Me encanta que sea tan zorra (2)

Ella es una zorra y yo un mirón y a los dos nos encanta. Segundo relato.

ME ENCANTA QUE SEA TAN ZORRA (II)

Escribo de nuevo para seguir contando las andanzas de mi mujer Cristina y yo (Carlos) y lo mucho que hemos disfrutado durante estos 16 años (cada uno a su manera) y lo que seguimos disfrutando.

Ya conté en mi primer relato bastante sobre nosotros, cómo nos conocimos y cuestiones físicas de cada uno. Añadiré alguna cosa más y repetiré también algunas de las que ya conté para quien no haya leído mi primer relato, pero no quiero excederme. En mis posteriores relatos ya no volveré a repetir todas estas descripciones y asuntos pues siempre he pensado cuando he leído los relatos de aquí que hay gente que se excede demasiado con describir y explicar las cosas y tardan demasiado en ir al asunto que al fin y al cabo es lo que buscamos quienes leemos relatos.

Ya expliqué en el anterior que mi esposa es una viciosa a la cual, cuando un hombre la insulta y la trata como una zorra, es absolutamente incapaz de decir que no, y como también yo soy una de esos a los que la encanta verla disfrutando con otros, ya que ver la cara de puta viciosa que pone cuando está disfrutando me pone a mil. También expliqué cómo a ella eso le había costado un matrimonio y a mi me había costado una relación de noviazgo de siete años. En cuanto a nuestro físico, ya lo describí en mi primer relato (el que quiera que lo busque) y conté la primera vez que la vi, en su juerga con Rodolfo.

Solo quiero añadir que estos relatos que he empezado a contar, como ya dije en el primero, son nuestras experiencias o aventuras a lo largo de nuestros 16 años juntos. Mi mujer, como ya dije en el anterior, tiene actualmente 47 años y yo 43. Cuando nos conocimos yo tenía 27 y ella 31. Era una preciosidad que siempre aparentó (aún hoy) siete u ocho años menos de los que tiene y eso siempre ha sido una ventaja pues nuestros conocidos e incluso mi familia, hasta que se lo dices, siempre piensan que tiene 3 o 4 años menos que yo, cuando realmente es al revés.

Lo que no dije en el anterior es que cuando la conocí con 31 y durante unos 14 años, ella siempre vestía de manera muy sexy. No es que fuera vestida de puta pero sí que le gustaba siempre ir con falditas y vestidos cortitos pues odiaba o se sentía mal con faldas largas. Hará unos dos años ha cambiado (quizás la edad) y ha empezado a usar el 90 por ciento de las veces pantalones, pero durante todas estas aventuras nuestras que voy a contar, siempre iba vestida con esa ropa "cortita".

No quiero extenderme más porque creo que la gente que leemos aquí, buscamos lo que buscamos y no demasiadas descripciones y descripciones que a veces cansan. Sólo añadiré (porque no lo he dicho) que la conocí porque entré a trabajar en una empresa en la que ella ya estaba y así nos conocimos.

Tras su primera aventura con Rodolfo, bueno mejor dicho, la primera aventura en que yo la vi, ya que ella, había tenido antes muchísimas, pasamos un tiempo en que yo me enamoré todavía más de ella y en la que disfrutábamos muchísimo del sexo, principalmente los fines de semana. Cuando follábamos ella me contaba muchas de las folladas que había tenido de soltera y de casada con su primer marido y me ponía a mil. Los fines de semana (que no había que madrugar para ir a trabajar), muchas noches, ella se vestía lo más puta posible y nos imaginábamos situaciones en que ella se liaba con un desconocido en una disco o cualquier otro sitio y otras veces, nos imaginábamos que se lo volvía a hacer con Rodolfo. La verdad es que gozábamos mucho y yo le daba en donde sabía que a ella la ponía más cachonda, llamándola golfa, viciosa, zorra y todas las obscenidades que se me venían a la mente. Ella respondía siempre como la más viciosa de las viciosas.

