Me encanta que sea tan zorra (6)
Continuo con las andanzas y aventuras recorridas por la golfa de mi esposa. Repite con Rodolfo, el primero con el que pude verla. Ahora me da una clase de como calentar a Cristina y ponerla a mil.
ME ENCANTA QUE SEA TAN ZORRA (6)
Como dije en mi relato anterior, después de su juerga en el cine, Cristina y yo estuvimos unos cinco meses sin tener rollos extramatrimoniales. O al menos que ella me contara, aunque debo de pensar que me los cuenta puesto que confío en ella, pero a veces tengo tantas dudas.
Durante aquellos cinco meses, volvió a quedar con Jaime, el Director General del que os hablé en otro relato, volvió repito a quedar con él para comer dos o tres veces. Estaba claro que al Dire le iba Cristina un montón.
Pero cuando llegaban las noches y teníamos sexo y entonces yo le preguntaba, seguía sin haber nada de nada. El tío la invitaba a comer, la comía a miradas, le soltaba alguna cosilla a la que ella, según me contaba la sonreía insinuante, pero no acababa de atacar. A la cuarta comida me dijo que le había puesto un par de veces la mano en las rodillas, que en un restaurante al que habían ido fuera de la ciudad, con una buena arboleda alrededor, se había atrevido a agarrarla de la cintura, que al dejarla pasar en las puertas para entrar o salir primero había sentido algún pequeño roce, pero que nada más. No parecía decidirse a atacar o quizás, lo más probable es que no estuviera seguro de si Cristina iba a responder como él quería.
Yo empecé a notar que cuando teníamos sexo a ella le apetecía imaginarse a Jaime. Sentía como no era fingido, que realmente la tocaba o chupaba y se lo estaba imaginando a él. Con mi polla dentro de ella le preguntaba o le hacía preguntas sobre Jaime y veía lo viciosa que se ponía. Disfrutaba como una zorra, cerraba los ojos y yo notaba absolutamente que de verdad se lo estaba imaginando. Cuando follándola y tocándole las tetas le preguntaba si le deseaba, si le gustaría que le hiciera esto o lo otro, respondía con unos síes deseosos como nunca, como una guarra enviciada. La verdad es que al Dire ella estaba empezando a desearlo mucho. Quizás fuera porque no lo daba pillado o por lo que fuera, pero a Cristina le iba un montón, lo notaba.
Estos comentarios son imprescindibles para que luego comprenden todo lo que tuvo Cristina con el tal Jaime, ya que luego, muchos relatos serán con él, pero quiero que vayan comprendiendo el deseo que ella sentía por él y como aún hoy, sigue siendo un tipo que la tiene en cuanto quiera.
Tras esos cinco meses, un día hablamos de ir a algún lado o tener alguna aventura más. No nos poníamos de acuerdo. Yo tenía ideas que no la convencían y ella tenía otras que no me convencían a mi porque no veía claro que pudiera ver, o porque conocían a amigos míos o por otras razones. Un buen día, contemplando una vez más distintas posibilidades, me comentó la posibilidad de hacerlo otra vez con Rodolfo, el primero con el que yo la había visto y con el que habíamos empezado estos juegos que ya han seguido para siempre. Yo, nuevamente le comenté que el repetir con alguien no me gustaba, que tenía miedo de que se enviciara con alguien, aunque realmente mi miedo era a que se pudiera enamorar aunque fuera un poco. Ella me contestó que no había problema, que Rodolfo era un cincuentón, casado, con un montón de hijos y además, feo, que aunque era delgado, no era su tipo ni tenía atractivo físico y que nunca se iba a enamorar de él. Yo le pregunté entonces por qué quería repetirlo, no lo entendía. Ella me contestó que a pesar de todo, era muy bueno con las palabras, que sabía decirle cosas que la encantaban y que sabía hacérselo desear a fondo. Sabía hacerla sufrir un poquito y hacérselo desear y eso la encantaba. Además, según ella, era un tipo que había sabido muy rápido descubrir sus debilidades.
Acepté, después de hacerle repetir de nuevo que no le atraía nada más que en el tema del sexo y asegurarme bien que como pareja, no le atraía nada en absoluto. Hicimos el plan y preparamos el darnos una pasada por el bar donde sabíamos que estaba todos los días con la disculpa de ir a ver a mi vieja y anterior patrona.
