Me convierto en la perrita de mi profesor 5

Los encuentros entre Marta y Fabián se van tornando cada vez más morbosos. Esta vez su profesor la follará en la casa en que solía vivir con su esposa para hacerla sentir como la perrita en que la ha convertido.

El primer semestre del año ha terminado y los encuentros entre Marta y su profesor no han hecho más que aumentar. Ella no sabía que le podían llegar gustar tanto los hombres maduros, pero cuando es embestida con salvajismo por Fabián siente que nunca podrá llegar a tener tanto placer como aquel, nunca podría tener un macho que la follara con tanta vehemencia como su profesor madurito.

Es la primera vez que se verán fuera de la universidad, Fabián la citó a una dirección misteriosa a la que Marta va llegando. Es una zona residencial, con casas muy parecidas entre otras y ve a su profesor apoyado en la puerta de una de ellas. Mientras más avanza su extraña relación, Marta va tomando actitudes más caprichosas que sabe que calientan a su profesor. Por eso, al hacer contacto visual ella se acerca corriendo y salta para anclar sus piernas alrededor de él cuando sabe lo mucho que no le gustan las exageraciones de afecto en público.

Fabián siente que va a perder la cabeza cuando ve aparecer a su alumna con un vestido ceñido color rojo, que tiene un escote que hace a sus tetas el centro de atención, especialmente con esos pezones erguidos por las guarradas que debe haber estado pensando Martita de camino a su encuentro. Tiene medias transparentes, de esas que le encanta usar para provocarlo durante clases y se ha peinado con dos coletas que la hacen tener un aspecto virginal e inocente, cuando Fabián sabe lo sucia y cachonda que puede llegar a ser. Al empezar a correr sus tetas rebotan y él piensa que ya quiere verlas mientras lo monta cual zorrita y la recibe entre sus brazos olvidándose de lo mucho que lo incomodan las miradas curiosas porque sus manos la toman por el culo para darse cuenta de los ligueros que el vestido esconde.

—¿Está feliz de que haya llegado su putita, profesor? – susurra Marta logrando que el mayor presione más sus nalgas.

—Mi putita mimada, querrás decir, una a la que le encanta quedar con el culito rojo – le responde dándole una nalgada haciendo que la joven se frote contra su polla hinchada de tanto haber estado pensando en cómo la iba a disfrutar hoy.

La baja con delicadeza para sacar las llaves.

—¿Tu casa?

—Aquí vivía con mi esposa – esa respuesta no le gustó nada a Marta y frunció el ceño. Al darse cuenta de su incomodidad, su profesor la pegó de espadas a la puerta.

—Si no crees en mi palabra voy a tener que castigarte – dice Fabián dándole un beso lleno de lujuria y desespero, el de estar hundido en ella y romperle el coñito como tanto le gusta a su putita.

Sus manos van por todas partes, pero finalmente se detienen en sus tetas y de un tirón rompe la parte superior del vestido dejando sus pezones chocolate expuestos. Con aquello Marta vuelve en sí asustada porque si bien están cubiertos por las delgadas rejillas de madera de la entrada, cualquiera que pasara por allí podría verla semidesnuda. Trata de taparse, pero su profesor se lo impide.

—No me digas que ahora tienes vergüenza – dijo burlón mientras se agachaba para meterse una de sus tetas en su boca y succionar. Marta gime sin poder contenerse –. Eso es Martita, gime como la zorrita que ambos sabemos que eres – dice subiendo por su cuello, sus grandes manos también suben por su cuerpo y se detienen en sus lozanos y jóvenes pechos para palpar su suavidad y luego magrearlos con dureza, arrancándole jadeos a su alumna –. Ya te había dicho que me he divorciado, la única razón por la que he vuelto es para revisarla antes de venderla – toma sus pezones entre sus dedos y los retuerce –. Aunque también para hacerte sentir como una putita mientras te cojo en la cama que solía compartir con mi esposa y ni se te ocurra negar que esa idea te está haciendo chorrear ese coñito.

—¿Entonces que esperas? – lo retó y en respuesta él no se demora ni dos segundos en abrir la puerta y jalarla dentro, donde le termina de romper el vestido encontrándose de que tampoco lleva bragas.

—¿Toda una perrita, cierto? – dijo acariciando su sexo con toda la palma de su mano, notando lo empapado que se encontraba.

—Sí, toda tuya y dispuesta para ti – gimió ella.

—Como debe ser, ahora se una buena perra y obedece a tu dueño, ponte en cuatro en aquel sillón y con las piernas bien abiertas.

