Me domaron en el balneario

Un hombre hizo lo que quiso de mí, cuando me descubrió teniendo sexo oral con mi primo.

ME DOMARON EN EL BALNEARIO

Que yo muy buena, que muy nalgona y muy chichona; y de bombón o bizcochito, no me bajaba. Así me decía Rafa, mi primo. Aprovechando cualquier circunstancia para pellizcarme las nalgas, sobarme el busto o abrazarme, restregándome su paquete en mis ancas. Se acercaba y me murmuraba al oído:

¡Tienes un culo, primita, para estártelo lengüeteando por horas!… Me encantaría abrirte esas nalgotas y darte tus buenos piquetes de culo que te mereces… Cuando sientas picazón en la cuca, llámame, no importa la hora que sea… Me encantaría exprimirte esas tetotas y hacerte berrear con toda mi verga adentro… -

Así es el hijo mayor de mi tía Bety, y tiene ahora 19 años, pero cuando sucedió lo que voy a contarte, iba a cumplir los 17. En ese entonces no paraba de acosarme, al grado que me molestaba a cada momento, y sobre todo los fines de semana, que era cuando llegaban a la casa y se quedaban a comer. En mi cumpleaños me regaló un CD de Paulina Rubio, y una tarjeta musical que aún conservo; me dedicó un verso y siempre me estaba halagando con cualquier chuchería; pero no estaba enamorado de mí, solo era una atracción animal que yo le inspiraba.

A pesar de mis negativas siempre me hacía sonreír, y aunque lo regañaba por sus palabrotas, terminaba súper empapada por lo que me decía.

Cada vez que caminas, mueves muy rico el trasero… Tienes un culo hecho para estarte nalgueando, y una boquita de puta mamadora… -, y cuánta tontería se le ocurriera.

Yo no quería nada con él, puesto que somos primos, y en mi familia eso está mal visto. Mis sueños se concentraban en Arturo, su amigo del alma. Arturo tiene la misma edad de Rafa, quien trae el cabello largo en forma de coleta, para mí es muy atractivo. Es alto, delgado, de piel muy suave y tostada, una sonrisa que me derretía cuando se me quedaba viendo, unos ojos pizpiretos y soñadores; y una voz, que me hipnotizaba. En cambio mi primo era juguetón y muy chistoso, un poco gordito, cabello rebelde y vestía siempre pantalones de mezclillas y camisetas.

Rafa no me gustaba porque era muy morboso, y siempre estaba al acecho para asediarme, manosearme o decirme de cosas; en cambio su amigo era más lindo. Rafael hasta llegaba a reclamarme cuando tenía algún buen gesto para Turry, como le llamábamos a Arturo; y se jactaba de decirles a sus amigos que yo era su novia, ¡mentira!...

En mis momentos de debilidad, aceptaba que me cachondeara, pero cuando intentaba meterme la mano, salía de estampida; solo aceptaba que me tocara las nalgas o los pechos, pero nunca que me tocara mis partes íntimas. Yo le rozaba la verga con mi pierna, "sin querer", pero al menor descuido, me picoteaba el culo con su fierro bien parado. Esos fajes me dejaban empapadísima, pero como dije, no quería hacerlo, pues no quería ni pensar en lo que pasaría si nos descubrieran.

Un día domingo llegó con Pepe, otro amigo a invitarme a nadar al balneario; yo sabía que era para que me manoseara pues lo traía como perro tras de mí; incluso me pidieron que invitara a alguna amiga pero me negué e hice todo para no ir, argumentando que mi mamá no me dejaría; sin embargo, le pidieron permiso y como iba de salida, hasta nos dio un raid en la camioneta y nos dejó cerca. Estoy segura que Rafa y mi mami tuvieron un acuerdo silencioso, pues al principio hizo un gesto de fastidio, pero mi primo la tomó del brazo y algo le dijo; después ella aceptó pero eso sí, ella con el seño fruncido como intentando decirme que me comportara con ellos y que no anduviera de puta, como a veces me dice; pero sabía que algo tramaban, pues es de la que no da pie sin huarache. Me resigné, pues en el fondo tenía la esperanza de encontrarme con Turry, pero lamentablemente no fue, si no, no hubiera sucedido lo que me pasó.

