Me convierto en la esclava de mi marido (6)

A las siete volvio a casa. Me dijo que me arreglara, que nos ibamos a "jugar". Supe a que se referia. Me vesti, nos montamos en el coche y en menos de 10 minutos estabamos en el sex-shop.

Cada vez falta menos. Ya solo me quedan dos días. Dos días para decidir si me quedo con mi marido como su esclava o si me divorcio de el. Cada día tengo las cosas más claras. Según pasa el tiempo, mis miedos y dudas se van desvaneciendo.

Nos hemos levantado temprano y nos hemos ido a casa después de despedirnos de Alfonso. No he podido despedirme de Clara. Estaba dormida y no la he querido despertar.

Jorge se ha dado una ducha rápida, se ha vestido y se ha ido a trabajar después de darme un beso. Yo me he dado un baño relajante y me he aplicado en todo el cuerpo crema relajante. Todavía me duele el culo y los pezones. Me he mirado en el espejo del baño. No se me ve ninguna marca, solo tengo el culo un poco enrojecido.

A media mañana, han llamado al timbre. He ido a abrir y me he llevado una agradable sorpresa al ver a Clara. La he hecho pasar a la cocina y he preparado café. Mientras nos sentábamos para tomarlo, Clara me ha dicho:

-         He venido a ver como estabas. Y a pedirte perdón por lo de ayer. No quería hacerlo, pero no tenia otra opción. Como la esclava de Alfonso, estoy obligada a obedecerle en todo. Si no lo hubiese hecho, me habría castigado. Y mucho mas severamente que a ti.

-         No tienes que disculparte. Te entiendo perfectamente. Lo que no acabo de comprender es como puedes soportarlo.

-         Porque le quiero. Como tu quieres a Jorge. Y como el te quiere a ti. Al menos, tu tienes suerte, a Jorge no le gusta lastimarte. No se excita con el dolor de una mujer. Alfonso muchas veces me ha torturado por el simple placer de verme sufrir, pero Jorge no es así. Lo que no quiere decir que no mande castigarte si cometes alguna falta. Aparte de sus perversiones, es un hombre maravilloso, dulce y encantador que esta loco por ti.

-         Parece que le conoces bien.

-         Lo conocí hace doce años. Yo siempre he tenido claro que me gusta ser dominada. Pero nadie, hombre o mujer, supo o pudo darme lo que necesitaba. Una noche, en una fiesta, conocí a Jorge. Le basto mirarme a los ojos para poder ver dentro de mí. Terminamos follando como animales en uno de los dormitorios. A partir de ahí, comenzamos una relación algo particular. Cuando quería, quedábamos me usaba a su antojo. Pero solo era sexo. El no era mi Amo ni yo su sumisa. Un día me dijo que iba a ser el regalo de cumpleaños de un amigo. El amigo era Alfonso. Termine follando con los dos y con los demás invitados, unos 10 hombres mas o menos. Pero con Alfonso hubo algo especial. Conectamos perfectamente desde el principio. Seguimos viéndonos hasta que nos dimos cuenta de que estábamos enamorados. Además, vio en mi a la perfecta sumisa y yo encontré el Amo que buscaba. Al poco tiempo, nos casamos. Desde entonces soy suya. Le pertenezco completamente. Pero Jorge tiene su permiso para follarme cuando quiera y como quiera.

-         Y no cabe duda de que te he follado cuando he querido.

Las dos dimos un respingo. Jorge estaba apoyado en la puerta mirándonos con una sonrisa maliciosa y una tremenda erección en los pantalones.

-         Has llegado pronto, cariño.

-         Sí. Tenia ganas de estar contigo. Llego a casa dispuesto a pasar la mañana con mi preciosa esposa y ¿ qué me encuentro? A la zorra de mi amigo contándole a la mía como me la he follado y me la sigo follando cuanto quiero. La verdad, me he puesto muy cachondo. Y no voy a dejar pasar la oportunidad de tener dos zorritas a mi entera disposición. Venid conmigo al dormitorio.

Le seguimos en silencio. Si tenia que ser sincera, yo también me había excitado imaginándome a Jorge follando salvajemente con Clara. Además, no me había corrido desde que Jorge y yo follamos con ella y su marido. Mi cuerpo, que se había acostumbrado a tener por lo menos un orgasmo al día, me pedía guerra. Necesitaba desahogarme y ahora tendría la ocasión.

Una vez en el dormitorio, Jorge mando desnudarnos la una a la otra. Lo hicimos despacio, disfrutando del espectáculo que nos dábamos mutuamente. Nos besamos. Mis manos acariciaron los pechos de Clara y se entretuvieron en sus pezones. Después baje a su sexo y se lo acaricie despacio hasta notar como se mojaba. Ella, en agradecimiento, también me magreo las tetas y su mano empezó a bajar a mi entrepierna. Pero Jorge la detuvo.

