Me encanta seducir

Una pareja en viaje de negocios hace realidad una de las fantasías del marido: verla poseída por otro hombre.

Mi nombre es Beatriz, y reconozco que soy un poco frívola, pero no lo considero una cosa mala, sino divertida, y no me siento culpable, el único culpable es mi marido, que creo que es el hombre más morboso del mundo, y poco a poco ha sabido convencerme de que esta vida es muy corta y hay que aprovecharla en todos los sentidos. Actualmente tengo treinta años, mi esposo treinta y tres, y aunque él es muy aparente, yo le gano en eso, pues tengo un buen cuerpo que, sin tener medidas platónicas, tiene muy buenas formas, perfectas piernas, culito con forma de corazón y respingón, un pecho justo y aún duro, cinturita de avispa y unos grandes ojos azules.

Les voy a relatar una vivencia que tuvo lugar en el verano, en una Feria de Muestras en Madrid, a la que mi marido quería asistir por intereses de su empresa. Siempre hemos mantenido una vida sexual plena y muy activa y desde hace un tiempo fantaseábamos con la idea de introducir a alguien en una experiencia nueva, pero no nos habíamos planteado hacerlo realidad, solo eran fantasías que salían a relucir cuando hacíamos el amor, aunque yo sabía que él lo decía con todas las de la ley pues lo conozco a la perfección; si le gusta que me arregle sexy para salir por la noche, es porque le gusta que me miren y notarme excitada, por lo que no me extrañaba esa fijación que tenía de entregarme a otro. Ese viaje a Madrid que hice con él (algo inusual) realmente fue completo. Llegamos un viernes cerca de las doce de la mañana, fuimos al hotel que habíamos reservado, y después de darnos una ducha nos vestimos. Llegó la primera sorpresa: mi marido me dijo que no me pusiese la ropa que estaba cogiendo, pues la gente más que a trabajar parecía que se arreglaban para una boda, y que nosotros no podíamos desentonar, así que nada de vaqueros o ropa cómoda, me aconsejó un traje minifalda (no excesivamente corto) de color verde pardo muy bonito, y zapatos de tacón (no de aguja, pero sí de vestir), y después de pensarlo comprendí que me quería ver muy elegante pero con un toque sexy, por lo que me puse a juego una blusa blanca muy fina de vestir.

Cuando llegamos al pabellón donde estaba la feria empezó una avalancha de presentaciones y después de visitar varios stand de empresas en las que se suponía estábamos interesados llegamos a uno donde un gerente comercial nos recibió y, después de saber quiénes éramos, se desvivió en atendernos. He de reconocer que me fijé en el muchacho nada más al verlo, pues era alto, fuerte y tenía unos ojos verdes que parecían atravesar, pero en lo que no me fijé fue en la blusa que llevaba puesta, y como sentí calor me despojé de la chaqueta. Al momento note que el muchacho (llamado Alejandro) me miraba cada vez con más insistencia mientras hablaba con nosotros, y me di cuenta que el sujetador de encaje que llevaba, se apreciaba claramente al través de la fina tela de la blusa, pero por no hacer el ridículo aguanté el tirón de esa guisa, pues tampoco era nada del otro mundo, y más después de ver los modelitos de más de una. Cuando quisimos darnos cuenta de la hora que era, vimos que era hora de comer y Alejandro tuvo el detalle de querer invitarnos (por ser futuros clientes), a lo que mi esposo accedió, emplazándole en diez minutos en la puerta principal, para ir a despedir a otra amistad mientras tanto.

Cuando nos alejábamos mi marido me preguntó-¿has visto como te miraba? Esto esta siendo más divertido de lo que esperaba- y yo le contesté- sí, además, es muy guapo nene, a ese le tienes que comprar. Seguimos despidiéndonos de gente, y cuando salíamos para la puerta donde habíamos quedado, me dijo mi marido-¿te gusta tanto como para beneficiártelo?- no seas tonto- ¿te da miedo dejarme?. Me había sentido acorralada, pero lo que no esperaba es que mi marido se parara enfrente para desabrochar un botón de mi blusa, y me dijera: no se ve nada mientras no te agaches, pero si lo haces sí se verá, quiero ver cómo intenta verte el pecho mientras comemos, va a ser divertido. Y no pude hacer nada pues vi que Alejandro se acercaba a nosotros, y no quise quedar como tonta, pues no se veía nada realmente. La comida fue buena y placentera y por no estar acostumbrada a beber vino me noté un poco tocada, pero me estaba divirtiendo, pues Alejandro intentaba una y otra vez mirar en mi escote con gran disimulo, pero no veía nada y me sentía excitada por el juego. Incluso llegué a levantarme al aseo de tal forma que me agaché para dejarle ver por fin. Después de tomar café, nos despedimos pues él tenía que volver a su stand, y nosotros queríamos volver al hotel a descansar un poco e ir después a visitar a unos tíos míos que vivían allí.

