Me convierto en la perrrita de mi profesor

Fui a reclamar por una calificación, pero salí con el culito azotado y el coño satisfecho por un semental maduro.

Desde muy pequeña fui consciente de que la única manera de ser alguien en la vida era a través de los estudios. Por ello, mi única meta era secar las mejores notas, nada de novios ni fiestas, ya tendría tiempo para eso luego, aunque debo admitir que tampoco me tomé muy en serio lo de los chicos, pues me he divertido como cualquier joven solo que sin compromisos.

Ahora acabo de salir de la secundaria y estoy a mitad de semestre en la universidad. A pesar de lo que dije antes sobre mis notas, nunca he tenido la imagen de la típica nerd, tengo 18 años recién cumplidos, mido 1,65 y tengo la piel de un color canela que me encanta, mis senos son de un tamaño por encima del promedio y mi cola es mi parte favorita y la de los hombres con los que he estado. En cuanto a como me visto, siempre me han gustado las faldas cortas y ahora que empieza el invierno he empezado a usar medias debajo de ellas, en la parte superior siempre llevo blusas o camisetas ceñidas.

Como siempre todo en mi vida va de acuerdo a lo que planeo, excepto una materia: Filosofía. Al inicio todo iba de maravilla, especialmente porque desde que vi al semental que nos impartiría la clase tenía una motivación extra. Aún recuerdo la primera vez que lo vi, como siempre fui la primera en llegar a clase, además de tomar mi lugar en la primera fila, de pronto entró un hombre que transmitía una masculinidad que me hizo agua las bragas. Se veía que estaba en sus cuarenta, pero tenía la coplexión robusta por lo fuerte que me imaginé que sería, sus manos eran grandes al igual que su espalda.

-Buenos días - dijo con una voz profunda que me erizó los vellos de la nuca. Yo estaba ensimismada en aque rostro lleno de barba y en su camisa abirta con un botón que dejaba ver el inicio de un camino de vellos que me pusieron en la mente su absomen peludo. Tardé unos segundos en reponerme.

-Buenos días, usted debe ser el profesor de Filosofía, me presento mi nombre es...

-Disculpe que la corte, pero ya pediré que se presenten cuando lleguen los demás alumnos, por cierto cuando vengan asignaré los lugares en que se sentará cada uno, así que no se encariñe donde está sentada.

-Entiendo - dije confundida por su actitud uraña.

Ese día me sentó en la última fila, pero no me dejé de desanimar. Los problemas empezaron cuando no me dejaba participar en clase, por más que levantaba la mano casi nunca me daba la palabra y cuadno llegó el primer examen mi cerebro hizo cortocircuito, tan solo a unos puntos de desaprobar cuando me había quemado las pestañas estudiando. Esto no podía quedarse así, por eso me quedé última en el salón y ahora estoy frente al escritorio del monumento de hombre que tengo como profesor para por lo menos saber que estoy haciendo mal. Carajo, siento como me tiemblan las piernas, especialmente porque de pronto sube su mirada a la mia y siento sus profundo ojos oscuros escudriñandome con atención, me he quedado sin habla, lo que no es muy normal en mi.

-¿Necesita algo, señorita Molina?

-De-de hecho si profesor - no sé si es mi imaginación, pero veo un ademán de diversión en sus facciones, ¿acaso disfrutaría del sufrimiento de sus alumnos? - He estado a punto de desaprobar cuando estoy segura haber respondido correctamente a las preguntas, no ha puesto ninguna corrección, necesito que me explique el porqué de mi calificación tan baja - trato de sonar más firme.

-Verá - se pone de pie y se coloca a mi lado para ver mi examen, mis piernas tiemblan y mi coño se humedese al sentir su cercanía y ser envuelta por su colonia varonil - Es muy simple, es como si respondiera un robot.

-¿Perdón?

-Es el problema de las empollanas como tu, creen que memorizar todo es la clave, pero ya se habrá dado cuenta que en mi clase no funciona.

Por un momento me sentí estúpida, estaba por dudar de lo más preciado que tengo, que es mi inteligencia, pero en lugar de ello sentí la rabia bullir en mi.

-¿¡Cúal es su problema!? - grito sorprendiendonos a ambos - Desde el primer dia he venido temprano para que sea usted un grosero y me ubique en el asiento más lejano - lo estoy encarando y puedo ver como empieza a agitarsele la respiración - No me deja participar en las clases y ahora me insulta. Yo no quiero que me cambie la nota, ¡solo una maldita explicación y si era posible una jodida asesoria, pero vayase al demonio! - me arrepiento al instante en que menciono lo último y como soy una cobarde emprendo mi huída, solo que para mi desgracia me retiene de brazo.

