¿Me enseñas? II
Mis primeras lecciones de como ser una buena sumisa. Nunca imaginé que pudiera ser tan excitante...
Esa mañana en mí oficina recordé por enésima vez las palabras hirientes de mi ex marido, las palabras a veces cortan más que los cuchillos, porque aun sin atravesar la piel nos rasgan el alma, él jamás me puso una mano encima, no me maltrato el cuerpo y aun así me destrozó.
Conseguía hacerme sentir chiquitita y tan poca cosa que apenas conseguía medrar en nada.
La noche anterior me sentí dueña de cada golpe, sabiendo que podía parar eso solo con querer y eso me excitó más que cualquier caricia.
Había dejado a Bruno durmiendo en mi cama y no había nadie cuando regresé al mediodía. Mientras recogía un poco y me hacia la comida pensaba en él, en que siempre fue el quien despertó en mi sensaciones jamás vividas con nadie y aun así me empeñe en huir, me daba miedo la intensidad con la que mi cuerpo respondía.
Pero hoy se con cierta amargura que nada es lo que parece y que jamás debí permitir que mis miedos ocuparan el lugar de mis sueños y que solo triunfan los que se atreven a atreverse. Por eso quiero seguir descubriendo su mundo ya que en el siento más y soy más yo de lo que he sido en los últimos años. Además es un error arruinar este presente por un pasado que no tiene futuro. Acabo de decidir que aquí se queda mi nefasto matrimonio y con el mis miedos, para vivir lo que sea que me ofrezca la vida.
Como si mis pensamientos le hubieran llamado, sonó el timbre y al abrir la puerta estaba allí.
Siempre me encantó su porte algo distinguido que siempre le hizo parecer más mayor y algo lejano, para la amiga de su hermana pequeña que siempre le adoro en silencio.
-Hola Alexia, ¿cómo estas?-todo mi cuerpo reaccionó a su presencia-
-Bien
-¿Bien?
-Bien señor
-Huele muy bien –una sonrisa iluminó su rostro triste y de repente borró diez años de el-
-Sí, ¿te apetece comer?
-Mucho
Se sentó a la mesa y fui a añadir un plato, pero él me frenó.
-No hace falta Alexia, no necesitaremos ni más platos, ni más sillas –dijo señalando sus muslos-
Me senté en ellos y enseguida su contacto puso todo mi cuerpo en alerta máxima, tiró del único plato que había en la mesa y metiendo la cuchara probó la comida.
-Buenísimo, voy a disfrutar tanto de ti…
La siguiente cucharada la llevó a mis labios, junto con dos más antes de volver a comer él, mientras yo miraba absorta su boca, deseando ya de nuevo sus caricias o sus castigos… me daba lo mismo.
Cuando terminamos de comer, fui a traer el otro plato y de paso algo de fruta que también devoramos entre los dos, comer con él se me estaba antojando de lo más erótico.
-Alexia desnúdate y siéntate en la silla
Masticando mi última porción de carne me levante y me desnudé aun con algo de vergüenza, pero excitándome por momentos.
Se levantó y sacó algo de la bolsa que había traído, eran tiras elásticas con las que arrodillándose ante mí y tras coger uno de mis pies y acercarlos al pie de la silla me ató, cogiendo otra hizo lo mismo con el otro pie y levantándose dijo con voz grave:
-Las manos a la espalda, quiero tu entrega absoluta. ¿Confías en mí?
-Si señor –no tuve que pensar un solo segundo la respuesta-
Ató mis manos a mi espalda y quede totalmente expuesta a lo que él quisiera hacer con mi cuerpo, eso por un momento me asustó, pero solo duro un segundo porque cuando sus dedos agarraron uno de mis pezones olvide todo temor.
Bajo la cabeza y lamio mis tetas, levantándolas y moviéndolas con su lengua. Succionó como un niño poniéndose estos duros y entonces saco una especie de pinzas de la bolsa.
-Esto va a apretar un poco Alexia
La abrió y poco a poco fue soltando, sentí la presión y un poco de dolor… mientras intentaba aguantar sentí lo mismo en el otro pezón, intente respirar despacio sin querer hacerlo profundamente por miedo a que me doliera más.