Yo le dije muchas veces que cuando me iba a dar otra sesión de vista como la que me dio, que cuando iba a enrollarse con otro. Ella me respondía siempre que ella no era una ninfómana que necesitaba follar con todo el que pudiera y todos los días. Que sólo era una golfa y que cuando encontraba un hombre que la sabía calentar insultándola, se la llevaba a la cama, pero que ella no lo buscaba y que cuando apareciera el próximo, como apareció Rodolfo, ya aparecería.

Yo la verdad es que lo deseaba mucho, pero también pensaba que bueno, no era fácil encontrar hombres por ahí que de buenas a primeras le entraran a una mujer llamándola zorra, viciosa, golfa y cosas así. Los hombres que intentaban ligársela lo hacían siempre con delicadeza, queriendo ser graciosos y cosas así, lo normal y eso no es lo que a ella la ponía, ni la forma de conseguirla. Y yo pensé que tíos que la entraran como a ella la iba, eran difíciles de encontrar.

Lo hablé con ella y le dije que deberíamos de empezar a ir a sitios o locales de vicio, espectáculos de sexo en vivo, cines porno, no sé, sitios así donde era más fácil encontrar a viciosos que la pudieran atacar como a ella la gusta. No le pareció mal y me dio la razón de que era difícil encontrar hombres que la entraran como a ella la gustaba.

En mi ciudad, se vendía en los kioskos una revista en la que la gente podía buscar vicio. Había montones de anuncios de hombre busca mujer, mujer busca hombre, intercambios, tríos, etc. y también montones de publicidad de lugares de vicio: sex-shop, cines porno, locales de intercambio, y montones de lugares de perversión. La compré y la estuve viendo, subrayando con un rotulador aquellos lugares que me gustaban más por la publicidad que ponían. Le enseñé uno que era una especie de sex-shop donde según la publicidad, había cabinas, películas porno, etc., y también espectáculo en vivo y le dije que podíamos ir el viernes ya que el sábado no había que madrugar. Ella no puso impedimento. A pesar de que conmigo disfrutaba y bien, estoy seguro de que ya iba echando menos que le metieran una buena polla como Dios manda.

Al llegar el día, mi mujer se puso un conjunto de lencería de color negro, muy transparente, donde sus pezones se veían perfectamente a través del sujetador y donde su coñito, o más concretamente el pubis se transparentaba también a través de la braguita. La vi tremendamente sexy y se lo dije, añadiéndole a mi comentario un "zorra" que sabía que la encantaba. Se puso un conjunto verde de falda corta y la parte de arriba (no sé como explicarlo) era como una especie de camiseta pero no era una camiseta, ya que el conjunto hacía juego. No sé explicarlo muy bien, pero la parte de arriba estaba separada de la falda y no tenía botones para desabrochar sino que se ponía o quitaba o se levantaba como se hace con un jersey o camiseta. La falda, evidentemente, cortita, como vestía ella siempre, tenía algo sexy y era que en la parte delantera de la falda tenía tres botones, bastante espaciados entre sí, que podían desabrocharse. Sin desabrochar ninguno, ya enseñaba bastante pierna, al ser cortita, sobre todo al sentarse y cruzar las piernas, con un botón desabrochado ya enseñaba más pierna, con dos, enseñaba un montonazo los muslos y con tres, bueno con los tres, enseñaba todo, era como si no llevara falda. La falda no llevaba cremallera ni cierre. Si ajustaba al cuerpo a través de una especie de goma elástica que llevaba por dentro pero simplemente con subirla hacia arriba se ajustaba y con tirar hacia abajo se bajaba, como si fuera un short. Se puso unas medias negras con liga, muy transparentes y con unas especies de flores de dibujitos. Al llevar una especie de liga incorporada, no eran pantys hasta arriba. De ese modo, alguien podría acceder a sus braguitas si la oportunidad surgiera con total comodidad.

Cogimos el coche y nos fuimos al local. Al llegar, ella entró unos cinco minutos antes que yo, para que nadie supiera que íbamos juntos. Habíamos planeado que si ella se enrollaba con alguien y acababan marchando a algún lado, ella procuraría que fuera en nuestra casa, para que yo pudiera verlos. Acordamos que antes de ir, ella iría al servicio, me haría una seña para que la siguiera y me avisaría para que yo fuera delante. Ella entró y yo esperé en el coche. Acordamos diez minutos pero a los cinco, yo ya no aguanté y entré en el local.

