de risa del que tantas veces hablamos. Pero cuando se calmó, hizo algo maravilloso que apagó casi todos mis dolores interiores ¡se levantó, me dio un largo beso en mi nuevamente afeitada cabeza! Y mientras, me decía muy suavemente:

  • De verdad Lulú ¿crees que voy a dejar que te escapes? Creo que he encontrado en ti la perra perfecta. Solo tengo que acostumbrarte a cumplir mis deseos sin pensar y sin tener que decirte cuales son, o el por qué. Yo había pensado en coger a esa puta que tienes como hermana y hacer de ella una perra auxiliar. Porque mi perra doméstica, mi querida Lulú, quiero que seas tú. Y para eso te entreno yo. Para eso te educo yo. Y a eso te dedicarás toda tu vida. Ya te conocía antes de mi relación sexual contigo, y por eso te compré a tu ex, porque consideré que eras mi perrita adecuada.

**A tu hermana la educaremos entre tú y yo, para que sea tu perra auxiliar, la que haga las labores que te pueden estropear a ti las manos, las rodillas, o ser el centro de atención sexual callejera. Tú serás mi domestica y ella la callejera. Tú cuidarás de mi y de mi casa, y ella te ayudará en todo, será tu perra y tu chacha. Y si no cumple bien nuestras órdenes, tú serás quién la castigue o la mande a su casa. Ya la has oído, acepta tu superioridad y el estar bajo tus órdenes ¡además de las mías, claro!

**¿Aceptas pues Lulú ser mi perrita eterna, mi ama de casa, mi pareja perfecta? Parirás o abortarás a mis órdenes, al igual que tu hermana. Me ayudarás a pervertir y amaestrar a mi hija para devolverla amaestrada y preñada este verano a su madre. Serás mi pareja en mis orgías y diversiones, y para todos, serás mi esposa, mi pareja, mi amante, la madre de mis hijos.

**Ya nunca serás libre, pero gozarás de amplia libertad. Me encanta, y también a mis amigos, tu sumisión y entrega, pero también nos encanta el brillo de tus ojos, brillo de rebeldía ante tantas cosas que consideras, muy adentro de ti, injustas, pero que sin embargo, cumples con perfecta devoción. Vas a pasar por momentos terribles ¡te lo preometo!, pero estoy seguro que serás feliz ¡que los dos seremos felices!

Y sin dejarme ni un segundo de tiempo para asimilar tantas sorpresas para mi futuro, se levantó, me cogió de los sobacos, me levantó a mí, me abrió el albornoz y empezó a comerse mis labios a besos. Besos apasionados, besos con lengua, largos, cálidos... Me tumbó sobre la mesa de su despacho con las piernas cayendo y de una sola embestida me la clavó profundamente en el coño. Ninguno de los dos habló nada mientras me follaba. Pero nunca me he sentido más rara mientras he follado. Porque en lugar de pensar en mi follada, en mi y su placer. mi cabeza estaba en otro sitio.

Entonces ¿Qué carajo era yo? Vale, soy su perrita Lulú, soy perrita doméstica, soy su sumisa. Y entonces ¿qué papel es el de mi hermanita, que entre ella y yo hay más odio que amor? Si ella va a ser sumisa mía ¡joder, qué putadas le voy a gastar! Pero ¿y si ella se queja a nuestro amo y el amo me riñe? ¿Perderé entonces el cariño de mi amo? Porque no tengo duda alguna de que las folladas con mi hermana, le iban a poner a él y los demás a 1000% ¡pues no era guarra la hijaputa!

Pero mi mente dejó de pensar cuando el chorro de semen de mi amo inundó mi vagina. Sin sacarla, besó mis labios, mis pezones, los mordisqueó un poco y mientras su mano acariciaba mi monda y recién afeitada cabeza, me dijo:

  • Ya es hora Lulú que ocupes en esta casa el puesto que te va a corresponder.

  • Serás mi sumisa absoluta. Pero serás mi pareja oficial allá dónde vayamos.

  • Serás el ama de casa. Toda la casa, su limpieza, mantenimiento, gastos, provisiones de comidas y bebidas, todo lo referente a la cocina y preparación de alimentos, atención a las visitas y amigos... Todo estará bajo tu cargo. Y no te perdonaré que nadie salga ofendido ni menospreciado de la misma.