Se arrodilló ante mí, mirando las pinzas apretar mis pezones y poco a poco el calor de su mirada, el deseo por lo que vendría… no sé qué fue pero dejo de doler y solo sentía presión sin más.
Sus manos ahora acariciaban mi estómago y se dirigían sin prisas a jugar con los rizos de mi pubis.
-Me encanta tu sexo y la manera en la que enseguida responde a mis estímulos.
Volvió a incorporarse y vi cómo se desnudaba por completo, sin vergüenza ni pudor alguno dejo que viera su excitación y yo me relamí al ver su duro sexo, anhelando ser poseída por él.
Poniéndose a mi lado agarró su sexo fuertemente con una mano y acercándolo a dos centímetros de mi cara dijo con toda tranquilidad:
-Saca la lengua Alexia
No lamí su polla, simplemente el rozó la misma en mi lengua mientras se la meneaba diestramente, mirando las pinzas que oprimían mis pezones.
-Me encanta verte así, sometida y aun así ansiosa de más… sin esperar nada ni saber dónde va a llevarte.
Cuando su respiración se hizo más entrecortada y su sexo hervía en mi lengua se apartó negándome el placer de seguir lamiendo y saboreando mientras no pedía detalle del placer en su rostro serio.
Rebuscó entre sus cosas y saco un pequeño tubo de algo gelatinoso, que tras untar sus dedos llevo a mi sexo, estaba frio en contraste con el calor de mi cuerpo, pero poco a poco empecé a sentir un calor insoportable…
Bruno se sentó frente a mí mientras yo me retorcía deseando que aliviara ese calor entre mis piernas.
-¿Lo sientes Alexia?
-Si, señor –necesitaba correrme, apretar las piernas, hacer algo por que ese calor no me consumiera y el no hacía nada-
Espero un poco antes de levantarse y acercarse de nuevo a mi y junto dos dedos, los metió de un solo golpe en mi vagina, entró y salió duramente, juntando otro dedo, volvió a penetrarme mil veces, estaba al límite y sabía que no podía correrme hasta que el me diera permiso. Su prohibición hacia que deseara hacerlo aún más.
-Señor por favor necesito…
-No Alexia, aun no puedes. Quiero que aguantes porque al final tu placer será mayor.
Seguía torturándome dando placer sin dejarme llegar al final, aguante no sé cuánto tiempo al borde de la locura y entonces me soltó con la otra mano las muñecas, los tobillos y me hizo levantar con sus dedos aun en mi interior. Se sentó en la silla e hizo que apoyara el culo en la mesa y saco sus dedos. Quería llorar de frustración cuando me dio la vuelta rápidamente, coloco su polla en línea con mi sexo dejando que sintiera su tacto y enloqueciera porque me penetrara.
-Por favor señor –le suplique apoyada en la mesa-
-No te voy a follar, frótate con mi polla como una perra en celo, quiero sentir tu humedad en ella.
Lo hice y a pesar de ser mejor que nada, no bastaba para poder correrme, se movía frotándose a mi ritmo y notaba su respiración en mi nuca.
-estoy muy cachondo Alexia, me pones a cien perrita sumisa, tu coño arde y quema mi polla.
Gimió conmigo antes de retirarse de nuevo, darme de nuevo la vuelta y aprovechando que estaba apoyada me agarró de los muslos y rodee sus caderas con mis piernas, ahora su polla estaba en la entrada, bajo la cabeza para poder lamer mis pezones y entonces sentí un calambre desde la punta de su lengua se extendió hasta el centro de mi cuerpo, jamás había sentido una sacudida así y me asusté de mi reacción.
-Es normal tus pezones están sensibles por las pinzas –dijo antes de lamer de nuevo-
Moví las caderas al jadear y el empujó su polla, un solo golpe y me catapulto al mismo cielo. Grité descontrolada mientras él me decía.
-Si ahora Alexia córrete
Creí que iba a desmayarme de placer a cada arremetida y al final cuando ya creía que bajaba la intensidad un potente chorro de semen explotó en mi vagina y volví a correrme mientras él se vaciaba.
Me fui a trabajar en una nube y no baje de ella hasta que se abrió la puerta y apareció mi amiga sonriente.
