Me enseñan a disfrutar en una fiesta

Les contaré mis primeras experiencias en el sexo de jovencita. Cómo descubrí los orgasmos, la masturbación, que me manosearan y me follaran la boca en una fiesta del colegio.

Hola, me llamo Leah y quiero contarles los primeros encuentros que tuve con el sexo y cómo me enseñaron a disfrutar, sin yo saber de lo que mi cuerpo era capaz.

Cuando iba en el colegio, algunos años antes de la universidad, yo no conocía nada de mi cuerpo ni de mi sexualidad. No sabía de las posibilidades de placer que tenía en los varios centímetros de piel y, en especial, entre mis piernas. Era completamente inexperta. En mi casa los temas relacionados con el sexo no eran tabú, como pasa en muchas familias, pero tampoco se hablaba de eso. En las escuelas en las que estuve tampoco hubo la mejor educación sexual.

Así fue como crecí, desconociendo acerca de mi cuerpo y del placer. Cuando pasé al último año de mi escuela, tuve un despertar a la sexualidad medio forzado porque al comenzar el ciclo escolar muchos de mis compañeros y amigos presumían de las experiencias que habían tenido en el verano, cuando estuvimos de vacaciones. Todo comenzó con mi mejor amiga que durante las vacaciones me mandó mensajes contándome sus hazañas. Ella (se llama Maca) fue a un crucero y me contó que ahí conoció a un chico muy guapo, alto, moreno, de pelo chino sedoso y una voz muy grave. Él se le acercó en la alberca a hacerle la plática y Maca, que siempre ha sido muy coqueta, claro que le siguió el juego. Creo que yo me hubiera sentido incómoda y no me imaginaba cómo Maca y él terminaron por besarse unas horas después. El chico le llevaba varios años a Maca y supongo que también mucha experiencia, pues cada día la fue convenciendo para llegar un poco más lejos. Maca me contó que el segundo día le acarició las tetas por encima del bikini, por debajo de la toalla, por lo que fue discreto y nadie se dio cuenta. Entonces estuvo un buen rato sobeteando hasta que Maca estaba más que chorreando jugos de entre sus piernas.

Maca no era tan inexperta como yo, pues ese día me confesó que después de eso, cuando fue a cambiarse a su camarote, se masturbó varias veces pensando en él y recordando cómo le pellizcaba los pezones. Yo ni siquiera sabía que las mujeres se masturbaban!!! Alguna vez vi en series y películas que los hombres lo hacían, jalándose su miembro, pero si las mujeres no tenemos miembro, cómo era posible eso!!! Quedé muy intrigada, pero no quise preguntarle más por mensaje; mejor hacerlo en persona cuando nos viéramos. Luego al día siguiente Maca me contó que cuando estaban dentro de la alberca, jugando y besándose, él le tocaba y manoseaba las tetas de vez en cuando, casi inadvertidamente. Pero después de darse un buen calentón, empezó a dedear a Maca. Me dijo que le metió la mano por debajo de la parte inferior del bikini cuando estaban bajo el agua de tal forma que nadie veía, ni se percataba. Él se pudo dar gusto metiéndole los dedos y pasándoselos por donde quería, teniendo a Maca loca de placer, aguantándose las ganas de gemir y gritar de placer. Después de que hizo a Maca venirse debajo del agua se la llevó a su habitación y le pidió que le chupara el pene. Maca lo hizo obedientemente hasta que le salió leche. Maca se sentía la más mayor y la más experta por haberse dejado manosear y por habersela chupado a un hombre mayor que ella, encima de todo guapísimo. Yo tuve muchas dudas con sus mensajes porque no sabía ni qué le había tocado, ni por qué el tipo le pidió que le chupara el miembro, pero pensé en seguir guardando mis preguntas.

Cuando me la encontré el primer día de clases, cuando almorzábamos algo, le pedí que me aclarara algunas cosas. Yo de verdad que no podía esperar más de la impaciencia y la curiosidad que contuve en el verano. Lo primero:

-Maca, cómo te masturbas??? Yo nunca lo he hecho.

A lo que Maca me respondió: -No es posible, no te creo. Es fácil, sólo tienes que encontrar un puntito duro entre tus piernas, más hacia tu pubis. Cuando te excitas se hincha, se pone más grande, rojo y mojado. Te lo tienes que frotar hasta que te vienes.

-Qué es eso de venirse?

