Me encanta que sea tan zorra

Me casé con una zorra y ella con un mirón y a los dos nos encanta.

Hola. Después de haber leído montones de relatos en esta página que descubrí hace un tiempo, me he decidido a escribir las experiencias mías y de mi esposa.

Prefiero ocultar nuestros nombres. Así que me llamaré Carlos y a ella la llamaré Cristina. Actualmente tengo 43 años y ella es mayor que yo, pues tiene 47, aunque sigue teniendo un cuerpo escultural: 1,60, rubia, delgada, con unos pechos firmes y un culo bien levantado.

Hace 16 años, cuando yo tenía 27 años, sufrí un gran trauma sentimental pues mi novia, con la que llevaba siete años de noviazgo, me dejó por otro. Yo había hecho muchas fantasías con ella en las que nos imaginábamos que ella follaba con otros y yo interpretaba el papel y eso hizo que fuera cogiendo gusto por tres o cuatro personajes, entre ellos un compañero de facultad. Y de tanto follar conmigo imaginándose al otro, acabó dejándome y enrollándose en la realidad con él.

La verdad es que en aquellos momentos, yo me encontraba realmente fatal. En ese momento conocía a mi mujer. Estaba separada y tenía entonces 31 años pero con un cuerpo...... parecía una chica de 25. Era un auténtico bombón. Aun hoy, sigue siendo una preciosidad si bien los años pasan.

Nos conocimos, nos gustamos. Salimos un par de noches por ahí, a bailar, etc. y coqueteábamos, sin enrollarnos. Un buen día yo me animé y saqué el tema de que creía que nos atraíamos y empezamos a charlar. Ella me dijo que sí, que la atraía mucho pero que no quería enrollarse con un hombre porque le haría mucho daño como se lo había hecho a su primer marido. Yo le pedí que me lo explicara y ella me dijo que le gustaba demasiado el sexo, que le encantaba follar con todo el que pudiera y que además, le gustaba que la trataran como una zorra. Me dijo que ella había intentado ser fiel a su primer marido y que había dicho no a muchas posibles relaciones, pero que cuando un hombre empezaba a insultarla, a llamarle puta, zorra, golfa, y cosas por el estilo mientras empezaba a tocarla, era incapaz de decir que no y acababa poniendo los cuernos a quien fuera y eso la había costado su primer matrimonio.

Yo sonreí y le conté entonces lo mucho que a mi me ponían el poder ver a mi pareja con otro o aunque sólo fuera imaginarla y cómo eso me había costado también una relación. Parecíamos dos almas gemelas necesitadas de encontrarse.

Para no extenderme en la presentación, diré que aquella noche decidimos convertirnos en pareja. Yo le ofrecí amarla, quererla como nadie la hubiera querido, ser su esposo, darle una estabilidad, una compañía y ella podría disfrutar de todo el que quisiera pues a mi me gustaba. Sólo le puse como condición, que fuera un secreto y nunca me dejara en ridículo. Que no se liara con un compañero mío de oficina delante de todos, o con alguien de mi familia delante de los demás, etc. Es decir, que no me pusiera en ridículo. Por lo demás, yo la amaría y ella me daría placer. Aquella misma noche follamos en su casa. Como era lo que le gustaba, yo la llamé zorra, golfa, puta, viciosa y le dije las obscenidades más grandes que nunca le había dicho a una mujer, pues vi que eso a ella la ponía como loca. El único pero es que no tengo una polla excesivamente grande (no más de 14 cm en erección) pero lo pasamos bien con caricias, chupeteos, etc. y aunque no es demasiado, también con la penetración. Me hizo gozar como un loco porque hay que reconocer que es una viciosa de primera y se ve su gran experiencia.

Yo me fui para su piso e iniciamos una vida juntos de dos años antes de casarnos. Ahora llevamos 16.. Nuestras relaciones sexuales son buenas. Hablamos de todos sus amantes y disfrutamos mucho. La mayor parte de las veces, yo la he visto, aunque alguna que otra no y ella me la cuenta mientras lo hacemos. Lo que encanta es lo zorra que es, me vuelve loco. Además, no tiene ninguna preferencia.... jovencitos... maduritos... le da igual. Si alguien la trata como una zorra.... se vuelve loca.