  • Si te piden sexo, tanto hombres como  mujeres, les sonreirás y les preguntarás que sexo desean. Y les complacerás en todo. Tanto en la intimidad, como públicamente delante de todos los que allí estén. No olvides nunca que solo eres una perra.

  • Los hijos que tengas, independientemente de quien sea su padre real, llevarán mi apellido y por lo tanto, les tratarás con respeto y les educarás a todos por igual. Y por supuesto, nunca olvidarás que la mejor educación es la sexual y cuanto antes mejor.

  • Tu hermanita, la perrita Sissi, será tu ayudante y estará a tu total servicio, incluyendo tus deseos sexuales con ella. Entre los dos la pervertiremos al máximo, y será nuestra atracción sexual y base de nuestras orgias. Sus hijos llevarán solo sus apellidos, pero estarán siempre con los nuestros, y serán educados para una perversión precoz.

  • Mañana vendrá una mujer que empezará a enseñarte cómo llevar una casa, cómo se deben servir los cubiertos, y para qué sirve cada uno. Solo estará unos días y luego volverá a mi casa, donde tú la sustituirás dentro de unos meses.

  • Y cuando esta mujer se marche, vendrá tu hermana, con el chorro humeante de las pajas que se habrá hecho esperando llegar aquí, pero dispuesta a todo.

  • Sé que todo esto es mucho y que lo que pretendo de ti es posiblemente demasiado para tu edad y formación. Pero ten por seguro, que te van a ayudar muchas personas. Voy a convertirte en lo que siempre he deseado y que hace unos años creí conseguir. Pero creo que eres tú la mujer que siempre he deseado y esperado. ¡Qué mi pareja y ama de casa perfectas, sea a la vez mi sumisa y una de las mejores putas conocidas! ¿Crees que esta noche, mientras cenamos, podrás contestarme?

  • Y otra cosa, puedes ponerte tu reloj, la cena será a las 20:30 ¿deseas cocinar tú o prefieres lo haga yo? Si eliges lo primero, haz lo que puedas con lo que hay en casa. Solo eso.

Yo solo asentí con la cabeza. Me incorporé un poco y agarré parte del albornoz para limpiar el semen de la mesa. Yo ni me corrí. Mi cabeza no estaba en su sitio y como decía mi amo, en parte, en gran parte, yo no tenía ni pajolera idea de lo que me estaba diciendo ¿Ser yo el ama de su casa y a la vez sumisa? ¿Ser yo quien educase o coeducase a mi puta hermanita? Si yo hacía eso con mi hermana ¿quién me protegería de su odio eterno? O mejor aún, eternamente salvaje ¡menuda puta! Aunque eso de comerme su coño me apetecía ¡cómo iba a dejarle yo su clítoris con mis dientes! Y mi hermanita odiaba los puros de nuestro padre ¡le iba a dar yo puritos! Y con una sonrisa de oreja a oreja y oyendo ruidos en la cuadra, me dirigí hacia allí y al entrar me quedé estupefacta ¡habían barrido y eliminado toda la paja y sus guarradas, y estaban dejándolo limpísimo, como si jamás hubiese existido "eso".

Fui a mi habitación y me di una ducha como ya no recordaba. Me tumbé un rato desnuda en la cama y con mi cabeza bloqueada. Encima de mi mesita estaba mi móvil, pero la tarjeta la tenía mi amo. Eso de quedarse con las tarjetas de los móviles femeninos debe de ser una nueva novedad sexual ¡no sea que las chicas no sepamos qué hacer con los móviles! ¡No te jode, machosAlfa! Un rato más tarde cogí mi reloj, me lo puse, pero ¿y cómo me visto ahora? Así que cogí unos pantis negros abiertos en la entrepierna, una camisetita de tirantes y los únicos zapatos de tacón, de unos 6 cm, que me traje, y así me bajé a la cocina. Me puse un delantal y a trabajar.

Miré detenidamente lo que contenía el frigo y los estantes y preparé una sopa de verduras con picatostes y un lenguado que realmente estaba ligeramente frito, pero que luego, lo rodeé de tomatitos, pequeñas tiras de pimientos, y cebollitas, con unos pocos minutos al horno. Fui preparando la mesa de la cocina, y terminando de hacerlo entró mi amo. Me acerqué sonriente a él, me puse de rodillas, erguido el tórax y con las manos encima de mis rodillas... y primera bofetada moral!