Llegó el viernes (el sábado no hay que madrugar) y nos preparamos. Dejamos el niño, no sé si lo he dicho pero Cristina había tenido un niño de su matrimonio anterior con el que se quedó abandonada con quince días del pequeño, cuando su marido descubrió una o varias infidelidades de Cristina y la abandonó. Debió de pensar que el niño pudiera no ser suyo y por eso, nunca más, ni el niño ni Cristina, supieron de él. Cuando yo aparecí en la vida de Cristina, el niño tenía solo 1 año o año y medio. Por lo tanto, para ese niño, yo soy su padre y para mi, él es totalmente mi hijo pues, cuando recibes cariño lo acabas dando y al final, un hijo lo es del corazón y no de un semen. Dejamos el niño con sus abuelos, como hacíamos muchos fines de semana y nos preparamos para ir al bar en el que sabíamos que Rodolfo estaría seguro.
Ella se vistió esa día con su faldita negra, cortita y tableada de la que he hablado en algún otro relato pues le quedaba muy sexy y se la ponía a menudo y un polo amarillo con tirantes muy anchos, que tapaban perfectamente los tirantes de su sujetador.
De ropa interior se puso unas braguitas negras, totalmente lisas por detrás y con un dibujo transparente en forma de rombos por delante y de sujetador, uno negro bastante transparente y con bastante encaje, que le quedaba apretadillo y le levantaba bien los pechos como si estos quisieran salir y romper aquella prisión.
Por el camino, en el coche, volvió a comentarme que aquel vicioso sabía calentarla muy bien con las palabras y que era muy golfo. Aun ahora, cuando hace ya muchos años que no sabemos de él (debe ser ya un pobre viejito), me ha comentado que si esto de internet llega a existir entonces, seguro que él la hubiera calentado como nadie, ya que sabía excitarla muy bien con las palabras.
Por disimular, pasamos antes por la casa de mi vieja patrona a verla y saludarla. La pobre no tenía familia y ya que estábamos allí, era lógico verla un rato y ver que tal seguía. La pobre mujer, cada día más anciana, tenía cada vez más achaques y problemas y la verdad es que en aquel momento, no sabía que aquella era la última vez que la estaba viendo. En cuanto pudimos, nos despedimos y nos dirigimos al bar con la disculpa de que íbamos a saludar a los viejos amigos.
Entramos al bar y saludamos a la gente. Por supuesto, allí estaba Rodolfo, como siempre, pues cuando yo vivía en aquel barrio, había visto como lo único que hacía todas las tardes era estar en el bar, tomando una copa y otra. Por supuesto, en cuanto nos vio, a Rodolfo le faltó tiempo para venir a nosotros saludándonos. Me hizo gracia cuando le dio los correspondientes dos besos de saludo a Cristina en las mejillas poniéndole la mano en la cintura de ella. Pensé que aquel golfo ya se la había tirado y por lo tanto, sabía perfectamente lo puta que era Cristina y lo mucho que le iban las pollas a aquella golfa.
Estuvimos tomando unas cervezas. Evidentemente, había mucha gente que se ponía a hablar y a saludarme, principalmente a mi que había sido amigo y vecino y había muchos ratos en que yo estaba hablando con cualquiera de ellos. Cristina estaba cerca de mí pero al mismo tiempo, quedaba un poco fuera de la conversación, lo cual, aprovechaba Rodolfo para acercársele y decirle cosas al oído, a lo que Cristina sonreía. Alguna vez vi como se atrevía y la ponía la mano en la cintura y también vi como Cristina hablaba con él, como contestándole a sus cosas. Luego, ella, con mucho disimulo y naturalidad, le quitaba la mano de la cintura. En eso Cristina nunca ha fallado en todos estos años, en no dejarme en evidencia delante de mis amigos o de mi familia, siempre lo ha sabido hacer. Allí había gente que eran amigos o conocidos míos y para los que Cristina era mi hermosa mujer (todos creían que más joven que yo debido a lo bien que se ha conservado siempre) y por tanto, ella, allí, no le daría a Rodolfo el más mínimo pie para dejarme en evidencia.
Estuvimos un rato y cuando Cristina empezó a decirme que debíamos irnos, comprendí que la cosa que buscábamos estaba hecha y empecé a despedirme de todos.
