Me dejé coger por mi profesor

-No, yo quiero venirme dentro de ti… dentro de ese culito- Me agarró una teta y continuó diciendo – Vas mostrándome las piernas, las tetas, estas nalgas… las merezco, Sofía. Una enculada es lo que te hace falta, eres una puta, una muy caliente

Este es mi primer relato, ¡espero sus comentarios!

He de confesar que una de las mejores noches de mi vida fue cuando por fin pude coger con uno de los profesores de mi universidad. Tenía 19 años, pocos años antes había comenzado a tener una vida sexual activa y la curiosidad por experimentar estaba a flor de piel.

Durante ese semestre, Arturo, un profesor de unos 35 años comenzó a dar clases de cine. Poseía todo el tipo de adulto intelectual, siempre vestido de forma muy casual, con barba a medio rasurar y más bien despeinado. Llamaba la atención por no sólo por su físico alto y ligeramente trabajado; también demostraba ser muy inteligente y le gustaba a más de una alumna.

Por mi parte, decidí aprovechar lo mejor que tenía. Siempre he sido una chica muy delgada y de busto proporcionado a mi cuerpo, tetas pequeñas pero muy firmes; mis nalgas delineadas por mi estrecha cintura y por lo respingadas que son, suelen llamar la atención. Personalmente me gustan mis labios, carnosos y rojos que combinan a la perfección con mis rizos rojos y las pecas que se forman en hombros y pecho.

Aprovechaba todas las clases para sentarme siempre enfrente usando jeans ajustados, tops, vestidos y faldas cortas. Hasta mediados de semestre lo único que había logrado era algunas miradas curiosas de Arturo y algunas atenciones especiales que sólo llegaban a discretos roces de cuerpo.

Hasta que una noche salí a cenar con mi mejor amiga a un restaurante muy cerca de mi casa. Alrededor de la media noche su novio le llamó para pasar por ella pero como la colonia es realmente segura y básicamente las calles están repletas de restaurantes y bares, suele haber mucho movimiento, decidí ir caminando hasta mi casa.

El mini vestido negro que usaba y los tacones nude llamaban la atención de algunos hombres pero no pasaba de miradas. Estaba a punto de cruzar la calle cuando un auto paró justo frente a mí, bajaron la ventanilla y era Arturo, mi profesor.

-¿Qué haces caminando sola? Sube, dime a dónde te llevo- Me dijo.

Sin pensarlo subí a su auto y le agradecí el gesto.

-¿Dónde vives? ¿Cómo llego?- Fue lo primero que me preguntó-

-Vamos por unos tragos que me vas a invitar… profesor- Respondí.

-Fuera de la universidad soy Arturo. Si vamos por unos tragos que sea a mi casa, vivo cerca de aquí-

En cinco minutos llegamos a su departamento, un loft de techos altos, grandes espacios. Me dejó en la sala mientras fue por un par de cervezas. Estaba un poco nerviosa, a final de cuentas no me había preparado para la ocasión.

-¿Qué patán te deja caminar sola a estas horas?- Preguntó mientras me daba la cerveza y se sentaba a lado de mí.

-Afortunadamente llegó un caballero en auto y  con una cerveza- Respondí al tiempo que giraba mi cuerpo hacia él y cruzaba las piernas.

Arturo bebió casi la mitad de la cerveza en el primer trago.

-Ven, te voy a mostrar mi casa.

De sala pasamos a la cocina, a un pequeño estudio, a un cuarto lleno de discos, a la terraza y finalmente a su habitación.

-Pongamos algo de música-

Regresamos a donde estaban todos los discos, casi en la esquina del loft. Puso un disco, mientras yo veía todo lo que aquellos anaqueles guardaban. De repente, se puso detrás de mí y pasó uno de sus brazos por debajo de mis senos y con la otra mano me quitó el cabello del cuello.

-¿Estás segura?- Volvió a preguntar.

-¿De qué?-

-De que quieres continuar- Me dijo.

A continuación besó mi cuello delicadamente. Intenté darme la vuelta pero me lo impidió, me abrazó fuertemente, con una mano presionaba una de mis tetas, la otra la dejó sobre mi vagina sin moverla siquiera.