-Ay, Leah, por dios, que es tener un orgasmo. Seguro tampoco sabes qué es un orgasmo. Es como un temblor muy grande que sientes, sientes que te vas a mear, pero no pasa; lo único que pasa es que se siente muy rico y acabas chorreadita de entre tus piernas. Mira, inténtalo hoy en tu casa. Puedes pensar en el chico que te gustaba el año pasado, te acuerdas? En Rogelio. Es más, para que tengas inspiración, vamos a saludarlo.

Fuimos a donde estaba sentado Rogelio con un par de amigos más. Yo iba muy insegura, pero la seguridad y la sensualidad de Maca me ayudaban a tener confianza. Entonces saludamos a Rogelio y Maca les hizo la plática. Le dijeron que iba a haber una fiesta de inicio de ciclo el viernes y que nos invitaban. Yo trataba de platicar, pero me quedaba embobada con la cara y el cuerpo de Rogelio. Ya no se veía como un muchachito, como los demás compañeros, había embarnecido más, y tenía una sombra de barba que se le veía muy bien. Comencé a sentir cosquillas entre mis piernas. Me sentía muy rara y hasta un poco agitada. Entonces recordé los mensajes que me había enviado Maca y me imaginé que yo era ella y el tipo guapo del crucero era Rogelio. Lo imaginé tocándome las tetas por encima del bikini y no pude evitar morderme el labio, son un suspiro silencioso. Rogelio debió notarlo porque volteó hacia mí y me dijo -Quién te trae así, Leah? Yo me puse supernerviosa y sólo me reí.

Toda la semana intenté masturbarme como me dijo Maca. Nunca sentí mi cosita entre las piernas, no me sentí mojada ni encontré el botoncito duro, y para nada sentía rico, de hecho me molestaba cuando trataba de frotarme.

En fin, llegó el viernes y Maca se fue a arreglar a mi casa después de la escuela para irnos a la fiesta de los amigos de Rogelio. Se sentó, me vio fijamente a los ojos y me dijo, entre una seriedad de mamá en los ojos, pero una sonrisa perversa en los labios:

-Leah, yo sé que eres muy inocente y por eso quiero que sepas a lo que vas. En las fiestas como esta a la que vamos, pasan muchas cosas. La verdad es que estas fiestas son para beber de más, algunos se drogan, y luego para follar. Ubicas las películas de Estados Unidos en las que todos están besándose y fajonéandose en una casa? (Yo asentí) Pues en la última fiesta del año pasado estábamos así y se salió de control. Algunas parejas empezaron a coger prácticamente a la vista de los demás. Entonces la situación se calentó y más parejitas les siguieron. No todos lo hicimos. Yo esa vez iba con mi prima Rebecca y no quisimos hacer nada porque ya iban a pasar por nosotras. Tú sabes que yo me fui de vacaciones, pero mi prima Rebecca siguió yendo a todas las fiestas del cole y dijo que ahí perdió su virginidad. Me contó que, cada fiesta, en cuestión de pocas horas se convertía en un burdel barato pero con adolescentes calentones follando todo lo que podían.

Yo me quedé callada pensando, muy sorprendida, la verdad. Entonces Maca siguió:

-No te lo digo para que te asustes o no vayas. Al contrario, te anticipo para que puedas disfrutar más la situación. Ya estás en edad de experimentar más, Leah. No quiero que te quedes con las ganas. Entonces por qué no te buscamos un atuendo muy sexy, te relajas y, si llega un chico, tú déjate llevar, y verás que la pasas rico y muy bien. Yo recordé las sensaciones que Rogelio me hacía sentir y no tardé en ayudarle a Maca a encontrar un vestido muy sexy, negro con la espalda descubierta y que me quedaba de largo en un punto medio entre la rodilla y la ingle.

Me dijo -Leah, que con ese vestido hasta a mí me dan ganas de chuparte la panocha.

Ya en la fiesta había muchos chicos del cole y de otras escuelas cercanas. Algunas personas ya estaban borrachas cuando llegamos. Veíamos a varias parejas besándose y algunas acariciándose todavía muy discretamente encima de la ropa. Sentí muy rico cuando vi eso, muchas cosquillas en mi vagina. Quería ser yo la que estuviera en esa situación: quería que un hombre me metiera la lengua hasta la garganta, luego me chupara el cuello mientras que con las manos me acariciaba la cintura y me apretaba las nalgas. Me prendí muchísimo. Ahora sí, por primera vez sentía mojadas mis partes. Maca me dio un trago para relajarme y al poco me rato me dijo -Mira! Rogelio!

Volteé hacia un pasillo y lo vi caminando hacia mí. Tenía una sonrisa y una mirada muy excitantes. Traté de responder la sonrisa seductora y en eso Maca me dijo al oído -Recuerdas lo que hablamos? Esta noche es tuya, nena. Voy a perderme por ahí.

