Me enamoré de mamá

Una mañana vi el cuerpo de mi madre que dormía y poco a poco me enamoré de ella.

Ya había cumplido quince años, hacía ya unos cuantos años que había descubierto los solitarios placeres de la masturbación. Me llamo Enrique, vivía solo con mi madre Marta, mi padre murió siendo yo muy pequeño y ella me crió cómo buenamente pudo, pidiendo consejo a los familiares más cercanos.

Podría hablaros de los problemas sentimentales que tenía a esa edad, pero dado que esta página Web está dedicada a lo que está, pues os contaré lo que me ocurrió con mi madre a esa edad. Además, después de lo ocurrido, encontré que ella escribía un diario y he transcrito las partes en que menciona los hechos, según sus propias palabras.

Unos meses atrás me había fijado en mi madre, en su cuerpo. No era muy alta, sobre el metro sesenta, pero estaba bien proporcionada. Lo que más me atraía de ella era su redondo y hermoso culo. No sé bien el por qué, pero la miraba y después me masturbaba imaginándola en situaciones que me excitaban sobremanera.

De todo esto destaca una mañana que me levanté temprano, fui al servicio y de vuelta, al pasar por delante de su habitación me fijé en el interior. Estaba acostada de lado, al ser casi verano, no estaba tapada y su camisón se le había subido, de forma que podía ver su culo en pompa, cubierto por aquellas braguitas blancas.

De inmediato me excité. Desde la puerta la miraba, ella me daba la espalda así que no me podía ver. Me saqué mi pene y comencé a masturbarme con la visión del cuerpo de mi madre. Imaginaba rozarme con aquel cuerpo, besándola apasionadamente mientras nos dábamos placer.

Entonces ella se movió. Quedé inmóvil y mi corazón se aceleró. Se puso boca arriba con las piernas extendidas y algo abiertas, de forma que ahora me mostraba su sexo cubierto por el encaje que dejaba entrever sus oscuros pelos. Al ver como seguía durmiendo continué masturbándome, ahora con más excitación pues podía ver su hermoso sexo y sus turgentes pechos. Eso era otra parte que me atraía de ella, sus tetas, no muy grandes pero bien puestas y firmes. Continué y en pocos minutos sentí que mi semen quería salir. Volví rápido al servicio y descargué mi semen sobre el inerte inodoro. Me limpié y volví a mi habitación pensando en que me había masturbado mirando directamente a mi madre.

"Esta mañana me desperté al escuchar a mi hijo que se dirigía al servicio. Continué acostada pues era muy temprano y decidí levantarme más tarde ya que era domingo. Estaba sobre un costado y al colocarme boca arriba abrí un poco los ojos y vi a Enrique que estaba de pie en la puerta de la habitación. Decidí simular que estaba dormida para ver que era lo que hacía allí.

Por la ventana entraba algo de luz del amanecer y pude ver que tenía su polla fuera, se estaba masturbando mientras me veía dormir. Podía ver como su mano se agitaba aunque no distinguía claramente su sexo. Tenía que haberme enfadado con él y haberle regañado, pero, y esto es lo que me preocupa, me sentí muy excitada, hace muchos años que no tengo a ningún hombre en mi cama y sentirme objeto del deseo de uno, aunque fuera mi propio hijo, me hizo sentir una mujer, y una mujer muy excitada.

No tardó mucho en tener el orgasmo y a poco corrió para ir de nuevo al baño. Entonces mi mente empezó a imaginarlo acabando la paja que su madre le había provocado. Con aquellos pensamientos quedé de nuevo dormida y tanta fue mi excitación que recuerdo de haber tenido un sueño erótico, no lo pongo en pie, pero si desperté muy mojada por la calentura que me provocó mi querido Enrique."

Desde aquella mañana mi madre se convirtió en mi obsesión, ya no la miraba cómo la mujer que me había criado y dado todo el cariño del mundo, si no que ahora era la mujer que me provocaba todo el deseo sexual y la máxima excitación posible. Sabía que ese "amor" era imposible, si ni siquiera me atreviera a hacerle la más mínima proposición ella montaría en cólera. Pero mi deseo era demasiado grande para ser ignorado, debía hacer algo pues las masturbaciones no eran mal desahogo, no eran la solución.

