Me encanta que sea tan zorra (4)
Continuo la historia de la zorra de mi mujer del fin de semana con Josemi.
ME ENCANTA QUE SEA TAN ZORRA (4)
Continuaré con el fin de semana de Cristina con Josemi, aquel mujeriego vicioso que conoció a través de una compañera y que en nuestra primera noche en el chalet de mis cuñados le había dado una follada cojonuda, como ya he contado en mi tercer relato de esta serie sobre nuestras vivencias en todos estos años.
Antes de hacerlo, quiero deciros que algunos de los lectores y lectoras os habéis convertido en contactos nuestros a través de messenger. Muchos deseáis como locos fotos de Cristina o poner cámara pero en serio. Cristina y yo tenemos muy oculto a nuestros familiares y amigos nuestras perversiones. Hemos conseguido mantenernos durante 16 años como una pareja normalita, bien y hasta.... modositos delante de nuestros conocidos A veces ha sido difícil y hemos estado a punto de tener un disgusto pero lo hemos conseguido hasta ahora. El mundo de internet, todos sabéis como es. No le pidáis a Cristina fotos ni cámaras porque tiene pavor a que le pueda costar un disgusto. Yo ya le explicado un montón de veces que con la cámara no se la puede grabar pero aun así, es totalmente inexperta en este mundo y se niega en rotundo, pues pensar que no es una jovencita loca. Lo único que podemos daros es la foto de ella en esa ventanita que aparece en el messenger pero no le pidáis más, pues internet le da mucho miedo.
También deciros que cuando conectéis, si lo hacéis cuatro o cinco a la vez, se vuelve loca, pues no domina bien el asunto y todos a la vez y el messenger de uno y de otro sonando a la vez, la pone paranoica. La mayoría buscáis algo de conversación erótica y de excitación a través del messenger y a ella le gusta, pero es incapaz de erotizarse si estáis todos a la vez. Me ha pedido ya que algunos contactos los elimine pues se va quedando con los que más le gustan pero a partir de ahora, cuando coincida con uno, no atenderá a los otros. Así que si no contesta a los saludos, ya sabéis por qué es. Alguien habrá llegado primero. En cuanto a las lectoras que han contactado conmigo , yo sí soy capaz de mantener dos o tres conversaciones a la vez pues soy un poco más experto o rápido de reflejos para esto. Por último, dar la enhorabuena a los dos que hasta ahora han conseguido que Cristina se corriera a través del messenger. Sólo dos lo han conseguido pero han sabido hacerlo. Para ella es una experiencia nueva experimentar que puede excitarse a través del internet. También yo he disfrutado con un par de contactos femeninos. Bueno, creo que hemos disfrutado los dos. Sólo quería aclararos estas cosas. Ahora continuaré con el relato del fin de semana con Josemi que inicié en mi relato anterior.
Cuando me levanté, Cristina todavía estaba durmiendo. Sin hacer ruido para no despertarla me fui al baño que había en nuestra habitación y me di una buena ducha. La noche anterior había sido excitante y la verdad es que el fin de semana prometía. Estuve un buen rato, como una media hora disfrutando del calor y el gusto del agua de la ducha cayendo sobre mi cuerpo. Después, me acerqué al pueblo a comprar pan para comer. Fui lo más rápido posible en el coche esperando que esos dos no se liaran sin que yo pudiera verles. Tuve suerte.
Cuando llegué, Cristina acababa de levantarse y se había puesto el bikini que traía para el caso de que hiciera buen tiempo para darse un baño en la piscina. Estábamos a finales de mayo y la verdad es que aquel día amaneció radiante con un buen sol que pronosticaba que dentro de una hora o dos más, haría suficiente calor para bañarse. De los varios bikinis que tenía, Cristina se había puesto el blanco, un bikini con el que yo disfrutaba mucho cuando en vacaciones, nos íbamos a algún hotel por ahí ya que, al ser blanco, cuando Cristina se bañaba y se mojaba, luego transparentaba perfectamente sus pechos y sus gordos pezones, lo cual, hacía que todos los hombres del hotel o de la piscina de la comieran con los ojos. Me di cuenta que quería lucirse y poner cachondo a Josemi con lo mismo.
Le sonreí y la agarré de la cintura dándole un suave beso en los labios y acariciando un poco su culito.
¿Preparada para la guerra?, le dije, con una sonrisa de oreja a oreja.
Por supuesto que sí, me dijo Cristina. Voy a pasarlo de miedo este fin de semana. Es bueno ese pedazo de golfo.