  • (amo) ¿Se puede saber quién va a cenar en la cocina?

  • (yo) Nosotros, mi amo -exclamé sorprendida-

  • (amo) ¿Y desde cuando el amo de la casa cena en la cocina? ¿No hay un comedor como Dios manda en esta puta casa digno de su amo?

  • (yo) Sí mi amo, lo hay.

  • (amo) Pues entonces ¿no debería estar la mesa puesta allí?

Y eso hice. Irme al gran comedor y preparar la mesa con la mayor rapidez posible, ya que ya eran las 20:25. Cuando llegué con la sopera, otra sorpresa. Cogió todo lo que yo puse para mí y lo tiró al suelo. Loza y vidrio saltaron en añicos mientras me decía:

  • ¿Te he dado yo permiso para cenar conmigo perra? Dame de cenar y cuando yo termine, ya cenarás tú las sobras en la cocina... y da gracias que no te hago comer la sopa en el puto suelo. Para comer en mi mesa, te lo tendrás que ganar.

Le fui sirviendo cada uno de los platos y mientras hacía pucheros para contener las lágrimas, vi al menos con orgullo, que lo que estaba comiendo le gustaba. El pan estaba ligeramente tostado, con un poco de aceite de oliva sobre ello y ligeramente frotado con ajo. Mientras comía el lenguado, terminé de hacerle la macedonia de frutas, y mientras terminaba esta, le preparé un café bien cargado a su gusto. Le ofrecí un purito, le saqué una copa y botella de coñac, y me retiré. De la sopa me tomé un poco de consomé, apenas me comí el lenguado y me olvidé del resto. Estaba hundida, terriblemente deprimida ¡yo nunca había sido educada para eso y lo veía imposible!

Unos minutos después y mientras estaba terminando de fregar, vino por detrás, me agarró de las tetas, inclinó mi cuerpo hacia delante y me clavó su polla en mi coño. Pero no sé por qué, no me dio ningún placer. Se corrió y se fue.

Y a pesar de todo lo que había pasado en los días anteriores, y la gran cantidad de veces que fui follada como un trasto, fue la primera vez que realmente me sentí perra. A pesar de todo lo que hice para él, a pesar de cómo pensaba en alegrarle el paladar, y con qué placer lo estaba haciendo todo, mi castigo fue el desprecio y mi premio una follada sin sentido, sin placer, sin alegría alguna. Solo follar y marcharse. Solo usar y tirar.

Cuando terminé de fregarlo todo y de guardar lo que estaba en la mesa, me fui a mi dormitorio, me tiré sobre la cama, y lloré. Lloré desconsoladamente... y me dormí.

Cuando me desperté, después de dormir bastantes horas, bajé rápidamente a la cocina y mi amo estaba terminando de desayunar. No me dijo nada, me arrodillé a sus pies y cuando terminó, me dio una enorme bofetada que me tiró de lado, y al incorporarme, tremendamente asustada. vi un látigo de cuero en su mano derecha y poco después, un enorme golpe en mi espalda, y otro, y otro... Diez latigazos me destrozaron la piel y casi rompen mis huesos. Y allí me dejó, tirada en el suelo.

Y para mi sorpresa, una más. Una voz femenina mayor. Me giré y vi a una señora de unos 60 años bien conservados, que me decía que en el suelo no hacía nada, y que me levantase y dejase de gimotear.

  • Lulú, me llamo Felisa, y he llegado esta madrugada para enseñarte a ser "algo" útil en esta casa. Sé que follas divinamente, y ya veo que eres muy guapa y con buen cuerpo, pero todo esto no basta para dirigir una casa ¡y deja de gimotear de una puta vez! Las perras no lloran... como mucho se lamen. Y aprovecha bien estos pocos días que estaré.

  • Pero es que yo no he hecho nada para estos palos. No lo entiendo!

  • Además de idiota, eres retrasada mental ¿no te ha marcado unas normas tu amo y entre ellas está el de ser el ama de la casa?

  • Sí.