De camino a casa, en el coche, pregunté a Cristina como había ido el asunto y me dijo que bien. Le pregunté de que hablaban y me dijo que él le había hecho algún comentario sobre lo putón y cachonda que era. Que ella le sonreía pero que cuando le ponía la mano en la cintura se la quitaba diciéndole que allí había gente y que se comportara. Lo más importante es que había conseguido lo que quería. Le había dicho a Rodolfo que al día siguiente, sábado, yo me iba con mi tío a no se donde y que no volvería hasta el domingo y que si quería, se acercara a casa por la tarde, ya que él sabía donde vivíamos. Sabía que él al estar casado, no podría quedarse por la noche aunque creyera que yo estaría fuera y por lo tanto, la jugada era redonda. Me dijo que él había aceptado encantado y que habían quedado para las seis.
Llegó el sábado y estábamos preparados esperándole. Cristina para estar con él y yo para meterme en la habitación donde tenemos hoy el ordenador y desde donde se puede ver el salón perfectamente. Comenté a Cristina que se las arreglara como quisiera pero que no podían ir a la cama a nuestra habitación porque no podría verlos, que tenían que hacerlo en el salón y que procurara que el máximo del tiempo estuvieran o donde la mesa donde comíamos o en el sofá pues eran los dos sitios donde él, le resultaría más difícil ver mis pelitos o mis ojitos mirando, mientras yo les podía ver perfectamente. Me dijo que no me preocupara.
Se preparó. Se puso una bata negra que tenía y debajo pura y simplemente su ropa interior. Un conjunto de color negro (el negro se lo pone muchísimo) con un tanguita de raso, suavísimo al tacto y un sujetador sin aros que, creo que era el sujetador más transparente que tenía, ya que se veían perfectamente la aureola que rodeaba sus gordos pezones. Se peinó e incluso se maquilló llegando a pintarse los ojos. Cuando acabó y dio una vuelta alrededor mostrándose, allí maquillada, con los ojos pintados de un color azulito, en bata y ropa interior debajo, que al caminar, enseñaba los muslos a través de la bata e incluso a veces algo más, en fin, que no pude evitar decirle que estaba muy zorra, que parecía una guarra deseosa.
Sonó el timbre y supimos que era Rodolfo. Yo me metí rápidamente en la habitación frente al salón, completamente a oscuras y pegado a la pared de tal modo que él no pudiera verme al pasar por el pasillo.
Rodolfo llegó y saludó a Cristina comentándole lo guapa que estaba. Pasaron por el pasillo y Cristina se metió en el salón. El la siguió, llegando a ella y agarrándola por la cintura.
Te has pintado. Te has puesto sexy.... eh puta..... le dijo. Cristina sonrió poniendo sus manos sobre su pecho y deslizándolas hacia arriba para rodearle el cuello.
Alfonso le besó metiéndole toda la lengua en la boca de ella, a lo que Cristina le correspondió con las mismas ganas.
Qué pedazo de putona eres, le dijo Rodolfo tras terminar el beso.
Cristina le buscó nuevamente la boca, pero él le dijo que esperara.
He estado pensando desde ayer y.... tengo juego que te va a encantar.....
Cristina le miró intrigada. ¿Un juego?, le preguntó.
Sí, dijo él. Te va a encantar, te va a sacar todo el vicio que hay en ti.
Entonces la agarró y la puso de pie sobre la mesa en la que comemos, poniéndose detrás de ella aunque separado. Tuve suerte porque de ese modo, los dos quedaban de espaldas a la puerta de la habitación donde yo miraba y eso me permitió ver a gusto, sin tener que andar con precauciones.
Rodolfo le pidió que cerrara los ojos y supongo que Cristina lo haría. Entonces, él sin tocarla lo más mínimo empezó a hablarle mientras ella tenía los ojos cerrados.
Bien..... empezó diciendo él.... ahora.... quiero que te imagines que estas en el Bar rodeada de gente. Que sientas que yo estoy detrás y estoy mirando tu culito de putón deseoso. Te estoy desnudando con la mirada. Tu sabes que me muero de ganas de tocarte, pero por culpa de la gente y de tu marido no puedo, aunque me muero de ganas y tu lo sabes. ¿Lo estás imaginando viciosa?. Cristina hizo un gesto de sí con su cabeza.
Bien.... sigue ahí.... sintiendo mis miradas de deseo.... de ganas de tocarte y chuparte por todas partes......
Cristina, consciente o inconscientemente, apoyada en la mesa con sus manos, empezó a mover ligeramente su culito. Según me diría después, estaba totalmente metida en el papel y en la escena y se la estaba imaginando de verdad.