Le di la vuelta como sabía que a ella la excitaba y agarrando y acariciando sus pezones por encima del bikini, le dije intentando calentarla lo más que pudiera.
Tienes ganas de que te vuelva a tocar y chupar por todos lados, ¿eh?..... pendón... Le moví mi paquete sobre su culito a lo que ella respondió moviéndolo con ganas.
Sí. No veas que lengua tiene el muy guarro. No me importaría que me estuviera chupando las tetas y la almeja durante horas y horas. Ese cabrón sabe ponerme a mil.
Volví a darle la vuelta y le metí toda la lengua en su boca. Noté que estaba caliente, ansiosa, pero me contuve. No quería que gastara para nada sus fuerzas conmigo. Además, quería que cuando volviera a estar con él tuviera las máximas ganas de follar posibles.
Me puse yo también el bañador y bajamos dos pisos hasta llegar a la cocina. Nos hicimos café y nos sentamos a tomar dos buenos cafés con leche. Al poco rato, Josemi (que había debido de oírnos) llegó a la cocina, estrechando mi mano como saludo y dándole dos besos en las mejillas a Cristina. Le agradó verla en su bikini blanco.
Veo que os habéis puesto de baño, nos dijo.
Sí, le contesté yo, hace buen día y podemos darnos un buen baño.
Tras desayunar con nosotros, Josemi subió arriba a cambiarse y ponerse también en traje de baño. Aproveché para seguir "calentando" a Cristina con palabras.
¿Has visto como te ha mirado?.... Está loco por volver a follarte, a comerte entera....
Sí, respondió ella sonriendo. Pero no hace falta que me pongas cachonda, demasiado lo estoy ya.
Si por ti fuera, te lo follarías ya mismo..... ¿eh golfa?.... Pues no pienso separarme de vosotros, vas a aguantarte hasta la noche.
Ni se te ocurra, me respondió ella. Ya puedes buscar la manera de escabullirte de vez en cuando pero yo no me aguanto hasta la noche.
Sonreí. Me hacía gracia y al mismo tiempo me daba un gran placer viéndola con esas ganas de zorra viciosa. Se veía que estaba deseando follárselo otra vez. Le pregunté:
¿Cuántas veces te lo vas a follar este fin de semana......putona?
Todas las que me dejes, cabronazo, todas las que me dejes, me respondió ella.
Cortamos la conversación porque Josemi bajaba ya las escaleras con su bañador puesto. Para aquella, el sol había empezado ya a calentar y bajando las escaleras que daban acceso al saloncito pequeño y a la piscina, nos fuimos para ella. Aunque ya calentaba, no hacía todavía lo suficiente para darnos un baño, así que nos tumbamos en las hamacas que había por el césped. Allí estuvimos charlando un buen rato, no recuerdo sobre qué porque fueron cosas sin trascendencia, por hablar de algo. Estaba claro que cada uno estábamos en nuestro sitio. Yo, aparentemente, era el marido que creía que él era el primo de mi mujer y eso hacía que teóricamente no viera mal que él le dijera algo o se le acercara. Ella, representando el papel de mujercita buena, que intenta disimular delante de su marido y Josemi haciendo el papel del primo y comportándose delante del marido (ya que no sabía el común acuerdo entre Cristina y yo) como un perfecto primo de mi esposa.
Una media hora más tarde, yo me decidí y me metí al agua. Evidentemente, los dos me preguntaron como estaba. Yo les dije que fría al meterse, que se notaba que tenía todavía el frío de la noche pero que al nadar enseguida se entraba en calor. Cristina me siguió pronto y tras ella, vino Josemi.
En el agua lo típico, nos salpicábamos, jugábamos, etc. Yo sabía que en medio de las peleas con las que jugábamos, Josemi aprovechaba para pegarle algún que otro roce a Cristina, pero claro, como era su primo..... tampoco era cuestión de decir nada por un pequeño roce jugando ¿no creen?. Para entonces, la mojadura en el bikini blanco de Cristina ya había hecho lo que tenía que hacer y cuando estaba en la parte menos profunda de la piscina, donde le daba el agua por el ombligo, sus pechos y sobre todo sus gordos pezones se transparentaban perfectamente sobre aquel bikini blanco. Yo sabía que Josemi debía estar a mil por hora, como todos los hombres cuando ella se pone ese bikini.
