Me convierto en la esclava de mi marido (7)

Cuando me pregunto si ya habia tomado una decision, me quede callada. Casi estaba segura de lo que queria. Casi estaba segura de lo que queria... pero no queria tener que lamentarme de nada en el futuro.

Estoy empapada en sudor. He dado vueltas en la cama toda la noche, soñando con todo lo que he vivido en esta semana. Noto mis pezones endurecidos y mi sexo mojado. Necesito a Jorge dentro de mí. Quiero que sacie mi hambre. Pero esta dormido y masturbarme como hacia antes ya no me sirve. No me calma. Tendré que darme una ducha fría.

La ducha no ha hecho desaparecer mi calentura, solo la ha calmado un poco. Con la toalla reliada en mi cuerpo, me he dirigido al vestidor. Estaba seleccionando la ropa que me iba a poner cuando sentí los brazos de Jorge rodear mi cintura y sus labios besando mi cuello. Noto su dura polla en la raja de mi culo. Va desnudo.

Me gira despacio y vuelve a besarme con pasión mientras sus manos sueltan la toalla. Me hace descender hasta quedar tumbada en la suave alfombra blanca del vestidor. Se echa encima de mí y sigue besándome. Sus manos acarician todo mi cuerpo. En este momento, soy una antorcha en llamas. Lo deseo y necesito desesperadamente.

-         Jorge...

-         Dejame amarte. Quiero hacerte disfrutar y demostrarte mi amor. Hasta ahora, solo has visto mi lado oscuro. Dejame mostrarte el amor y la pasión que me inspiras. Quiero que influyan en tu decisión de quedarte a mi lado. No quiero que te vayas.

Me ha levantado una pierna y ha dejado por ella un reguero de humedos besos, desde el tobillo hasta el muslo. La ha depositado en la mullida alfombra con delicadeza. Ha repetido la misma operación con la otra pierna, dejándome expuesta, húmeda y dispuesta para él. Se ha colocado en medio y despacio, como si temiera hacerme daño, se ha introducido en mi. El placer me ha hecho arquear la espalda instintivamente, ofreciéndole mis pechos. Los ha cogido entre sus manos. Sus dedos han recorrido el contorno de mis pezones. Luego los ha cogido entre el índice y el pulgar y ha tirado de ellos hacia arriba, provocando espasmos de placer en mi cuerpo. He levantado mi cabeza de la alfombra para besarlo. Me ha agarrado mientras se echaba hacia atrás. Ahora esta sentado y yo encima de el, cabalgándole como una yegua desbocada.

-         Eso es, mi vida. Damelo todo. Eres una diosa caliente que rezuma sensualidad por todos los poros de tu piel. Eres salvaje, sexual. Mi esposa, mi zorra... mía. Mía para siempre.

-         Sí, sí. Soy tuya, solo tuya.

Me estaba ahogando en su pasión. Un calambre de placer recorrió toda mi columna hasta llegar a mi sexo y estallar en un orgasmo arrollador mientras Jorge agarro mis nalgas y me hizo cabalgarlo mas furiosamente todavía hasta que note su semen derramándose en lo mas profundo de mi ser. Me abrazo con fuerza. Yo me agarre de su cuello y nos quedamos así, juntos, durante cinco minutos. Me levante, me dirigí de nuevo al baño a asearme un poco. Jorge se ducho, se vistió y se fue a trabajar, avisándome que no vendría a comer. Tenia una reunión por la tarde y comería algo en el restaurante que hay enfrente de las oficinas.

Llame a Clara y nos fuimos de compras. Nos estamos haciendo muy buenas amigas. Además de ser muy cariñosa y comprensiva, Clara es la única persona con la que puedo hablar con total confianza de todo lo que estoy descubriendo del sexo. Si les contara a mis otras amigas como es mi vida sexual con mi marido, alucinarían. La gente no entiende fácilmente lo que se sale fuera de lo “normal”.

