Me enamore de un chico (viii)
Cuando gozas de sexo puro nato y con una entrega total
VIII UNA COGIDA MAS.
Transcurrieron un par de semanas en las que solamente nos veíamos, caminábamos y la pasábamos bien. Íbamos a comer un helado, a pasarla súper como buenos amigos…. Y a mantener ante todo una relación totalmente agradable para ambos. Él y yo comprendíamos el mutuo amor que nos profesábamos. Hacíamos como cualquier otra pareja, planes a futuro… de posibles lugares que podríamos visitar, cosas que a ambos nos gustaría compartir con el otro, y ante todo… darnos placer sexual…. En todo momento.
Luego de unos quince días, volvimos a tener uno de los más placenteros encuentros sexuales que se pueden tener. Ambos nos entregamos al placer en su totalidad. Nos reunimos como a eso de las 10 de la mañana, y expresándonos lo mucho que nos deseábamos decidimos ir al lugar que últimamente habíamos visitado para entregarnos al amor. Ya en la habitación, lo primero que hice fue decirle a mi amado osito, que lo quería mucho y que me hacía muy feliz, que pese a lo poco que podríamos vernos en adelante… siempre le iba a amar, y que ojala que el sintiera lo mismo que yo.
Mario se e acercó a mí con una sonrisa, y me dio un beso. Cosa que me encanto ya que era él quien tomaba la iniciativa, pero la verdad, me gustó. El insistió, buscando abrirme los labios con los suyos, y pronto noté su lengua dentro de mi boca. Mmnn… que agradable. Empecé a sentir como mi verga se ponía dura como una roca, y sólo me había besado…Mientras me besaba, empezó a desnudarme. Yo hice lo mismo con él. Cuando él llegó a mi pantalón, desabrochó el cinturón, abrió la bragueta y me bajó los pantalones hasta mitad de la pierna. Entonces, con mi verga marcada bajo el boxer, empezó a chupármela; yo estaba súper excitado. Empezó entonces a bajarme el boxer con la única ayuda de los dientes, lo que me pareció muy morboso; así, el glande fue lo primero que apareció por la parte superior, y Mario lo atrapó en su boca golosa. Estaba claro que venía muy animado, porque demostró su maestría desde el primer momento: cómo chupaba el glande, cómo le daba lengüetazos provocándome calambrazos y corrientes eléctricas por el cuerpo, como deslizaba la lengua por mi verga, se detenía chupándome los huevos…Luego de unos minutos se subió y me puso las manos en los hombros. Yo sabía lo que venía ahora: me bajó con sus manos hasta situarme a la altura de su bragueta. Con la excitación del momento sentía que me faltaba el aire, me costó algún trabajo abrirle el cinturón y la bragueta pero cuando lo conseguí, me encontré con que el bulto bajo su bikini era ya muy prominente; se le marcaba bien grande y larga, muy dura, y a pesar de que no era la primera vez que me la ponía enfrente, por un momento tuve miedo de aquello. Sobre todo al pensar que me la querría meter, me iba a partir en dos. Proseguí a imitarle, y empecé a chuparle la verga por encima de la tela de su bikini. Ese contacto inicial con la tela de por medio, fue muy pero muy excitante, y mi verga estaba cada vez más dura, no pudíendo esperar más le bajé el bikini: saltó entonces, ante mi cara, su mastil enorme, grande y ancho, con un glande gordo y rosáceo, de cuya punta salía un hilillo de precum. No pude aguantar más la visión de aquella maravilla y, me metí el glande en la boca. Aquello fue como una revelación. Esa herramienta dura y blanda a la vez, caliente como si estuviera en un horno, me volvió loco, y, sin saber, empecé a chupar como un desesperado. Seguí chupándosela con frenesí, no quería sacármela de la boca. Decidí que debía probar también el sabor de los huevos que eran grandes y sabrosos Los lengüeteé y Mario se estremecía. Volví a mi amada verga recordando las mamadas de las peli porno, empecé a metérmela cada vez más adentro, hasta que la punta me tocó en la campanilla, e intuitivamente ahuequé la garganta, como lo había visto e intenté metérmela de nuevo; me costó un par de intentos, pero al tercero, el glande pasó limpiamente a través de la campanilla y cuando me di cuenta tenía la nariz hundida en el vello púbico de mi osito, y mi labio inferior chocando con los huevos. Sentía como algo enorme que se asomaba a mi estómago, y entonces