Examiné el local, había una zona de cabinas, otra más oscura donde podían detectarse gente que debía estar pegándose un buen magreo o quizá más, una zona de pelis porno. La parte central o principal se componía de una barra donde podías pedir una bebida. Allí, había también como una pista de una discoteca, donde se celebraban los espectáculos porno en vivo y alrededor de esa pista, mesas donde la gente se sentaba para ver el espectáculo. En las mesas había personas solas (principalmente hombres), alguna mujer y también grupos de hombres y mujeres (amigos, matrimonios, etc) esperando para ver el espectáculo, ya que no era continuo sino que había actuación aproximadamente cada media hora. En una de aquellas meses vi que se había sentado Cristina. Había pedido una bebida que tenía Coca Cola, no sé si era sola o con alcohol. Estaba sentada, con las piernas cruzadas y se había desabrochado dos botones de la falda con lo cual, se le veía demasiado muslo y sus medias negras y transparentes la hacían muy insinuante. Su pelo rubio que se había alisado bien aquella tarde en la peluquería y más largo de lo que lo lleva hoy, la hacían muy hermosa y muy sexy.

Me senté en uno de los taburetes de la barra y pedí un whisky con cola y estuve tomando algo mientras la observaba y mientras esperaba, como todo el mundo que se iniciara la actuación. Varios hombres se acercaron a ella, quisieron invitarla a una copa y le dijeron algún piropo o alguna cosa bonita, pero ella no les siguió la marcha, ya que no era eso lo que ella buscaba ya que como todos sabéis, a Cristina la calienta que la traten como la zorra que es. Para decirle cosas bonitas, como dice ella, ya me tiene a mi.

En un taburete al lado del mío, había un hombre de pelo negro como yo, de unos 34 o 35 años (Cristina tenía entonces 31 y aparentaba 25), bien trajeado y tomándose un whisky solo. Lo que más me llamó la atención eran sus ojos verdes, ya que no es normal ese color en un hombre de pelo negro como yo. A pesar de que no me van los tíos, pensé que el tío desde luego, parecía atractivo para una mujer.

Una de las veces fui a encender un cigarro. Puse un pitillo en mis labios pero no encontraba el mechero, así que empecé a rebuscar por todos los bolsillos de mi chaqueta y mi pantalón. El tipo se dio cuenta y sacando un mechero del bolsillo de su camisa, me dio fuego. Le di las gracias y entablamos conversación sobre si a ver si empezaba el espectáculo pronto. Yo le comenté que era la primera vez que iba a aquel sitio. En fin, hablamos de todo. Le dije mi nombre y el me dijo que se llamaba Iñigo.

Charlamos y en una de las ocasiones, Iñigo me comentó lo buena que estaba la rubia que estaba sentada en aquella mesa (por Cristina) y yo le contesté que sí que estaba de miedo. El me comentó que por su ropa (ella se había desabrochado dos botones de la falda) y estar en un sitio así, sola, se veía que estaba pidiendo guerra, a lo que yo le contesté que sí, que eso parecía. Mientras tanto Cristina seguía recibiendo "visitas" de tipos que querían conquistarla y fracasaban uno tras otro. Todos pedían permiso para invitarla o para sentarse y ese no era el sistema con ella, yo lo sabía.

Se apagaron las luces para dar comienzo a la actuación quedando solo iluminada la pista central donde iba a tener lugar. La actuación empezó y dos parejas empezaron a hacer de todo en el centro de la pista. Noté como Cristina descruzaba las piernas y las volvía a cruzar en sentido contrario y yo sabía que eso era que la actuación la estaba poniendo caliente. Era un síntoma de calentura en ella, yo lo sabía perfectamente.