Nos pasamos toda la mañana de tienda en tienda. A mediodía, nos fuimos a comer a un pequeño restaurante muy acogedor. Por la tarde, nos fuimos al cine. Sobre las siete, sonó mi móvil. Era Jorge.

-         Hola, cariño. ¿ Ya estas en casa?

-         No. Sigo en la oficina. La reunión ha terminado, pero tengo que revisar unos papeles.

-         De acuerdo. Yo estoy con Clara. Acabamos de salir del cine. Te espero en casa.

-         De eso nada, zorrita. Te quiero en mi despacho en 10 minutos. No me hagas esperar.

Colgó sin decir nada más. Me temblaron las piernas y me humedecí. Mi Amo tenia preparado algo. Algo que acabaría disfrutando como una perra, como había hecho hasta ahora. Se lo comente a Clara y muy amablemente se ofreció a acercarme. Me dejo en la puerta de la oficina. Pase y me dirigí al despacho de Jorge después de preguntarle al conserje. Tarde un poco en encontrar el despacho, ya que nunca había estado allí. Llame a la puerta tímidamente y entre.

Jorge estaba trabajando en su mesa. La estancia era espaciosa y estaba decorada con buen gusto. No levanto la vista del ordenador.

-         Llegas tarde.

-         Solo dos minutos. Me he liado un poco hasta encontrar el despacho.

-         No me interesan tus excusas.

Estaba de mal humor. Seguramente la reunión no habría ido tan bien como él esperaba. Espere, sin querer hablar para no hacerle enojar más. Los minutos pasaron. Cuando levanto la mirada y vi en sus ojos el brillo de la amenaza y la lujuria, sentí como si tuviera una bola de fuego en la boca del estomago. Era capaz de encenderme solo con una mirada.

-         Cierra la puerta y quítate la ropa. Dóblala y déjala en la silla.

Me excite, pero no quería que lo notara. Lo hice esperar un minuto largo antes de quitarme las sandalias y empezar a desabrocharme lentamente la blusa. La doble lentamente con cuidado y la deje sobre la silla. Me desabroche el sujetador dándole la espalda.

-         Date la vuelta y mírame.

Me volví y lo mire. Espere unos segundos antes de obedecerle. Me quite el sujetador y vi como miraba lujuriosamente mis pezones erguidos. Se me erizo el vello y me excite mas todavía.

-         Quítate la falda y las medias. Date prisa, zorra.

Me las quite y las deje en la silla.

-         Ven aquí y desnúdame.

Me acerque a el sin poder evitar mirar la gruesa y dura erección que se veía en sus pantalones. Le desabroche la camisa, se la quite, la doble con cuidado y la lleve a la silla sin que me lo hubiera pedido.

-         Arrodíllate, zorra.

Volví a colocarme delante, me arrodille y busque la hebilla del cinturón, consciente de la imagen que le mostraba. La de una zorra obediente. También fui consciente de cómo su polla se endurecía mas cada vez que obedecía sus ordenes. Me estaba excitando mas que nunca. Le roce varias veces la inflamada polla con los nudillos a propósito mientras le desabrochaba los pantalones y se los bajaba junto a los calzoncillos. Su polla apareció intimidatoria, gruesa, larga y amenazadora. Doble los pantalones y los lleve a la silla.

-         Súbete al escritorio, zorra, a cuatro patas.

-         Amo. - mire hacia la puerta.

-         Al escritorio. No mires la puerta. Mírame a mí.

Le mire a los ojos y vi su determinación. Me humedecí los labios y me subí a la mesa despacio, colocándome a cuatro patas. Había algo muy excitante en estar de rodillas sobre su escritorio, con el cuerpo expuesto para él mientras Jorge caminaba a mi alrededor, mirándome desde todos los ángulos, inspeccionándome como si fuese una posesión suya. Cosa que iba camino de suceder.

-         Abre las piernas para mí. Mas, zorra. Eres tan hermosa. Podría pasarme todo el día mirándote.

