Me entregué a la sumisión total - II

Nací obediente, crecí obediente y me convertí en obediente "cum laude".

Como recordaréis los que habéis leído mi relato anterior, este terminaba así.

- Caballeros, aquí está Lulú, su perrita ¿alguien desea algo especial, muy especial? Creo que esta noche puede ser muy larga y cálida.

Y joder lo que duró esa noche. No la olvidaré jamás. Pascual se acercó a mí, me agarró con fuerza de los hombros, me agachó hasta el suelo y me tumbó boca arriba. Yo creo que sonreía de forma tonta, y de repente vi un culo encima mío y creí que alguien quería que yo lamiese ese culo y así lo hice. Pero lo que conseguí fue que ese culo se levantó, alguien me dio un hostión tremendo y una voz me grito que me tumbase y abriese la boca. Y así lo hice.

Vi de nuevo el culo encima mío, pero al mismo tiempo, dos o tres manos cogieron mi rostro para que estuviese quieto, y mantenían mi boca abierta. Aún estaba yo preguntándome qué cojones estaba pasando, cuando vi salir de ese culo un morcillón de mierda directo a mi cara. Intenté apartarme de su trayectoria, pero las manos me lo hicieron imposible. Intenté cerrar la boca y alguien o algunos, agarraron mis tetas y me las aplastaron como plastilina. No tuve más remedio que gritar. No tuve más remedio que abrir bien la boca para que penetrase en ella, la primera mierda de mi vida.

Pero ese culo, que luego supe era el de mi nuevo amo Pascual, siguió vomitando mierda sobre mi rostro. Yo ya no miraba, cerraba los ojos y abría mi boca. Porque además que me tenía que comer esa mierda, tenía que respirar y mi nariz estaba fuertemente apretada. De repente se paró todo, abrí mis ojos y vi cómo ese culo se levantaba. Todas las cabezas de mis cinco folladores estaban inclinadas sobre mí, sonrientes, felices, satisfechos. Y sus pollas estaban tan empalmadas que yo juraría no haber visto nunca unas pollas con más sangre en sus venas. Y la voz de mi amo, aunque no gritó, sonó imperativa.

  • Ya ves Lulú. Se están cumpliendo todos tus sueños. Ya te hemos hecho perrita. Cómete esa mierda y te haremos cerdita. O tú misma te harás cerdita.

  • Y no te preocupes Lulú, te dejaremos tus jamones intactos. Un poco usados por nuestras palmadas, pero intactos -dijo alguien-

Durante esos segundos, el olor de esa mierda llenaba mi nariz y con un penetrante olor a amoníaco o parecido. Respiraba fatal, olía fatal y tenía unas ganas de vomitar terribles. Mi boca y mi lengua se estaban llenando del sabor de ese cuerpo extraño expulsado por mi amo. Y no sé aún, si fue mi excitación del sabor y el olor, o el deseo de no defraudar a mi amo, o de terminar lo antes posible, lo que me hizo empezar a morder esa mierda lentamente. Y se fue formando una bola en mi boca que daba vueltas y más vueltas de un sitio a otro, pero que era incapaz de tragar, hasta que una voz potente, creo que del alcalde, me decía:

  • Vamos cerda, traga que aún queda más en tu cara y tiene que quedar limpia. Y yo aún estoy con ganas de cagarme contigo.

Y me lo tragué. Me tragué todo lo que tenía en la boca y todo lo que me fueron dando con sus dedos que quedaba en mi rostro. Luis estaba girado dándome la espalda, se dio la vuelta y me dio un recipiente para que bebiese. Bebí de él y era orina. Pero tenía tan mal sabor en mi boca de la cagada, que me lo bebí todo por necesidad ¡ya era una cerda! En una sola noche, no solo me había convertido en la perra de mi nuevo amo Pascual, sino también en su cerda! Y en ese momento se acercó a mí, acarició mi rostro, me lo pellizco suavemente, sonrió, me emocionó su ternura ¡y me entregué totalmente a él!

Ya no me importaba mi ex, el imbécil de Ramón. Yo ya le pertenecía a mi nuevo amo. Me había ayudado a escapar de mi casa. Me había dado un hogar para compartir con él y sus amigos. Me había bautizado dándome un nombre ¡Lulú! Me estaba llenando de placeres y ahora, ¡bendito momento! Me acariciaba, me sonreía, y su mierda era la primera que yo me comía. Y sus amigos le felicitaban ¡qué inmenso placer el de una perra que por sus actos felicitan a su dueño! Ese pues era mi destino.