Marta obedece sin rechistar y Fabian se sorprende por aquel brillante objeto que ve entre sus nalgas: un plug, algo que hace que le duela más la erección que carga. La sigue con la mirada, pensando en cómo le gustaría romper ese culito mientras le mete y saca tres dedos de su sexo encharcado. Ella se pone en posición dejando ver más el objeto que tiene dentro de su culo.

—¿Así está bien, profesor? – pregunta inocente y al voltear encuentra la mirada del mayor en donde ella quería –. ¿Le gustó mi sorpresa? Quería ser una buena perrita para usted y estoy segura que me hará sentir muy bien su polla en mi culito.

—¿Al fin te animas? – ella siente con una sonrisa tan virginal como perversa –. Entonces atente a las consecuencias, porque te lo voy a romper, aunque te pongas a implorar – Marta siente su coño chorrear más por aquellas palabras y se muerde el labio para no concentrarse en el temblor de sus piernas por la excitación.

Fabián deja de hablar y se acerca a ella. Primero besa su hombro y va bajando por su espalda hasta que llega a su coño y se deleita con el aroma de su sexo juvenil. Da unas cuantas mordidas en su culo color canela dejando marca y a Marta jadeando sin poder contenerse. Finalmente, pasa la lengua por sus jugos y atrapa su clítoris para succionarlo.

—Ahhhh, siiii – gime Marta.

Acto seguido mete su lengua en su interior y empieza a hacerle el mejor oral de su vida. No pasa mucho tiempo para que su alumna este exclamando incoherencias, pero aquello aumenta cuando con una mano estimula el plug de su culo.

—Que rico, Fabián – dice entre jadeos y sabiendo que está cerca el maduro aumenta la velocidad – Ahhhh, si, que bien lo haces, ahhhhh – logra decir antes de correrse.

Como siempre, las corridas que le provoca su profesor la dejan en un estado de ensoñación brutal, tanto que apenas se da cuenta de sus intenciones cuando su coño ha sido llenado por el grueso pene del mayor.

—Ahhhhhh – prácticamente grita – Maldito cabrón, que rico me hace sentir – dice cuando este empieza sus embestidas y este en respuesta le da un par de azotes en cada nalga.

—Cuida esa boquita, Marta – ella voltea y él no demora en ponerle dos dedos en la boca, obligándola a mirarlo a los ojos mientras bombea su polla dentro y fuera –. Mejor usa la boca para esto, que a nadie le gustan las señoritas groseras. Si yo te rompo el coño es para bajarte de esa nube de empollona perfecta – saca los dedos de su boca y enrosca sus coletas en sus manos arqueando su espalda.

Sus embestidas se vuelven más profundas y baja el ritmo para hacer movimiento de arriba hacia abajo dentro de su coño, hundiéndose lo más que puede y con una fuerza que hace rebotar a Martita sobre el sillón.

—Ahhh, siii, harás que me corra de nuevo – dijo al límite.

—¿Quieres tu leche, Martita?

—Si, dámelaaa – dice y él la toma por la cintura y arremete contra su coño con más rapidez, hasta que lo escucha gruñir y siente como su estrecho canal se llena de la corrida del maduro, quien sigue bombeando su aún dura polla. Aquella combinación de sensaciones la lleva al límite y vuelve a correrse mientras se sostiene fuerte del sillón –. Ahhhh, siii.

Fabián aún con la polla semierecta se separa un poco para ver el resultado de su follada. Los brazos de Marta estaban sobre el respaldar del sillón, casi laxos, su respiración estaba tratando de regresar a la normalidad, por lo que sus pezones erectos rozaban con la tela de las almohadas decorativas repetidamente. Sin embargo, lo que lo llenó de morbo y mandó una punzada a su polla, que se levantaba de nuevo, fue ver su semen escurrir de su coñito juvenil. No pudo evitarlo, sacó su móvil de su bolsillo empezó a grabar, hundió sus dedos llevándose un jadeo de ella y le untó su semen es sus regordetes labios.

—Chupa – ella al inicio se mostró dudosa de la grabación, pero luego pensó que a ninguno le convenía que se supiera, así que lamió sus dedos saboreando la leche de su profesor.

—Muy rico – suelta ella.

Mientras tanto, Fabián ha terminado de desvestirse y al voltear Marta hacia él se deleita con su cuerpo musculoso y velludo. Ve hacia su polla y saliva por las ganas que tiene de llevársela a la boca y sentir esas venas y anchura que la vuelven loca.

—Se que como la zorrita que eres sé que quieres mi verga en tu boca, pero será para la otra que no puedo esperar para romperte el culito – acto seguido la toma entre sus brazos para llevarla a la habitación principal.

Continuará...

Ya saben que cualquier cosa me escriben ;)