A veces me miraba con sus preciosos ojos verdes y sentía el deseo de besar sus hermosos y carnosos labios. Aprovechaba cualquier mínimo juego para tocarla, para sentir su calido cuerpo, para memorizarlo. Me estaba obsesionando y esto iba a más. Deseaba amarla, tener su cuerpo, hacerle el amor por completo. Pero eso no podía ser y entre dudas transcurría los días viendo su cuerpo, enamorándome de sus gestos, de sus sonrisas, de sus caricias, de ella

"Ya han pasado varios días desde que vi a mi hijo masturbarse. Desde entonces no he conseguido quitarme de la mente su imagen. Siempre se pareció mucho a su padre, pero aquel día era como si mi marido estuviera mirándome desde la puerta. Enrique ha crecido y se está convirtiendo en todo un hombre.

Ya tiene la altura de su padre, y aunque aún se está desarrollando tiene el mismo porte de su padre. Me siento mal, me excita y es mi propio hijo… no sé si seré capaz de controlar el sentimiento de deseo que me provoca, creo que me estoy enamorando de él… o del recuerdo que me evoca de su padre.

Últimamente me estoy masturbando con el pensamiento de mi hijo. Lo imagino en mi cama junto a mí, haciéndome gozar como lo hacía mi marido… En principio la excitación me atrae, después el placer de los orgasmos que me provoca me eleva a los cielos, pero al final siento pesadumbre por los sentimientos que tengo hacia mi hijo. Tengo que hablar con alguien."

Con los sentimientos y sensaciones que me provocaba Marta, me excita llamarla por su nombre, empecé a salir menos con mis amigos. Ella me preguntaba por el motivo y cada vez buscaba una buena escusa. De esta manera conseguía estar con ella más tiempo, ella apenas salía y solía navegar por Internet buscando información para sus estudios. Le gustaba la jardinería y aunque no tenía un jardín para cuidar, se conformaba con las bonitas macetas que tenía en casa.

Yo aprovechaba para estudiar junto a ella, para compartir mi tiempo con ella, buscando el roce de su cariño que desde hacía algún tiempo se había vuelto más intenso. Los fines de semana aprovechábamos para ir a alguna excursión o para ir al cine. Recuerdo un día que vimos una película de terror. A mí no me provocan demasiado miedo, pero ella las sufre mucho, aunque le gusta verlas. Desde el principio de la proyección agarró mi mano y no me soltó. Yo sentía el calor de su cuerpo, como se tensaba cuando la situación le producía un susto, ni siquiera miraba la película, me dediqué a sentirla y mirar su hermosa cara cuando se asustaba.

Pero lo bueno llegó cuando volvimos a casa. Ella seguía asustada, no era capaz de olvidar la película, siempre fue muy asustadiza, así que me pidió que esa noche me acostara con ella.

-¡Pero mamá! ¡Ya eres muy mayorcita! – Le dije con el corazón totalmente acelerado.

-Ya, pero es que estoy muy asustada.

-¡Esta es la última película de miedo que vez! – Dije y deseaba que todas las noches tuviera miedo y pidiera mi compañía.

Nunca otro sábado por la noche había estado tan excitado como aquel. Mi madre me había pedido compañía en la cama. Hacía apenas dos meses, si me lo hubiese pedido me hubiera dado igual, pero ahora había un deseo sentimental y, por qué no decirlo, sexual que hacía que ese simple hecho se convirtiera en una excitante experiencia.

-Me voy a duchar… - Le dije pues en mi interior quería agradarle.

-Pero ¿no te has duchado ya hoy? – Me preguntó extrañada.

-Sí, - dije sin saber bien que contestar – pero he sudado está tarde y estoy molesto

-¡Vale! – Me contestó – Pensándolo bien, me ducharé también en la otra ducha.

Como me hubiera gustado ducharme con ella en ese momento. Mientras me lavaba imaginé que en el otro baño el cuerpo desnudo de mi madre que recibía la calida agua que lo recorrería todo, desde su rizado pelo hasta sus pies, deslizándose por sus pechos, por su barriga, por su espalda, por sus hermosas piernas… empecé a sentirme excitado y mi pene se endureció de momento.

Me empecé a acariciar pensando en el cuerpo de mi madre, en su redondo culo, en sus pechos… Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

-¡Cariño, no tardes mucho! Mañana vamos a la playa y es tarde. – Había abierto la puerta para hablarme.