Pero mientras yo pensaba todo eso, una polla me estaba taladrando el culo. Desde luego, no era la de Felipe ¿y dónde estaba Felipe? Ahora sí que necesitaba su pollón follándome sin piedad... cosa que hizo más tarde. Y según supe después, el pobre Felipe tenía tan gran pollón, que llenarlo de sangre era muy dificil. Máxime tres folladas por noche. Y aún no hacía una hora que me había ensanchado el culo ¡paciencia, ya me follaría luego!

Uno tras otro, otro tras uno, fueron follándome por todos mis agujeros. Notaba cómo me penetraban, cómo dilataban mis paredes vaginales, anales, e intestinales. Notaba sus espesas, cálidas y constantes descargas de semen en mi interior. Notaba sus pesos sobre mi cuerpo, sus besos aplastando mi boca, pasándome su saliva con sabor a puros y a mucho licor. Y yo mismo me sorprendía de cómo los que te follan pueden ser tan cerdos como tú. Ellos estaban encima de mí y de mis meados, besaban mi boca llena de sabores a orina y a mierda, aunque fuese de ellos ¡pero yo era la sierva, la sumisa! ¿o no?

Ya que entre follada y follada, entre penetrarme cada agujero y agujero, me meaban y me cagaban. Yo ya no me corría, simplemente de mi coño salía un constante rio de placeres y felicidad. Ya no me levanté del suelo. Lo único que bebía en cantidad eran meados y en calidad, cualquiera de las botellas de licor que sacaba Pascual. Y como todos los cuerpos tienen unos límites, el mío, a eso de entre las 4 y las 5 de la mañana, dijo ¡a dormir! Y me quedé dormida sobre la paja, los meados, las cagadas, mis flujos constantes y todo el esperma que podáis imaginaros. Con mi amo solo se habían quedado hasta el final, Luis y Jaime, los demás se habían ido a sus casas. Mi amo me tapó con una manta raída y fue a ducharse y a dormir en su cálida y suave cama ¡como debe ser!

A la mañana siguiente, me despertó mi amo acariciando mis mejillas. Yo abrí mis ojos y al verle le sonreí. Nunca podría decir que no me entregué a todos los deseos suyos y de sus amigos. Pero más le sonreí, cuando vi en su mano izquierda un vaso de leche que me tendió. Estaba calentita y no tenéis ni idea de cómo me sentó de bien, de cómo la necesitaba, y de cómo me sentí de satisfecha al ser premiada así por mi amo. Y aún me premió más cuando me dijo:

  • Lulú, vete a tu dormitorio y date una larga y cálida ducha. Límpiate bien y con los desinfectantes que hay allí, limpia tu piel, tu rostro, enjuaga y limpia tu boca y todas tus partes sexuales. Acostúmbrate a que desde ahora, la higiene profunda forma parte de tu vida diaria. No solo para ti, sino para que yo y quien yo decida, podamos follarte y jugar contigo sin tener que infectarnos ¡ya tenemos bastante con este coronavirus de mierda! Cuando termines, te espero en la cocina ¡y no tardes más de 20-30 minutos!

Y mientras terminaba de darme las órdenes, abrió el cierre de la gruesa cadena y me soltó. Apenas me puse de pié, me tuvo que coger Pascual porque un intenso mareo me envolvió. Me tuve que sentar un momento y poco a poco se me fue pasando. Con más tranquilidad y con miedo a hacer el ridículo con mi amo, subí al dormitorio y al verme en el espejo me entraron ganas de llorar y lloré. Toda yo desde el pelo a las uñas de los pies, estaba sucia de meados y cagadas. Alguien o algunos, con sus manos o con las mías, me fueron restregando los excrementos por mi cuerpo, especialmente en las tetas y toda la entrepierna.

Pero mientras lloraba no podía perder tiempo. Me di una excitante y caliente ducha mientras me enjabonaba, desinfectaba, secaba y no sé cuantas cosas más. Dediqué un precioso tiempo en mis partes sexuales y en mi boca, y tan pronto como pude y sin terminar de secarme, sobre todo el pelo, bajé a la cocina. Al entrar oí y olí unos huevos friéndose y carne con grasa o algo así. Por si no me había oído, le dije mientras me arrodillaba en el suelo con el pecho erguido y las manos en mis rodillas:

  • Mi amo, ya estoy aquí. Y perdona mi pelo aún mojado, no se ha podido secar.