Cuando llegamos al hotel ni que decir, nos buscamos rápidamente, pues nos habíamos excitado con el juego. Mientras retozamos, mi marido se encargó de ponerme a cien diciéndome lo guapo que era Alejandro, y lo bien que la podía pasar esa noche con él, si quería, a lo que yo un poco bebida le respondí si era en serio, respondiéndome que sí, que era la oportunidad de mi vida, pues estábamos en un sitio lejos de casa y no lo volveríamos a ver, además de que que le gustaba y él quería verme disfrutarle. Tuve un orgasmo de campeonato, pero sin dejarme descansar mi marido acarició mis muslos, y siguió preguntándome que si lo iba a hacer, a lo que no sé cómo le respondí -¿de verdad quieres que me acueste con él?. sí, me encantaría verte gozar, y sujetarte los brazos mientras tienes un orgasmo. ¿seguro? -sí- ¿y si después te arrepientes?- yo seré el responsable, no tú, de verdad que me gustaría y tú lo sabes. No sé si fue por sus caricias o porque lo deseaba, pero accedí a intentarlo sin comprometerme; a lo que mi esposo dijo- vamos a quedar esta noche con él para salir a tomar algo, e intentaré ayudarte. Me fui al aseo para meterme en la bañera, y estando en ella no pude evitar acariciarme por la excitación que tenía, a pesar de haber disfrutado de todo unos minutos antes. Oí como mi marido llamó a Alejandro y le preguntaba si tenía la idea de salir esa noche, pues queríamos salir y no conocíamos la ciudad, y después de unos minutos se acercó a la puerta y me dijo, tienes toda la tarde para arreglarte y ponerte impresionante, he quedado que a las 9.45 pasará a buscarnos en recepción, mientras yo voy a ir a la cafetería a tomar algo. Le dije que se esperara, que si era cierto que íbamos a hacer eso, y me respondió- tú sabes que llevo dos años pidiéndotelo, esta es nuestra oportunidad de hacerlo sin que nos traiga problemas, y Alejandro sé que te gusta de verdad, ¿tienes miedo?- Sí , ¿tú no? - no, yo sé que me quieres y ésto es un juego que mañana habrá pasado ¿no te echarás atrás ahora?- espera es que no creo que debamos......-tranquila mi vida, si después no quieres no lo hacemos, pero a mí me gustaría verte.....(y me dio un beso en los labios marchándose).