  • ¿Y le has preguntado a tu amo a qué horas desea desayunar, comer y cenar? ¿Si desea alguna cosa entre comidas por la mañana o la tarde? ¿O antes de irse a la cama? ¿Le has preguntado qué es lo que desea preferentemente comer? ¿Qué es lo que más le complace o lo que más odia? Anda dime todo lo que sabes sobre los gustos culinarios de tu amo, y todo aquello que rechaza. Ni siquiera sabes, estoy segura, si prefiere sopas frías o calientes.

  • ¿Y qué es una sopa fría?

Y ahí casi me mata la Felisa ¿y yo qué sabía de las vichyssoise, las cremas frías de gambas, de calabacín, de sandía con nata o sin nata... yo en frío, del gazpacho y algo del salmorejo no pasaba. Y resultó que la vichyssoise y la de calabacín se las bebía en el verano, casi tanto como el gazpacho.

Y por supuesto, yo no había preguntado nada. La verdad es que me estaba comportando como una puta cría y como una invitada ¡si, si, invitada! Y bajo la supervisión de Felisa, no solo tuve que preparar, como pude, comida para tres, sino que casi no pude ni preparar el postre ¡la nevera estaba vacía! ¿y qué hacía? Pues tuve que preparar una larga lista de ingredientes, pero cómo estábamos encerrados y las tiendas más encerradas todavía ¿cómo podía salir y comprar? Y no tuve más remedio que preguntárselo a mi amo, con una humildad extraordinaria y pánico a su enfado, y esta fue su respuesta:

  • ¿No es Jaime el alcalde?, pues si te para la guardia civil, les dices que necesitas ir a verle y él ya te sacará del lio. O pagas la multa y en paz. Su mujer tiene una tienda que es el corte inglés en mini. Como la puerta principal estará cerrada, entras por la trasera o la lateral que da al bar. Los dos están cerrados y abiertos al mismo tiempo ¿dónde crees que compran las mujeres de los guardias? Puedes comprar lo que quieras y beberte algo antes de venir. Mejor al anochecer, pero hoy lo necesitas antes o no cenaremos.

Y aunque la comida era para tres y para tres fue, en la mesa del comedor solo se sentaron mi amo y Felisa. Yo les tuve que servir bajo la atenta mirada de Felisa y sus indicaciones para hacerlo bien. Luego comí sola en la cocina. Lo tuve que recoger y limpiar todo, fregar y después me vestí con lo que pude y cogí un gran carro de compra. Y efectivamente, la puerta trasera de la tienda estaba entornada con gente dentro que me miraban de forma rarísima y hacían comentarios sobre mí. Incluso se reían mirándome.

Y entonces me di cuenta que mi cabeza y mis cejas estaban afeitadas, y sobre mi cuello llevaba puesto el grueso collar de perra con mi nombre "Lulú". ¿Cómo era posible que no me hubiese dado cuenta de mi monda cabeza? Hacía menos de dos semanas que habían arrancado mi cabellera y me la habían afeitado ¿y ya me había acostumbrado tanto a ir desnuda... o ya no me consideraba desnuda con ese mondo cabezón?

Os lo juro, no me aclaraba con la lista ¡con lo fácil que era ir al super y coger lo que veías empaquetado y te gustaba! La mujer del alcalde y otra señora fueron muy amables y entre ellas me llenaron el carro, aunque me faltaban cosas... pero a la hora de pagar ¡no tenía dinero! Y claro, me puse a llorar. En un pueblo desconocido del que no sabía ni su nombre, en una época de confinamiento general, y yo me lo salto todo, y estoy endeudada en una tienda que no debería estar abierta. Le dije, como pude, que estaba en la casona de Don Pascual y que su esposo el alcalde, Don Jaime me conocía y claro, con cara de mala leche me preguntó la señora de qué conocía a su marido ¡y quise morirme!

Por la parte de atrás, pasó al bar y poco después salió ¡con Felipe! Él dijo que efectivamente "Lulú" era una invitada de Don Pascual, y que ya le cobraría él el dinero. Pero a mí me hizo pasar al bar. Cerraron la puerta y Felipe me invitó a desnudarme. Yo no olvidé que uno de mis trabajos era satisfacer los deseos de los amigos de mi amo. Y me entregué a ellos.

