Me encanta Dani.

Dani es un tipo serio, sexy y apasionado. Muchos días está lejos y me encantaría que disfrutara sabiendo cómo disfruto con él. Esto es solo el principio...

Hoy es domingo, llueve, la semana ha sido dura y estoy exhausta pero me toca trabajar. Así que he decidido hacerlo desde casa. Pero lo que realmente me apetece es comerme en mil besos a Dani. Empezaría por su oreja derecha con pequeños mordiscos e iría recorriendo todo su cuerpo entero. Pequeños mordiscos, seguidos por besos minúsculos y siguiendo el recorrido con la punta de mi lengua hasta llegar horas después al pulgar de su pie izquierdo. Emplearía toda la tarde de este domingo lluvioso que anticipa un otoño tórrido.

Pero Dani no está, trabaja para una de esas empresas que empiezan el año fiscal en septiembre, una estructura muy competitiva entre delegaciones, con mil reuniones, viajes y gran lucha interna por conseguir pequeños y grandes o pequeños proyectos. No es el mejor plan para desear pasar con él jornadas maratonianas de besos y sexo. Pero le gusta tanto lo que hace. Lo lucha y trabaja tan duro, con tanto tesón, que eso no hace más que incrementar mi deseo hacía él.

Ese deseo es el que ha hecho que dejara de escribir el informe que me pide un pesadísimo cliente mejicano, me sirva una copa de cava y vaya a mi cama a tocarme pensando en él, recordando como me folló allí mismo el primer día que nos conocimos. Uffff increíble el orgasmo que acabo de tener y que me ha llevado a escribir aquí para poder enviárselo esta noche, cuando su estresante reunión haya terminado y sepa cuanto lo he deseado hoy.

Nos conocimos en una app hace solo tres semanas. Él es más joven, serio, atlético y con gustos culturales en las antípodas de los míos. ¿Por qué quedé con él? Porque creí que podía ser divertido, una cena y tal vez una efímera aventura con alguien diferente a todos los hombres que me suelen gustar. Una manera de cerrar un verano tan atípico como el resto del año. Si este 2020 no deja de llevarnos de una incertidumbre a otra, ¿por qué no jugar a divertirse con ello?

Eso fue hace justo 20 días. Una cena en un restaurante de sushi regulero con aspiraciones y sin un vino decente. En otra ocasión solo esto ya me habría desmotivado para una posible cita; sin embargo desde el primer segundo que vi su sonrisa, supe que quería acostarme con él. Sería esa misma noche. Sabía que de no ser así, tal vez no lo sería nunca. Creo que precisamente por tener claro lo endeble de esa historia, prometo que puse todo de mi parte para echarle la jeta suficiente para que estuviera en mi casa apenas cuarenta minutos después de nuestra cena. Vivimos en la misma ciudad, apenas a veinte minutos andando. En una de esas viejas y preciosas ciudades donde es grato vivir.

A los tres minutos de estar en mi cama, con unas copas de vino, la tenue luz, sus besos y su manera de desnudarme, supe que iba a ser una noche especial. Increíble su manera de besar, muy apasionado y tierno a la vez. Con firmeza, es tremendamente masculino; pero siempre con una dulzura final con la que literalmente supe que me volvería loca. Así fue. Me excité muchísimo, estaba realmente mojada. Su olor, su piel, su mirada con tanto deseo... estuvimos besándonos, comiéndonos, descubriéndonos y riendo. Mil sensaciones, una complicidad nada habitual en un encuentro casual con un prácticamente desconocido. No soy muy amiga de ese tipo de sexo, suele ser tosco, mecánico, torpe y nunca suele tener lugar en mi cama. Con Dani para nada fue así. Fue cómplice, divertido y tremendamente placentero. Lo que más recuerdo es como en un momento dado, tomó mis muñecas, inmovilizándome mientras introducía su deliciosa y dura polla en mí, estaba realmente dura. Es grande,  pero no en exceso, lo justo para llenarme entera. Para sentirla perfectamente, para no dejar de correrme desde el primer minuto...

Si cuando luego lea este pequeño relato, no se enfada (no tiene pinta pero no sé si le va a gustar la idea) tendré la oportunidad de escribir cómo desde ese día nos hemos visto prácticamente todos. Cómo ese deseo no deja de crecer, cómo en solo unos días, tengo decenas de momentos que no se podrán borrar de mi retina. De lo mal que se nos da cenar, y de como pasamos de los besos y abrazos de bienvenida a la cama. De como me gusta dormir a su lado, despertarme de madrugada, verle dormir, besarle con el café de la mañana y no dejar de pensar en sus besos y en su manera de follarme. Del primer día que follamos frente a un espejo, del día que me esposó a su ruidoso cabecero y de cuanto me gusta chuparle y comerle la polla.

Estos días lo tiene difícil, está pendiente de conseguir un pequeño cliente nacional pero hay una delegación de las grandes que se ha antojado por llevarse esa muesca consigo, lo tiene difícil. No siempre se gana, y eso hace que el triunfo sepa mejor, pero ese deseo constante de mejorar, hace que Dani me resulte tremendamente irresistible.

Continuará...