Me enamoré de un Macho Macho (1)

Desde que llegó a mi empresa a su entrevista, aquella mirada y aquel cuerpo hicieron que me el amor llegara a mí a primera vista, aunque no fuera correspondido.

Era el año 2000 y con el inicio del milenio llegaron cambios en nuestro país República Dominicana, nuevo gobierno lo cual generaba que salieran de las oficinas públicas un personal que estuvo en los puestos públicos por favoritismo político.

La empresa para la cual laboro comenzó un proceso de expansión por lo cual requería de nuevos empleados para trabajar como vendedores. Yo había comenzado a trabajar en la oficina porque me habían promovido recientemente. Ví pasar ante mis ojos muchos candidatos para ocupar la posición que quedaba vacante y aquella mañana de primavera y como si el universo hubiera conspirado a mi favor apareció aquel ejemplar de Oso, impecablemente vestido, robusto, unas 250 libras, con un candado en su cara, 6 pies, unos ojos rodeado de unas ojeras naturales, brazos y piernas fuertes y sobre todo y lo que me llamó más la atención "su entrepierna" un guebo que le hacía juego a todo su cuerpo, debía ser gordo y grande ya que se le marcaba en aquellos jeans tan ajustados; como decimos en mi país "como el médico me lo resetó".

Se entrevistó con mi jefe y al salir se sentó con la asistente delante de mí, me miró fijamente a los ojos y aquella mirada caló en lo más profundo de mi ser, yo también me le quedé mirando y aunque fueron segundos tuve una excitación como hacía mucho no me pasaba. Nos presentamos y aquella sola mirada y algunos otros detalles como mi primera experiencia reciente con otro hombre hizo que pospusiera mi boda con mi novia de 5 años y luego de la posposición cancelara definitivamente la misma.

JG comenzó a trabajar con nosotros y cada vez que lo veía lo desnudaba con la mirada, con el correr de los meses me fui enterando de su vida, estaba casado, tenía dos niños, su actitud de macho, su fama de mujeriego y de alcohólico, su forma brusca de tratar a las personas hicieron que solo fuera una fantasía para mí.

En el 2002 me promovieron nueva vez y pasé a ser el jefe de JG, aunque su trabajo era en la calle y el mío en la oficina, hacía lo indesible para pasar tiempo con él; comenzamos a ser amigos, me comencé a preocupar por él y su familia; llegaron las invitaciones a cenar, a escuchar música en su casa y tanto su mujer como sus hijos vieron en mí una persona más de la familia, comencé a opinar sobre las situaciones del hogar y JG pasó a ser para mí mi hermano menor (yo le llevo 4 años).

Por razones de trabajo comenzamos a viajar por el interior del país a supervisar las diferentes zonas y con la excusa de ahorrar dinero para la compañía dormíamos en la misma habitación, aunque en camas separadas.

En un viaje a Puerto Plata (vivimos en Santo Domingo), aquel día trabajamos duro y llegamos cansados a la habitación, él me dijo que le dolía la cabeza y yo le dije que podía darle un masaje a lo cual él acedió. Aquello fue para mi la gloria, iba a tener por lo menos su cabeza para tocarlo, comencé dándole un masaje en las cienes y acto seguido comencé a masajear su cabeza con mis llemas de los dedos, se relajó tanto que comenzó a dormitar, fui bajando mis manos hasta su cuello y en cada contacto esperaba transmitirle todo el amor y el deseo que venía acumulando durante mucho tiempo (más de dos años). Le propuse entonces que se quitara la camisa para darle un masaje en la espalda, se recostó boca abajo y comencé a sobar aquella enorme espalda, yo en este momento tenía una erección que no podía controlar, tenía en mi poder al hombre de mi vida y aunque no tuviese sexo ya aquello significaba todo para mí. Me dije para mis adentros, debo ser un poco más agresivo y le propuse que se quitara los pantalones para darle un masaje completo, nueva vez acedió y comencé por sus dedos, sus pantorrillas y cuando llegué a aquellos muslos no podía creérmelo, sus piernas eran gordas y fuertes, llenas de bellos y estuve preocupado para que no se notara mi excitación, le dije que se colocara boca arriba y comencé a masajearle el pecho, aprobeché para frotarle sus pezones los cuales se pusieron duros, veía mientras tanto su guebo para ver si se estaba excitando y aunque lo ví un poco más grande de lo normal (medio morcilloso) no estaba del todo erecto, seguí masajeándolo y me sorprendí cuando tuve una eyaculación sin siquiera tocarme el guebo. Aquel masaje duró casi dos horas y a partir de ahí comencé a dudar sobre la hombría de mi gran amigo.

Siempre que íbamos de viaje al interior él salía del baño completamente desnudo, se afeitaba sus bellos púbicos y se me mostraba siempre de frente. Generalmente en la oficina y cuando salíamos a las plazas comerciales y cuando íbamos a hacer pis, siempre nos colocábamos uno al lado del otro y yo siempre se lo miraba y él a mí, pero todo el tiempo estuve pensando en no equivocarme y que mis suposiciones sobre su bisexualidad no fueran un equívoco.

En noviembre del 2004 le propuse que fuéramos socios y comenzamos un negocio juntos (al mismo tiempo que trabajábamos en la empresa) y este nuevo negocio nos llevó a viajar fuera del país (específicamente a Puerto Rico), viajábamos mensualmente un fin de semana y hacíamos todos los contactos y las negociaciones en solo dos días. Para ahorrar dinero decidimos que nos quedaríamos en un motel, por fin los dos juntos en una cama, desde que llegamos a la habitación prendimos la televisión y apareció aquella película porno, hablamos un rato y nos acostamos, yo comencé a tocarme por debajo de la sábana y no puse reparo para que él se diera cuenta lo que yo estaba haciendo, él se tocó su pecho pero el cansancio lo venció y se durmió.

Yo esa noche no dormí, debía aprovechar la cercanía de su cuerpo y sobre todo aprobechar que él estaba "completamente dormido", comencé abrazándolo y pegándole mi guebo por su culo, él se movió y quedó frente a frente a mí, sus ronquidos seguían igual y yo me atreví a acercar mi boca a su boca y sentir los pelos de su candado y sus suaves labios, aunque él no tuvo ninguna reacción yo tenía que aprovecharme del momento. Las horas pasaban y yo seguía tocando aquel cuerpo a mis anchas. Decidí ser un poco más osado y apoyé mi mano sobre su guebo, estaba morcilloso y comencé a masturbarlo y se le paró en mis manos, le levanté un poco el calsoncillo y le toqué la punta de su guebo y luego bajé hasta abarcar por completo su tremenda polla; él seguía roncando y yo le masturbaba, él volvió a ponerse de espalda a mí y tuve que sacar rápidamente la mano, decidí dejar todo ahí y dejar la segunda parte para nuestro próximo viaje.

CONTINUARÁ....