Me despertaste… ahora sopórtalo

Nunca había sido Dominante, pero la necesidad de castigarla fueron más fuertes... me provocaste? ahora suportalo... no esperen rosas...

Fuera de la disco estaba el servicio de taxis, no mentiré, básicamente la empuje al asiento trasero y sin ninguna vergüenza le pedí al taxista que nos llevara a un motel que estuviera cerca, Ella estaba completamente sorprendida, no decía una sola palabra y su mano sudaba entre la mía.

La empuje hacia mí y al oído le dije muy suavemente –Tu te lo buscaste, lo que me hiciste pasar esta noche, los celos que sentí, me los vas a pagar, te guste o no. Pude escuchar la saliva pasar por su garganta seca y su respiración entrecortarse.

Durante el trayecto no cruce otra palabra con Ella, no la mire, no la toque más que al agarre que tenía a su mano, recordé en ese instante mi primera vez dentro del BDSM, claro, los papeles era completamente opuestos, yo era la Sumisa, y mí en ese tiempo novio era el Dominante, recordé el terror que sentía al ver que el hotel se acercaba, pero también la excitación, y saber que Ella seguramente sentía lo mismo despertó mi entrepierna, y mi calentura empezó a subir cada vez más.

Llegamos al motel, era uno de esos que entras con el vehículo, le di el dinero al chofer y el pago la habitación y nos dejo en la entrada de la cabaña donde nos quedaríamos, me sorprendió que no dijera algún comentario estúpido, o se sobrepasara, pero al trabajar de taxista en una disco de ambiente estaría acostumbrado.

Al ir entrando a la habitación me di cuenta que era primera vez que entraba en un motel con una mujer, tal vez en otra situación estaría apenada o cortada, pero yo era una mujer diferente, en fracciones de segundo abrí la puerta de la habitación y la metí de un jalón dentro, bese duro sus labios, tan duro que dolió.

La empuje hasta pegarla a la pared, Ella nunca había sido tan pasiva, y yo menos había tenido tanto control sobre algo, o alguien, agarre fuertemente su cabello y lo empuje hacia atrás para pasar mi lengua por su cuello, su piel siempre me ha encantado, tiene ese olor de Versache black que me encanta, y un sabor dulce.

La voltee en un rápido movimiento pegando su rostro contra la pared, agarre sus manos sobre su cabeza, Ella cargaba un vestido holgado corto negro, no pude evitar subirlo con mi mano libre, ver su cabeza hacia atrás, sus ojos cerrados, su respiración entre cortada, sus blancas nalgas respingadas y su hilo negro preferido, no pude evitar experimentar una oleada de placer indescriptible.

Una corriente fuerte se desarrollo en mi mano, sentía su calor, me ardía, necesitaba hacer algo que nunca pensé que haría de esa forma, subí mi mano y con fuerza, la azote tan fuertemente que sus rodillas se doblaron, grito, sentí como intentaba zafarse de mi agarre, no soy una mujer fuerte, pero pude controlarla hasta que se calmo.

En ese momento volví a subir mi mano y la azote incluso más fuertemente que el primero, pero esta vez no intento zafarse, y el grito que había dado la primera vez, era más un grito ahogado, sentía que estaba intentado comprender la situación, sentí su pánico, pero también pude sentir su excitación, su piel estaba caliente, y su respiración aun mas entre cortada.

Metí mi mano entre sus piernas, sentí como se estremeció cuando puse a un lado su hilo, estaba empapado, sus labios estaban hirviendo, metí de un golpe dos de mis dedos, sus grito fue de puro placer, empecé a meterlos y sacarlos de forma rápida, casi violenta, en muy pocos movimientos sentí cuando su cuerpo estaba a punto de llegar al orgasmo.

En ese preciso instante saque rápidamente mi mano de su entrepierna y sin miramiento ni contemplaciones la azote tan fuertemente que mi mano me ardió, pensé que había sido demasiado pero el grito que salió de su interior no fue de dolor, era del placer más primitivo.

En ese instante la voltee de nuevo para verla directamente a su cara, tenía los ojos cerrados, entregada completamente a mi voluntad, pase mis manos por todo su cuerpo, sus pezones estaban a punto de estallar, puse mi boca en uno de ellos y lo mordí, no fue dulcemente, pero igual sentí que se estremeció de placer.

Le ordene que se pusiera de cuclillas, me agache en frente de Ella, cara con cara, le dije. –Sé lo que estas sintiendo en este momento, y me siento complacida por el castigo que te he dado, pero también sé lo que necesitas, te amo.

Me abalance sobre Ella en un beso lleno de pasión, baje mis besos por todo su cuerpo y no tarde mucho en llegar hasta su entrepierna, su orgasmo fue impresionante, sus jugos inundaron mi boca y su calor llego hasta la parte más profunda de mi ser.

Cuando termino estábamos cansadas, Ella me abrazo fuertemente, me preocupo que no me digiera nada, pero la entendí, le di su tiempo y solo le devolví el abrazo, nos quedamos dormidas desnudas en la alfombra de la habitación, muchas preguntas llegarían la mañana siguiente, pero hoy, sabía que Ella era mas mía que nunca.