Me extrañó mucho que mi mami no pusiera tantos reparos, ya que constantemente me impedía salir hasta con mis amigas, y todo porque le contesté mal cuando llegué a casa muy despeinada y con el lápiz labial embadurnado, signo inequívoco que había mamado una verga. En ese entonces tenía un novio mayor que yo, y me daba unos fajes que me dejaban temblando de deseo; en esa ocasión me insistió tanto para que se la mamara y como yo también sentía un enorme deseos de tener ese champiñón en mi boca, nos fuimos a su carro y lo dejé que se viniera en mis labios, atragantándome con su copiosa corrida.

Cuando terminamos, casi me infarto pues ya eran las 10 de la noche y mi papi llega a esas horas. El caso es que en cuanto mi mamá me vio (estaba platicando con una vecina), prácticamente me arrastró al interior de la casa jalándome del pelo y me estampó una cachetada:

Así es como te gusta andar, cabrona, entregándote a cualquier estúpido que te pide las nalgas-, me dijo.

Soy yo, ¿no?... –

No me contestes así, hija de la chingada-

Y de que te espantas-, le dije llorando, - si tú eres tan puta como yo… ¿Crees que soy tan tonta y no me doy cuenta de tus salidas?... Hasta sé con quien andas–

Casi del pelo me arrastró a mi recámara.

Qué sabes de mí, pendeja estúpida, ¿eh?... A mí no me vas a levantar falsos, y esto lo arreglamos en cuanto llegue tu padre… -, dijo roja del coraje.

Pues créeme que ya es tiempo que se entere de todo-, la reté.

Cuando se dio cuenta que yo hablaba en serio, y que le sabía algo, me amenazó:

Tú no vas a decir nada, vas a mantener el pico cerrado, y cuidadito en que se te "escape" algo; ¿entendido?... –

Y es que el malestar de mi mamá se debía a un muchacho, el bombón del barrio como le decíamos mis amigas y yo. Trabajaba en la carnicería del mercado donde demostraba su fuerza cargando las postas de carne, y lo hacía sin camisa y con todo el dorso al descubierto, presumiendo su encantadora espalda, su abdomen de lavadero y sus atractivos bíceps a todos los del mercado. Se decía que era un chulo pues muchas mujeres casadas y solteras querían con él, y que algunas le pagaban por recibir sus favores.

Mi mami se pasa de la raya, pues a veces se pone unas minis que qué bárbara; tiene buen trasero y unas piernotas de concurso. Cuando no está mi papi, que a veces sale fuera de la ciudad, aprovecha para vestirse así, muy descarada; y no falta el pelado que le diga de groserías, por eso no me gusta acompañarla al mercado, pues le dicen de cosas y a mí me incomoda, pero a ella creo que le gusta pues más se contonea.

Un día salí de bañarme y me puse un conjunto de ropa que consiste en un short y una playera, como me considero de buen cuerpo, pues me quedaba muy bien. Me puse mi mejor fragancia y cuando estaba arreglando mis CD’s en el librero de la casa, entró mi mamá.

¿Vas a salir?... –

Si-, respondí sin voltear.

¿Con el "Ñerito"?... -, como le decían al bombón que ya les platiqué.

Si, ¿Qué tiene de malo?... –

Escúchame bien cabrona, a "ese" no me lo vas a quitar, con él no te metas… ¿Entendiste?... –, con eso me demostraba lo puta que es.

Yo me meto con quien yo quiera, tengo con qué, ¿no?... –, dije elevando mi busto.

Eres una estúpida escuincla que ni siquiera sabe lavarse las nalgas y ya quieres que te padroteen, pendeja… -

Pues de putona a putona, vamos a ver quien es más perra-, le dije, parándome la nalga.

A punto estuvo de pegarme, pero sabía que tendría que darle una explicación a mi papá y por eso se detuvo. Eso sí, me prohibió salir como lo hacía y me restringió las llamadas; y por eso me extrañó que me permitiera salir con mi primo y su amigo.