Le dije a Iñigo que me iba a sentar en una mesa para verlo más cómodo. El me hizo una seña con la cabeza como que no era problema y me fui, sentándome en una mesa en la parte de atrás de la de Cristina. Desde allí, podía ver menos de lo que la veía desde el taburete, al tenerla de espaldas, pero si surgía algo, podía oír muchísimo mejor la conversación.

Mi sorpresa fue cuando a los cinco minutos vi llegar a Iñigo hacia la mesa de Cristina. Pero él hizo algo que no hicieron los demás, no preguntó a Cristina si quería tomar algo ni si podía sentarse ni le hizo el más mínimo comentario sino que directamente, se sentó en el sofá, al lado de ella. Cristina no le dijo nada, aunque yo sé fijamente que de reojo le echó un vistazo. Ella buscaba viciosos que la trataran como una zorra y no le importaba el físico, pero si era atractivo como Iñigo, mejor todavía. Yo sabía que Iñigo lo había hecho mejor que los demás, sentándose allí sin pedir permiso. A Cristina tienes que ligártela diciéndolo algo vicioso o insultante o simplemente, poniéndote a meterle mano sin más, como si fuera la más zorra del mundo y no tratar de ligarla como hace la mayoría.

A los cinco minutos, Iñigo ya se había movido en la butaca acercándose mucho más a Cristina, empezando a rozar con su pierna la de ella. Por supuesto, ella ni se movió. Yo sé que en el fondo estaba pensando "vamos vicioso, lánzate".

Tras dos o tres minutos viendo que Cristina seguía viendo el espectáculo sin protestar de su presencia, Iñigo empezó a mover su mano hacia la espalda de Cristina, bajándola hacia su culito poco a poco con mucho disímulo. Yo estiré un poco el cuello por encima de sus espaldas para poder ver un poco más. Al ver que Cristina no protestaba, quitó su mano y la llevó hacia delante empezando con las yemas de sus dedos a acariciar muy suavemente sus rodillas. Cristina seguía en silencio dejándole hacer.

-¿Te gusta el espectáculo?, preguntó Iñigo acercándose a su oído.

Cristina no contestó, siguió como viendo el espectáculo. Iñigo le volvió a preguntar y ella siguió en silencio. Como no contestaba, Iñigo, que ya había empezado a subir la yema de sus dedos un poquitín por encima de la rodilla, le dijo:

  • Seguro que sí... que te pone tan cachonda como me está poniendo a mi...

Cristina dio una profunda calada al cigarro que estaba fumando y yo sabía que estaba excitándose ya un poco. Al seguir sin decir nada, Iñigo se animó más y subiendo ya un poco más hasta su muslo, volvió a acercarse y le dijo

  • Y además del espectáculo, estar aquí con una mujer tan hermosa como tu, me pone más cachondo todavía. Pareces toda una señora pero tienes pinta de golfa....no dices nada... pero te estás calentando viciosa.... lo sé.

Cristina, por primera vez, giró la cabeza hacia él y le miró, sin decirle nada pero creo que sus ojos hablaban bastante. En esos momentos supe que Iñigo la tenía en el bote si seguía por el camino que llevaba. Iba muy bien. En esos momentos, él colocó su mano derecha por detrás de la cintura de ella mientras la izquierda empezaba a subir por el polo, camiseta o como se llame del conjunto que hacía juego con la falda, llegando hasta los pechos de Cristina y empezando a tocarlos con mucho cuidado pero tocándolos al fin y al cabo. A Cristina la estaba calentando. Eso quería ella, un vicioso que la metiera mano sin más, como se hace con una zorra. Pero como le gustaba tanto que se lo dijera y según me dijo ella después, por miedo a que él no supiera darse cuenta, se animó y le dijo:

Dímelo otra vez.

¿El qué?, pregunto Iñigo.

Lo de golfa y lo de viciosa.

Iñigo supo entonces qué es lo que excitaba aquella hembra impresionante que estaba deseando desde hacía tiempo cuando estábamos en la barra.

¿Eso te excita?.... Que te digan lo zorra que eres.... mientras le apretaba los pechos un poco más.