No se giró. solo me dijo:

  • Siéntate en la silla que tienes a tu izquierda, vamos a desayunar

Muy extrañada de su trato, cumplí sus órdenes. Y poco a poco fue poniendo delante de mi un plato con jamón, chorizos, bacon y huevos fritos. Además puso rebanadas de pan con tomate y aceite, una copa de vino tinto y un zumo de naranjas recién exprimidas. Se sentó frente a mí en la gran mesa y empezó a desayunar, se le veía contento, pero me miró y al ver que yo no comía, me preguntó:

  • ¿Qué te pasa, no te gusta todo eso?

Pero yo solo le dije:

  • No me habías dado orden para que comiera.

Me miró un poco extrañado y siguió comiendo. Con un movimiento de su brazo me dio permiso para comer, y desde luego, os prometo que no pensé ni en las calorías o el engorde de reses para el matadero, simplemente no dejé nada y comimos en silencio. Cuando terminamos se levantó, lo recogió todo, trajo una jarra de café y puso en las dos tazas, el resto lo dejó en la mesa y me tiró una cajita de puros como los suyos. Cogí uno, lo encendí, sorbí un poco de café ¡y me sentí la mujer más feliz del mundo! O la perra, pero eso solo duró lo necesario para despertarme.

  • Laura, voy a tratarte en estos momentos como mujer, para dejar las cosas muy claras en nuestra relación. Bien sabes que es de perra y amo. Yo soy tu puto Amo y por lo tanto, la perra eres tú. Tú quieres ser mi perra -yo asentía con la cabeza- pero necesito decirte qué clase de perra deseo y en qué quiero convertirte.

  • Tus sentimientos me importan una puta mierda. Ya eres mayor de edad y por lo tanto puedes tomar todas tus decisiones. Yo quiero una perra doméstica que pueda usar también como perra callejera, y que todos queden satisfechos de tus conocimientos, por lo tanto, quiero una perra 24/365. Serás solo mía y vendrás a vivir conmigo. Tus padres y hermana podrán verte siempre que quieran, pero serás mi perra y estarás conmigo. Ya te enseñarán a mantener la casa limpia y libre de bichos.

  • Tatuaré tu cuerpo mucho más de lo que ahora lo tienes. Glúteos, entrepierna, tetas, espalda, hombros, brazos... ya veremos. Eres muy guapa, es posible que el rostro no te lo toque, me gustas tal como eres. Y también te pondré piercings, aunque de momento no en los pezones, si no me garantizan que podrás dar de mamar a tus hijos y también a todos los que deseen mamar de tus tetas, pero si te pondré grandes aros en las tetas e incluso es posible, que te las taladre cada una de ellas con un clavo permanente de cuyos extremos puedan colgarse pesos o colocar cables eléctricos.

  • Dejarás de ser Laura y serás Lulú permanentemente. Muchas veces saldrás conmigo de paseos, fiestas y cenas. Y no me refiero a cuatro patas, sino de pie, elegantemente vestida, extraordinariamente exhibicionista, sin recato ni moral alguna y si te ordeno que te comas la polla de alguien, solo te arrodillarás, se la sacarás, le tratarás con todo respeto, te la comerás, te tragaras el semen o lo tirará por tu cara, y solo le sonreirás feliz por haberte hecho ese honor, sin importante de quien sea o de donde esté o con cuántos. Y por supuesto, todo el mundo podrá fotografiarte. Solo eres una perra.

  • Y una cosa más. Me ayudarás a depravar y convertir en perritas sumisas mías a otras jovencitas, entre ellas mi propia hija.

  • Y por supuesto, el día que me falles, te abriré la puerta, te daré una patada en tu perro culo y nunca más nos volveremos a ver ¿queda claro todo esto? Piensa y haz las preguntas que desees, porque si vuelvo a encadenarte, serás Lulú, mi perra .