-         No, Clara. Esta perra sigue castigada sin correrse. Hoy solo servirá para darnos placer a ti y a mí. Si le tocas el coño, aunque solo sea un roce, seguro que se corre. Esta demasiado cachonda.

Me sentí frustrada. ¿ Por que me castigaba así? ¿ No le había prometido obedecerle en todo la noche anterior? ¿ Por que quería alargar mi tortura? Notaba mi coño húmedo y palpitante. Como él decía, me bastaría un simple roce para correrme. La voz de Jorge me saco de mis pensamientos.

-         Venid aquí, perritas. Quiero que me la comáis a la vez.

Nos dirigimos hacia donde estaba. Ya se había desnudado y su polla se erguía espléndida y desafiante. Me imagine siendo ensartada por ella. Esto solo hizo subir mi calentura varios grados más.

Nos agachamos hasta situarnos a la altura de su pene, cada una a un lado. Como si estuviéramos sincronizadas, las dos sacamos la lengua y la paseamos por toda la longitud de su tronco. Nos turnamos para lamerle el glande y volvimos a pasar nuestras lenguas por su polla.

-         Eso es, zorritas. Menudas mamadoras estáis hechas.

Sujeto nuestras cabezas con las manos y las mantuvo pegadas a su polla. Entonces empezó a moverse. Nosotras sacamos nuestras lenguas de nuevo y con su vaivén se la dejamos completamente empapada de nuestras salivas. Nos soltó las cabezas. Esta vez Clara se dedico a su polla y yo a sus huevos. Se los ensalive, me los metí a la boca, se los manosee... Mientras, Clara se la metió a la boca y empezó una mamada brutal. Se la metía y se la sacaba a una velocidad increíble. Cuando sus labios llegaban a la base de su polla, yo me metía sus huevos y nuestras bocas se rozaban.

-         Joder, que bien lo hacéis. Esto es la gloria. Dos putas comiéndome el rabo. El sueño de cualquier hombre hecho realidad.

Seguimos así otro rato mas hasta que nos aparto, llevo a Clara a la cama y la tumbo de espaldas. Me hizo colocarme encima de ella como si fuésemos a hacer un 69, Clara se abrió de piernas y Jorge la embistió de golpe.

-         Zorrita mía, cómele el coño a Clara. Y tu, Clara, ni se te ocurra comérselo a ella. Aunque te mueras por hacerlo.

Así que acerque mi boca al clítoris de Clara y comencé a lamérselo. Estaba abatida. No me iban a follar. No me iban a dejar correrme. Solo iba a darles placer. Sentía como mis flujos empapaban mis muslos. Seguro que caerían a la boca de Clara.

Jorge seguía follandose a Clara. De vez en cuando, sacaba la polla de su coño y me la daba a chupar. Yo lo hacia con fervor, y cuando más cachonda estaba, la sacaba de mi boca y se la volvía a enchufar a Clara. Estaba que me moría de la envidia.

-         Dios, que polvo. Me voy a correr. Zorrita mía, apártate de Clara. Quiero correrme en su boca.

Me aparte. Jorge se salió rápidamente del coño de Clara. Esta se levanto y se metió la polla en la boca. Se corrió dentro de ella e hizo que se lo tragara todo.

Después de esto, nos vestimos y fuimos a la cocina. Jorge invito a Clara a comer. Se comportaban como dos viejos amigos. No terminaba de entender este cambio de actitud tan rápido. Pasaban de ser amigos a ser dominada y dominante, y viceversa, con una facilidad pasmosa. Cuando Clara se fue, se lo comente a mi marido.

-         No comprendo muy bien vuestra actitud. En un momento dado, eres con ella, o conmigo, un hombre dominante. Y al rato, vuelves a ser Jorge, su amigo y mi esposo. ¿ Por que?

-         Porque yo solo soy tu Amo y su Señor en la intimidad, cuando quiero follar. Fuera de ahí, es mi mejor amiga, y la mujer de mi socio. Y lo mismo pasa contigo. Digamos que es como un juego al que a todos nosotros nos gusta jugar.

-         De acuerdo. Creo que sé lo que me quieres decir.

-         Me alegro. Porque te voy a preparar otro “ Jueguecito” para esta tarde.

Me estremecí sin querer. ¿ Que tendría pensado? ¿ Que haría conmigo esta vez?

-         ¿ Puedo saber que es?

-         Sí. Es sobre la conversación que dejamos a medias ayer. Ya sabes, la del sex- shop. Voy ahora mismo a hablar con ellos para prepararlo todo a mi gusto. Tengo una idea en mente. ¿ Tienes algo que decir?

Agache la cabeza. No podía negarme. Todavía tenia muy presente en mi recuerdo el castigo al que me sometió. así que le respondí:

-         No. Haré todo lo que quieras.