Continuo caminando alrededor de la mesa. Me acaricio el culo. Lo froto durante un momento. De pronto, dejo caer la mano con fuerza y luego froto el área enrojecida con caricias tiernas antes de repetir la acción una segunda vez.

-         Dos, zorra, por los dos minutos que has llegado tarde.

Me volví hacia él con la sorpresa en la cara.

-         Dijiste que no me harías daño. Y me lo has hecho. No me ha gustado.

Metió dos dedos en mi coño con brusquedad. Gemí. Los saco y los miro con expresión triunfante. Estaban mojados.

-         No te ha dolido, zorra. Y diría que si que te ha gustado.

Quería negarlo, pero había algo tan excitante en el modo en el que Jorge se movía a mi alrededor, como un predador dispuesto a atacar a su presa. Con la mirada tan penetrante, tan atenta. Se lamió los dedos y casi mi corrí en ese mismo instante.

Sacudí la cabeza, consciente de que ardía en mi interior, que mi coño era un horno de deseo. Y el modo en que me miraba, posesivamente, como si fuera suya, como si mi cuerpo le perteneciera, estaba haciendo que me mojara mas todavía. Pero lo más sorprendente de todo es que mi cuerpo deseaba someterse al suyo. Echaba mis caderas hacia atrás, hacia su mano, para que siguiera haciendo conmigo lo que deseara. Sin embargo, grite cuando Jorge dejo caer la mano una vez mas y luego froto de nuevo. No me dolió, pero hizo que mi cuerpo se pusiera al rojo vivo y el horno de mi coño ardiera mas caliente.

-         Esto por hacerme esperar a propósito antes de quitarte la ropa.

Mi cuerpo estaba en llamas, todas mis terminaciones nerviosas pendientes de el, todos mis sentidos agudizados.

-         Túmbate para mí, zorra, boca arriba. Tiéndete sobre la mesa y coloca el culo justo en el borde.

Me guió hasta el mismo borde y luego me abrió las piernas.  Me cogió un pie y lo coloco a un lado y depuse cogió mi otra pierna para doblármela al otro lado, de forma que quede completamente expuesta como si fuese un festín para él. Pero se me resbalo la pierna. Cogió mi pie y lo guió a una pequeña lazada que había sujetado al escritorio. Hizo lo mismo con el otro pie. Así estaría mas cómoda, pero no me podría mover.

Cogió mis pechos entre sus manos. Me froto los pezones con los pulgares. Su boca se dirigió al lateral de mi cuello y me lo mordisqueo. Solté un grito ahogado, me estremecí y Jorge lamió la zona donde me había mordido. La parte salvaje que habitaba en mi anhelaba más. Necesitaba su contacto, incluso su dominación. Estaba muy caliente, pero me sentía muy bien. Sentía que estaba hecha para él, para complacerle.

Me pellizco los pezones y tiro de ellos. Me masajeo los pechos y se llevo uno a la boca, succionando. Grite suavemente. Levanto la mirada, sus ojos centelleaban con lujuria. Me cogió la mano y la deslizo en una lazada que tenia preparada.

-         Cohete aquí. Y no se te ocurra soltarte, zorra.

Me hizo doblar los dedos sobre otra lazada, que estaba sujeta al otro lado de la mesa. Ahora estaba completamente inmovilizada, a su entera disposición.

Volvió a lamerme los pezones, primero uno y luego el otro. Los succiono, tiro de ellos con los dientes, me los lavo con la lengua mientras yo arqueaba la espalda para pegarme mas a su boca. Intente moverme y retorcerme para poder restregarme contra él, intentando llegar a su pierna o a su polla, pero no podía. Estaba completamente inmovilizada.

-         Amo...

-         Calla, puta. Voy a trabajar. No he podido concentrarme en la reunión por tu culpa. Estoy todo el puto día empalmado por ti. Ahora serás tú la que sufra la tortura que yo he sufrido todo el día. Seguro que verte así de abierta y ofrecida será una autentica inspiración para mí.