Mientras duró todo este monólogo, me fumé un purito y medio y acabé con casi todo el café de la jarra. Estaba terriblemente emocionada ¡Pascual me estaba ofreciendo todo lo que yo deseaba! ¿Acaso muchas de vosotras queridas lectoras, no hubieseis deseado recibir ese trato tan especial? ¡Ser una perra sin ningún sentimiento, sin discutir órdenes, haciendo todo lo que a tu amo se le ocurra! Dioses de nuestros padres ¡benditos todos vuestros designios! Y lo de tatuarme, ponerme piercings donde quisiese, mearme, cagarme, usarme a su gusto ¿acaso mi cuerpo era mío, o de mi amo?

Aspiré el puro como jamás lo había hecho. Hinché mis pulmones de un humo cálido y de sabroso sabor... y lo apagué en el cenicero. Me levanté en silencio, le sonreí y yo misma me dirigí a la cuadra. Me senté sobre la paja húmeda y sucia, y le entregué la cadena para que me atase. Nuestros ojos se cruzaron y yo solo le dije:

  • Soy Lulú, tu perrita, me quedo.

Pero algo no había entendido yo, porque mi amo, me dio la mano, agarró la mía y me levantó, y en silencio, me llevó al baño cercano, me dijo que me sentara en el suelo y mi desnudo y sorprendido cuerpo, se posó sobre el frio suelo. Cogió unas grandes tijeras y con ellas en la mano me dijo:

  • Y ahora perra, ya no tendrás que preocuparte de si tu pelo está seco o mojado.

Puso en marcha una grabadora, agarró una parte importante de mi pelo y lo cortó ¡años, muchos años de cuidados en mi maravilloso pelo castaño, una melena que me cubría hasta debajo de mis pechos... y lo cortó! ¡Y no lloré! Mi cerebro se bloqueó ante algo tan extremo y doloroso para mí. Mis ojos, mis sentimientos ante lo que estaba pasando, estaban tan secos como el Sahara. Las tijeras fueron cortando, poco a poco mi pelo, con cuidado, pero el suelo, mis piernas, se iban cubriendo de mi pelo ¿qué es una mujer sin pelo? No lo sabía, pero dentro de unos minutos lo sabría.

Cuando terminó con las tijeras, además de seguir la grabación fue sacándome con su móvil fotografías y vídeos. Cogió su afeitadora/cortapelos eléctrica y la fue pasando por toda mi cabeza, nuca, detrás oídos. El ruido taladraba mis oídos, pero yo seguía bloqueada. Mojó toda mi cabeza, cogió crema suya de afeitar y cubrió toda mi cabeza con una nube blanca... y con una maquinilla de hoja de afeitar, fue afeitándome toda la cabeza. Toda mi cabeza completa. Y lo iba grabando y se detenía para fotografiarme en primeros planos ¡y yo quería morirme! Y cuando terminó, la limpió y me puso su aftershave. Se puso frente a mí y sacó más fotografías y algo no le gustó. Cogió de nuevo su maquinilla y tal y como estaban ¡afeitó mis cejas! Ahora si estaba totalmente desnuda. Me sentí completamente desnuda, humillada, inútil, un trasto, una cosa, solo eso ¡una cosa!

Me levantó del suelo con sus dos manos. Yo era solo un peso muerto. De mi cuerpo, de mis piernas cayeron miles, millones de trozos de mi antes hermoso cabello que llenaron el frio suelo. Al levantarme, me miró y sonrió, me dio la vuelta y me enfrentó al espejo ¿y qué vi? No lo recuerdo. Supongo que una pobre mujer desnuda, una tía mierda. Mi cabeza sí formaba ahora parte de mi cuerpo. Cabeza desnuda y cuerpo desnudo. Ni en la cabeza ni en mi cuerpo había ahora un triste pelo.

Me agarró del brazo, me llevó a la cuadra, a mi cama/hogar de paja meada y cagada, me ató de nuevo a la cadena, apagó la luz y se marchó. Yo me tumbé sobre la paja húmeda y maloliente y el tiempo pasó, pasó, pasó, pero muy lentamente.