Bien, escribo este relato para contar la primera vez que la vi con otro. En esos momentos, estábamos viviendo juntos pero todavía no nos habíamos casado.

Habíamos ido un par de veces a mi barrio, para ir a ver a la patrona con la que yo me hospedaba antes de conocerla e irme a vivir con ella, pues era una señora ya anciana y que se había portado muy bien conmigo. No tenía familia y yo iba a verla para ver que tal se encontraba. Después, me iba al bar donde solía tomar algo con los vecinos del barrio. Lo que más deseaba era presentarles a Cristina y que todos me envidiaran por el pedazo de hembra que me había ligado.

La presenté a todos los conocidos. Uno de ellos, Rodolfo, un tío ya algo mayor para ella pues Cristina tenía en esos momentos 31 años y Rodolfo 53. Rodolfo solía pasarse todas las tardes en el bar con cubata tras cubata y solía acabar siempre algo bebidillo. Lo que pasa es que estaba tan acostumbrado a beber que no solía caerse nunca de bebido, al contrario que a mi, que no estoy acostumbrado y en cuanto bebo un poco..... agarro unas tajadas impresionantes. El día de la presentación, Rodolfo, algo calentito por la bebida (y por lo golfo y vicioso que es), empezó a coquetear con Cristina. Ella se dejó coquetear, sonreía a sus tonterías, etc., pero no le dejaba pasar de ahí por lo que habíamos pactado siempre, no dejarme en ridículo delante de gente que me conociera. Aquella noche Cristina y yo tuvimos sexo y ella me contó todas las picardías que él le había dicho y como la desnudaba con la mirada. Empezamos a fantasear con Rodolfo y eso, nos hizo ir dos veces por semana al bar de mi antiguo barrio, donde Rodolfo se comportaba siempre viciosillo aunque Cristina, nunca le dejaba pasarse nada para no dejarme en ridículo. Si acaso, un par de veces la agarró de la cintura para decirle algo al oído, pero nada más. Luego por la noche, ella me contaba todo. Que la había agarrado de la cintura y le había dicho al oído que llevaba un broche muy bonito en la blusa (sobre uno de sus pechos) y que le encantaría poder quitárselo y que ella, sonriéndole le había dicho que no creía que se atreviera, pero de una manera algo sensual. Yo notaba cada vez que íbamos como Rodolfo estaba loco por Cristina. En cuanto llegábamos dejaba el grupo con el que estuviera en el bar para venirse con nosotros y a nosotros nos hacía gracia. No me extraña que Cristina le gustara tanto. Su mujer, con 51 años de aquella y después de cinco partos estaba como una auténtica foca de gorda.

Un día decidí que había llegado el momento de comprobar hasta que punto Cristina era tan golfa como me había dicho. Que ya no podía más y que quería verla. Así que nos fuimos al bar como siempre y nuevamente, Rodolfo que se acerca y se la come con los ojos, coquetea, etc. Yo aquel día (que llevaba la idea planeada) pedí dos whiskys y cuando no se daba nadie cuenta, los tiré en una maceta que había allí en el bar. Después de hacerlo, empecé a hacerme el borracho, como que me caía y me dormía. Cristina empezó a decir que tendría que llamar a un taxi para poderme llevar a casa y Rodolfo le faltó tiempo para ofrecernos a llevarnos en su coche. La jugada que yo había preparado me había salido redonda.

Fuimos a casa. Yo me seguía haciendo el borracho, como dormido en el coche. Al llegar a nuestra casa, Rodolfo se ofreció para ayudar a Cristina a subirme al piso. Yo seguía haciendo mi papel. Llegamos al piso y Rodolfo cargando conmigo, me llevó hasta el dormitorio tumbándome vestido en la cama. Yo me quedé allí fingiéndome completamente dormido. Después oí perfectamente como Cristina preguntaba por cortesía (ella me creía también borracho de verdad) a Rodolfo si quería tomar algo. Rodolfo encantado le dijo que sí y le pidió una copa y se fueron al salón.