Estuve un rato pensando y llegué a la conclusión de que tenía que intentarlo y si no se concretaba no pasaría nada, pero mi marido no se merecía menos...Alejandro estaba más que bien, estaba de campeonato. Pedí cita en la peluquería, me cambié el pelo y me compré un vestido de noche que me quedaba como una segunda piel, negro con algo de brillo y bastante más corto que todo lo que llevaba en la maleta, y cuando llegué a la habitación vi que mi marido estaba dormido, seguramente aburrido de esperarme, por lo que opté por entrar al baño y arreglarme sin despertarle, pero metí la pata y encendí el hilo musical despertándolo, por lo que vino al baño y viéndome con el pelo cambiado sonrió y me dijo que estaba guapísima, irresistible, a lo que le respondí: ¿estás seguro de lo que vamos a hacer?-sí, totalmente- Pues arréglate tú primero y baja a esperarle, que me quiero arreglar y darte una sorpresa para que me veas irresistible de verdad (es muy fetichista y morboso)- a lo que accedió. Cuando se marchó me arreglé todo lo rápido que podía, y no fue más rápido porque me temblaban las piernas de los nervios y no daba pie con bola. Me di aceite en las piernas, pues a pesar de no hacer un calor excesivo, me podía permitir el lucir el moreno de dos meses de playa y no usar medias, ya que sabía que era ganar puntos. Cuando acabé de maquillarme, vestirme y calzarme, me miré en el espejo y me excité nada más al verme, vi que realmente estaba sexy, casi demasiado, realmente demasiado, pero no había tiempo para cambiarme y buscar algo más light, pues ya eran las diez y cuarto. Tenía un vestido negro de lycra con brillito de tirantes muy corto, con un escote que se arrugaba sobre sí mismo y bajaba hasta el principio de mis senos, dejando ver parte del canalillo, unos zapatos altos de tacón con una tira que salía de atrás y rodeaba mi tobillo, el pelo caoba me lo había ondulado, estaba maquillada como para las grandes ocasiones, y por dentro lo único que llevaba era un minúsculo tanga, que apenas tapaba mi rasurado sexo (suelo depilarme entera menos un triangulo pequeño en la parte superior) Cuando bajé a recepción los vi en la cafetería y sus caras fueron un poema, lo decían todo con los ojos (me desnudaron con la mirada), y no sé quién se sorprendió más de los dos. Me halagaron y piropearon unos instantes, y nos dirigimos al coche de Alejandro, pues teníamos reservación y llegábamos tarde, me senté detrás y todo el camino me sentí observada por el retrovisor, teniendo que estirar el vestido todo cuanto pude para no enseñar nada, cosa que Alejandro observó claramente, por lo que dejó de mirarme. Llegamos a un coqueto restaurante y cuando nos sentamos Alejandro se disculpó y fue para el aseo, momento que aprovechó mi marido para decirme que realmente había merecido la pena la espera, pues estaba de infarto, y no pude evitar el preguntarle si estaba seguro de lo que estábamos haciendo, a lo que me volvió a responder afirmativamente. Me encontraba un poco agobiada, pero también excitada, y prefería no pensar en nada y dejar que todo siguiese su curso, lo que tuviese que pasar, pasaría. Cuando llegó Alejandro nos atendieron rápidamente, y disfrutamos de una deliciosa cena, en la que mi marido no paró de llenarme la copa de vino (algo que me afecta por la falta de costumbre), y cada vez me fui encontrando más animada y entonada, por lo que incluso empecé a mirar a Alejandro de una manera diferente, un tanto pícara, cosa que creo que notó pero que no podía evitar. Durante la espera del postre me levanté para ir al baño, y a pesar de notarme un poquito bebida me encaminé contoneándome un poco para lucir aún más mi buena figura, cosa que no pasó desapercibida para los comensales de las demás mesas, pues vi muchas caras de deseo. Al volver vi claramente la cara de los dos, y no supe acertar a quien tenía más encandilado, por lo que me sentí muy a gusto y dueña de la situación.

La cena transcurrió placentera y tranquila y una vez terminada fuimos a una discoteca muy curiosa y una vez dentro empezó la diversión, pues estaba un poquito bebida y reconozco que caliente, y después de un gin-tonic me vi flirteando con Alejandro, y dejando que el vestido se fuese inclinando para adelante (por el peso de tanta tela sobrante en el escote) luciendo un canal mucho mayor, por lo que en muchos movimientos se podía apreciar una buena parte de mi pecho. Estábamos divirtiéndonos como tres amigos, mas yo sabía que los tenía a los dos como una moto, a pesar de no hacer nada del otro mundo, sólo dejándome desear, por lo que en una ocasión que se alejó Alejandro me dijo mi marido -deberías de insinuarte más, de atacarle un poquito- a lo que le respondí que por favor no me presionase, que todo iba bien y que el sitio no era el más propicio. Cuando volvió mi nuevo amigo cambié un poco la actitud y me dediqué a mirarle cada vez de una forma más insinuante, lo que él apreció rápidamente, pero lejos de reaccionar se cortó un poco; y es normal pues estaba ahí mi marido, y éramos posibles clientes, hasta que pusieron música de salsa y agarrándole por el brazo le arrastré a la pista de baile donde bailé por un rato apreciando un bulto en su pantalón después de rozarle con el culo en algunas partes de la canción. El pobre estaba que se salía y me sorprendí a mí misma disfrutando de todo lo que estaba haciendo, pero el sitio no permitía mucho más, y les dije de ir a un sitio más tranquilo pues la música tan alta me estaba levantando dolor de cabeza, a lo que Alejandro dio varias ideas, de la que escogí ir a un piano club (pensé que sería un sitio más íntimo), y partimos para allí cogidos del brazo como tres buenos amigos (yo en medio). Una vez en el coche me volví a sentar detrás pero esta vez no me estiré el vestido, dejando la totalidad de mis brillantes muslos al aire, para disfrute de mi amigo que estuvo todo el trayecto mirándome por el retrovisor.