-¿Tienes cara de tonta, mi hermano te trata bien?
Recordé el polvo del mediodía y mis braguitas se mojaron; hablamos un rato y luego me dejo seguir en mi nube.
No tenía noticias de él, no sabía si vendría a buscarme, si nos veríamos esa noche o la siguiente… no sabía nada y no me preocupaba.
Cuando me metí en el ascensor, alguien se coló al último momento y supe que era el antes de verle. No me dijo hola, no me sonrió, simplemente se acercó y me besó hasta que apenas podía respirar.
Al salir del ascensor me cogió de la mano y fuimos a cenar, después paseamos y hablamos de cosas sin tocar el tema “lo nuestro”.
Llegamos a una zona de bares nocturnos y tirando de mí me metió en uno. Era un sitio con clase, pulcramente decorado en tonos rojos y negros. Con lámparas de cristal y suelos brillantes.
Una barra redonda dominaba el local y en cada esquina había un arco que llevaba a cuatro habitaciones.
Pedimos unas copas en la barra y sin soltar mi mano me llevo al primer arco indicándome que cogiera mi copa.
Me quede helada al llegar y mirar dentro, era una habitación con una cama redonda en el centro, donde dos chicas de rodillas en la misma, se besaban completamente desnudas, mientras gente sentada alrededor de la cama miraba el espectáculo. Nunca había estado en un sitio así, ni había visto sexo explícito en persona y allí estaba de su mano mirando también el espectáculo mientras el apretaba mi mano en la suya.
Miré toda la habitación decorada en tonos rojos, hasta las paredes eran de terciopelo rojo. Mientras ellas seguían tocándose me di cuenta que ambas llevaban un collar en torno a su cuello, de este una cadena llevaba a dos hombres vestidos de negro de aspecto duro y distinguido.
Uno de ellos tiró de la cadena y ella sumisa como una gatita fue hacia él, bajándose de la cama; al llegar bajó la cabeza demostrándole sumisión, el dio otro tironcito y ella levantando el torso le desabrocho la cremallera liberando su sexo lo agarró con una mano empezando a meneársela, la otra chica ahora se había echado en la cama mientras otro hombre agarraba su cadena con una mano y un látigo de colas en la otra; empezó a azotar sus pechos con el látigo, arrancando suspiros de su boca.
Recordé la primera noche y miré a Bruno, el miraba a la chica que masturbaba al hombre ahora con su boca, ante la mirada de unas veinte personas que disfrutaban del espectáculo, en ese momento vi que un hombre más mayor se la meneaba a su lado sin disimulo mientras el de la correa de la chica sacaba algo de su cartera y se lo pasaba al hombre, desde donde estaba pude ver el aluminio de un preservativo, que el viejo cogió, abrió y colocó en su semidura polla que no era tan grande como la del amo de la chica, este dio otro tironcito y ella poniéndose de pie, se acercó al viejo y se sentó mirándole sobre su polla. El hombre gimió al sentir que se la enfundaba y el amo se levantó y cogiendo una especie de pala golpeo el trasero de la chica que cabalgaba con ahínco al señor.
Me estiré para ver mejor el espectáculo ante la sonrisa de Bruno vi como el culo de la chica estaba rojo y aun así seguía golpeándoselo cada vez que ella galopaba excitada sobre ese señor.
La de la cama lamia los huevos de su amo que se había medio arrodillado poniéndolos en su boca, también paso un condón a otro hombre que pronto se arrodilló entre las piernas de la mujer y doblándole las rodillas la penetró mientras ella lamia sin parar.
Las dos gemían pasándolo en grande mientras sus amos las cedían a otros.
-¿Porque las castigan después de entregarlas a otros y ellas acceder?
-Míralas Alexia, las castigan por que disfrutan con otras pollas. ¿Disfrutarías tu perrita?
-no, solo tu señor… por favor –dije asustándome-
-tranquila sé que no estas preparada para eso, pero cuando lo estés quiero que sepas que velaré a cada segundo por ti y te protegeré siempre. Eso es lo que hacen los amos con sus sumisas. Tú te entregas a mí por completo y yo te cuidaré con la misma intensidad pequeña.