-Si continuar es coger, continuemos.-  Le dije.

Volteó mi cuerpo y me besó apasionadamente. Casi de inmediato sentí su lengua entrar en mi boca, respondí con una ligera mordida en su labio inferior que resultó en apretar su cuerpo contra el mío. Sus manos presionaban mis nalgas, yo sólo pude subir una de mis piernas y enlazarla detrás de la suya. Su barba raspaba mi cuello, me gustaba la rudeza de sus besos y la brusquedad de sus movimientos, enredaba sus dedos en mis rizos, sentía sus manos por todo mi cuerpo.

-Estás deliciosa, Sofía-

-No tienes ni idea-

Me tomó de la mano y me llevó a su habitación pero no llegamos a la cama. Me recargo en una de las frías paredes y me puso de espaldas a él. Besaba ansiosamente mi cuello y parte de mi espalda, yo sentía su barba y lo duro de su pene, comenzaba a mojarme pero Arturo no me dejaba mover, subió mis brazos, los sostuvo con su mano, mientras que la otra metía debajo de mi vestido.

-Haz olvidado tus bragas, cariño- Susurró al oído mientras desde atrás alcanzaba a rozar mi rajita depilada.

-Calla y sígueme tocando-

-No, Sofía. Aquí, vamos a mi ritmo.-

Me volteó, de frente a él nos besamos. Le quité la playera y quedé sorprendida con lo que vi, no creí que un profesor de universidad estuviera tan bien formado. Acariciaba su pecho y lentamente bajé hasta que llegué al cinturón, bajé su pantalón y debajo del bóxer había una verga dura, gruesa.

Sin pensarlo, comencé a darle una mamada. Chupe su pene de la base a punta, lo masturbaba mientras pasaba mi lengua por la punta de su verga circuncidada, succionaba ligeramente mientras sentía sus manos en mi cabello. Lo jalaba y comenzaba a meter más profundamente su verga en mi boca.

-Cógeme por la boquita-

-Mmm… eres una pequeña puta-

Me gustó que me hablara así.  Hincada frente a él sólo recibía su verga en mi boca, apretaba los labios y sentía su pene cada vez más firme al tiempo que cada vez lograba meter más profundamente su miembro. Comenzaba a sentir que me ahogaba cuando dejo casi toda su verga completa dentro de  mi boca, empuje un poco su cuerpo con mis manos aunque el sostenía mi cabeza contra su pene.

-Ahh, sigue nena. La chupas delicioso- Emitía gemidos que lograban excitarme más.

Arturo no me dio tiempo, en un momento estaba sintiendo el sabor de su verga y al otro estaba completamente desnuda, lo único que traía puesto eran los tacones.

-Estas pecas, estas tetas, estas nalguitas  que me voy a comer. Sofía no sabes cómo te quiero coger-

-Hazlo entonces-

Lo único que tenía que hacer era bajarme el vestido, en un momento estaba besándome el cuello. Bajó hasta llegar a  mis senos, mucho más delicadamente los besaba aunque seguía sintiendo como raspaba su barba; cuando chupó mis pezones y simplemente me moje.

-Así, ahhh…- Fue lo único entendible que salió de mi boca. Irremediablemente gemía y aumentaba mi respiración, pegaba mi cuerpo al suyo. Lo abracé de la cintura con una de mis piernas, rasguñé su espalda, la combinación de su lengua en mis pezones con la fricción de su barba era como mezclar placer con dolor, hasta que dio un pellizco a uno de mis pezones.

-Arturo, me duele.

Ni siquiera terminé de decirlo cuando volvió a besarme. Me puso boca abajo sobre su cama, me mordió la cintura. Volteé sin pensarlo, me dolió, Arturo me besó y casi empujándome me volvió a poner boca bajo. Masajeaba mis nalgas, las besaba, llegó a morderlas incluso; en un momento, abrió mis piernas y sencillamente me dio el mejor sexo oral… así en unos minutos, estaba nuevamente boca arriba y con su cara entre las piernas.