A Cristina ya la excitó del todo y giró la cabeza buscando la boca de él. Empezaron un morreo largo y profundo mientras él seguía acariciando y apretando sus pechos. Cuando acabó el morreo, Iñigo bajó la mano hacia donde empezaba el polo (voy a llamarlo así) y metiendo la mano por debajo, empezó a deslizarla hacia dentro mientras aprovechaba para seguir calentándola con lo que Cristina le había hecho ver que lo hacía.

Tu no vienes a ver el espectáculo. Tu eres una zorra que viene buscando un buen macho que se la folle.... ¿eh?... golfa.... Las palabras las pronunciaba muy bajo (tuve que esforzarme para oírlas), casi al oído de ella. Llegó a sus pechos aunque al tapar el polo la mano, no pude saber si le estaba tocando el sujetador o ya se lo habría levantado. Cristina se giró de nuevo a besarle y con su mano empezó a tocar el paquete por encima del pantalón. La función y el espectáculo ya no le importaban, bueno, la verdad es que no nos importaba a ninguno de los tres. Al acabar el beso, Cristina llevó su boca al oído de Iñigo diciéndole...

Vicioso........ qué bien me tocas las tetas.......... y empezó a darle suaves chupadas en la oreja con su lengua.

¿Te gusta que te toquen los senos..... eh viciosa?

No me digas senos.... llámales tetas..... me suena más guarro.... más sucio.... pero me excita más...

A partir de ahí empezaron a besarse metiéndose las lenguas a fondo y a tocarse las tetas (como le gusta decir a Cristina) y ella su paquete, pero sin sacar nada al aire pues no dejaba de haber mucha gente allí. Tras diez o quince minutos, Cristina le propuso que se fueran a casa de ella, que allí no podían hacer todo lo que les gustaría. Iñigo aceptó encantado y ella le dijo que la permitiera ir un momento al servicio. Por supuesto, yo aproveché para ir tras ella. Nos vimos a las puertas del baño y me dijo que tardaría en volver unos cinco minutos y que además, le llevaría a casa por el camino más largo. De ese modo, me daría a mi un tiempo para llegar antes que ellos a casa. Le comenté que me volvería a meter en la habitación cuya puerta coincide en el pasillo enfrente de la del salón para poder verles bien. Como la de nuestra habitación, no tenía ninguna puerta enfrente, le pedí que como con Rodolfo, que lo que hiciera lo hiciera en el salón.

Me dirigí rápidamente al coche y me fui a casa, metiendo el coche en el garaje, subiendo lo más rápido posible y metiéndome en mi escondite.

Como a los quince minutos oí abrir la puerta de la calle y supe que llegaban. Lógicamente, Cristina se lo llevó al salón. Le preguntó si quería tomar algo pero Iñigo la agarró por detrás pegándole su paquete al culo y agarrando sus tetas, mientras levantaba el polo del conjunto hasta arriba.

No.... lo que quiero es gozar de una perra viciosa como tu...

Me di cuenta que Iñigo ya había aprendido perfectamente qué era lo que calentaba a Cristina. Además, pensé que en el coche de camino a casa, seguro que ella le habría hecho ver cómo ponerla bien caliente.

En esa postura y tras esa frase, Cristina empezó a mover el culo sobre su paquete como había hecho con Rodolfo. Giró su cara hacia la de él y empezó a meterle toda su lengua en la boca mientras Iñigo levantaba su sujetador y le magreaba sus pechos con fuerza y con ganas.

Asíiii..... golfa.....mueve bien tu culito.... pónmela bien dura...... eres una puta de primera...

Cristina movió su culo un poco más, pero pronto se dio la vuelta y mientras le besaba empezó a quitarle la ropa a Iñigo: chaquete, corbata, camisa, pantalones, todo fue cayendo al suelo dejándolo sólo en ropa interior. Entonces se echó hacia atrás y mientras él la miraba, se sacó su polo y su sujetador y tirando de la falda hacia abajo, se la sacó también quedando con sus medias con liga y sus braguitas transparentes. No dijo nada pero le echó una mirada a Iñigo de lo más puta, de una auténtica zorra en celo.