Dejé de masturbarme y acabé de ducharme. Llegué a su habitación excitado por ver como me encontraría a mi amada madre. Y allí estaba, con su liviano camisón esperándome acostada a un lado de la cama. Me senté en el lado que me había dejado y vestido sólo con unas calzonas que usaba a modo de pijama me tumbé a su lado.

Al momento agarró mi brazo que caía a su lado y me lo colocó bajo su cabeza. Mi pene no pudo más y se puso erecto y me abracé a ella para dormir. Tenía que tener cuidado, disfrutaba de la agradable sensación de su cuerpo junto al mío y no quería que aquel momento se acabara. Si le hacía la más mínima insinuación de querer tener sexo con ella se acabaría y era mejor tenerla entre mis brazos imaginando una posible relación a que se enfadara conmigo y nunca más poder tenerla cerca.

Pasó no sé cuanto tiempo esperando a que se durmiera. Cuando parecía que ya estaba en brazos de Morfeo me moví para que la mano que tenía sobre ella intentara tocar uno de sus pechos. Ella estaba boca arriba deslicé descuidadamente la mano hasta colocarla justo debajo de uno de sus pechos. Podía sentir su redondez, pero no podía mover la mano para que no se diera cuenta que la sobaba.

Entonces ocurrió algo que no me esperaba, se movió. Se giró y me dio la espalda de forma que me colocó su deseado culo contra mi pene que había conseguido tranquilizar haciéndolo botar y endurecerse de momento. Agarró la mano que tenía encima de ella y se acurrucó con ella, como queriendo taparse conmigo, de forma que la puso sobre sus pechos. La tenía pegada totalmente a mí y yo me pegué más aún. Podía sentir el duro pezón de uno de sus pechos y eso me excitó aún más. Mi deseo por aquella mujer, mi mujer, mi madre se disparó y disimuladamente me moví para rozarme con ella un poco. Sintiendo entre mis brazos su cálido cuerpo me quedé dormido poco después.

"Hoy hemos ido al cine. Aproveché que era una película de terror para tener a mi hijo lo más cerca posible haciéndole creer que tenía mucho miedo. Pasamos toda la película agarrados de la mano y empiezo a pensar que él se siente atraído por mí, ya no sólo por mi cuerpo, si no que creo que le gusta estar conmigo. Cada vez pasa más tiempo en casa estudiando, nunca antes había estudiado tanto.

Tengo que reconocer que yo también me siento atraída por él y eso me está preocupando cada vez más. Cuando volvimos del cine, quise hacer una prueba, una peligrosa prueba. Le invité a que durmiera conmigo con la escusa de tener miedo. No dudó, supongo que como haría cualquier hijo.

Tengo que reconocer que me sentía excitada. Hacía muchos años, desde que murió mi marido, que no había un hombre en mi cama. Enrique era mi hijo, pero ya había crecido y su cuerpo esta bastante desarrollado… además me recuerda mucho a mi marido y me siento atraída por él, tengo miedo de caer en el incesto

Hice que me abrazara cuando se acostó junto a mí. De momento mi sexo se humedeció al sentir el contacto de su cuerpo con el mío y mi excitación se disparó cuando me abrazó con el otro brazo y sentí que su pene estaba erecto al pegarse a mi costado. Podía haber puesto por escusa que hacía calor y haberme separado de él, pero me sentía tan excitada con la situación que me quedé esperando a que me empezara a acariciar y a amarme con pasión.

Me estoy volviendo loca con esta situación. He de pedir ayuda a alguien, no puedo más. Para colmo movió una de sus manos acariciando unos de mis pechos levemente. Eso me hizo enloquecer, pero no quería hacer nada que pudiera hacer que nos separaremos. Me volví y le coloqué mi culo a la altura de su pene para sentirlo cerca, y vaya si lo sentí, se le puso duro en un momento. Mi excitación era inmensa y agarré la mano que me abrazaba para colocarla directamente sobre uno de mis pechos que mostraba mi frenesí portando un erecto pezón. Fue agradable sentir como él se movió y frotó su sexo por mi culo. Después quedé dormida dulcemente entre los brazos de mi hijo.

Creo que Enrique se siente atraído por mí pero no estoy segura, para comprobarlo me mostraré delante de él con mis últimos bikinis para ver su reacción. Pienso que no hago bien, pero me siento cada vez más excitada y atraída por mi joven hijo."