Me tumbaron sobre una mesa del bar y el pollón de Felipe fue el primero en penetrarme. Y a pesar de la gran cantidad de folladas de los días anteriores, su grosor, incluso superior al de Nkohme, dilató espantosamente mi vagina ¡y yo empecé a disfrutar con tal pollón! Y me corrí pronto, a Felipe no le sentó muy bien. Levantó mis piernas, las puso sobre sus hombros, sacó su polla de mi coño y empezó a meterla en mi culo, ante los gritos y aplausos de los otros hombres... y de la esposa del alcalde, que sentada en una mesa, fumaba y se estaba tomando una cazalla mientras contemplaba el espectáculo. Pero mi culo no se le abría como él deseaba y lo forzó a tope, mientras yo me masturbaba para obtener más placer, y olvidarme un poco de ese enorme dolor del enculamiento forzoso.

Pero esa polla, como tantas y tantas otras, penetró profundamente en mis intestinos, y llegada su hora se vació dentro de ellos. Y luego otra polla, y más tarde otra, y otra... Creo que fueron 9 las penetraciones que tuve, y las únicas mamadas que hacía, eran para mantener las pollas duras para que me volvieran a penetrar. También Felipe me volvió a meter su pollón en mi vagina y se corrió dentro de ella. Cuando noté que ya no me follaba nadie, abrí pesadamente mis ojos y vi que estaba sola.

Me levanté, me sujeté con la mesa y una silla para no caerme por debilidad extrema de mis piernas, y en medio de la oscuridad me vestí como pude. Pero la puerta que comunicaba con la tienda estaba cerrada. Mi carro con la compra no pagada, estaba en su interior. La noche ya había caído y la única puerta abierta era la trasera del bar. Así que salí del bar en un pequeño pueblo profundamente silencioso, y volví como pude a la casona de mi amo.

Cuando llegué, nadie me preguntó nada. Lo sabían todo, y yo había fracasado en mi compra. Felisa me organizó algo así como la batalla de las Termopilas. Y mi amo me desnudó a base de golpes de látigo dejándome en el suelo de la cocina. Y aún me estaba intentando yo dar cuenta de todo, cuando entró Nkohme con la cadena, me la enganchó al collar y me llevó casi a rastras hasta el almacén, donde estaba instalada "la residencia", que la Cooperativa y los sindicatos habían preparado para los temporeros, mientras oía la voz de mi amo que decía a Nkohme:

  • Hoy Lulú está castigada. No solo te la podrás follar tú y dos más, sino que tú mismo decidirás cuantos hombres se la follan. Pero a las 23 horas estará aquí, no se te olvide.

Me llevó al camastro habitual que estaba totalmente seco y maloliente, me tiró allí junto con la cadena, y antes de darme cuenta, varias manos me estaban cogiendo de todas las partes y poniéndome en la posición más adecuada a sus necesidades. Noté nuevamente en mi culo el pollón de Nkohme que no tardó nada en violentarme, cerré mis ojos y me dejé llevar. Y después de Nkohme vino otro, y otro...

Y la voz de mi amo que les decía desde la puerta.

  • He pensado que hasta las 23 horas podéis quedaros alguno sin poder follarla. Os la podéis quedar toda la noche.

Y un estruendoso aplauso acogió sus palabras. Y una estruendosa orgía de pollas acogieron mis agujeros. En algún momento me quedé dormida, o mareada, o desmayada ¡qué más da! No me enteraba de nada, hasta que casi de madrugada me desperté y me di cuenta que estaba totalmente mojada de sus meadas, olía fatal, y mi garganta estaba tremendamente seca. Pero gracias, posiblemente al Dios desconocido de los griegos, al alcance mi mano había una botella de agua con líquido, la cogí para beber ¡y era realmente agua! Y mientras empezaba a beber todo lo que podía, mis esfínteres se abrieron y empecé a mearme en la misma cama, como seguramente no lo hacía desde los dos primeros meses de haber nacido. Y cuando me bebí casi un litro de agua y me acurrucaba para poder dormir algo, y olvidarme de los tremendos dolores de mi bajo vientre y entrepierna, pensaba en mi cruel destino, en mi infausta elección, en mis malditos deseos de ser sumisa, mientras me preguntaba.

- ¿Y por qué yo? ¿Y por qué a mí?

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Querid@s amig@s, por circunstancias totalmente imprevistas, no podré continuar estos relatos hasta fines de agosto. Que paséis el mejor verano posible y hasta entonces.