-Su examen - dice ante de encerrarme entre sus fornido brazos y el escritorio quedando cara a cara - Mi problema es usted, que me hace sentirme como un neandertal por querer sacarle esas falditas cada que le veo cruzar esa puerta - estoy enmudecida y siento como su ardiente respiración está sobre mi cuello - Mi problema tambien está en esas medias que podría romprer facilmete para empotrarla como tantas veces me he imaginado en mi escritorio. Lo peor de todo son esos ojitos que me dicen que no te soy indifente desde el primer día. Usted es mi problema, señorita Molina.

-Profesor yo... - mi pecho sube y baja rápidamente debido a la excitación que me causaron sus palabras y es entonces cuando mando todo a la mierda y me determino a satisfacer a este macho. Lo tomo del cuello y uno nuestros labios, él está sorprendido, obviamente no esperaba que yo diera el primer paso, pero me corresponde rápidamente, introduce su lengua en mi boca y termina por morderme el labio inferior, nos separamos cuando no posemos respirar y recuerdo donde estamos - La puerta - me separo de él y cierro la puerta con pestillo, pienso en volver pero aquel macho ya está detrás de mi y de una forma no tan delicada pega mi cuerpo a la puerta que acabo de cerrar.

-¿Te pareció esa la forma correcta de hablarle a tus mayores? - dice acariciando suvemente mis nalgas por debajo de mi falda, yo solo niego jadeando - Muy bien que lo reconozcas - me suelta una nalgada que resuena en todo el salón al igual que el gemido que emito. Nunca que habían dado una nalgada durante el sexo y ahora veo cuanto me gusta. A mi profesor parece gustarle mi reacción porque magrea mi culo con fuerza antes de arremeter otra nalgada contra mi culo enfundamdo en mis medias - ¿Te gusta que te castiguen, putita? - me toma del cabello y susurra contra mi oído - Porque no sabes cuantas veces me he imaginado dejando ese precioso culito canela que tienes lleno de marcas - yo no respondo, estoy tan absorta en todo este placer que en mi vida había sentido - ¿Ya no hablas? - dice con burla.

-Espero que usted se deje de tanta palabrería y me convierta en su putita, profesor ¿o es pura palabrería? - lo reto y rie.

-Ya vas a ver como es que te folle un macho de verdad y no uno de esos niñatos que no dejan de verte el culo - dice antes de ronper mi medias de un tirón dejando mi coñito empapado al aire, sin dudar toma mi clítoris entre sus dedos y lo pellizca deliciosamente.

-¡Ah! Que rico - digo extasiada.

-¿Te gusta? Ya verás como reviento este coñito - mete dos dedos de frente y junto mis piernas por la sorpresa, él las vuelve a separ con uno de sus pies y aumenta la velocidad de sus dedos. Yo muevo mis caderas en circulos a medida que me dejo llevar por el placer.

-¡Oh si! Mas rápido profesor que me corro ¡ah! - no paro de gemir y estoy tan cerca, pero se detiene cuando siente que me voy a correr. Yo volteo y lo miro con enojo pero el no se inmuta.

-Quitate esa blusa y el brassier - acato sus ordene mientras el vuelve a su escritorio y me ve desde allí desabotonadome mi apretada blusa y liberando mis pechos. Él mientras tanto se va desabotonando su camida dejando un abdomen peludo justo como me lo imagine cada vez que me toca pensando en mi profesor de filosofía. Luego desabrocha su pantalón y saca su pene del boxer dejandome salivando. Su miembro sale como un mastil, está duro, es grueso y ancho, pero lo que me hace relamerme los labios es su rosado y húmedo glande, además sus notorias venas me hacen querer lamerlo como si fuese una paleta - Ponte en cuatro y acercate - ordena aumentando mi excitación. Obedezco y siento que este hombre va a matarme cuando toma su miembro con una de sus manos y la mueve lentamente mientra me ve, cuando estoy a centímetros toma mi cabello y me hace mirarlo - A partir de de ahora solo vas a ser mi putita, ¿entendido?

-Si profesor, seré su putita, solo suya - él sonría con suficiencia y guía mi boca a su pene. Primero lo lamo desde la base hasta el glande para deleitarme con su longitud, luego me concentro en este y lo succiono haciendo que mi profesor suelte un gruñido que me motive más y de sorpresa toma mi cabello más fuerte y empuja su pene más hondo en mi garganta. Se me salen unas lágrimas y una arcada por el rápido movimiento, pero el deleite es mayor cuando mi mirada se une a la suya, me mira perversamente, como si fuera esa fantasía morbosa que está cumpliendo.

-A partir de ahora seré yo el único que folle esta boquita ¿entiendes? - dice y me folla la boca otra vez.

-Mhhhh - doy como respuesta.