Apretaba su cabeza con mis muslos, mis piernas estaban completamente abiertas mientras la lengua de Arturo recorría mi vagina, la penetraba y en ocasiones sentía un poco de succión. Sentía la necesidad de sentir que todo su cuerpo me cubriera, empecé a apretarme las tetas con fuerza, mis gemidos inundaban la habitación, el primer orgasmo llegó y sólo así deje de presionarlo con mis piernas.

En automático se apoderó de mi cuello, lo besaba intensamente. Bajó por las clavículas y sentía el peso de su cuerpo cada vez más pero no era su cuerpo lo que me preocupaba, su verga estaba clavada en mi cuerpo. Sacó del buró un condón que se colocó con gran maestría, mientras que yo no podía dejar de verlo.

-¿Por qué te muerdes el labio? Preguntó

No me dejó contestar, se lanzó sobre mí. Lo recibí con las piernas abiertas y mi boca dispuesta a otra sesión de besos. Algo había en su lengua, su saliva, era como tóxica; pude haberlo besado por horas… pero en un instante sentí como me penetró, instintivamente mis piernas se quisieron cerrar, estaba muy mojada pero sentía su verga gruesa queriendo llegar más profundo.

-No me digas que no te ha gustado…- Me dijo, mientras me tomaba de las muñecas y subía mis brazos.

-Lléname con esa verga- le dije, sin entender por qué. Realmente me había dolido, estaba completamente a su disposición y tan pronto como esas palabras salieron de mi boca, sentí como la metió completa.

Primero lento comenzó con el mete saca. Soltó mis muñecas y mis manos se dirigieron a sus nalgas, las apretaba, las empujaba. No quería que se separara de mí, su respiración en mi oído me derretía, rápidamente sentí como llegaba otro orgasmo, mis gemidos me delataban.

-Eres una puta, no quiero que te vengas-

-Arturo, vamos no te detengas, coges increíble.

Se salió y me puso en de perrito. Pasó su verga por mi culito, yo lo movía esperando que me volviera a penetrar, masajeaba mis nalgas y llegó a darme un par de nalgadas. Sentí sus manos en mi cadera y despacio se comenzó a clavar en mi vagina. Intentaba moverme hacia su pene pero me sostenía con fuerza.

-No seas impaciente, de esto hay mucho para ti.

Cuando por fin la metió toda – o eso creo- empezó a cogerme de verdad. Sus dedos se hundían en mi cadera, incrementaba la fuerza de sus embestidas y de vez en cuando sus dedos visitaban mi vagina.

-Así de mojada me gustas, pero completamente en mis manos es como te quiero.

Me tomó de los brazos y continuó cogiéndome así, tenía todo el control de mi cuerpo. Eso era lo que me excitaba, me gustaba como chocaban nuestros cuerpos sin que yo tuviera la oportunidad de hacer cualquier cosa. Me inclinó hacia adelante y recargada en mis codos, tuve un orgasmo, sentí como mi cuerpo se apretaba, hubiera hecho lo que él quisiera.

Hasta que sentí uno de sus dedos queriendo entrar en mi culito.

-Arturo…

-¿Qué pasa? Te va a encantar y seguro que tu culo aprieta rico.

-No hoy.

-La mamas como una profesional, hoy has sido muy complaciente, seguro que puedes seguir igual.

-Nunca lo he hecho por atrás- dije silenciosamente mientras intentaba salirme de su verga.

Me abrazó entonces, con su verga más profundamente que antes me besó el cuello, los hombros, la espalda, sus manos paseaban por mi cuerpo; era como si un chip se le hubiera prendido. Yo sólo me dejé besar y tocar, me volví a mojar, lentamente empezó con el mete saca.

-Mmm, no te detengas. Así podría venirme ahorita!

-No, yo quiero venirme dentro de ti… dentro de ese culito- Me agarró una teta y continuó diciendo – Vas mostrándome las piernas, las tetas, estas nalgas… las merezco, Sofía. Una enculada es lo que te hace falta, eres una puta, una muy caliente.

-Anda, dale… pero

CONTINUARA…