En cuanto salieron, yo salí de la cama y caminando muy despacio por el pasillo, conseguí meterme sin que me vieran en la habitación que hay enfrente del salón. Desde allí, con las dos puertas abiertas podía escucharles y verles perfectamente.

¡Vaya borrachera que ha pillado Carlos!, dijo Cristina tras servir la copa a Rodolfo.

Rodolfo se acercó un poco a ella, diciéndole: - Ya te dije varias veces que tu eres demasiado hembra para Carlitos. Sonreí desde la habitación al oir el comentario, ya que en parte tenía razón. De aquella, yo tenía 27 años y ella 31 y además, tampoco tenía una polla como para satisfacer bien a aquel pedazo de hembra que era mi pareja.

Cristina sonrió. Como queriendo coquetear con él como cuando estaba en el bar. Entonces Rodolfo le dijo:

Tu lo que necesitas es un hombre de verdad.

Cristina volvió a sonreir. Le gustaba coquetear con él y le dijo:

Ya..... un hombre..... como tu.... ¿no Rodolfo?....

Por ejemplo.... le dijo él mientras le ponía la mano en su cintura. Ella no protestó y eso animó a Rodolfo más. Agarrándola un poquito más le dijo:

Desde la primera vez que te vi en el bar..... te he deseado como un loco..... No sabes las ganas que tengo de comerme esas tetas.

Cristina sonrió pero no hacía nada por irse hacia él. Tampoco le daba motivos para que él pudiera pensar que le iba a dejar algo más que cogerle la cintura. De todos modos, noté que el decirle lo de comerle las tetas, la había hecho sonreír algo mas de la cuenta. Esas obscenidades y otras más fuertes eran las que le gustaban. Entonces sucedió lo mejor que podía suceder. Rodolfo se acercó un poquito más y le dijo:

Y estoy seguro de que Carlos no se las sabe comer a una viciosa como tu.

Aquello fue clave. El llamarla viciosa.... producía en Cristina como una excitación a la que (como me había dicho cuando nos conocimos) era incapaz de negarse. Cuando un hombre le decía lo puta que era, no sabía decir que no, fuera joven o viejo, guapo o feo. Al oír eso, ella puso una cara más sensual y dejó perfectamente que Rodolfo la agarrara un poco más. Me demostró ser un experto en estas lides ya que enseguida se dio cuenta del punto débil de Cristina y como la había excitado ese comentario. Así que se lanzó un poco más....

No hay nada que me guste más..... que una buena golfa...... le dijo.

Al decirle eso, la apretó más hacia él y Cristina se fue con su boca a la suya. Se metieron la lengua a fondo en un morreo interminable mientras él empezaba a sobarle el culo por encima de su falda negra de cuero. Al terminar le dio la vuelta y la puso de espaldas a él y le dijo:

¿Sabes cuantas veces te he visto así en el bar?

Muchas, respondió Cristina con mucha sensualidad.

Entonces él la agarró de la cintura pegando su paquete al culo de ella y le dijo:

Y cuando te miraba así, a tu espalda, ¿sabes cuántas veces deseé pillarte así y tocarte esas tetas... Al decirle esto sus manos subieron hacia los pechos de Cristina por encima de su blusa. Ella al notar sus manos, empezó a mover suavemente su culito para empezar a notar el roce con su paquete. Soltó un suave gemido de placer.

Y seguro que tu también lo deseabas.... ¿verdad?........ golfa....

Al insultarla de nuevo, Cristina soltó un gemido algo más profundo y movió su culito un poco más rozando su paquete.......

Síiiii.....uhmmmmm..... yo.... también lo deseaba..... Notaba como me desnudabas con la mirada.

Rodolfo empezó desabotonar su blusa. En esos momentos.... ya se había dado cuenta del punto débil de Cristina y un vicioso experto como él, no estaba dispuesto a desaprovechar aquella oportunidad. Yo les veía desde el cuarto de enfrente y estaba disfrutando muchísimo. Su blusa ya estaba completamente desabrochada y él se la quitó. Cristina seguía moviendo su culito.

Síiii. Te desnudé muchas veces con la mirada. Te imaginaba en ropa interior.... viciosa.... y empezó a desabrochar su falda, que rápido cayó al suelo.