me sentí dichoso. El olor del vello púbico era embriagador. Seguí chupando aquel glande delicioso, enorme y cada vez más lubricado de precum. Mario, mientras tanto, me acomodaba en la cama y nos habíamos desembarazado del resto de ropas que nos quedaban. Estábamos los dos sobre la cama, yo chupándosela como un desesperado, y él empezó a tocarme el culo y buscarme el agujero. Yo me dejé hacer, porque aquel dedo que me hurgaba en aquella zona tan recóndita me estaba proporcionando un placer enorme. Me metió un segundo dedo, humedecido por su propia saliva, y el gusto era cada vez mayor. Un tercer dedo entró en mi culo, y el placer era tremendo, su gigante verga en mi boca y tres dedos humedecidos abriéndome el esfínter… Gua… Uf.. que lujo. Cuando sentí estábamos haciendo un 69; Ahora yo era el de la iniciativa. Mario se colocó debajo de mí. Yo seguí chupándole la verga y él se enganchó a la mía. No tarde en dejar su verga y acercar mi lengua a su agujero del culo. Cuando le dí el primer lengüetazo, él creyó morir de placer; yo sabía cómo darle placer, y mi lengua penetraba en su agujero haciéndole retorcer de gusto. El me la mamaba, y yo comiéndole el ojete, que magnifica escena la que nos montábamos. Aproveche para decirle que ya quería cogérmelo, y tomando sus piernas me las subí hombros para darle en esa pose de armitas que bastante nos gusta a ambos. Empecé a restregarle el glande por el culito, que lo estaba tenía bien dilatado y húmedo. Le metí la puntita, y Mario me lo apretó con su esfínter… Uffff… que rico, una oleada de placer me discurrió por todo el cuerpo, de mi pelvis hacia la cabeza, se me erizo la piel. Ambos teníamos la cara desencajada de placer; de una excitación absoluta, y, como suele ocurrir en estos casos, instintivamente, se la metí entera, aunque le doliera. Dio un quejido agudo, y de un golpe de pelvis se la alojé en el culo. El dolor fue inmenso, -me dijo-. El retrocedió un poco, para que se esparciera el malestar. Al darle otro envite en su pequeño culo le hice retorcerse de placer. Empecé a cogerlo con más ímpetu, metiéndosela cada vez más adentro.
Mario: Tranquilo…. Con calma Mmnmn suave, dale suave. Quiero disfrutar.
Luego me comento que el dolor de esas dos primeras embestidas empezó a remitir y fue sustituido cada vez más por un placer sordo, un placer que crecía y que procedía de su estrecho agujero anal, abierto hasta lo inverosímil por aquel, que cada vez se adentraba más en mis sus entrañas, y el que más deseos de que permaneciera taladrándolo le daba.
Mario empezó a jadear con fuerza, Le cogí aún con más intensidad, y de pronto yo empecé a sentir que se avecinaba mi orgasmo, pues algo caliente que se bajaba a mi verga en mi interior. Empecé a correrme como un desesperado, Le estaba inundando el culito apretado que tenia, emanaba de mi verga torrentes de leche El deposito del preservativo quedo topadito... por la excitación que me embargaba le estruje los muslos… apretándoselos fuertemente, luego lo abrace y le bese.
Oscar: Fue una descarga muy abundante, discúlpame si te hice daño alguno…. Le indique mientras me quitaba el preservativo y limpiaba la verga. ¿Cómo puedo retribuirte? Le pregunte de una forma picara y guiñándole un ojo, ya que él sabía que pronto estaría listo para darle una buena masturbada. Y lo hice… pero con mi boca….Se la empecé a comer como nunca antes. Deglutía su duro mástil… bajaba a sus huevos, trataba de meterlos ambos en mi boca… y con un tanto de dificultad…los succionaba…como para exprimírselos… Mmnmmm… me encantas guapo…. Que rico…. Mario solamente gemía y se estremecía por el placer que le estaba brindando con mi boca. Fueron escasos los minutos que agunto ya que de un solo… me tomo de la cabeza… arqueo su pelvis, la piel se le erizo… y noto como entre mis manos… empezó a correrse… Uff… Mmnmmm me encantas balbuceo. Te amo.
Luego de eso…nos vestimos…, dándonos besitos y caricias en el rostro salimos y ya en la calle…tan normales y tranquilos… como un par de grandes amigos que aparentemente tenían tanto tiempo de no verse. Si las paredes de aquel lugar hablaran… queda grabado en nuestra mente y en nuestras vidas…. Tales encuentros fantásticos y maravillosos que nos hemos brindado.