Llegamos al lugar y nada más al entrar supe que había acertado, pues no había excesiva cantidad de gente, y el ambiente era de parejitas, luz tenue y música tranquila. Nos dirigimos a una mesa que hacía esquina y era muy discreta (eran asientos y respaldos de obra cubiertos de moqueta, rodeando a una mesa) donde solo se nos veían las cabezas. Después de tomarnos nota el camarero, mi marido se levantó guiñándome un ojo (él quería dejarnos a solas para forzar más la situación) y se dirigió al aseo, lo que aprovechamos para charlar de cosas más personales como si estaba casado (sí lo estaba), el tiempo que llevábamos casados nosotros y otras vanalidades, conversaciones regadas de miradas insinuatorias risas tontas y provocativas y un cruce de piernas de vértigo, por lo que conseguí que su temperatura estuviese al límite. Cuando volvió mi marido seguimos charlando de tonterías hasta que quitaron el blues y pusieron una canción lenta, a la que respondieron las parejas saliendo a la pista de baile, por lo que sin pensarlo saqué a mi marido a bailar y, como esperaba, se negó, por lo que cogiendo del brazo a Alejandro se lo propuse casi forzándolo a bailar. Cuando estuvimos en la pista de baile lo noté muy rígido pues me cogió de lejos y parecía un palo moviéndose, por lo que me reí y le dije que se acercase más que no mordía, y se pegó algo más por lo que me vi obligada a pegarme yo contra él, cosa que noté que le puso muy nervioso, por lo menos los primeros instantes... En un giro se dio cuenta que mi marido estaba de espaldas y no nos observaba; me dijo que era una mujer tremendamente atractiva: eres la mujer que todo hombre desea para él. Siguiéndole el juego me apreté contra él y le pregunté susurrándole al oído-¿tú me deseas?- noté como si le hubiesen dado una descarga (el muchacho lo estaba pasando mal, pues me deseaba pero estaba con mi marido) pero reaccionó y contestó: claro ¿y quién no te desearía?. Empecé a notar el bulto de su entrepierna crecer, pero lejos de asustarme (estaba excitada como nunca) me apreté más para sentirlo mejor, a lo que él respondió bajando sus manos por mi cintura hasta tocar con sus yemas de los dedos los bordes de mi tanga y siguió su contorno hasta atrás no pudiéndose resistir a cogerme por el culo y apretarme contra él; siguiéndole el juego metí mi pierna izquierda entre sus muslos, lo que hizo que nos sintiéramos más el uno al otro. Acabó la canción y volvimos a nuestros asientos. Al llegar mi marido comprobó que había pasado algo, pues había un silencio que cortaba y Alejandro no tenía muy buena cara por lo que se marchó al baño sin decir nada. Aproveché para contarle lo ocurrido y preguntarle si quería seguir adelante, a lo que me volvió a responder afirmativamente, diciéndome que era su fantasía desde hacía mucho tiempo. Le pregunté qué podíamos hacer a continuación y me dijo que lo mejor era planteárselo claramente, que él pensaba que accedería, pues se le notaba que estaba frito por mí, que él se encargaría de eso. Me hizo sentarme a su izquierda y poner el bolso a su derecha dejándole sitio a nuestro amigo a la izquierda mía, quedando yo en medio, y cuando este llegó y vio el cambio de sitios optó por la única salida que le quedaba. Empezó mi marido a hablar y para no ponerse más nervioso de lo que estaba le dijo claramente- mi mujer tiene ganas de acostarse contigo ¿a ti te apetece?- a Alejandro se le descompuso la cara y no medió palabra, por lo que mi marido continuó diciendo- mira estamos casados desde hace mucho y nos queremos, pero tenemos la fantasía de introducir otro chico sólo para ella, tú le has gustado, estamos lejos de casa y no te volveremos a ver, por lo que eres la persona perfecta, ¿te gustaría ayudarnos?, sin compromiso de ningún tipo por supuesto- y mientras dijo esto empezó a acariciarme los muslos aun brillantes del aceite de almendras. Alejandro no daba crédito y mi marido continuó diciendo- ¿no te parece que tiene unas piernas preciosas?- y separándolas un poco cogiéndome por la rodilla, empezó a acariciar mis muslos por la parte interior, mientras le decía- mira que piel tan suave tiene, dan ganas de comérsela, la única condición es que no intentes nada conmigo pues soy heterosexual. Yo me sentía violenta y muy muy caliente y lo único que supe hacer fue sonreír a mi nuevo amigo lo que le ayudó bastante, pues puso su mano derecha en mi muslo izquierdo y mientras me acariciaba preguntó que si había alguna condición o algo más (realmente no se creía lo que le estaba pasando), a lo que mi marido respondió que podría hacer todo, siempre que yo quisiese, manteniendo educación y por supuesto usando preservativos, por lo que sin pensarlo dos veces dijo que estaba de acuerdo. Mi marido dijo de irnos al hotel, pero Alejandro le pidió (por el tono parecía una suplica) que esperásemos un poco hasta terminar las bebidas que quería volver a bailar conmigo, a lo que accedimos, y me levanté como pude para ir a la pista de baile (me temblaban desde los pies a la cabeza de los nervios que tenía). Rápidamente esta vez se pegó contra mí, estaba claro que quería disfrutar de mi cuerpo todo lo que no se había atrevido antes a hacerlo y, mientras frotaba su bulto contra mi pubis, empezó a recorrerme entera, besándome el cuello, la oreja y diciéndome las ganas que tenía de sentirme entera... Después de darse un buen agasajo conmigo, besarme y acariciarme entera volvimos al asiento, y mi marido metiendo su mano bajo el vestido empezó a decir que le había gustado mucho verme bailar así. Cuando me quise dar cuenta me estaba masturbando y el nuevo socio me cogía un pecho y acariciaba las piernas por lo que les pedí que pararan, pues no aguantaba más esa situación en publico (estuve a punto de sentir un orgasmo y suelo ser escandalosa), por lo que nos marchamos al hotel, y créanme que a pesar de la distancia no tardamos más de siete u ocho minutos en llegar (Alejandro tenía mucha prisa, ja ja).