En ropa interior, Cristina movía su culo con más ganas cada vez y él empezó a tocarle el culo, los muslos y sobre todo los pechos. Pronto la dejó sin sujetador y tras tocarle bien sus pezones y pellizcárselos y tras decirle un par de viciosidades más.... le dio la vuelta. Cristina quedó apoyada en la pared de frente a él. El le metió la lengua en su boca mientras sus manos seguían pellizcando y acariciando los pezones de Cristina que estaban cada vez más duros. Mientras ella pegaba ahora la parte delantera a su paquete y se movía sensualmente.

Ahora.... quiero comerme esas tetas..... pero quiero que tu me lo pidas.....

Cómeme las tetas, le dijo Cristina con deseo...

No.... quiero que me lo pidas como una golfa.....

Cómeme las tetas, le volvió a decir Cristina con mucho más deseo....

No.... volvió a decir él. Quiero que cierres los ojos.... (Cristina lo hizo), que pienses en el bar, en todos los momentos en que has notado mi mirada de deseo hacia tu cuerpo.... quiero que pienses en ello y entonces..... me lo pidas....

Transcurrieron unos segundos. Cristina se movía sensual y entonces le dijo con un vicio como nunca la había visto

Golfo..... putero..... cómeme las tetas..........

Rodolfo empezó a comérselas con las ganas, con esas ganas del que las ha deseado mucho tiempo, mientras ella, le agarraba la cabeza comenzando a gemir y sin parar de moverse. Con una de las manos empezó a tocar su polla por encima del pantalón. Rodolfo paró y sonriéndole empezó a quitarse toda la ropa

Tienes ganas de verme la polla...... ¿verdad zorra?

Cristina se calentaba cada vez más. Síiiii le respondió.

Cuando Rodolfo quedó desnudo, su polla estaba ya completamente en erección. Estaba muy bien dotado para sus 53 años. Tenía una polla de 18 o 19 centímetros y mucho más gruesa que la mía.

Entonces, él se sentó en el sofá y agarrando a Cristina del brazo la llevó frente a él diciéndole......

Demuéstrame que eres una puta muy golfa..........

Cristina se arrodilló y agarró su polla. Empezó a pasar su lengua por todo el miembro y en poco tiempo, la tenía metida en su boca, chupándosela a fondo. Rodolfo la agarraba por el pelo y gemía como un loco.

Chúpame golfa...... viciosa...... eres una zorra cojonuda.....

Cuantos más insultos le daba, con más ganas le chupaba Cristina. A mi sus chupadas me habían llevado al séptimo cielo pero ahora, poder verla en una mamada, me producía una gran satisfacción. Yo estaba muy empalmado.

Rodolfo le pidió que dejara ya de chuparle, no quería correrse antes de tiempo. Entonces, se incorporó y la echó a ella en el sofá, quitándole sus braguitas negras. Después empezó a chuparle y morderle de nuevo sus pechos mientras sus dedos empezaban a acariciarle su coño. Cristina se movía como una auténtica golfa mientras sus dedos no paraban de acariciar el pelo de Rodolfo. El empezó a bajar con su lengua, poco a poco, muy poco a poco y llegó al coño de Cristina, el cual empezó a chupar desesperadamente y a meterle su lengua por todos los rincones y chupándole muchísimo el clítoris. Ella se movía y gemía como una perra en celo. De vez en cuando, él paraba para decirle cosas....

¿Te gusta zorra?...... ¿te gusta?.... viciosa, que eres una viciosa.....

Síiiiiiiii gritaba Cristina como una loca...... Sigueeeeee..... no pareeeees....... cabrón..... sigue....

Y el le chupaba otra vez con más ganas. Ella estaba a punto de correrse, se le notaba que de un momento a otro le vendría el orgasmo. Como si fuera el momento que estaba esperando.... él paró de chuparle volviendo a besarla. Cristina le besaba con unas ganas locas...

Fóllame...... penétrame..... metemela toda..... no puedo más........

Sólo lo haré si me dices lo zorra que eres........ le dijo Rodolfo colocando la punta de su polla sobre la entrada del coño de Cristina.