Pasados diez minutos, me salí del agua dejándoles allí y me fui hacia mi hamaca. Estuve fumando un cigarro. Ellos seguían jugando, haciendo que peleaban, pero yo sé que en el fondo se estaban rozando a gusto. Una de las veces, me salí fuera de la terraza como si hubiera ido a buscar algo diciéndoles que ahora volvía. Me fui al pequeño saloncito que estaba al lado de la terraza-piscina y a través de una esquinita de la ventana les observé un poquito. Ellos habían aprovechado para meterse las lenguas en la boca dándose un pequeño morreo. Sus manos, debajo del agua no se veían y seguro que no estaban quietas. Recordé las palabras que me dijo Cristina y pensé que estaba deseosa de volver a follar con él. Desde luego, estaba claro que no iba a aguantar hasta la noche.
Cristina se salió entonces del agua y Josemi se quedó un rato más en la piscina. Al venir hacia mi, volví a ver perfectamente como se le transparentaban las tetas y los pezones en su bikini blanco y pensé que si no fuera su marido, me hubieran entrado unas ganas locas de follármela allí mismo. Se tumbó en su hamaca al lado de la mía y comenzó a hablarme o mejor, a pedirme.
¿Qué te parece si haces algo de comida, me dijo y yo aprovecho para irme al garaje con él?
¡Vaya!, le contesté yo.... no puedes esperar.... Tenía pensado dejaros esta tarde mientras me hacía el dormir la siesta.
Eso después, me contestó ella. Pero ahora.... me apetece algo rapidito....
Joder... Cristina, ¿tan enviciada estás?, le pregunté, esperando que me respondiera que sí para excitarme más.
Necesito un poquito de marcha, estoy muy caliente, me respondió ella.
En el garaje.... le dije yo.... ¿no podré veros?
Sí, me respondió ella.... Hay unos respiraderos en la pared de la escalera que da al garaje, con agujeros. He mirado y a través de los agujerillos se ve bien.
Pero..... le dije yo.... preocupado siempre de que nadie descubriera nuestro juego... si os tiráis una hora en el garaje y yo en la cocina..... se notaría mucho Cris....
No... me respondió ella. No voy a follar... Sólo quiero una buena chupadita de ese golfo, que me quite un poco la calentura, y a él, le voy a dejar con ganas de follarme....
Y por qué quieres dejarle con las ganas.... pregunté yo.
Así esta tarde estará loco por metérmela. Quiero dejarle con buenas ganas para que esta tarde me desee como un cerdo.
Bien.... le respondí yo, y si yo os estoy mirando.... ¿cómo explico luego, cuando subáis que no he hecho nada de comida?
Mi cuñada me dijo que en la nevera nos deja suficientes comidas hechas para el fin de semana, que sólo tenemos que calentarlas. Cuando vayamos al garaje pones una olla sobre la placa de la cocina y cuando hayamos terminado, te subes y la enciendes a calentar. Así dirás que la has hecho tu.
Vale Cristina, de acuerdo.
Me agradó ver las ganas de Cristina. Aquel vicioso debía de chupar y follar muy bien puesto que ella no podía esperar a la tarde. El pensar que estaba deseosa me excitó y tuve que aguantar los pensamientos para que mi polla no se empalmara demasiado.
Cuando Josemi salió del agua. Cristina me propuso ir a hacer la comida diciéndome que ella mientras tanto limpiaría un poco el garaje pues se lo había prometido a su hermano, lo cual, era una tontería pues su hermano tenía dos asistentas para el chalet. Los tres subimos hacia el piso de arriba y nos metimos en la cocina. Cristina enseguida me dijo que se iba a limpiar un poco el garaje y yo dije que iba a ver que discurría para hacer de comer, ya que en esos momentos, no había mirado la nevera y no sabía lo que había.
Cristina se bajó y Josemi se quedó como parado. Deseaba irse con ella pero no encontraba una disculpa que ponerme pues él no sabía que ella y yo estábamos de cómplices. Me preguntó que qué podía hacer él. Por supuesto, yo le contesté:
Vete a ayudar a Cristina a limpiar el garaje. Yo haré algo de comida, la cocina se me da bien (lo cual era totalmente falso). Por supuesto, Josemi no esperó a que se lo repitiera.
En cuanto desaparecieron, abrí rápidamente la nevera. Había varias ollas y cogí la primera que encontré. Había unos filetes de merluza de los que vienen en paquetes congelados. Mi cuñada los había preparado en una salsa de tomate. Tenían buena pinta. Coloqué la olla sobre la cocina y la dejé allí lista solo para encender y calentar. Luego bajé rápidamente las escaleritas que daban al garaje.