Desnudo, se acomodo en la butaca y siguió trabajando. Abrió un informe y deslizo la mano por la parte interior de mi muslo para masajeármelo mientras leía. Jadee cuando todas mis terminaciones nerviosas se exaltaron. Deslizaba los dedos de modo ausente por mi piel, ascendiendo mas y más.

De repente aparto la mano para teclear algo. Exhale, decepcionada. Apenas me había tocado y, sin embargo, nunca había estado tan mojada y dispuesta para él. Todo mi cuerpo buscaba su contacto. Los pechos me dolían, sentía la garganta seca, mi coño y mi boca deseaban llenarse con su polla... Estaba tan caliente que no me hubiese importado que entrase alguien y nos pillara. Solo quería que me follara.

Volví a sentir las yemas de sus dedos, acariciándome el muslo, subiendo mas y más. Recorrió con el pulgar mi raja, trazo círculos en mi clítoris hasta que gemí y mis muslos se agitaron. Entonces aparto la mano y siguió trabajando.

Unos minutos después, volvieron sus atormentadores dedos, trazando círculos en la parte interna de mis muslos, masajeando y acariciando, y me los metió de golpe en el coño. Grite mientras sus dedos entraban y salían, una y otra vez, abriéndome y provocándome, rozando mi duro clítoris y haciendo que mi cuerpo ardiera, pero sin dejarme llegar al orgasmo. Solamente aumentaba mi tensión. Cuando estaba a punto de correrme, Jorge aparto la mano de repente y se lamió los dedos mientras seguía a lo suyo.

-         Amo, por favor...

-         No, pequeña puta. No te dejare correrte tan fácilmente. Te mereces una pequeña tortura sexual.

Me agarro los muslos con las manos y sentí como me rozaba con los dientes el clítoris. Note mis flujos salir de mi coño mientras él los bebía con ganas. Movió su lengua y grite. Me miro. Su sonrisa era perversa y sus ojos estaban llenos de lujuria. Bajo la cabeza y hundió su lengua en lo mas profundo de mí. Agite las caderas y se me escapo un sollozo mientras me retorcía bajo su asalto e intentaba pegarme mas a el. Sin embargo, sus manos seguían sobre mis muslos, manteniéndome pegada a la mesa mientras me devoraba. Tuvo cuidado de no tocarme el clítoris, en mantenerme al limite.

-         Amo. De verdad, no puedo más.

-         ¿ Que es lo que quieres, zorra?

-         Quiero que me folle. Que me use a su antojo.

Volví a arquearme cuando trazo con su lengua unos lentos círculos alrededor de mi clítoris. Me estremecí entera. Estaba tan cerca de correrme... Si me tocaba una sola vez, me correría salvajemente. Sin embargo, Jorge se irguió de repente, dejándome jadeante.

Se puso detrás de mi cabeza y me coloco la polla sobre la cara. Mi corazón latió más rápido, los músculos de mis muslos temblaban de excitación y la boca se me hizo agua ante la visión de su polla, tan larga y gruesa, ardiendo de ese modo por mí. Supe lo que estaba haciendo conmigo. Me estaba haciendo ver a quien pertenecía. Me estaba diciendo que era suya.

Le acaricie la polla con la cara, la recorrí entera, ronroneando como si fuera un gato. Me la metí en la boca, no entera, sino para que sintiera mi calor en ella. Lo rodee con la lengua. Le bese el glande, y le deje un rastro de besos por su polla antes de volver a introducírmelo en la boca lentamente. La succione y volví a sacármela de la boca para dedicarle las mismas atenciones a sus testículos. Se la bese y se la lamí hasta que le oí gemir.

-         Joder, zorra, que bien la chupas. Cada día me gustan mas tus mamadas. Toma, puta, trágatela entera. Me encanta sentir como tu boca y tu garganta se cierran alrededor de mi polla.