Continuando con mi relato, yo no tengo mucha ropa de playa, así que me llevé un bikini de dos piezas que hacía bastante no me lo ponía, una gorra para el sol, mi crema para la piel, mi cepillo y mi toalla. Ellos llevaban una mochila donde metimos mis cosas, y antes de entrar, compramos hamburguesas y comimos.

Me cambié en el baño de damas y cuando salí, Rafa no paraba de chiflarme, y hasta se enojó con su amigo, pues éste no paraba de verme. Incluso algunos hombres se daban la vuelta y me veían, pues la parte inferior de mi bikini, apenas me llegaba a media nalga y me sentía rara, enseñando el negocio. El caso es que decidí recostarme en una tumbona, mientras Pepe practicaba sus mejores clavados desde el trampolín de 3M. Rafa no se despegaba de mí, y cuando me cansé de estarlo escuchando, me metí a la alberca.

De inmediato también se metió y hacía todo lo posible por agarrarme las nalgas o rozarse con mis riquísimas tetas. Me llegaba por atrás y me restregaba la verga en mi culo, y aunque algunos se daban cuenta de lo que pasaba con nosotros, a él le valía. Esta situación me tenía cansada, y es que algunas personas no entienden de que cuando le dices no, te siguen fastidiando.

En un arranque le dije de todo, él argumentaba que lo traía loco, que cada noche se masturbaba pensando en mí, que le diera chance y que estaba deseoso de complacerme. Al final de cuentas decidí darle una mamada, pero sin que él me tocara. Accedió y pensando que con eso lo calmaría, se fue dizque a buscar un buen sitio, ya que en mi casa o en la de él, ni pensarlo, no quería que nos descubrieran. Después me arrepentí, porque sabía que después de esto, me insistiría y no se detendría hasta cogerme, pero ya estaba todo dicho.

Regresó eufórico diciéndome que había encontrado un buen sitio y nos fuimos para allá, dejando las cosas con Pepe, quien babeaba al ver a las chicas buenonas que pasaban por ahí.

Me llevó al pasillo de los vestidores, donde por una módica suma te prestaban un cuartito para que pudieras cambiarte y dejar tus cosas resguardadas, al retirar tus cosas la llave se le entregaba al encargado. Obvio que no era para tener sexo, sin embargo, mi primo descubrió uno que estaba vacío y entreabierto pues alguien se había retirado temprano.

Nos metimos ahí y él cerró la puerta, intentó abrazarme pero le recordé su promesa: Nada de besos ni de estarme manoseando, solo se la puñetearía y le pasaría mi lengua a lo largo del tallo, pero sin metérmela a la boca. Rafa se bajó el short, y aunque no la tenía tan grande, si bien parada. De su ojito salía mielecita que esparcí por toda la cabeza de la verga. Se la apretaba y se la pelaba, haciendo la piel hacía atrás, y dejando la cabezota al descubierto, que babeaba y vibraba en mi mano. Le ponía la palma encima del glande, masajeando el tallo una y otra vez, pero Rafa, cada vez la tenía más parada e insistía en que me la metiera toda a la boca. Yo estaba súper cachonda y quería mamársela, pero sabía que mucho menos me dejaría en paz, si de por si me traía asoleada, ahuyentando a mis galanes y reclamándome cualquier cosa, con eso, daría pie a que me considerara su vieja.

El caso es que ahí me tenía hincada, blandiéndole la verga como si se tratara de un molinillo, mientras él de pie me pedía que me sacara las tetas. Con tal de que se viniera pronto, liberé mis enormes tetotas de mi bikini, y estas se irguieron insolentes pues mis pezones estaban duritos y ansiando ser succionados; quería tocarme pero me daba pena que Rafa me viera, solo movía mis muslos para que mi rajita se estimulara. Acerqué la cabezota de la ñonga a mis pezones, y me los restregué con furia, sintiéndome más mojada al restregar una y otra vez mis pezones con la magistral punta. Él quería que le hiciera una rusa, y a punto de acceder estaba, cuando se abrió la puerta

Me quedé muda por la sorpresa al ver la figura de ese hombre que con una cubeta, se quedó estático al contemplar el cuadro; con mis senos al aire, hincada y con la verga de mi primo en mis manos. Rafa reaccionó como rayo, y de inmediato se subió el short y salió corriendo, aventando al encargado de los vestidores hacía un lado, y que de no haber sido porque se agarró de la puerta, hubiera caído. Yo intenté también salir de estampida, pero no fui tan rápida y el hombre me agarró del brazo.