A la mañana siguiente mi madre me despertó. Ya se había levantado y estaba a los pies de la cama. Eran las ocho y media de la mañana y tenía demasiado sueño. Intenté seguir durmiendo pero ella me despertó de una forma que nunca hubiera imaginado.

-¡Cariño! ¿Crees que me queda bien este bikini?

Mi madre vestía sólo un bikini bastante pequeño. Era como si la viera en ropa interior y se mostraba sólo para mí. Eso me hizo que abriera los ojos de par en par. Ella se giraba y se mostraba para que yo la admirara y le diera mi opinión sobre el bañador. Era excitante verla allí, de pie, con la mínima ropa posible y exponiéndose para que yo la contemplara. Me mostró todos los bikinis y bañadores que tenía hasta que se decidió por uno.

Después de vestirnos, comenzamos nuestro viaje hasta la playa. Pensaba en lo bien que lo pasaría allí con ella, solos, como si fuéramos una pareja… Y allí llegamos una hora y pico después. Buscamos un lugar donde colocarnos y al poco tiempo decidimos bañarnos. Jugamos en el agua y la verdad es que sentía que ella se comportaba como una adolescente más que como una madre, me encantaba verla así. He de reconocer que nunca la había visto tan alegre y risueña como aquella mañana, la sentía como si fuera una mujer diferente… Salimos del agua y nos tumbamos en las toallas en la arena. Imaginé que en poco se pondría a tomar el sol y me pediría que le untara crema bronceadora y lo estaba esperando.

-¡Marta! – Miramos hacía donde procedía aquella voz - ¡Marta, qué coincidencia!

Resultó ser mi tía Inma, cuñada de mi madre que habían decidido ir a la playa ese día y mira por donde tuvieron que venir a la misma que nosotros. Mi tío Juan descansaba a la sombra. Después de los saludos de rigor nos pusimos juntos. Ya se había fastidiado la mañana perfecta y el resto del día estuve malhumorado. Mi querida Marta se dedicó a hablar con la pesada de mi tía.

Serían las seis de la tarde cuando mi madre decidió que era hora de volver a casa, ella tenía que trabajar al día siguiente, yo estaba de vacaciones y no haría nada especial, salvo esperar que volviera la mujer que me estaba enamorando poco a poco. Después de las dos horas que pasamos de vuelta a casa, llegamos bastante cansados. Nos duchamos, cenamos y después nos preparamos para ir a dormir.

-¡Enrique, cariño! ¿Te importaría dormir esta noche de nuevo conmigo? – La pregunta me cogió por sorpresa.

-No… - Contesté atónito.

-Voy a escribir una cosa y ahora vuelvo. Espérame en la cama.

"Le he mostrado a mi amado hijo mi cuerpo cubierto levemente por un bañador y la verdad creo que se siente bastante atraído por mí. Además lo he notado que me trata de forma diferente cuando estamos solo a cuando hay alguien con nosotros, incluso juraría que se ha enfadado cuando nos hemos encontrado con mi hermano y su mujer en la playa y no se le ha pasado el enfado hasta que no hemos estado solos de nuevo. Por mi parte me siento atraída por él y creo que me he enamorado, sé que está mal, pero no puedo hacer nada para evitar este sentimiento. Tal vez sea algo pasajero, tal vez simplemente atracción física… cómo sea he decidido dar un paso adelante.

Después de hablar con mi cuñada Inma estoy decidida. Le expliqué mi situación con mi hijo y la verdad es que se ha mostrado bastante comprensiva. Pero me dijo que si lo de él es sólo cosa sexual, seguramente después del primer polvo se le pasará y no habrá más problemas, pero si la cosa va más por tema sentimental, que rompa con todo para que me muestre sus sentimientos y pueda aceptar o rechazar una posible relación conmigo, pues si se lo guarda para él puede darle algunos problemas en el futuro.

Así que esta noche lo he vuelto a invitar a dormir conmigo, pero hoy será una noche especial. Hoy le propondré que tengamos sexo y veremos por donde sale esto. Así que pido a Dios, aunque lo que voy a hacer sea incesto, que todo salga lo mejor posible para ambos. Mañana escribiré como ha salido todo."