¿Qué es lo que sientes mientras te miro y te deseo sin poder hacer nada?, le preguntó Rodolfo.
Me siento..... cachonda.... le dijo Cristina con mucha sensualidad y moviendo su culito muy suavemente.
Bien.... continuó Rodolfo. Ahora imagínate que yo me atrevo un poco más.... que me acerco un poquito más.... a pesar de la gente.... me acerco un poquito a ti...
Al decir eso, Rodolfo se acercó un poco más a ella, tocando un poquito con su pierna las piernas de ella pero muy ligeramente, como si realmente estuviera en el bar lleno de gente y tuviera que disimular. Cristina soltó un suspiro muy suave y siguió moviéndose sensual y muy ligeramente, como si realmente estuviera viviendo la situación en la realidad. Rodolfo le continuó hablando...
Ahora, con mucho disimulo voy acariciar un poquito tu culito y tus muslos, con todo el disimulo por la gente, pero lo suficiente para que me notes.... Al decir esto, con dos dedos empezó a acariciar sus muslos por encima de la bata y un poco su culito, con la parte del envés de la mano. De verdad, parecía que estaban en el bar de verdad con todo el disimulo que se hacía. A mi me estaba encantando, pero pensaba que a Cristina la debía de estar calentando bien. Ahora comprendía cuando me decía que el golfo de Rodolfo la sabía calentar de miedo.
Así me gustas.... como una zorra deseosa. Estás que te mueres de ganas.... No puedo....hay gente.... pero lo estás deseando como una guarra....
Síii, suspiró Cristina.... Síii
¿A que tienes ganas.... putilla?
Síii, le contestó Cristina moviendo su culito....
¿Qué es lo que deseas? Vamos.... putona.... dime lo que deseas...
Llévame fuera del bar.... por favor.....le suplicó Cristina.
No puedo. Está tu marido.... la gente.... pero... ¿por qué deseas que te lleve fuera?... vamos, dímelo....golfa.....
Para que puedas tocarme.... lo estoy deseando vicioso....
¿Estás deseando que te toque las tetas?.... verdad putón.... verdad que lo deseas...
Síiiii..... le dijo Cristina con ganas, elevando un poco la voz tan dulcecita que tiene.
Si qué..... le dijo Rodolfo mientras seguía rozándola con sus dedos.....
Síii, le contestó Cristina... estoy deseando que me toques las tetas....
Eso es.... me gusta verte así.... estás poniéndote muy cachonda.... te mueres de ganas..... te envicia pensar que te toque las tetas.....
Síiiii.... le dijo Cristina.... tócame las tetas..... golfo.... chulo.... tocámelas.....
No puedo... estoy en el bar.... Cristina soltó una respiración de total insatisfacción. Rodolfo se lo estaba haciendo desear bien. El continuó....
Mira... estoy fijándome en como se marcan tus tetas y tu sujetador sobre tu blusa.... me muero de ganas Cristina.... tus tetas me apetecen como un loco..... y saber que tu también lo estás deseando como una zorra viciosa me excita más....
Putero.... chulo.... tocámelas de una vez.... me muero de ganas..... (Yo me estaba empalmando como nunca oyéndoles).
Bien... Cristina. Ahora imagínate que tu tienes que salir a buscar algo al coche. Cierra los ojos e imagínalo. Yo salgo detrás tuya..... y llego hasta ti cuando acabas de cerrar la puerta.... así.... sigues teniéndome a tu espalda.... Ahora no hay gente.... puedo acariciarte el culo..... y sentir lo golfa que estás....
Cristina movió el culo con más ganas. Rodolfo la estaba poniendo totalmente viciosa.... la estaba haciendo morirse de ganas.... Joder con el cincuentón, como la estaba poniendo....
El empezó entonces a acariciar su culo y sus muslos y chupándole el cuello, mientras Cristina echaba un brazo hacia atrás y acariciaba el pelo de Rodolfo....
Ahora sí puedo hacerlo zorra.... no hay gente.... es muy tarde y no hay nadie por la calle.... pero quiero que tu me lo pidas.... pídemelo puta..... dime que quieres que te toque las tetas..... vamos putona... pídemelo....
Tócame las tetas.... golfo.....por favor.... tócame las tetas.... me muero de ganas cabrón....
Eres una golfa....
Síiii... tócame ya chulo....