Entramos al hotel y nos dirigimos a recepción por la llave (Alejandro se fue directamente a la tercera planta como habíamos quedado). Cuando entramos en la habitación tuve que pararlos pues parecían fieras hambrientas y propuse sentarnos y decir primero que cosas querían hacerme, para ver hasta donde podíamos llegar...y creanme, querían hacerme de todo, por lo que les dije que la única condición era que no quería sentir nada más que placer, de dolor nada y me apoyé en el escritorio que había en la habitación mirándoles provocativamente. Vinieron hacia mí como si se lo hubiese ordenado y cada uno por un lado empezaron a acariciarme; estando de pie, los sentí besarme el cuello, tocarme el pecho insistentemente, agarrarme por la cintura y frotarse contra mi culo y yo qué sé que cosas más, pues me entregué por completo y sólo quería sentirme así de deseada y disfrutada, por lo que empecé a buscar sus penes, que estaban como autenticas piedras. Me fueron desnudando entre caricias y besos, dejaron caer mi vestido, y frotándose contra mí (estaba desnuda, pues solo tenía el tanga y los zapatos) me llevaron a la cama en volandas y allí siguieron acariciándome hasta que consiguieron que tuviese mi primer orgasmo. Sin dejarme respirar siguieron con caricias y besos, me sentía fuera de control, deseosa de sentir más, de ser más utilizada y disfrutada por los dos. Pareciendo que lo sabían empezaron a comerme, uno desde arriba y uno desde abajo, aunque fue Alejandro el primero que comió de mi zona íntima, lo que me hizo arquear el cuerpo para ofrecérselo mejor. Seguí en esas lides como si mi cuerpo fuese independiente y mi razón me viese desde unos metros, pues cada vez me veía haciendo cosas que no pensaba, por puro instinto, por puro deseo. Creo que el momento más fuerte fue cuando Alejandro terminó de hurgar con su lengua en mi sexo, y estando boca arriba, mi marido desde atrás me levantó y separó por completo las piernas, para dejarle por completo el camino libre. Le miré entre mis muslos, vi como estaba de erecto y deseé con todas mis ganas sentirle entrar en mí; pareciendo que me entendió, empezó a penetrarme lentamente pero sin parar hasta llegar al fondo, lo que me obligó a soltar un fuerte gemido de placer, a lo que mi marido me respondió al oído: así quería verte, gimiendo de gusto al sentirte cogida por otro- escuchando eso sentí que me soltaba las piernas por lo que rodeé la cintura de mi amante con ellas, para sentirle mejor, para empujarle más dentro... Estuvimos desde las 3.45 de la madrugada hasta las 7.30 haciendo de todo, me tomaron por atrás y me hicieron chuparles, me tomaron por delante en todas las posturas posibles, y se desahogaron dentro de mí, Alejandro en dos ocasiones y veinte mil intentos más. Como es de suponer acabamos como amigos (aunque nunca hemos vuelto a saber de él) se marchó, pues tenía que trabajar. Ese día no fui a la feria, pues no podía andar bien, tenia dada una sesión de sexo muy fuerte, y ciertas zonas de mi cuerpo, sin ser vírgenes, estaban muy doloridas. Fue una experiencia maravillosa, y desde entonces sueño con repetirlo, con llegar a toparme con otro hombre que sea guapo, inteligente y deseable, pues quiero repetir todo, sin perderme todos esos maravillosos momentos en los que descubrí que... me encanta seducir. ¿Quién piensa que puede ser él...tú? aliciasexibom@hotmail.com