¿A dónde crees que vas, muchacha?... –

Por favor, déjeme ir… -, musité intentando correr.

No señorita, nos vamos directos a la administración donde les diré lo que estaban haciendo usted y su amigo… -

Por favor señor, no estábamos haciendo nada malo… -

Sin esperar respuesta, me sacó llevándome del brazo y aunque me percaté de que casi nadie prestaba atención a lo que sucedía, no vi a mi primo por ningún lado. Me llevó a la enfermería a donde llevan a los que sufren de insolación, a los ahogados o desmayados. Había una plancha de concreto que hacía las veces de cama, una vitrina con medicamentos y artefacto en forma de pera (como la que usan los boxeadores); dos sillas y un armario.

Me hizo sentar sobre la plancha de concreto, crucé mis brazos sobre mi cuerpo pues tenía frío. Tomó el interfono para llamar a un tal Federico, después me dijo que estaba descompuesto y que no llamó a nadie; pero en ese momento me asusté.

Debes darte cuenta que tu situación está canija, pero todo puedo olvidarlo si te portas bien conmigo… Eso de andar cogiendo donde te puedan descubrir, está muy mal, chamaca

No estábamos cogiendo-, dije casi chillando.

No te hagas pendeja que clarito vi cómo se la mamabas… -

Déjeme ir, por favor señor… -

Vamos a esperar al encargado para que te examine-, dijo.

Se encaminó hacía un cuartito y cuando abrió la puerta me di cuenta que era un baño, ni siquiera se molestó en cerrar la puerta, pues claramente oí que estaba orinando. Cuando terminó de hacerlo, se dio la vuelta y con el rabo de fuera, se acercó sacudiéndosela, muy quitado de la pena.

¿Pero que hace?... -, dije sorprendida.

No te hagas pendeja, bien que las conoces-, me dijo refiriéndose a su pene que aunque flácido, no dejaba de tener buen tamaño.

¡Déjeme ir, por favor!... –

Claro que te irás, pero a chingar a tu madre porque me la vas a mamar cómo se la estabas mamando a ese cabrón… -, dijo acercándose a mí e intentando llevar mi mano sobre su cosa.

Yo la retiré de inmediato, mientras él, burlonamente se sobaba la reata. Yo lo veía hipnotizada y pensaba que lo que estaba pasando, no podía estarme ocurriendo a mí; sin embargo así era. Ahí estaba en un cuartucho que olía a humedad, con un viejo libidinoso que solo esperaba el momento para irse encima de mí y violarme; que aunque no era virgen, me daba miedo que me tocara.

Se asomó por la única ventanita que había, como inspeccionando que no hubiera nadie cerca, la volvió a cerrar y corrió la sucia cortinita que la cubría. Inmediatamente se desabrochó el pantalón liberando su erguido animal que ya cabeceaba con vida propia. Se fue acercando y me tomó de la mano, intentando que yo se la agarrara; obvio que no lo consiguió. Se la siguió chaqueteando, mientras yo me volteé pero de soslayo veía lo que hacía.

¡Mira todo lo que te vas a comer, puta!... -, dijo acercando su fierro bien parado a mi pierna derecha e intentando tocarme con ella.

Me hice a un lado mientras él seguía insistiendo, pero ya el gusanito me había picado y quería complacerlo:

Tienes unas tetotas como a mi me gustan, bien redondas y paraditas… -, dijo intentando agarrármelas.

Le di un manotazo que fue lo que lo hizo enojar.

Hija de tu pinche madre, ya me cansé de estarte rogando, cabrona; si no quieres por las buenas, será por las malas, pero hoy, te parto tu madre, perra-, dijo fuera de sí.

Deseé sentirme ofendida, enojada por todo lo que me hacía, pero fue todo lo contrario. Mis sentidos se dislocaron, mi sexo tembló de deseo y en mi mente solo hubo espacio para complacer a ese hombre. Volví a retomar mi puta personalidad.