Según me comentó Cristina después, estaba tan caliente con sus palabras, imaginando la escena, tenía tantas ganas que estaba completamente mojada. Su tanguita según ella estaba empapado y hubo veces que pensó que iba a correrse sólo con las palabras de Rodolfo y con el deseo y las ganas que le estaba haciendo sentir. Rodolfo empezó entonces a pegarle bien su paquete a su culo y empezó a desabrochar el cinturón de la bata, la cual cayó rápidamente al suelo. La agarró por la cintura, ahora totalmente al aire.
¿Sigues deseando que te toque las tetas..... viciosa?
Cristina le pegó totalmente el culo al paquete. Su culo se movía con unas ganas locas.
No puedo más.... tócame las tetas ya..... demuéstrame lo guarro y putero que eres... tócamelas... pellízcamelas.... comételas.... no puedo más.
En esos momentos, yo estaba tocándome la polla como un loco. Por encima del pantalón, pero la tenía dura como pocas veces. Rodolfo la hizo sufrir un poquito más.
Yo quiero hacerlo, pero.... puede venir gente.... puede salir alguien o tu marido del bar....
Me da igual le dijo Cristina casi gritando. Tócame las tetas vicioso....
En esos momentos, Rodolfo echó sus manos sobre el sujetador de Cristina que se movió como una auténtica zorra. Giró la cabeza buscando con su boca la de Rodolfo, apretando el culo contra él. El no le dio el beso que estaba esperando. Antes, se lo hizo desear una vez más.
ahora quiero que me demuestres con la boca y la lengua las ganas que tenías de que te tocara y lo mucho que te gusta que lo haga. Vamos, dime con la boca que quieres que siga, que quieres mas.... hazlo putona....
Cristina le metió un morreo salvaje. Creí que con su boca se iba a comer la de Rodolfo. Una de sus manos apretaba la polla de Rodolfo por encima del pantalón.
Rodolfo continuó. La dio la vuelta y le dijo.
Ahora imagínate que te he metido en un portal que hay abierto. Estamos aquí en el portal.... solos. Aquí... puedo hacerte de todo, aquí en el suelo del portal.... pero a lo mejor viene alguien..... podrían vernos....
Cristina echaba fuego por los ojos.
Me da igual quien venga.... hazme tu golfa so guarro..... Fóllame hasta que revientes....
Rodolfo la ordenó quitarse el sujetador. Ella lo hizo. El la agarró sobándole bien el culo.
Voy a comerte a fondo las tetas.... pero quiero que me lo pidas golfa, pídemelo como una puta.... hazlo...
Hijo de puta.... que cachonda me estás poniendo.... Cómeme las tetas cabrón.... hazme de todo....
Rodolfo empezó a chuparle y comerle sus tetas a fondo mientras sus manos empezaban a acariciar el tanga de Cristina que debía de estar empapado. ¡Qué caliente la había puesto!. Mi mujer estaba con un cincuentón que la había puesto como un putón de cachonda. En esos momentos se hubiera dejado penetrar por cualquiera, seguro.
Estás caliente, le dijo Rodolfo. Estás caliente y cachonda....¿Quieres que te folle? ¿Quieres que te haga sentir una zorra?. El sí de Cristina, no sé cuantas iiiiiii habría que ponerle. ¡Qué ganas tenía!
Tendrás que prepararme bien la polla. Tendrás que chupármela bien si quieres que te la meta... demuéstrame lo bien que lo haces.... guarra.
Cristina le desabrochó y bajó sus pantalones y sus slips y sacó la polla de él. Normalmente, ella suele empezar con suaves chupecitos con su lengua pero aquel día, nada más sacarla, se la metió en la boca como una poseída. La empezó a chupar de una manera como nunca lo había visto, ni a ella ni a nadie. Era un ánsia, unas ganas que parecía querer tragársela entera. Y encima, Rodolfo la calentaba más.....
Asíiiiiii.... chupámela a fondo golfa.... Pídeme con tu boca que te la meta.... vamos... demuéstrame lo viciosa que estás.
Cristina chupaba de una manera que de verdad, pensé a veces que podía dejarlo sin polla. No era chupársela, era que quería comérsela.... era una puta desesperada....
Cuando Rodolfo estimó oportuno, la tiró en el suelo, sobre la alfombra del salón, quitándole el tanga mientras ella meneaba el cuerpo deseosa....
Bien putón.... así.... muévete zorra..... me estás deseando como una guarra....
Se echó sobre ella volviéndole a chupar y morder sus pezones. Cristina empezaba a gemir con ganas. El empezó a bajar. Pero cuando estaba a punto de llegar, volvió a las andadas..... Levantó la cabeza mirándola y diciéndole....