Efectivamente, como me había dicho Cristina, seis escalones antes de llegar a la puerta (que habían cerrado), quedabas a la altura de unos respiraderos que había en la pared. A través de los agujeros de los respiraderos, podía observárseles perfectamente.
Cristina estaba prácticamente tumbada sobre el capot de mi coche. Josemi le había levantado ya la parte de arriba de su bikini y mientras la morreaba con la boca le estaba sobando a fondo sus pechos. Ella mientras tanto, acariciaba la polla de él mientras le metía su lengua a fondo en la boca. Después, Josemi llevó su mano a la parte de abajo del bikini de Cristina, empezando a meterla mano mientras su boca empezaba a lamerle y morderle sus pezones.
Asíiiiii..... le gemía Cristina.... Chúpame las tetas.... Vicioso.... cabrón.... ponme los pezones duros....
Josemi tuvo un momento de lucidez para comentarle que yo estaba arriba y que no tenían mucho tiempo para hacer algo pues yo podría mosquearme y venir y entonces, Cristina le pidió que le comiera un poco la almeja. Diez minutos, no más, pero que estaba loca por sentir su boca.
Josemi le bajó el bikini hasta las rodillas y tras acariciarle un poco la almeja con los dedos, enseguida comenzó a chupársela con la lengua. La verdad es que la cara de placer de Cristina, sus movimientos, sus palabras, todo, absolutamente todo, me hicieron ver de nuevo que aquel tío la chupaba de miedo. Cristina era una zorra loca.
Cabrón... vicioso.... ayyyyyy..... huyyyyyyyyyy..... sigue, sigue..... vicioso.... ahhhhhh..... como me la comes cabrón.
Josemi no paraba de mover su lengua a gran velocidad. El no sabía que todo estaba planeado entre ella y yo y por tanto, sabía que tenía que hacer algo rápido por el peligro.
Aquella lengua se movía a gran velocidad. Dentro.... fuera.... izquierda.... derecha... se estaba comiendo literalmente la almeja de Cristina. Ella, con las piernas totalmente abiertas sobre el capot del coche y las manos en la cabeza de él, parecía ofrecérsela más y más para que no parara de comérsela. Sus manos sobre la cabeza le agarraban para que no parara, sus movimientos de cadera y hacia delante parecían como si quisiera meterle la almeja más en la boca, lo cual, era imposible más cerca y sus palabras y gemidos, no paraban de animar a Josemi a seguir:
Chulo.... cómo me chupas..... uf.... como me la comes.... Me envicias..... me envicias como una puta.
Josemi seguía rápido, muy rápido. Cinco minutos después, Cristina empezó a gemir como una loca. El orgasmo la venía y en aquel momento, creo que si le estuviera poniendo los cuernos al marido de verdad, la hubiera importado poco que la sorprendiera. Retorció sus caderas como una loca cuando se corrió sobre la boca de él.
Se incorporó del coche, se subió la braga de su bikini y bajó la parte que cubría sus pechos, besando a Josemi con ganas.
Debemos subir... Carlos podría mosquearse.... le dijo.
Josemi le dijo que sí, pero protestó diciéndole que él se quedaba con la calentura. Cristina le hizo ver que mejor, que así tendría más ganas de follarla luego. En esos momentos, yo me subí para la cocina, a encender la merluza al fuego como si la hubiera hecho. Cinco minutos después llegaron ellos.
¿Qué has hecho?, preguntó Cristina. Le enseñé la merluza en salsa de tomate, como si yo la hubiera hecho.
Joder.... exclamó Josemi.... Tiene buena pinta.... Cocinas bien, vaya que sí.
Tuve que aguantarme la risa. Si aquel tipo supiera......
Durante la comida, el comportamiento de Cristina fue como de feliz, estaba como graciosa. Josemi sin embargo estaba más seco, más serio. Comprendí que ella estaba satisfecha de la corrida del garaje mientras él debía estar con unas ganas locas de desahogarse.
Tras la comida, me fui a la cocina a encender la cafetera eléctrica para que calentara el café. Cristina me siguió como ayudándome a recoger. Me comentó si iba a dejarles ahora.
Claro... le respondí yo, ahora haré que quiero dormir siesta.
Me lo llevaré a la planta de arriba, donde ayer, donde tienen esa planta entera para disfrutar mis sobrinos.