Esperaba en la cama. No sabía la razón por la que Marta me había invitado esa noche a dormir con ella. ¿Quería tener por fin sexo conmigo? No creo que mi madre fuera capaz. Pero hacía mucho tiempo que no lo tenía… Seguiría teniendo miedo como la otra noche, no creo… Estaba en mis pensamientos cuando entró ella por la puerta.

Aquella noche traía otro camisón, más transparente, más corto, más excitante… me fijé en ella cuando se acercaba a la cama, no tenía sujetador puesto ya que se marcaban sus pezones erectos perfectamente y se podía entrever su oscuro color. Se subió a la cama. Como la noche anterior me pidió el brazo y apoyó su cabeza sobre él. Los dos estábamos boca arriba, con la leve luz del televisor que había puesto.

Me giré para abrazarla como hice la noche anterior y ella hizo lo mismo, quedando de cara a mí. Nos mirábamos en silencio sin decir nada. La contemplaba admirando su belleza. Sin darme cuenta puse la mano sobre su costado y comencé a acariciarla saboreando su tacto y las curvas de su cuerpo. Me sentía enamorado de esa mujer y se lo estaba mostrando con mis caricias. Y entonces habló.

-Enrique, hijo, ¿te estás enamorando me mí? – Sus palabras fueron como un jarro de agua fría.

-Yo… yo… verás… te acariciaba… - Estaba nervioso y no sabía que decir.

-No me importa que me acaricies, me gusta… - Sus palabras me encendieron, me estaba dando permiso para que la tocara. – Es más necesito que me toques y me ames

Aquello me produjo vértigo, me sentí como en un sueño, como si no lo estuviera viviendo, simplemente soñara. No le dije nada. Eché mi cuerpo sobre el suyo para que se pusiera boca arriba, con un brazo bajo la cabeza, la otra mano la agarraba por la cintura. La miré a los ojos y sentí como sus manos me acariciaban la espalda hasta que una se colocó en mi nuca y me empujó para que me aproximara a ella. Me dejé llevar hasta que nuestras bocas se acariciaron levemente.

-Hijo, deseo hacerlo, pero si tú no quieres podemos parar ahora

-¡Te amo Marta!

Nuestras bocas su unieron en un gran beso. Era la primera vez que la llamaba por su nombre. Nunca había besado a una mujer y yo jugaba con sus labios. De repente sentí como su lengua se introdujo en la mía. En principio me asusté, pero al momento hice lo mismo y comenzamos a jugar con nuestras lenguas. Subí acariciando su cuerpo hasta empezar a tocar uno de sus pechos. Ahora podía sentir perfectamente lo firme que los tenía. No dejábamos de besarnos en la boca, en el cuello, en todas partes.

Se me ocurrió tocar su sexo. Bajé mi mano acariciando su cuerpo, sintiendo su hermoso cuerpo hasta tocar la suave tela de sus bragas. Acaricié su sexo por encima de la tela y noté los labios y su raja, su húmeda raja que hacía que la tela estuviera llena de los flujos que su vagina lanzaba por la excitación. Me sentí tan excitado que empecé a rozarme con mi madre más de la cuenta mientras la besaba y casi sin poder evitarlo empecé a correrme.

-¡Perdona mamá! ¡Me estoy corriendo!

-Tranquilo, eso es normal… - me decía con una sensual sonrisa en la boca.

Me quitó las ropas manchadas y me dejó totalmente desnudo, cogió una toallitas húmedas y me limpió todo.

-Tranquilo cariño, ves, – me cogió la mano y la puso en su sexo – yo también estoy mojada de lo excitada que estoy.

Mi pene había perdido parte de la dureza que tenía y ella estaba junto a mí, con las piernas abiertas de par en par, ofreciéndome su sexo para que yo lo tocara.

-Quítame las bragas cariño.

La obedecí sin rechistar. Me coloqué al lado de ella y empecé a bajarlas, ella levantó el culo para ayudarme y al momento las sacaba por sus pies. Ahora yo estaba a los pies de la cama y la tenía delante de mí. Agarré cada pierna con una mano y las separé. Ante mí apareció un hermoso coño cubierto por una oscura mata de pelos húmedos. Mi pene había recuperado su dureza en apenas unos minutos por la enorme excitación que me producía el tener sexo con mi madre, una mujer madura de treinta y cinco años con un hermoso y sensual cuerpo que nadie había poseído desde hacía varios años.

