Me enamoré de mi perro 2

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, lo que no dicen es que es el mejor amante de una mujer

Antes de todo esto jamás, nunca, inimaginable, que yo me enamorara y que fuera de mi perro, imagino que es algo difícil de hacer para una mujer, además soy joven, para nada fea, mido, 1,69 de altura, peso 63 kilos y tengo buen culo y pechos, en realidad si quisiera tendría a hombres en mi cama, pero mi experiencia con mi marido, lo dije en la primera parte y tengo 47 años, no es para nada edificante no solo en el aspecto sexual, mirando atrás no me aportaba nada siquiera ni la mínima atención, unido a vivir solo en una casa tuya, económicamente desahogada con una gran tranquilidad, el hablar con alguien me lo aportan mis amigas, cada día después del trabajo, en la tarde salimos a tomar el café conversar, para después volver tranquilamente a casita, llevando a mi perro de la correa.

Ahora ya no es como al principio, no tengo miedo, ni vergüenza, se a lo que voy, lo deseo y soy consciente, además de no solo buscar mi placer sino proporcionárselo a mi perro.

Ayer, viernes, mis amigas habían, planeado durante la semana una noche sin hombres, ya que como mencioné en el relato pasado todas están también casadas o en pareja, quedamos todas a las diez de la noche, para cenar, después nos fuimos a tomar un par de copas, llegué a casa a las dos de la mañana, cachonda, abrí la puerta mi perro me recibió, ya a pasado un tiempo así que se a ido acostumbrando, a que solo cuando me ve, sabe lo que deseo, me fui al baño, me duché dejé que el perro entrara en el baño él afuera de la ducha, lo metí cuando terminé y le lavé su barriguita y su polla, salimos del baño, le coloqué sus "calcetas" en sus patas delanteras, me puse unas pequeñas braguitas y un camisón blanco totalmente transparente corto imaginando que me vestía para él, me fui con el perro de nuevo al salón, se me había antojado tomar una copa, me la serví, me senté acariciando a mi perro a mi lado, mis piernas cerradas, apenas bebí dos sorbitos, me levanté y me fui a buscar una manta para no manchar el piso, mi perro me seguia esta vez la extendí en el salón, él movía su cola, pero de nuevo me senté en el sofá con la copa en la mano, ahora él intentaba buscarme, me fuí abriendo de piernas, él apretando entre ellas su hocico y cabeza hasta quedarme totalmente abierta de piernas y mi perro hacer algo que desde la primera vez, me vuelve loca, le encanta lamer mi coño incansablemente, cuando no le dejó que me monte.

Yo pronto estuve relajada con las piernas totalmente abiertas una mano separando mi braguita de mi coñito y mi perro lamiendo sin parar, mis quejidos eran continuos, veía su enorme lengua, allí en mi coñito, sin dejar de lamerlo, hasta que empecé a gritar, a mover mis piernas y pelvis, sintiendo aquella oleada imparable e inacabable de placer, hasta que quedé quieta, acariciando a mi perro e intentando que dejara de lamerme y dejarme descansar, había gritado como una loca, mi coño, goteaba, mi clítoris duro hipersensibilizado que a veces conseguía lamerlo y yo daba saltitos recibiendo un cierto placer y dolor.

Lo aparté por fin ya recuperada y fui a hacer lo que llevaba deseando toda la noche, me fui al suelo me puse junto a su lomo lo acaricié, mi otra mano cogió su polla, fue saliendo, puse mi cara allí me la fui acariciando en ella hasta que me la metí en la boca, empecé a chuparsela a crecer en mi boca, ya sabía yo mucho más y me fui metiendo todo lo que pude con tal placer por mi, que sentía como mi coño se mojaba, le di una gran mamada.

mi perro quieto, temblando su lomo y patas traseras, sentia su carne dentro de mi palpitante, incansable siempre, empezó a moverse casi imperceptiblemente sentia dentro de mi boca en mi garganta chocar su liquido caliente una y otra vez, asi un gran tiempo hasta que paró intento quitarse pero lo retuvé saque su polla de mi boca le daba lamidas mientras esta se iba recogiendo, acariciaba sus huevos, hasta que se apartó de mi, esperé paciente, un par de minutos después de dar un nuevo sorbo, me puse en la manta a estilo perrita me acariciaba mi coño en esa postura, mi perro mirandome aun estirado.

Se levantó, olisqueó y lamio mi caliente sexo, se puso a mi lado lamio mi cara, mi cabeza, volvió hasta la altura de mi espalda, yo estaba totalmente desnuda, puso su cabeza en mi espalda sentí su fuerza su peso al levantarse y colocar sus patas delanteras a la vez que mover las traseras hasta quedarse a la altura deseada.

No era como las primeras veces, puso su polla en mi entrada casi sin esfuerzo, lo sentí empujandome, yo instantamente gritando, de placer sintiendo como me llenaba con su polla, para en apenas "abotonarme" ya me habia hecho correrme de nuevo, me abotonó, yo aita de placer, una de mis manos, acariciaba sus huevos parte de sus patas traseras, mientras sentía dentro su miembro hinchadísimo, yo gimiendo loca hasta recibir un segundo orgasmo, haciendo moverme mas en él y deseando que me tuviera abotonada toda la noche, me tuvo así como veinticinco minutos deliciosos, cuando sacó su enorme falo de mi, chorreante, me volví y desde atrás lo lamí loca y agradecida totalmente rendida a él.

me fui me lavé y lavé la polla del perro me enjuagué la boca, con antiseptico, como al terminar me hunto en mi sexo un antiseptico.

Volví al salón, me senté en el sofá desnuda pero mi perro pronto vino hacia mi, tenia mas ganas y yo, empece despacio acariciandolo sentada, hasta que él, empezó de nuevo a lamer mi coño, me lo subí quedando sus patas traseras en el suelo, ahí tuve que coger su polla, guiarla a mi coño, se movia montandome y yo agarrada a él con mis piernas abiertas, lo apretaba lo acariciaba sin dejar de gritar, hasta que volvió a abotonarme ya buscó quitarse y quedarse pegado a mi él en el suelo, dios de esa forma su polla tiraba hacia abajo y mi coño estaba hacia arriba al estar yo sentada abierta de piernas con las piernas semi en alto abiertas, aquello me hacia gritar enloquecer, a la vez que me esforzaba para que él no tirara hacia delante pues yo no podia moverme, me corrí dos veces con una fuerza descomunal menos mal que apenas me corrí la segunda vez, mi perro se "despegó" de mi.

Mi coño ardía de la follada que me habia dado mi perro, yo lo volvi a acariciar, llevabamos mas de dos horas desde que llegué a casa, era las cuatro y cuarto, estaba saisfecha totalmente.

Estaba apunto de ir a lavarme de nuevo cuando al salón entra mi hija, eran ya casi las 5 AM ella había salido de fiesta con sus amigas, tome por sentado que no llegaría hasta el día siguiente pero allí estaba en la entrada del salón viéndome desnuda con el perro en mía muslos.

Aunque no lo esperaba, debido a la buena acogida que a tenido mi primer relato, escribí esta segunda parte espero hayan disfrutado leerla tanto como yo el escribirla