La expliqué cuál era el mejor lugar de la sala para ponerse. Era una sala enorme que ocupaba toda la planta pues no había tabiques. Era el lugar de esparcimiento de los chicos y ocupaba toda la planta. Le expliqué cual era el sitio en el cual yo podía verles bien a través de los barrotes de la escalera y sin embargo, resultaba difícil para él verme a mi. Cristina asintió y me dijo que no me preocupara.
Tras los cafés y alguna copita que le birlamos a mi cuñado, Cristina planteó subir a la planta de arriba a escuchar un poco de música. Por supuesto, yo les dije que tras la comida, necesitaba dormir un poquito la siesta. Me acomodé en el sofá del gran salón de la casa como dispuesto a echar una cabezadita. Ella comentó que se subía a poner un poco de música y yo, haciéndome lo más creíble le dije que no la pusiera muy alta, que quería dormir un poco. Cristina me dijo que vale pero que había tres pisos de diferencia.
Aún así, yo insistí en que no se pasara de volumen. Por supuesto, era para dar credibilidad al tema.
Ellos dos se subieron. Yo esperé unos dos o tres minutos y empecé a subir. Llegué al último piso y cinco o seis escalones antes de llegar estaba al principio de la barandilla de acceso desde donde ya podía verlos y oirlos. Cristina estaba ya metiéndole toda la lengua en la boca de él, mientras él acariciaba el culo de ella, que se movía viciosa pegándose a él.
Joder.... ¡Cómo me he puesto en el garaje!, le dijo Josemi. Me he pasado toda la comida con dolor de polla.
No te preocupes, le dijo Cristina.... ahora te la voy a dejar yo bien satisfecha, le dijo mientras su mano se metía dentro del bañador de Josemi y sacando su polla empezaba a meneársela.
Cristina empezó a chuparle con la lengua los pezones a Josemi mientras su mano magreaba la polla de él a fondo. Josemi jadeaba como un perro. Tras mamarle a fondo sus pezones, Cristina empezó a arrodillarse y empezó a pasarle la lengua por los huevos, subiendo por su polla hasta llegar a la punta, donde le pasaba la lengua por encima y levantaba los ojos mirándole con cara de vicio.
Métela en la boca.... no puedo más.... le dijo Josemi.
Cristina siguió con la lengua haciéndoselo desear un poco más. Notaba lo dura que se la estaba poniendo y al rato, empezó a meterle la boca dentro de su polla, subiendo y bajando su boca y recorriendo lo máximo posible aquella polla. Realmente, se la estaba follando con la boca. De vez en cuando, sacaba su boca un poco, miraba para Josemi con su cara de golfa mientras se la meneaba y luego volvía a metérsela en la boca. Josemi estaba muy excitado.
Durante unos diez minutos o un cuarto de hora, Cristina le hizo una buena mamada, sacándola, mirándole, meneándola y volviéndola a mamar. Después, empezó a ir hacia arriba, chupó otro poco los pezones de él y volvió a besarle con ganas.
Luego, mirándole con cara de golfa, empezó a quitarse su bikini, echándose sobre el sofá. Josemi fue hacia ella, las ganas que debía de tener Josemi de follarla tras lo del garaje y la mamada de ahora, debieron de poner mojadísima a Cristina.
Vicioso..... estás loco por metérmela.... ¿eh?..... vamos ven.... mira mi almeja como te desea.... le dijo mientras con sus dedos se la tocaba y se abría bien de piernas ofreciéndosela.
Josemi se echó sobre ella. Tenía tantas ganas de metérsela que al contrario que la noche anterior, esta vez, se la enterró dentro de un solo golpe. Soltó un gemido de loco de ganas, cuando sintió su polla dentro de la almeja de Cristina. Las ganas que tenía de follarla le hacían hablar muchísimo, lo cual, como siempre, más excitaba a Cristina.
Puta.... qué ganas tenía.... toma putona... tómala toda.... viciosa, zorra, joder que ganas tenía de metértela.
Cristina se movía con ganas apretando las caderas y el culo de él.
Síiii, metémela a fondo... golfo.... ahí....clavámela bien... atraviésame... fóllame... penétrame.... fóllame como una golfa.
Josemi se la metía a golpes. Realmente la estaba penetrando. Se la estaba metiendo como el loco que se muere de ganas.