Entonces se fue antes de que Rogelio llegara a mí, esquivando a la gente platicando y a las parejitas fajoneando. Me dijo que si quería bailar y le dije que sí. Entonces nos acercamos a la sala de donde venía la música, justo cuando estaba una canción de pop lento, muy sensual. Entonces se pegó a mí poniendo sus manos en mi espalda baja. Así tan cerca, sentí latir su corazón, olí su loción y sentí su barba. Me sentí excitada al instante. En eso se acercó a mi oído y me dijo -Me di cuenta de cómo me mirabas en la semana. Y justo cuando terminó la oración me acercó todavía más a él, de modo que mi entrepierna y la suya quedaron muy juntas. Sentí una dureza y en eso me dijo -Tú también me gustas. Entonces acercó sus labios a los míos y me besó, primero muy suave y luego más violento. Sentí que me quería comer la boca. Mientras me besaba tan deliciosamente bajó sus manos a mis nalgas. Después de sobármelas, apretármelas y pellizcármelas, yo estaba húmeda, mojadísima más bien, y muy excitada. Me metió las manos al pantalón para acariciármelas por dentro. Sentía cómo su miembro estaba erecto, durísimo, y lo sentía frotarse suavemente hacia muy pubis. Cuando me llegaba la lucidez por momentos pensaba -No puedo creer que me esté pasando esto!!! Así tan fácil y así de delicioso. La verdad es que después de lo que me dijo Maca en mi casa yo sabía muy bien a lo que iba. No me iba a hacer la mustia porque yo deseaba eso que Rogelio me estaba haciendo. Sentí cómo Rogelio me atraía hacia él apretándome las nalgas, y mi pubis rozaba con su miembro una y otra vez.  En eso, Rogelio paró de besarme y sin sacar las manos de mi pantalón me dijo -Vamos a buscar un cuarto solo. Asentí.

Encontramos un cuarto de servicio pero que tenía suficiente espacio para estar cóm0dos. Me cargó y me sentó sobre la lavadora. Mis tetas le quedaban a la altura de la cara, así que me las comenzó a sobar por encima del vestido. Me bajó las copas del vestido por debajo de las tetas, de manera que sin quitarme el vestido podía tenerlas afuera para saborearlas mejor. Por la urgencia de tenerlas, me lanzó unos mordiscos en los pezones que me dolieron un poco pero me prendieron más. Entonces me chupó mucho los pezones. Yo me moría de placer, ya estaba gimiendo, sentía la panocha enorme, gordita e hinchadita, además de que ya sentía mis pantis húmedas de tanto que estaba mojando. Rogelio sin dejar de mamar de mis tetas me metió la mano bajo el vestido, coló su mano dentro de mis panties y empezó a dedearme toda mi cosita. La acariciaba con los dedos, me los metía en la vagina y luego de un pellizco tomó entre su dedo pulgar y el índice algo que me hizo enloquecer. Recordé las palabras de Maca y pensé que lo que debió agarrarme era ese botoncito duro. Con delicadeza, pero firmeza me sobó ese puntito hasta que le empecé a gritar que parara porque me iba a mear. Rogelio no paró, sino todo lo contrario, aceleró el ritmo y en un instante sentí que me desmayaba... cerré los ojos, gemí como una perra, recuerdo que hasta se me salió baba de la boca... sentía contracciones en mi vagina y un inmenso placer. Él se acercó a besarme mientras yo apenas me recuperaba y regresaba en mí. Lo miré sonriendo, más de placer que de otra cosa, y me dijo -Te ves preciosa cuando te corres. Luego sin decir nada más se quitó el cinturón y se bajó los pantalones y los boxers.

Por primera vez vi un pene en vivo y a todo color. Era más grande de lo que pensaba y estaba parado, muy duro y con la punta brillosa. Se lo sobó un poco con la mano viéndome a los ojos, con una cara de pervertido, y me dijo -¿Me la mamas, hermosa? Entonces me bajó de la lavadora y puso en el piso frente a él unas toallas que había en el cuarto de servicio. Yo entendí de inmediato que eran para que me arrodillara sobre ellas, por lo que hice eso, me quedé viendo fijamente su pene, muy excitada de verlo así, y sin pensar más me lo metí a la boca. Chupé y chupé, me lo saboreaba todo. Él me tomó del cabello y a veces me guiaba la velocidad o me empezaba a meterme el pene más duro en la boca.