Cogiendome del pelo, me la metió hasta el fondo. En ese momento, llamaron por teléfono. Jorge contesto sin sacarme la polla. Estuvo hablando mas de un minuto sin sacármela. Me faltaba la respiración. Al cabo de ese tiempo, colgó y me la saco. Jadee entrecortadamente en busca de aire. Cuando hube recuperado el aliento, me la volvió a meter. Gemí cuando me la metió hasta el fondo. Estuvo follandome la boca un rato más.

-         Ya no aguanto mas, puta. Vas a hacerme correr en tu boca y lo que quiero es follarte el coño.

Me la saco de la boca, dio la vuelta a la mesa y me la metió de golpe. Me corrí sin control.

-         ¡¡Ahhhh!!

-         Vamos, puta muévete.

Hice lo que me pedía. Mis caderas siguieron el ritmo que el me marcaba al follarme, elevándome para acompañar cada dura embestida. La polla de Jorge era grande y notaba como me golpeaba el útero mientras empujaba mas profundamente, como si quisiera meterse dentro de mí. Erramos dos fieras desatadas.

-         Vamos, dame mas fuerte. Párteme, destrózame. Haz lo que quieras conmigo, pero no dejes de follarme así. No pares.

-         No puedo parar aunque quiera, puta. Me vuelves loco. Me enloquece tu manera de follar. Vas a ser una zorra ejemplar. No me cabe la menor duda.

Sus palabras me provocaron otro orgasmo arrollador. No dejaba de asombrarme la facilidad con la que me llevaba al orgasmo. Yo que con mis anteriores parejas casi ni sabia lo que era eso, ahora los tenia a pares casi todos los días. Que gozada.

Salió de mí bruscamente, me soltó, me hizo arrodillar, se pajeo furiosamente y descargo su semen en mi cara. Me lo restregó con la punta de la polla por toda ella, como si me estuviera echando crema.

-         Ahora si eres una puta de verdad. Anda, ve al baño, lávate y vístete. Nos vamos a cenar.

Menos mal que tenia un pequeño aseo dentro del despacho. Me hubiera muerto de vergüenza si hubiese tenido que salir así y me hubiera encontrado con alguien.

Me llevo a cenar a un restaurante del centro. Me pregunto acerca de todo lo que estaba viviendo y lo que estaba sintiendo. Se lo conté todo, sin omitir nada. Que me encontraba incomoda pero excitada al principio de cada sesión de sexo, pero que acababa disfrutándolo como loca. Que me gustaba mucho el mundo que me estaba enseñando, que podría terminar acostumbrándome a el... Cuando me pregunto si ya había tomado una decisión, me quede callada. Casi estaba segura de lo que quería, pero quería aprovechar el tiempo que me quedaba, que no era mucho, para terminar de repasar los pros y los contras de mi decisión. No quería tener que lamentarme de nada en el futuro. Por suerte, respeto mi silencio y no me presiono.

Nos fuimos a casa, nos duchamos juntos, enjabonándonos mutuamente, vimos una peli y nos acostamos. Acabo rendida después de estas jornadas sexuales. Me abrace a el y me dormí con un único pensamiento: Mañana acaba todo. Puede que sea la ultima noche que pase con él. ¿ O no?

(CONTINUARA)

P.D.- He recibido varios correos indicándome que voy demasiado deprisa contando mi historia, que debería hacerlo en mas capítulos. Pero mi idea, desde el principio, ha sido contar un día por capitulo, y quiero ser fiel con mi manera de pensar. Además, creo que lo más importante es lo que estoy contando y que lo demás son simples detalles. Y no quiero hacer una serie interminable que acabe aburriendo o cansando. Muchas gracias a todos los que me animáis a seguir escribiendo. Y a los que no... gracias por vuestras criticas, siempre que sean constructivas. De ellas se aprende a mejorar.