Cristina le pidió entonces que se sentará en el sofá. Quería ponerse ella encima de él. Josemi accedió aunque hizo una mueca de disgusto de tener que sacarla de dentro de ella. Se sentó mientras ella se colocaba sobre él, quien estaba loco por volvérsela a meter. Cristina se puso encima y agarrando su polla con una mano, colocó la punta en la entrada de su almeja. El hizo un esfuerzo y la metió para adentro. No estaba dispuesto a que Cristina le hiciera pasar más ganas como realmente era la intención de ella. Cristina volvió a sentirla toda dentro de ella. Le besó y luego, poniendo sus gordos pezones en la boca de él le dijo que aquella postura le encantaba porque así podía comerle sus tetas mientras se la follaba.
Mira que te gusta que te toquen y te chupen las tetas, pedazo de pendón... le dijó Josemi.
Cristina le volvió a poner el pezón en su boca....
Sí, me pone cachonda que me toquen las tetas, que me las chupen, que me digan cosas sobre ellas.... que me las miren.... mientras sus caderas y su culo se movían sobre la polla de Josemi.
Josemi la agarró del culo, le enterró la boca sobre sus tetas y siguió empujando su polla como un loco. Realmente estaba loco por correrse. Cristina ya había vuelto a correrse y con la del garaje llevaba dos y él estaba ya desesperado. Unos cinco minutos después, pidió a Cristina que volviera a echarse. Ella le dijo que la encantaba así pero él le comentó que quería correrse sobre sus tetas y eso hizo que ella cambiara de idea pues todo lo relacionado con sus tetas le encanta.
Josemi volvió a penetrarla. Se notaba que de un momento a otro estaba a punto de echarle todo el semen. No se si fueron dos o tres minutos más en los que Cristina, al ver que él estaba para venirse no paraba de animarle como una zorra viciosa.
Vamos.... vamos.... sigue... chulo.... cabrón.... vicioso.... putero.... fóllate a la puta.... echa tu semen en las tetas de esta putona.... vamos.... golfo.... Entonces, empezó a chuparle de nuevo los pezones a Josemi. Su lengua le chupaba con un vicio tremendo.
Josemi la sacó, se la meneó dos o tres golpes y empezó a soltar chorros de semen sobre las tetas de Cristina, la cual, se los extendía por todas sus tetas con las manos. Soltó cuatro o cinco chorros y ella extendiéndolo bien. Josemi cayó absolutamente rendido sobre ella.
Aquí tengo que acabar ya este relato con Josemi. Se haría ya repetitivo. Sé que muchos les gustaría que contara más, pero no hay nada novedoso y prefiero ya terminarlo. Por la noche, Cristina nuevamente se lo volvió a follar cuando yo dije que me iba a dormir. De nuevo volví a verles tras la barandilla. El domingo, nos íbamos por la tarde tras de comer, pues había que trabajar y por la mañana, todavía Cristina se lo folló una vez más aunque esa fue la única que no vi, ya que ella me dijo que tenía ganas de otro más antes de irnos y se fue a su habitación en el piso de abajo, diciéndole que yo me había ido a comprar el pan y unas cosas. Dejar la puerta de la habitación abierta hubiera sido demasiado descarado para Josemi y además, aunque lo hubiera hecho era casi imposible ponerse en la puerta de la habitación a verlos sin que él no me hubiera visto una vez.
Lo que sé es que cuando la vi, venía otra vez con esa cara de viciosa que se había quedado bien a gusto y bien follada.
Dejamos a Josemi luego al llegar a la ciudad donde vivimos y nos despedimos. Al montar de nuevo en el coche, Cristina me comentó que él le había pedido que volviera a llamarlo.
Ya sabes lo que pienso, le contesté yo.... si lo haces mucho con el mismo, corres el peligro de enviciarte con él.
Claro.... me respondió Cristina. Por eso le he dicho que sí, que le llamaría pero, no te preocupes, se va a quedar con las ganas de volver a verme. Además, ese no sabe donde vivo.
Y así llegamos a casa. Nos excitamos recordando todo lo del fin de semana mientras echábamos un buen polvo, ya que yo llevaba con la polla dura todo el fin de semana. Lo que cuesta creer es como Cristina todavía tenía ganas de follar después de todo lo de Josemi. Pero es que a ella le dices cuatro cosas, le tocas un poco sus tetas y ya la tienes lista.
Saludos amigos, seguiré contando todas las experiencias de la cachonda de mi mujer que llevo anotadas en mi diario. La siguiente que tengo apuntada y que os contaré sucedió en un cine. Continuará.