Tiempo después se encendió la luz y entraron mi amo y Felipe, el del pollón. Yo no me moví. Mi amo se reía explicándole cosas, pero Felipe se moría de risa viendo mi desnudo cuerpo. Momentos más tarde, unas manazas me cogieron de la cintura, me dieron la vuelta boca arriba y su enorme pollón quiso entrar en mi coño. Le costó, pero fue entrando todo poco a poco. Yo estaba totalmente seca, bloqueada y me dolió. Felipe maldecía que yo no ponía nada de mi parte. Me besaba, me golpeaba con sus manos en mis caderas y luego empezó a golpearme en mis tetas. Con la palma de la mano, del revés, una y otra vez. Y vuelta a empezar, derecha, izquierda. Y su pollón intentando entrar en mi coño. Dilatando salvajemente mis músculos, y yo permanecía impasible. Y eso le cabreó.

Me dio la vuelta y levantó un poco mi culo. Y ahora la quería meter por detrás ¡y qué cojones me importaba eso a mí! Mi amo me había desnudado totalmente y yo era solo una cosa ¿qué me importaba pues mi culo? Pero a él sí. Y siguió haciendo fuerza. Y poco a poco me fue penetrando, dilatando mis músculos al máximo, pero penetrando sin parar. Hasta que la tuve toda dentro y entonces empezó a follarme, a sacar y meter, meter y sacar, dándome poderosos golpes en mis glúteos y muslos, maldiciéndome en mil idiomas. Ya no era la perrita complaciente de la noche anterior, ahora era menos que un saco de patatas podridas, solo era una cosa. Y no colaboraba.

Cuando iba a correrse, la sacó, me dio la vuelta y se corrió en mi cara y mis tetas. Verdaderamente en las fotos se ve una enorme cantidad de semen sobre mi rostro desnudo ¡¡¡ desnudo !!! Al menos, ahora me rio de saber que tardaría tiempo en follarme de nuevo. Necesitaba mucha sangre su polla para recuperarse y ya no era un chaval.

Con la fusta me dieron varios latigazos. Se mearon y hasta Felipe me dedicó una pequeña cagada que aunque cayó cerca de mi, pero no sobre mi rostro, cogí parte de la mierda y me la comí ¡tenía hambre! Salieron y apagaron la luz. Y yo seguí bloqueada.

Volvió a encenderse la luz y oí tres voces que hablaban y uno de ellos era extranjero. Los otros dos eran Luis, el aparejador y mi amo. Luis explicaba que la obra de acondicionamiento del almacén había casi terminado y que al día siguiente empalmarían tuberías y pondrían los camastros, pero que esa noche, el extranjero que llamaban algo así como Jeremy, podría dormir allí y sus tres compañeros, ya que habían 5 camastros disponibles. Y una vez todo resuelto, se acercaron a mí y Luis me folló doblando la manta bajo mí para no ensuciarse él, mientras las risas de los otros dos llenaban mis oídos.

Cuando se corrió dentro de mí y se levantó, le preguntó a mi amo.

  • Pascual ¿qué cojones le pasa a esta puta que está ahora como muerta?

  • Nada importante. Como veis le he cortado el pelo de la cabeza y se ha puesto triste.

  • ¿Y por qué no se la entregas a Jeremy y a sus compañeros esta noche y que la reeduquen? Por cierto Jeremy ¿te gusta esta perra? La estamos domesticando.

  • Gustarme mucho y mis compañeros son felices tomándola aunque huela mal. En sus poblados, las mujeres oler peor.

  • Entones llévatela. Os la podéis follar por todos sus agujeros hasta que os canséis, la podéis mear y la podéis cagar. Es vuestra hasta mañana, o pasado mañana. Ya hablaremos.

  • Ser nosotros cuatro ¿cuántas veces podemos follarla?

  • Hasta que os canséis, los cuatros y por todos los agujeros. Solo es una perra.

Me cogió mi amo por la cadena, y al levantar la cadena me levantaba a mi cogida del collar que llevaba bastante apretado en el cuello ahogándome, lo que me hizo toser y boquear y le dio la cadena a Jeremy. Pero el negro miró mi rostro serio y totalmente desnudo, y aunque también miró detenidamente mi cuerpo y tocó mis pesados piercings vaginales, no le gusté y se lo dijo a mi amo.

  • Don Pascual, tu perra no gustar. Estar muy buena, pero muy seria. Ser como follarse una muñeca de goma.

Mi amo me miró, dio una palmada en la espalda de Jeremy y le dijo:

  • Llévatela, dentro de unos minutos te llevaré una cosa y le dará ganas de follar toda la noche.

  • ¿Unas gotitas?