Síiiiiii...... soy una puta...... una zorra..... una guarra...... metemeta..... no puedo más..... me pica el coño...... por favor.... metemela

Rodolfo se la metió de un solo golpe. Ella estaba tan mojada que la recibió con toda facilidad. Rodolfo empezó a moverse muy lentamente, haciéndola sentir toda su polla dentro de ella. Ella ya no pudo más y tuvo el orgasmo. El se la sacó dejándola respirar un poco. Luego se sentó en el sofá y le pidió que ella se pusiera encima. Cristina no tardó ni tres segundos. Se puso encima de él y se la volvió a enterrar dentro. Empezó a moverse encima de él mientras soltaba gemido tras gemido.

¿Te gusta la polla Cristina.... te gusta?

Síiiiiii.... vicioso..... me gusta tu polla.......

¿La tiene así Carlitos?...

Noooooo.... la de él es más pequeña...... yyyyy menos gorda..... y menos dura.....

Aquello me hizo sonreír, pero tengo que reconocer que era verdad, la de Rodolfo era mejor que la mía, aunque para eso no hacía falta mucho.

O sea, que no tiene una polla para darle una buena ración a una zorra como tu.... eh viciosa.....

Nooooo.... fóllame.... fóllame, no paraba de decir Cristina mientras cabalgaba sobre aquella polla. El empezó a volver a comerse sus pechos mientras la follaba.

Vamos Cristina..... excítame.... dime cosas que me exciten.....

¿Qué quieres que te diga?..... le preguntaba ella jadeando como una loca.

Dime que en el bar me estabas deseando, que cuando te desnudaba con los ojos, te morías de ganas..... dime todas esas cosas.....

Síiiiii.... me moría de ganas..... sentía tus miradas y estaba deseando que me tocaras las tetas..... que me las comieras..... cabrón..... estaba deseándote como una puta......

¿Te acuerdas de lo del broche? ¿Cuándo te dije que me gustaría quitártelo?

Síiiii. Me acuerdo.....

No me dejaste..... pero lo estabas deseando..... lo deseaste como una golfa....

Síiiiii, lo deseé con ganas.

Y ¿por qué Cristina? ¿Por qué querías que lo hiciera?

Para que me tocaras las tetas..... Cristina no paraba de cabalgarle. Tuvo un segundo orgasmo como una loca.

¿Y por qué querías que te tocara las tetas?

Porque lo deseaba......

¿Pero por qué, por qué lo deseabas....?

Por que soy una zorra..... una golfa.... una viciosa... En esos momentos le metió toda su boca dentro de él y cuando acabó el beso, le miró diciéndole.....

¡Qué polla tienes..... cabrón..... putero, que eres un putero.....!

Y tu la más puta de todas....

Sí.... soy una zorra.... cabrón..... enseguida te diste cuenta....

En esos momentos, Rodolfo empezó a moverse con más fuerza. Cristina sintió que estaba a punto de correrse y empezó a moverse con más ganas....

Dame tu leche vicioso.... dámela toda.....

Rodolfo se corrió como un loco mientras Cristina gemía de placer.

Luego, estuvieron un rato dándose unos pequeños besos y Rodolfo empezó a vestirse.

Espero verte más veces.

Cuando quieras.... le dijo Cristina insinuante... siempre que Carlos no nos vea.....

Rodolfo le dio otro beso de despedida y salió. Cristina volvió al sofá y se quedó tumbada desnuda. En esos momentos, salí del cuarto de enfrente y la miré sonriente. Al verme, ella comprendió que no estaba borracho y que lo había visto todo.

¿Has disfrutado?, me preguntó.

Muchísimo..... le respondí yo.

Bueno.... ya ves que no te mentí.... que soy una zorra...

Y ya ves que yo tampoco.... me gusta verte.... Y aunque no lo creas, te quiero más que antes.

Nos besamos apasionadamente.

A partir de aquí, las aventuras de Cristina no han parado y las sigue teniendo continuamente pues todavía sigue siendo una mujer de un físico privilegiado para su edad. Seguiré contándoles las demás historias en otros relatos.