El la agarró y se la llevó al sofá donde se sentaron y empezaron a besarse con ganas, mientras Iñigo acariciaba y apretaba los pechos de Cristina y pellizcaba sus pezones, lo que la hacía soltar pequeñitos gritos de placer mientras lo besaba. Tengo que decir que Cristina tiene unos pezones gordos, amplios, los cuales, uno puede atrapar o mordisquear perfectamente con la boca, ya que con ese par de pezones, atraparlos resulta más fácil. Y encima, con los toqueteos y mordiscos, todavía se le ponían más grandes, con lo cual, cuando Iñigo acabó el beso se dirigió enseguida a comerse aquellas buenas bolitas.

Cristina le agarró la cabeza con la izquierda, mientras la mano derecha se metía por dentro de la ropa interior de él, acariciando su polla. Yo estaba deseando que la sacara para poder vérsela y ver si Iñigo tenía una buena herramienta para darle placer a Cristina. Mientras él seguía chupando y mordiendo sus pezones.

Síiiiii..... chúpame las tetas...... chupámelas.....vicioso.... Dime que te gustan.... dime que te gustan mis tetas.....

Sonreí. Sabía que a Cristina le gustaba que la hablaran, que la insultaran, que le dijeran guarradas mientras la tocaban y la follaban y Iñigo llevaba un buen rato magreándola sin decir nada. Sabía que con eso, ella buscaba que hablara, que fuera guarro.

Me encantan..... tienes unas tetas cojonudas.... pedazo de zorra.... tienes unas tetas que están pidiendo guerra....... putona....... viciosa.

Cristina entonces se arrodilló. Se quitó las braguitas que llevaba y quitó a Iñigo su ropa interior. Entonces pude ver su miembro. De largo era aproximadamente como el de Rodolfo, unos 18 o 19 centímetros más o menos, pero era más grueso, la verdad es que tenía una polla bien gorda. Cuando Cristina le volvió a besar en la boca, empezando a mover su mano arriba y abajo sobre su polla, me di cuenta también de que era dura como una piedra. Todo el meneo que le estaba metiendo Cristina, apenas la hacían moverse y eso me indicó que además de gorda, aquella polla estaba en esos momentos, muy muy dura. Pensé que la zorra de Cristina iba a disfrutar aquella noche de un buen polvazo. Enseguida ella empezó a chupársela. Con la lengua, con los labios pero Cristina era de las que enseguida se las metía en la boca, empezando arriba y abajo a metérsela dentro mientras con una mano agarraba el trozo que quedaba libre de la boca. Como me hacía a mi, mientras le chupaba le miraba de vez en cuando a los ojos, con esa cara de puta viciosa que sabe poner y que a mi, y creo que a todos, nos pone a cien.

Vamos.... le decía Cristina....dime que te gusta como te la chupo.... dime que soy una zorra cojonuda.... dímelo vicioso....

La chupas de miedo.... golfa.... puta.... guarra....joder como me la comes..... Eres la tía más zorra que he conocido. Iñigo estaba como loco.

Cristina estuvo como un cuarto de hora chupándosela, lo cual me indicó que la polla de Iñigo resistía más tiempo sin correrse que la de Rodolfo. Quizás el tener unos 20 añós menos debía de influir.

Cuando paró Cristina se echó en el sofá a lo largo y le pidió que le diera placer ahora él a ella.

Iñigo se echó sobre ella besándola en la boca y empezando a acariciar con sus dedos el coño de Cristina metiéndole mano en su clítoris. Cristina se empezaba a mover como la puta en celo que se pone cuando la magrean. Luego, Iñigo volvió a meter su boca en sus pezones mientras primero uno y luego dos de sus dedos, se metían dentro del coño de ella. Yo estaba excitadísimo, no sabéis como se mueve la golfa de Cristina cuando la están magreando y las caras de placer y de puta que pone.