  • No, algo mejor -dijo sonriendo mientras se metía en el interior de la casa- Te pedirá durante horas ser follada sin parar, sin descanso, sin piedad.

Jeremy me cogió de la cadena e iba casi dos metros delante de mi. Cuando atravesamos el muro de separación de los dos edificios, sus compañeros que estaban sentados en la gran puerta del almacén, no se podían creer lo que estaban viendo. Su compañero y capataz Jeremy, llevando encadenada a una mujer blanca, joven, totalmente desnuda, con la cabeza y las cejas afeitadas, con un grueso collar de perra en el cuello y encadenada a una cadena bastante pesada. Apenas llegó Jeremy a su lado, dejó caer la cadena al suelo que casi me tira a mí también y les dijo:

  • Ser un regalo del amo de las tierras y de su cuerpo. Nos la podemos follar sin parar, ser nuestra ¿la queréis?

Y claro, todos dijeron que sí, pero uno joven dijo:

  • Y ahora ser los negros los dueños de las blancas. Mi querer ganar dinero para comprar muchas mujeres blancas.

Y todos se rieron mientras me metían dentro.

Instantes después vino mi amo. Yo estaba en el suelo semisentada y con la cadena encima. Pascual venía con guantes de látex y dos pequeñas bolsas de plástico en la mano. Les dijo que me llevaran al camastro dónde querían follarme. Cogieron uno y se lo llevaron a un rincón, cerca del baño comunitario, y ataron la cadena en un saliente de la ventana. Me ordenó mi amo que me pusiese de espaldas a ellos, a cuatro patas y que separase bien las piernas, y así oí el tormento que me esperaba y cómo se lo explicaba a Jeremy.

  • Mira Jeremy y mirad vosotros. Dentro de estas bolsas llevo dos ramas de Jengibre, y ahora hablaremos de unos efectos especiales del jengibre del que la gente no conoce. Hablaremos de sus maravillosos efectos afrodisíacos, sin parangón en la naturaleza. Como vegetal, todos lo conocemos, pero ahora se trata de follarse a esta perra que está disgustada porque le he afeitado la cabeza y las cejas, y vosotros creéis que no tiene ganas de follar ¿no es así? Pues no os preocupéis porque dentro de 5 minutos os pedirá como loca que lo hagáis.

  • Mirad -y mientras decía esto, me metía algo duro en el ano y luego otro en el coño- estas ramitas que le he metido en el coño y en el culo, son de jengibre. Al mezclarse con la humedad de sus paredes, la planta le irá produciendo picor, escozor intenso y una irritación que ella ni se imagina ¡Mirad, mirad como empieza a mover el culo! Su sexualidad se está estimulando como jamás ella lo habrá pensado. Os aseguro que nunca ella ha tenido tantas ganas de ser follada. Su estimulación sanguínea es brutal. El calor que empieza a llenarla hará que sienta que todos sus órganos sexuales ardan y necesiten ser enfriados. Y al mismo tiempo, sus músculos empiezan a dilatarse y a tener una sensibilidad que va a hacer que se corra mil veces. Pero lo mejor de todo, es que no podrá parar de ganas de follar, porque el semen y sus propios fluidos los necesita para apagar el fuego que ya empieza a quemarle las entrañas.

Y mientras terminaba de hablar, me quitó los dos tapones y se los dio a Jeremy, mientras le decía:

  • Jeremy, no toquéis esto con las manos. Mételo cada uno en una bolsa y antes de volvérselos a meter, asegúrate que no están rotos ni con grietas, o le podríamos dañar sus músculos internos, la tendríamos que llevar a un hospital... y ya sabes que algunos de vosotros no tenéis los papeles en regla y estamos obligados a estar encerrados. Mejor sin médicos. Siempre que lo toques lávate las manos con jabón bien lavadas y no te toques ojos ni boca. Se los puedes volver a meter en sus agujeros dentro de una hora, y te aseguro muchas horas de placer para vosotros.

  • Ah, y deja esta cámara que lo filme todo -señalando la cámara, y se fue-

A todo esto, yo estaba a morir, echaba espuma por la boca y no es chiste. Jamás me habían hablado del maldito jengibre, pero mi culo y mi coño me ardían. El picor es como si me hubiesen restregado mis partes con toda clase de ortigas. Y el calor era insoportable y ¡por Dios, necesitaba que lo apagaran! Así que hice lo que mi amo dijo que haría ¡pedir que me follaran sin descanso para apagar mi fuego! Y eso hicieron.