Estás aquí, en un portal... en el suelo.... ¿quieres que siga?.... podría venir alguien......
Me da igual, le dijo Cristina acariciándose la almeja con su mano. Me da igual cabrón.... fóllame ya....
Y ¿si viene tu marido y nos pesca?....
Me da igual.... como si viene el Papa.... O me das tu polla o te mato.... chulo de mierda.....
Rodolfo enterró entonces su boca sobre la almeja de Cristina. Lo hacía despacio pero con lenguetazos largos y profundos, como si quisiera hacerla tener un orgasmo en cada lenguetazo.
Cristina tenía tantas ganas que no se la había chupado ni dos minutos cuando empezó a venirle el orgasmo.
Síiiii.... síiiii.... síiiii.... guarro.... putero.... vicioso.... ohhhhhh.... síiiiiiii
Tras chuparle a fondo la corrida de Cristina, Rodolfo se paró un momento. Pero ella, que siempre se relajaba algo después de un orgasmo, en aquella ocasión era una auténtica puta cachonda.
No te pares.... méteme la polla..... guarro.... fóllame a fondo.
Rodolfo la hizo ponerse a cuatro patas. La preguntó si la quería por el culo. Ella como siempre dijo que no pues la experiencia que había probado en una ocasión no la había agradado nada. La quería enterrada en su almeja. Rodolfo colocó la punta de su capullo a la entrada de su almeja y se la fue enterrando lentamente mientras Cristina aullaba de placer. Empezó a cabalgarla mientras la agarraba del culito y las caderas....
Toma putona.... toma polla.... ya la querías eh......vamos golfa, dime que la querías....
Síiiii, la quería... la quiero toda.... ahhhh..... ohhhhh..... ahhhh... uhhhhhh...
Vamos Cristina.... dime que eres un putón.... dime que estás cachonda con mi polla dentro.
Síiii.... síiii . soy un putón.... una zorra.... ahhhh....ohhh...ahhhh... Soy tu puta cabrón..... y tu mi chulo..... fóllame.... ahhh.... ahhhh... voy a correrme.... sigue.... no pares.... aaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Esta vez sí se tomó un respiro Cristina tras su corrida. Pero Rodolfo seguía cabalgándola con ganas. La estaba enterrando sus 18 centímetros de polla más o menos. En esos momentos, mientras la follaba le echó mano a sus tetas, apretándoselas y pellizcándolas. Cristina volvía a empezar a gemir....
¡Cómo me gustan tus tetas..... guarra!.... y como te gusta que te las toque... Vamos puta.... cuántos te las han tocado....
Muchos.... muchos....uhhhhh
¿Muchos?.... eres una putona insaciable..... te gusta que te las toquen..... eres una golfa deseosa de que lo hagan....
Síiiii, me gusta que me las toquen..... y que me las coman...... sobre todo los guarros como tu..... putero.... que bien me follas.... que cosas me dices..... que placer me das.... huyyyyyyyy..... como me gusta......
Rodolfo empezó a moverse más rápido. Su corrida era inminente.
¿Quieres que me corra sobre tu culo?.... ¿Lo quieres..... viciosa?
No, la quiero dentro de mi, quiero sentirla toda......
Está bien.... zorra..... guarra..... puta..... ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Quedaron completamente exhaustos. Durante diez minutos quedaron tumbados en la alfombra hablando lo mínimo. Después, Rodolfo miró el reloj y empezó a vestirse. Cristina se puso solamente la bata por encima de su cuerpo desnudo y le dio un beso de despedida, acompañándole a la puerta.
Al salir Rodolfo, Cristina se metió en nuestra habitación y se tumbó en la cama. Estaba exhausta. Yo fui hacia ella y le hizo un gesto con la cabeza como diciéndole que vaya follada.
En mi vida me habían puesto tan caliente, me dijo ella. Soy muy golfa pero este cabrón, ¡cómo me ha puesto!. Nunca he sentido más ganas.... más deseo de que me tocaran y me follaran. ¡Hijo de puta!, me ha enviciado como una loca....como me lo ha hecho desear.....
La dejé descansar y fui al salón a servirme una copa. La pobre estaba realmente exhausta. Revisé todo lo que había anotado y pensé que Rodolfo me había dado una clase magistral de cómo calentar a Cristina, de cómo hacérselo desear.
Continuará...................