Iñigo empezó a bajar y llegó rápidamente con la boca al coño de Cristina. Sin sacar el dedo o dedos que tenía dentro, empezó a darle con su lengua en el clítoris de ella. Cristina ya se arqueaba y movía como una perra. La polla de Iñigo estaba muy empalmada, gruesa y dura, aunque ella, por la postura no podía alcanzarla puesto que estaba lejos de sus manos al tener el su cabeza sobre su coño. Así que las manos de ella, no paraban de acariciarse a sí misma los pechos.

ahhhhh.... qué bueno..... sigue.... ohhhhhhh... y esto sin parar, soltando gemidos como una loca uno tras otro.... uhmmmmm.. ohhhhh..... ahhhh... y todos los que ustedes quieran. Yo ya no sabía si la estaba dando más placer con la lengua o con los dedos metidos en ella pero estaba como loca. Cuando Iñigo se fue hacia arriba otra vez, ella ya estaba loca de ganas.

Golfo..... vicioso.... cabrón..... méteme la polla.... metémela hasta los huevos.... no puedo más..... metétemela.....

Iñigo colocó su polla sobre la raja de Cristina y se la metió lentamente, haciéndola sentir cada uno de sus centímetros. Cristina seguía con sus ohhhhh, ahhhh y momviéndose como una loca. Sus manos se fueron hacia las nalgas de él, sus piernas bien abiertas para que la metiera a fondo y apretando el culo de él como queriendo que la taladrara hasta lo más profundo.

Iñigo empezó a moverse. Aquella polla gruesa y dura estaba follándose a Cristina que estaba como loca. Ella hubo un momento que cerró las piernas sobre las nalgas de él excitada como la más puta del mundo para sentirlo bien adentro.

Qué buena, le decía..... qué polla tienes vicioso..... qué placer me das..... huyyyyyy..... como me gusta.....

Qué golfa eres Cristina..... eres la más golfa que he conocido en mi vida.... me encanta esa cara de puta viciosa que pones...

Síiiii, soy muy puta..... cabrón.... dame..... no te pares..... huy que polla.... que placer.... fóllame.... fóllameeeeeee......

Iñigo la sacó un momento y le pidió que se pusiera en el suelo, sobre la alfombra, a cuatro patas como los perritos, apoyando sus brazos sobre el sofá. Ella le dijo que por el culo no le gustaba y en aquellos momentos era verdad pues ni conmigo lo había hecho. El le dijo que tranquila, que su almeja le encantaba (Iñigo llamó así al sexo de ella y me gustó el nombre). En cuanto ella estuvo situada, volvió a meterla por ........ su almeja, mientras sus manos la tocaban los pechos todo lo que podían. Cristina volvió a sentir su polla gruesa y dura dentro de ella y empezó nuevamente a gemir, moverse y disfrutar como la viciosa que es. En aquella postura yo podía observar muy bien como movía el culo mientras aquélla polla la taladraba.

uahhhhh.... que polla.... cómo me follas..... me vuelves loca..... chulo.... eres un chulo, le dijo mientras giraba la cabeza y le miraba con sus ojos de viciosa emputecida.

Y tu una puta.... toma polla, tómala bien.... golfa...

Cristina quería que él hablara más, que le dijera las cosas que tanto la excitaban y empezó a decirle.

En él local..... ¿qué pensabas de mi?

Que estabas buenísima, respondió él.

Pero.... dime lo que pensabas sucio, seguro que también pensaste cosas sucias....

Síiiii le decía él, con la excitación propia del hombre que está metiendo la polla con toda la fuerza que puede dar.... síiiii, pensé que eras una viciosa...... que debías de estar buscando caña.... esa zorra quiere guerra me dije.... necesita una buena polla....

Con sus palabras, Cristina empezó a gemir todavía más (no entiendo de donde sacaba las fuerzas) y a moverse como una loca. Unos segundos después su cuerpo y su cabeza se tensaron hacia arriba gritando como una loca. Supe que estaba teniendo un orgasmo fabuloso. Su cabeza hacia arriba, sus labios se mordían uno contra el otro, sus manos buscaban llegar a las nalgas o cadera de él para apretarlo más adentro... su orgasmo era cojonudo. Apoyó luego su cabeza en el sofá como tomándose un respiro. Luego, ya recuperada, le pidió a él que se sentara que quería follárselo ella ahora y que quería que él también se quedara a gusto.