-Nadie más te podrá tener así, como su perrita, con esas tetitas ricas al aire y ese culito dispuesto - como puedo lamo sus venas y gruñe, me sapara de su polla dejando hilos de mi saliva y me contempla - Ahora te voy a follar esa boquita como nadie ha hecho - y lo hace, su pene arremete contra mi boca sin piendad, siento su glande en mi garganta y sus testiculos chocan contra mi barbilla con sus salvajes arremetida. Traro de hacer lo posible por respirar bien y tener pocas arcadas. Mi saliva cae por mi barbillas y termina en mis tetas. Me dice que me las magree y le hago caso. Entonces, mientras tengo a un semental follando mi boquita pellizco mis pezones con fuerza y lo lleno de la combinación de mi saliva y sus fluidos, poco a poco su polla se va hinchando y se que está por correrse - ¡Mierda! Que bien lo haces, así harás que no te suelte nunca - y no quería que lo hiciera. Me jala del cabello para levantarme y me besa ardientemente, baja por mi cuello y se demora un buen rato mordisqueando mis pezones y en cada movimiento siento su delicioso miembro chocar contra mi abdomen.

-Profesor, yo quiero... quiero...

-¿Qué quiere mi putita? - dice tomandome de cuello - Vas di que quieres que te empotre de una vez contra este escritorio, como estoy seguro ambos llevamos imaginando desde hace tiempo.

-Si profesor, quiero que que coja de una vez - y no necesito decir más porque pega mi pecha desnudo al escritorio, sube mi falda y empieza a frotar su duro pene contra mi entrada.

-Quiero que me demuestres cuan necesitada estas, perrita, ruegame para que te coja.

-Por favor, profesor, empotrele el coñito a su putita, no sabe cuantas veces me he tocado pensando en este momento, en como un macho como usted me haria suya - mi profesor presiona su glande contra mi clítoris - ¡Ah! - muevo mis caderas en respuesta - Cójame, profesor, selo rue... ¡Ahhhh! ¡Sí! - me empotra de una estocada y se queda en mi interior unos segundos antes de sacar su delicioso miembro y volver a sarla y meterla de la misma forma, lento y delirante - ¡Ahhhh! Que rico me esta cogiendo! - aprieta mi cintura y me da una estocada más fuerte que me hace gritar, su pecho peludo esta contra mi espalda y siento que en cualquier momento veré las estrellas solo que reacciono por una deliciosa nalgada.

-Que deliciosa perrita me resultaste - dice y empieza a bombear contra mi coño más rápido - Tan mojada y dispuesta, no sabes lo mucho que nos vamos a divertir - toma mi melana nuevamente entre sus manos y empieza acelerar aún más sus penetraciones.

-¡Ahhhhh! Si, así que rico me cojes, nadie me ha follado el coñito como usted, ¡más duro! - y lo hace, entre nalgadas su frenesí se hace delirante, sus empotradas me hace sentirme extasiada. Mis brazos están extendidos hacia adelante, mis pezonas rozan la oscura madera debajo de mi y el semental que me martillea el coño esta tan lleno de virilidad que siento que desfallezco con sus duras sacudidas - Oh si, ya estoy por llegar ¡Ahhhhhh! - suelto sin poder controlar el humedo orgasmo que tengo. Mi profesor no se detiene y me empotra con más fuerza haciendome llegar a un nivel de placer que tan solo podía imaginar. Su pene se incha en mi interior y aprovecha en apretar mi clitoris con fuerza.

-Que gusto me estas dando, perrita, ¿quieres que te llene de mi leche?

-¡Ah! Si lleneme de su leche - digo y da una última estocada que hace que derrame su corrida en mi sensible coño y provoca un segundo orgasmo en mi. Uno que es más arrazador y llena de líquido mis medias.

Nos quedamos así un rato, su miembro dentro de mi, su pecho peludo contra mi espalda y nuestras respiraciones aceleradas. Cuando volvemos en nosotros nos empezamos a cambiar entre miradas cómplices. Como mis piernas están débiles me ayuda a desacerme de las medias para desecharlas en el tacho, me sorprende su trato, ya no es el grosero que me habló el primer día de clases. Una vez listos me escudriña como si quisiera guardar esa imagen en su cabeza y siento que mi corazón empieza a latir y nos es por excitación.

-Espero que no creas que te subiré la nota por esto - lo miro seria.

-Por supuesto que no, todos mis exitos son por mérito propio, no necesito ese favor - responde segura - ¿Pero las aesorias si puedo pedirlas verdad?

-Si puede señorita Molina, yo gustoso la recibo como a otros estudiantes en mi oficina - me sonrie.

Intercambiamos números y me quita el aliento antes de despedirnos con un beso con el que aprovecha para magrearme el culo a su gusto y finalmente me despide con una nalgada.

En eso momento no sabía todas las aventuras que viviría con mi macho maduro.