Tiraron de la cadena y me tumbaron sobre el camastro. Y noté como una polla penetraba dentro de mi coño y solté un alarido salvaje que provocó intensas risas. Esa polla rozaba intensamente mis irritadas paredes vaginales, pero incomprensiblemente para mí cerebro, yo misma no paraba de moverme para que esa polla ocupase la mayor cantidad posible de vagina. Y no tardé demasiado en correrme y noté cómo mis fluidos calmaban unos instantes mi calor y mi irritación.

Y ahí fue donde Lulú, la perrita doméstica, se convirtió en Lulú la perrita callejera, buscando toda clase de perros callejeros que la satisficieran y calmaran sus deseos y necesidades. Una polla tras otra fueron ocupando mis agujeros. Todos mis agujeros se fueron llenando de semen y el arrastre de mis fluidos vaginales también me ayudaban a calmar mis calores anales. Pero con tantas penetraciones en mis agujeros inferiores, también a esas pollas se les pegaban microscópicos sedimentos del jengibre. Y mi lengua ardió, se irritó y se inflamó, con gran alegría de mis folladores porque así, más gorda, les daba más placer.

Ya anochecido y supongo que agotados con la dama blanquita pelada, descansaron. Uno de ellos fue a la casona a por comida y volvió con 4 bocadillos, fruta y una botella de vino y varias grandes botellas de agua. Casi terminando ellos de cenar, vino mi amo, me dio en un enorme bol, una especie de consomé con mierda bien triturada que me comí con gran rapidez, y una jarra llena de orina de la que bebí bastante. Cuando terminé "de cenar", les dijo a los inmigrantes:

  • A esta perra nada que sea comida o bebida decente. Eso es solo para los que se la ganan trabajando y esta perra no hace otra cosa que follar. Cuando queráis mear, os meáis en su boca y se lo beberá, y el resto lo dejáis en esta jarra para que lo pueda beber cuando tenga sed. Y cuando terminéis de cenar y tengáis ganas de follar de nuevo, le podéis poner un poco de jengibre en sus agujeros para que se anime ¿os habéis divertido con ella? -les dijo mientras se marchaba-

  • Siiiiiiiiiiii, sssssiiiiiiiiiiiiiiiii

Al oír eso, mi espíritu se convulsionó. Mi coño y mi culo aún me picaban, estaba tremendamente irritada por la fricción de tantas pollas con mis paredes, músculos, y nervios vaginales y anales intestinales. Me notaba superdilatada, mi lengua era como un estropajo inflamado. Un intenso calor aún envolvía el interior de mi cuerpo y yo estaba terriblemente agitada de tantas pollas y tantos orgasmos ¡Por Dios, que no me metan más jengibre, que me den de comer decentemente, que me den de beber agua fresquita, que me dejen dormir...!

Pero unos minutos después, volvió Jeremy a ponerme los dos trozos de jengibre en mi culo y en mi coño. Yo volví a arder y ellos volvieron a follar. De uno en uno, por parejas, por tríos... Como les apetecía. Era su esclava blanca, su juguete, su inesperado regalo en un almacén donde iban a residir para trabajar en el campo.

Y yo volví a ponerme en los brazos de los dioses del Olympo. Divinos dioses ¿no había ya sido lo suficientemente follada un rato antes? ¿Para qué todo esto... qué es lo que toda esta salvaje y dura follada pretendía? ¿Qué había yo hecho tan mal... AMO MÍO? Y mientras, un fuego inmenso me quemaba por dentro. La irritación de mi vagina y ano era terrible... y sin embargo, ansiaba esas pollas dentro de mí, sentir su roce constante, sentir como su leche me inundaba y refrescaba, como mis fluidos salían incontenibles uno tras otro. Cómo mi lengua abrazaba sus pollas, lamía todo lo que me metían en la boca sin saber, ni importarme, dónde habían estado antes dentro de mi cuerpo. Tragando hasta la última gota, de semen y de mi vergüenza.

Y largo rato después, me desmayé, o me dormí, o los dioses me dejaron unas horas en el Nirvana.

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Y ahora amigas y amigos, os cito para mi siguiente capítulo. Gracias por todas vuestras cartas ¡os quiero!

Lulú