Miré de nuevo y la del viejo estaba ahora de pie inclinada sobre su amo lamiendo su polla, mientras otro tras ella la penetraba con furia.
-Solo pueden participar los elegidos por su amo, a los que entregan preservativo y tan solo pueden penetrarlas, sin caricias, sin besos y sin ningún contacto más que el de la penetración.
Me excito ver eso mientras él me explicaba las reglas. Entonces me llevo al otro extremo y entramos en otra sala donde una chica estaba atada en un potro como los de gimnasia y una cola tras ella esperaba para penetrarla, mientras un hombre acariciaba su pelo a cada remetida del resto. Ver a esos hombres enfundarse el preservativo antes de estrechar la mano del amo de la chica para follársela me calentó muchísimo. Mientras miraba sentí la mano de él tocar mi culo, luego se metió bajo mi falda y dentro de mis bragas para pellizcármelo.
Cualquiera que pasara por detrás podría ver mis bragas y hasta parte de mi culo, con su mano sobándolo y no me importaba. Lo pellizcaba, apretaba mi carne duramente mientras miraba a esos hombres follarse a esa chica.
-¿Te gusta el sitio?
-Sí, señor. –asentí con la cabeza, ya que era cierto, aunque jamás lo hubiera pensado antes de él-
Sacó la mano para llevarme al otro sitio, allí había un hombre de rodillas, también con collar y cadena lamia los pies de una mujer de mediana edad, llevaba un antifaz y el pantalón roto en las nalgas desnudas. Al lado de ella un chico más joven que ella tenía la mano metida en su vestido y le tocaba los pechos mientras el hombre del collar ahora había subido el vestido de la mujer y lamia su sexo con devoción mientras ella daba tironcitos de la cadena y le decía:
-Chúpame bien o tendré que volver a castigarte. –los dos llevaban collares similares-
Nos fuimos cuando el otro empezaba a darle con un látigo largo en las nalgas blancas.
Ya solo nos quedaba una habitación, en ella una chica estaba atada a una x, mientras un hombre le agarraba las piernas y subiéndolas se la metía, a su alrededor de pie un grupo reducido miraba mientras se masturbaban. Me parecía curioso, ese hombre se excitaba follándose a su sumisa atada entre gente que no conocía masturbándose mirándolos.
De pasada hacia la barra vi como en la primera sala aún seguían, el pidió otra copa y se sentó en un taburete, hizo que me acercara y me dijo al oído:
-Súbete la falda a la cintura y deja que te toque
-¿Aquí?
-Si –su voz sonó tajante-
Unos taburetes después del mío un par de hombres nos miraban
-No puedo
-Acabas de ganarte un castigo por no llamarme de nuevo señor y cinco latigazos por negarte. A partir de ahora cada minuto que pase sin tocar tu coño serán cinco más… hoy tendrás muchos latigazos que contar… -dijo un minutos después-
-Sigo esperando impaciente, demuéstrame que eres capaz de cambiar tu vida y que vas a decidir cómo vivirla sin importarte nadie más que tú misma. Sabes que deseas que te toque y lo haré. Olvida el resto y concéntrate en tu placer.
Sus palabras sinceras surtieron efecto y poco a poco ante su mirada intensa y cargada de promesas, subí mi falda hasta mi cintura y me acerque hacia su mano para que esta se colara de nuevo en mis bragas.
Cerré los ojos para disfrutar de la sofocante sensación de sus dedos rozando cada centímetro de mi hinchado sexo.
-Abre los ojos Alexia, quiero ver cómo crece el deseo en tus ojos, no sabes cómo crecen y brillan tus pupilas cuando estas al borde del orgasmo. Ellos ven tu culo, podrían ver tus tetas y tu precioso sexo, pero esa mirada es solo mía.
Sabía lo que quería oír, lo que necesitaba oír para soltar amarras y ser lo que él quería que fuera… completamente suya y moldeable en sus manos. La misma que estaba instalándome en esa nube placentera, donde subía la temperatura por momentos. Me giré y vi como uno de esos hombres había sacado su sexo y se estaba masturbando, mientras el otro había colocado a su chica de rodillas ante él y le penetraba la boca sin dejar de mirarnos agarrándola del pelo.