Esta bien, haré lo que me pida-

Inmediatamente me jaló del brazo bajándome de la plancha, caí hincada y me acomodé de rodillas, mientras, él me ponía la cabezota de su verga en la mejilla. Inmediatamente la atrapé entre mis labios y empecé a succionarla.

¡Oh, es muy grande!... –, dije presa de la lujuria.

¿Te gusta, puta?... –

Me encanta-

Me imagino que ya te han cogido, ¿no?... –, me preguntó.

¡Ay, claro que ya!, pero nunca por atrás… -

Hija de tu puta madre, qué perra me saliste… -

Por favor, no quiero que me la metas por detrás, no me gusta-, dije.

Ya veremos, no te prometo nada… -, dijo pelándose la verga para mostrármela más envainada.

Me aferré a ella con una sola mano y la enrollé con mi lengua; era la segunda verga que mamaba en el día y me fascinaba. Poco a poco empecé a mojar la parte inferior de mi traje de baño mientras este hombre se retorcía bajo mis suaves caricias. Y así estuve, succionando la rica ñonga que a cada momento crecía más, y hasta me olvidé de mi primo y de todo, pues cuando estoy mamando una verga me concentro por completo. Hasta que de repente sentí un suave tirón de pelo

Para ya cabrona, que me vas hacer explotar-

¿No te quieres venir en mi boca?... -, dije ansiosa de seguir mamando ese rico caramelo.

Prefiero clavártela… -

Y así como estaba, me hizo ponerme a gatas parando el culo mientras ese señor me bajaba el bikini, y al contemplar mi redondo culo, no dejó de reconocer que he sido la hembra más buenota que ha tenido.

¡Qué culo tan rico tienes, mamita!... –

¿Te gusta?, pues disfrútame… -

Se ubicó atrás de mí, abriéndome ampliamente las nalgas y lamiéndome el culo por completo; yo di un chillido por la sorpresa pues nunca me habían hecho eso, pero él parecía acostumbrado a mamar culos, pues hizo que me retorciera toda y para mantenerme sujeta me daba unas fuertes nalgadas; y cada vez que dejaba de lamerme para respirar, yo volteaba a verlo y lo veía empapadísimo de mis jugos, de su barbilla escurría mi crema pues me vine cuando me ensartó un dedo en el ano, era la primera vez también que me dedeaban por ahí.

¡Mira nada más cómo te pones, hija de la verga y solo te lo hago con los dedos!, imagínate cuando te la clave toda… -

¡Pues hazlo ya!... -, le rogué.

Pero siguió escarbando mi culo con maestría de pianista y como vio que me gustaba, más adrede lo hacía, y me llegó a meter hasta tres, retorciéndolos en mi interior, mientra yo empujaba mi trasero para un mayor contacto. Yo de plano berreaba, pero me quedaba calladita cada vez que me decía una majadería; al principio no le contestaba nada, solo asentía, pero como me fue dando confianza, le respondía de igual manera.

¿Te gusta esto, verdad puta?... –

Me encanta papito-, le respondía presa de calentura.

Me gusta la cara de puta que pones cuando te estas viniendo-

Cuando me preguntó que quién me había enseñado a mamar, él pensó que le diría que mi novio pero más se sorprendió al escucharme:

¿Mi mamá?... –

¿Quién?... –

La putona de mi mami… -

¿Con sus tetas?… -

Ay no, ¿qué te pasa?, no soy tortillera… Con una verga, con la verga de su amante-

¿Lo comparten?... –

Claro, soy tan puta como ella, pero según su amante, ella la mama mejor… -

Por supuesto que todo eso era mentira, pues mi mamá ni en sueños haría eso, pero me encantaba enloquecerlo de placer, y yo, estaba excitadísima y me excitaba hablar de eso. Bueno, aquí haré una pausa pues más adelante me tocó presenciar algo que nunca creí de ella, verla devorando una verga con lo que demostraba que es más puta que yo, pero continuaré con la secuencia de lo que me ocurrió. Le pregunté con voz entrecortada por los jadeos, que si tenía alguna enfermedad o 'algo' que me pueda 'pegar', rezando porque me dijera que no, y así fue, estaba sano. Y aunque sin condón, pues en un par de días me bajaría la regla, no creía que fuese el momento de preocuparse por nada más que por sentir cómo me clavaba su estaca en mi pocito; quería su verga hasta el fondo de mi ser, exprimírsela con mi argolla hasta dejarlo seco.