En menos de un minuto, Cristina estaba sentada sobre él con la polla clavada en su almeja (desde entonces me gustó este nombre y lo he utilizado ya para siempre). Iñigo seguía con la polla dura follándola y aprovechó la postura para tocarle, pellizcarle los pechos y chupárselos y morderlos a fondo.

Cabrón.... le decía Cristina.... cómo aguantas.... vaya pedazo de rabo que tienes..... me estás volviendo una ramera..... ohhh... ahhhh... y un montón de gemidos más.

Al cabo de unos diez minutos más, Iñigo empezó a jadear y respirar como si le ocurriera algo. Cristina supo que iba a correrse y empezó a moverse con más vicio (si es que se podía más). El le indicó que estaba a punto de correrse y que se saliera pero Cristina le indicó que había tenido un problema médico y que tenía la ligadura de trompas hecha (l cual era verdad, así había sido). El ya no pudo más y lanzándose a morder sus pechos como un loco, descargó dentro de ella. Debió de estar casi medio minuto descargando sin parar.

Después, Iñigo le pidió pasar la noche allí pero Cristina (que sabía que no podía ser al estar yo) le indicó que no podía ser, que vivía con su hermano y que éste llegaría en una hora aproximadamente y debía irse. Iñigo se vistió y se despidió de ella.

Al irse Cristina se vino hacia mi, abrazándome y besándome.

¿Te ha gustado? me dijo con una sonrisa.

Ya sabes que sí.... mucho, le dije besándola. Se me ha puesto muy dura. ¿Te apetece echar otro?.

Mañana por la mañana, necesito unas horas para recuperarme.

Entonces la di la vuelta, desnuda como estaba, acariciándola los pechos mientras ella me movía el culito (era superior a ella).

Te ha gustado, golfa..... te ha dado placer.... zorrita....

Sí, me dijo ella moviéndose. Tiene una buena polla ese cabrón, joder.... era gorda y dura y me puso a mil.

¿Mejor que con Rodolfo?, le pregunté.

Bueno, su polla era mejor y era más atractivo y más joven, pero hablaba muy poco. Rodolfo no paraba de insultarme, de decirme guarradas y eso me pone a mil, casi tanto como el tener la polla dentro.

Nos fuimos a la cama y pensé en lo que me acababa de decir. Rodolfo le había gustado por lo bien que había sabido hablarle e insultarle y tratarla como la zorra que es. Así que en la cama, la abracé un poco y le dije que no me importaría que repitiera con Rodolfo, pero que no quería verla siempre con el mismo, que yo disfrutaba con su vicio pero no quería que tuviera amantes oficiales. Ella me respondió que no me preocupara, que ella siempre me querría a mi y que nunca acabaría de amante oficial con uno. Yo ya más tranquilo, le pregunté si le apetecía entonces repetir con Rodolfo. Me dio un besito muy pequeño en los labios y me dijo

Sí, ese cerdo sabe tratarme como una guarra y me excita un montón, pero también tenemos que ir a más sitios y conocer a más hombres.

Después se giró y se echó a dormir.

En mis próximos relatos acerca de los devaneos de Cristina, ya no haré como estos dos primeros de hacer una descripción e introducción largas. Quien quiera saber de nosotros o cómo hemos llegado aquí, que se lean estos dos primeros. Quien lo haya hecho, no hará falta que le explique más. En estos 16 años todavía me quedan por contar muchos hombres y muchas "infidelidades" si se puede llamar así, de Cristina, aunque sobre todo, la relación que tiene con un hombre que, si bien, no es su amante oficial, único y exclusivo sí que ha sido el que se ha convertido en favorito de ella hasta el punto que ahora siempre que follamos, se lo imagina a él. Incluso hay veces que yo no le propongo ni le digo nada y cuando estamos follando sé que su mente se va con él. Pero eso y otras, se irán contando en mis posteriores relatos.

Doy las gracias también por los comentarios tan estupendos que he recibido hasta ahora. Puedo asegurarles que todo esto es verdad. Quien no se lo crea, allá él.