Me dijo: -Me dejas correrme en tu boquita preciosa? Verdad que sí me vas a dejar?

Y yo sólo pude voltear a verlo a los ojos y asentí, como pude, con mis ojos llorositos de sentir a ratos que su verga me ahogaba. Entonces vi que eso lo prendió mucho y empezó a metérmela más fuerte. Me estaba follando la boca con su verga. Yo estaba mojándome otra vez porque me excitaba muchísimo la situación, tenerlo tan cerca y sentirlo tan caliente. Entonces gritó -Me voy a correr, y sentí un chorro espeso y tibio en la boca. Me gritó –Trágatelo. Yo con la boca llena de su venida sin saber qué hacer me lo tragué todo. Luego me ayudó a pararme y me dio un beso muy largo, cuando yo aún sentía que tenía algo de su líquido en la boca.

Me dijo que me quería hacer correr otra vez y que quería follarme, perforar mi vaginita y correrse dentro. Me dijo que podíamos coger ahí mismo, entonces me volteó para quedar dándole la espalda y me recargó sobre la lavadora. Pasó sus dedos sobre la rajita entre mis nalgas y luego bajó hasta la vagina. Hizo un gemido de placer cuando sintió que estaba empapada. Se humedeció los dedos, bien mojados de mis jugos, y los llevó a mi culito que empezó a dedear. Me dijo -me vas a dejar estrenar tus agujeritos?

Yo asentía a todo. Estaba prendida, muriéndome de ganas, con miedo pero con la calentura al mil. Sentí cómo me apoyó su verguita entre mis nalgas y aunque no me había penetrado ni me estaba tocando, solté unos gemidos de placer, o más que de placer de ganas, bramando como una perra en celo, ansiosa de sentir a mi macho dentro. En cuestión de segundos se abrió la puerta del cuarto donde estábamos y unas frases entre la música alta y el bullicio me hicieron aterrizar de golpe en la realidad: -Leah, querida, lamento interrumpir, pero recuerda que tu papá va a pasar por nosotras a la 12 de la noche en punto y faltan 10 minutos. Rogelio y yo suspiramos y se separó de mí.

Le dijo a Maca que ya salíamos, que esperara fuera. Maca emparejó la puerta sin cerrarla del todo. Rogelio me dijo –Estás deliciosa. Me quedé con ganas de más.

Le respondí que yo también. Me dijo que si le iba a dejar estrenarme. Le dije que sí y que quería repetir y mejorar lo de esa noche.

No sé cómo me arreglé el vestido como pude, mientras Rogelio se arreglaba el cinturón. Salimos juntos y ahí estaba Maca esperando, junto a la puerta. Nos despedimos de un beso y me fui con Maca. Le dije –No te imaginas lo que hiciste. Me interrumpiste segundos antes de que Rogelio me penetrara. Me respondió –Ya lo sé, llevaba varios minutos afuera del cuarto de servicio escuchando todo. Pensé mucho si interrumpirte o no, pero al final decidí que era mejor hacerlo antes que durante. Le dije a Maca que me sentía rara de que me hubiera escuchado hacer todo eso, dejar que Rogelio me follara la boca, gemir como loca, hasta escuchó mi primer orgasmo. Me dijo –Chica, si yo te he contado con detalles todo lo que viví en el verano. Además, mira, que sonaba muy rico todo. Yo también estaba disfrutando, con la mano metida en las pantis.

Me sorprendí todavía más de saber que se masturbó escuchándome!!! Y más allá de la sorpresa, me excitó pensar en toda esa escena. Vi a Maca con unos nuevos ojos, imaginándome por un segundo cómo sería probar mi placer junto a ella, escuchándonos gemir, pero no logré articular más de ese pensamiento pues estaba exhausta y aun incrédula de todo lo que acababa de vivir.

En la entrada ya estaba mi papá, un poco molesto por la hora, y eso que sólo nos retrasamos cinco minutos, en lo que caminábamos a la salida; agradecí que Maca hubiera sido la voz de la razón. Odiaría haber llegado tarde y oliendo a sexo frente a mi padre molesto, que de por sí siempre ha sido celoso conmigo.

Esa noche fue la puerta a nuevas aventuras de placer. Conocí las delicias del sexo ese año durísimo con Rogelio, algunas veces con Maca y ocasionalmente con otros compañeros de las fiestas. Nada mal para una chica que descubrió su sexualidad más tarde que todos sus amigos de la edad. Pero no importa, que entre esas experiencias de sexo adolescente y caliente y horas masturbándome en mi habitación, me puse al corriente.