Me afiancé como pude al borde de la plancha y esperé que él se colocara atrás de mi, sentí la dureza de su macana cuando hizo contacto con mi vulva, eché mi grupa hacía atrás y dirigí la verga a la entrada de mi vagina con mi mano. De un fuerte empellon me la metió toda, y de no haber sido por lo lubricada que estaba, me hubiera hecho daño.

Nunca había escuchado el chapoteo que hace la verga dentro de la pucha, hasta esa vez, y es que a cada arremetida que me daba, mis jugos brotaban a cántaros. Me empezó a bombearme con energía, casi levantándome del suelo a cada empujón que me daba, y como no tenía mucho apoyo pues la plancha era muy lisa, prácticamente me tenía ensartadota en su fenomenal verga; creo que por eso terminé con las rodillas raspadas y enrojecidas, pero no me importó, al fin estaba saboreando una deliciosa verga que me hacía desfallecer.

Cuando se cansó de bombearme, yo ya había tenido tres orgasmos, y quería más; se inclinó sobre mí atrapándome las tetas y apretándome los pezones, yo como respuesta empujé mi trasero hacía su endurecida carnosidad y así estuvimos mientras el recuperaba el aliento.

Le pedí que se acostara en el piso mientras yo lo cabalgaba, pues también me había cansado; él accedió y cuando me levanté me dijo que prendiera la luz del cuarto para verme mejor. Cuando localicé el interruptor, me dio risa, pues él estaba bañado en sudor y hacía gestos feos, apretándose la verga y jalándosela para mantener la erección, creo. Volví a sentarme pero no tardé mucho en esa posición, pues me pidió que me volteara para disfrutar de mis nalgotas mientras me la metía por delante.

Ahora voltéate perra para verte ese culote, así. Páralo bien, ¡ufff!... Se me va a reventar la verga, que culo tan sabroso tienes, hija de tu puta madre-

Y ahí estaba sentada a horcajadas, bien empalada en esa verga que me hacía explotar en orgasmos una y otra vez. Nunca en mi vida me había manoseado el culo tan duro, con tanta violencia y con tantas ganas, parecía un desquiciado, me sobaba durísimo; me pedía que me empinara y me daba sonoras nalgadas que me dejaban las nalgas ardiendo, pero me encantaba.

Cuando ya no pudo más, me pidió que me acostara, quería venirse en mi boca, y yo solícita, me acosté y abrí mi boquita para recibir toda su descarga. El pobre hombre casi gemía al jalarse la verga, hasta que me agarró del mentón y dirigió sus chorros de cremosa leche a mi boquita. Fue una copiosa eyaculación, que me bañó la cara, parte del pelo, y de mi barbilla escurría la leche por mi cuello, terminando de untarme su crema por mis pechos. Me di cuenta que siendo un poco generosa con los hombres, podía gozar hasta el delirio yo también.

Nos quedamos tumbados hasta que me dijo que ya me fuera, pues el necesitaba comer para reponerse. Me puse mi ropa y cuando ya me iba me dijo:

Me llamo Joaquín, y cuántas veces quieras entrar a darte un chapuzón, pregunta por mí y di que soy tu tío-

Está bien, yo soy Edna Paola y créeme que vendré a visitarte-

Con una nalgada me despidió, y cuando salí, el sol me vislumbró. Fui a donde había dejado a Pepe pero no lo vi, me dio un poco de miedo pensar que no los encontraría, sobre todo de cómo irme a mi casa, hasta que sentí que mi primo me abrazaba y atrayéndome me murmuró al oído:

Hija de tu pinche madre, vi todo lo que hiciste, perra-

Me daría mucho que me escribieran para saber que les ha parecido mi relato.

edna paola rivera

esclavasexual_1@hotmail.com