-¿Ves cómo te desean? Los dos a pesar de no tocarte y de darse placer el uno a solas y el otro en compañía, se correrán pensando en ti, mirándote…
Eso junto a la fricción de sus dedos me llevo a un orgasmo monumental, allí en medio de todos esos desconocidos me corrí temblando como un animalillo.
Después me sacó de aquel sitio de la mano y en silencio me llevo a la calle y andamos hacia su coche.
Me llevó a casa, aparco cerca y me acompaño andando al portal, justo antes de llegar a este tiró de mí y pegándome a la pared asalto mi boca y mis sentidos de nuevo, cuando se separó y yo ya volvía a jadear.
-Mete la mano en mi pantalón y menéamela.
Miré a ambos lados y vi a un vecino del portal de enfrente apoyado en la barandilla fumando.
-¿Nos van a ver?
-¿Ahora te importa?
-Esta gente me conoce
-No Alexia esta gente creía conocerte, solo yo conozco a la verdadera Alexia. Agarra mi polla o serán más de quince…
Sopese sus palabras y de nuevo sentí que era cierto, lejos de sentirme obligada con cada explicación suya me sentía más liberada. Toque su carne dura, caliente, palpitante y desee tenerle en mi boca, en mi cuerpo…
-Haz que me corra Alexia por que hoy me has puesto a cien en ese garito, pero has tardado demasiado en obedecer para merecer que te folle.
Sus palabras me decepcionaron y cuando sentí sus manos en mis hombros aun me cabree más; quería que me arrodillara, quería que se la mamara en medio de la calle ante al menos un vecino que ni por asombro se movería de allí y muchos menos dejaría de mirar el espectáculo.
Lo hice encendida y malhumorada, saqué su polla y la metí en mi boca con rabia, hasta el final, sentí arcadas y no pare hasta que sus pelotas golpearon mi barbilla.
Mi sexo chorreaba de nuevo ansioso cuando succione con ganas ese trozo de carne, sus manos ahora tiraban secamente de mi pelo que el tenia cogido como en una coleta.
-Si nena chúpala, que placer me da tu linda boquita de mamona. El tío del balcón se la está meneando, esta noche has producido más de un orgasmo pequeña y solo a mí me has dado placer directo.
Saqué su polla solo para lamer sus huevos y volver a pasar por su enorme capullo la lengua antes de volver a tragármela.
-Mete la mano en tus bragas, estoy a punto de llenar tu garganta de semen y quiero que te corras mientras me vacío en tu boca.
No necesite más, de cuclillas metí mi mano bajo mi falda, aparte mi braga y roce mi sexo que ardía de deseos, dos pasadas sobre el clítoris y sentía los espasmos adueñarse de mi estómago, poso su mano en mi nuca y me empujó la polla bien adentro, sentí un chorro en mi garganta, espeso y caliente… y me corrí como una loca gimiendo sin importarme estar en medio de la calle a las tres de la madrugada. El orgasmo recorría mi sexo mientras tragaba su semen.
Me alucinaba su aguante para dominar sus orgasmos y correrse cuando y como quería.
-Muy bien nena, ahora límpiala que tengo que marcharme.
Limpié con mi lengua todo rastro de su corrida y metí su polla en el ancho pantalón, él se colocó la camisa y cogiéndome de la mano me acompaño al portal.
-Sube a casa y enciende la luz para que sepa que estas bien, no puedo subir… no tengo fuerzas para castigarte y no puedo follarte antes de castigarte. Nos vemos mañana
-Si, señor –le dije mientras besaba mis labios antes de empujarme en el portal instándome a entrar-
Subí y encendí la luz asomándome para ver cómo se iba, él se giró y me miro antes de seguir.
En ese momento pensé en que es bonito que te llamen princesa, pero es aún mejor que te hagan sentir como tal y yo ahora mismo me sentía su princesa. Aunque esa palabra difícilmente la oiría de sus labios.
Me acosté saciada y pensando que había aprendido una nueva lección, me estaba enseñado a vivir mi sexualidad sin importarme quien mirara, enseñándome que podía exhibirme y protegerme mientras otros disfrutaban mirándome y yo disfrutaba más sabiéndome observada por gente que jamás conocería.
Sonreí al pensar que me depararía mañana a su lado…