Me fui subiendo en ella desde abajo, metiéndome entre sus piernas para besar su vientre e ir subiendo poco a poco hasta llegar a sus hermosos pechos. Sus pezones estaban duros, erectos y muy grandes. Mi lengua empezó a jugar con ellos mientras cada mano sujetaba una de sus tetas. Podía sentir el calor que desprendía su húmedo coño bajo mi barriga mientras me dedicaba a mamar sus tetas.

-¡Me estás volviendo loca! – Me decía. – ¡Sigue chupando! ¡Dale placer a mamita! ¡Tócame el coño a la vez!

Me coloqué de forma que podía mamar sus tetas y con una mano empecé a tocar su raja por encima. Entonces ella se abrió los labios con una mano y me dijo que la acariciara por dentro. Nunca había tocado un coño antes, así que hacía todo lo que ella me pedía. Metí un dedo dentro hasta que se perdió en aquella húmeda cueva y lo moví por dentro, sacándolo y metiéndolo como si la follara con él. Ella se agitaba debajo de mí al ritmo que mi dedo la follaba. Me besaba hundiendo enloquecida su lengua en mi boca. Yo pasaba de su boca a sus tetas o a su cuello, mientras ella se agitaba totalmente enloquecida por el inminente orgasmo que se acercaba. Sus gemidos se hacían más profundos hasta que no pudo más y se empezó a correr entre gemidos de placer mojado mi mano por completo.

-¡No puedo más! ¡Méteme tu polla hasta el fondo! – No era mi dulce madre la que hablaba, si no la lujuriosa Marta deseosa de ser poseída por un hombre.

Me subí sobre ella y acerqué mi polla a su coño, ella la agarró y la dirigió a su caliente y húmeda entrada. "Empuja" fue la única palabra que dijo, después sólo emitía gemidos pues dejé caer el peso de mi cuerpo para que mi polla le entrara hasta el fondo. Su coño era estrecho, caliente y muy mojado de forma que mi polla se deslizó sin problemas por su interior separando las paredes de su vagina.

Yo me movía como mi instinto me lo indicaba y podía sentir como mi polla penetraba en mi madre para darle placer. Ella se agitaba debajo de mí para que le diera el mayor placer posible. No tardó mucho en sentir el primer orgasmo que mostraba dando gritos de placer y pidiendo que la follara más. Aceleré mis penetraciones todo lo posible y sentía que yo también me iba a correr. La saqué justo a tiempo y la deje entre los labios de su lujurioso coño, moviéndome un poco más y eyaculando en su vientre. Mi semen se esparció entre nuestros cuerpos con nuestros movimientos. El roce de mi polla por su raja le daba aún espasmos de placer y sentía su respiración entrecortada por el esfuerzo realizado en el acto.

-¡Te amo Marta! – Le dije al oído.

-¡Y yo a ti, cariño! – Me respondió.

Me tumbé a su lado y descansamos un poco. Después nos levantamos y fuimos a asearnos un poco en el baño. A la vuelta nos abrazamos desnudos y nos quedamos dormidos hasta la mañana siguiente. Cuando me levanté por la mañana ella estaba en el trabajo. Fui de una habitación a otra sin saber bien que hacer hasta que en el despacho de ella encontré el diario del que saqué sus comentarios. Lo estuve leyendo un poco y la última anotación era de esa misma mañana.

"Anoche fue la mejor noche de mi vida. Me arriesgué con mi hijo y he encontrado un verdadero amante. Aún no es un experto, pero tiene actitudes. Su pene es bueno, grande sin ser exagerado y duro, muy duro. Sólo me ha penetrado una vez pero me ha hecho ver las estrellas, seguro que esta noche tendremos más sexo y le enseñaré otras formas de penetrar a una mujer y de darle placer.

Creo que está enamorado de mí, yo estoy locamente enamorada. Sé que lo que hacemos es incesto y que la mayoría de la sociedad no estará de acuerdo con esto, pero el amor que siento por él es puro y puede que él sienta lo mismo por mí. De todas maneras, en un futuro no muy lejano, él decidirá si se queda conmigo o se marcha, pero hasta entonces espero disfrutar de su amor y de todo el placer que nos podamos dar teniendo sexo… y que cada cual piense lo que quiera de nuestro amor."