Me duele la cabeza

A veces las visitas se agradecen, pero cuando vienen a trastocar tu mundo; mejor que no vengan, la mayoría de veces eso acaba mal.

Cuando cumples 30 años y vives separado de toda tu gente, tus amigos; tu familia, tu lugar de nacimiento...es algo difícil de explicar, el nuevo sitio te hace cambiar; la nueva gente es diferente y te hace diferente, pero a veces echas de menos épocas mejores.

Cuando te sientes así, lo único que te devuelve la sonrisa; es que alguien del pasado vaya a verte, como por ejemplo pasa en esta historia.

Lidia se siente justo así, Pedro es su novio pero el esta a gusto con el nuevo sitio; por lo que no la termina de entender, la nota rara y distante pero piensa que se le pasara con el tiempo.

Cuando llaman a la puerta, Pedro abre en pijama sin mirar por la mirilla; de repente ve a Laura su archienemiga, muy cambiada llena de tatuajes y vestida con ropa ceñida que muestra más carne de la normal pero con su cara de niña como siempre. De estar gordita a pasado a tener un cuerpo fittness, tiene más tetas que antes; ella le sonrie y lleva el pelo liso suelto en lugar de una coleta.

  • Hola Pedro, que serio te has puesto al verme; con lo sexy que estas así en pijama, me encanta como me recibes. - dice mordiendose los labios y apoyándose en el marco de la puerta, para acercarse y sacar un poco más de pecho.

  • Hola...¿eres Laura no? Lidia no está.

  • Si, soy yo; ¡cuanto tiempo! ¿me das un abrazo?

La observó de arriba a abajo y de abajo arriba.

  • mejor no, la mano mejor.

  • tsk...que soso eres, ¿te has puesto más fuerte no?

Me toca mi brazo, que lo tengo en el marco para que no entre; luego los abdominales, se recrea en ellos intentando que huya hacia detras.

  • si he ido al gimnasio, ¿que quieres Laura?

  • ¿me vas a dejar en la puerta? - pregunta sorprendida.

  • me da miedo dejarte pasar.

  • tranquilo, esta vez vengo en son de paz.

  • no lo tengo muy claro. - digo con un vistazo de nuevo a su cuerpo.

  • no me prejuzges por mi aspecto, Pedrito.

  • no me llames así, así solo me llama Lidia.

  • Vale, Pedrito; pues si no quieres problemas con Li, dejame pasar que vamos a hablar.

  • esta bien...

Me apartó para que pase, me mira mal.

  • ¿no coges mis maletas? Que poco caballeroso.

De mal humor voy a por sus maletas, justo cuando ella se agacha para hacer algo en las maletas; intento parar pero ya es tarde, le doy un puntazo en un culazo que antes no tenia y su reacción no se hace esperar.

  • ghm

Me quedo helado al ver que gime, ella también; los dos con los ojos como platos, ella se empieza a mover lento y cuando empiezo a reaccionar me apartó. Agarro sus maletas y las llevo al salón, ella me sigue cerrando la puerta tras de si; luego se me sienta al lado, observandome echado para adelante en el sofá.

  • ¿estas empalmado?

Pregunta con su fingida inocencia, la miro molesto por lo que ha echo y por lo que dice.

  • ¡no! Es que me duele el estomago.

  • ah bueno, entonces ve a la cocina; coge una tónica para ti, un agua con gas para mi.

La miro atónito.

  • eres mala

Me levanto tapandome y ella sonrie.

  • no te preocupes, yo también me he mojado ¿ves? Es algo natural.

Se levanta y me enseña el vestido por detrás mojado, abro los ojos de par en par; casi corro hacia la cocina, una vez allí busco las cosas a prisa...la cocina es estrecha y en el salón controlare mejor las distancias, pero cuando las tengo en la mano; ella aparece en la cocina, me parece que ahora no lleva sujetador, pues se le marcan los pezones en toda su plenitud.

  • ¿que? Me he puesto cómoda.

  • ¿vienes a seguir con tu juego?

  • no, ¡vengo a hacer esto! Que ahora no te puedes defender.

Se me acerca, reculo hasta que me doy con el mueble en la espalda; ella se me abraza con fuerza y pone su cabeza en mi pecho, que ahora late con fuerza.

  • te late rápido.

  • ¿que?

  • nada, vamos al salón y hablamos.

Al separarse se agacha y roza su culo mojado con mi ereccion, además noto que se ha quitado ropa también de abajo; porque roza más.