-         Muy bien, preciosa. ¿ Lo ves, que fácil es? Me voy. Te veo luego.

Y dándome un suave beso en los labios, se marcho. No dejaba de darle vueltas a la cabeza. ¿ Que se le habría ocurrido esta vez?  A la vista de todo lo que me había preparado los días anteriores, tendría que ser algo fuerte, brutal... y excitante. No podía negarlo. Me mojaba solo con pensar todo lo que había hecho hasta entonces. Y más que me mojaba imaginando lo que tendría que hacer hoy. Que puta me estoy volviendo.

A las siete volvió a casa. Me dijo que me arreglara, que nos íbamos a “jugar”. Supe a que se refería. Me vestí, nos montamos en el coche y en menos de 10 minutos estábamos en el sex- shop.

El dependiente era un joven de raza negra. Era alto, mediría 1’85 cm, y musculoso. Debía machacarse en el gimnasio. Nos saludo afablemente.

-         Buenas tardes. Veo que son puntuales. Jorge, ya esta todo preparado a tu gusto.

-         Muy bien, Said. Dale a mi zorra la ropa que he elegido.

Me dio un paquete de ropa, me indico donde estaba el vestidor y me dirigí allí. Me lo puse. Era un sujetador negro de cuero. Tenia en cada copa una cremallera que al abrirla, dejaba al aire casi todo el pecho. La falda era también de cuero negro y dejaba el comienzo de mis nalgas al aire. Porque no había bragas. Me puse las botas, como no, de cuero, que me llegaban a los muslos.

Lo ultimo era lo más raro. Era una especie de banda negra con una pequeña arandela en el centro. Por el tamaño que tenia supuse que seria para el cuello, porque en las manos y los pies me quedaría grande. Al ponérmelo, vi que no me había equivocado. Era una especie de collar.

Cuando salí y me vieron, soltaron un silbido. Said comento:

-         Tenias razón, Jorge. Con esto, parece una puta.

-         No es que lo parezca, amigo. Es que lo es. No tardaras en comprobarlo. ¿ Los otros actores ya están aquí?

-         Si, están en la sala de grabación. Seguidme.

Nos dirigimos a la sala. Estaba llena de espejos. Había una cama y una mesita con una copa encima de ella. También habían dos hombres, los dos de raza negra. También eran altos y fornidos como Said. Se ve que era un requisito necesario para ser actor porno. Se llamaban Mohamed y Ali.

Fue verlos y pensar en los tópicos de siempre. ¿ Tendrían los negros la polla tan grande como aseguraban? No iba a tardar en descubrirlo. Me sorprendí al desear verme penetrada por mis tres agujeros por estos dioses de ébano. Me moje y excite mas de lo que lo había estado en todo el día.

-         Bien, esta es la historia, Jorge. Tu zorra esta caliente y empieza a acariciarse por todo el cuerpo. En un momento dado, llegan Mohamed y Ali, que al verla así, aprovechan y se la follan. Mientras están en faena, llego yo, los pillo y me uno a la fiesta. ¿ De acuerdo?

-         Me parece bien. Solo un matiz. A mi perra le gusta el sexo duro. Así que no seáis delicados con ella. Pero nada de sado. En ese caso, entrare y me la llevare. ¿ Vale? Aparte de eso, haced con ella todas las guarradas que se os ocurran.

-         Muy bien. Se hará como tu quieres.

Jorge se acerco a mí y me beso en la mejilla. después me cogió la cara con sus dos manos y me dijo:

-         Pórtate bien, zorrita. No me hagas quedar mal. No quiero volver a castigarte más.

-         De acuerdo, Amo.

-         Muy bien. Buena chica. Ahora, ve, disfruta y hazme disfrutar. Te doy permiso para correrte las veces que quieras.

-         Muchas gracias, Amo.

-         Toma. Ponte el antifaz. Después de todo, te va a ver mucha gente. No quiero que ningún conocido te reconozca. No entenderían este tipo de vida y no quiero dañar tu reputación.

Me dirigí hacia donde me dijo Said. Me ordeno que pareciese que estaba muy caliente y que dijera frases obscenas. Lo de estar caliente no iba a ser difícil, ya que lo estaba. Lo de decir barbaridades, ya no estaba tan segura. Se lo dije y me tranquilizo.

-         No te preocupes. El cámara hará de voz de fondo que te ira haciendo preguntas. Tu solo contesta lo que vayas sintiendo. Si eres tan puta como ha dicho Jorge, no tardaras en caldearte. Venga, chicos, fuera de cámara.

Salieron todos y comencé mi actuación. Empecé acariciando mis piernas desde mis tobillos a los muslos, muy lentamente. Así, sin saberlo, le ofrecí a una cámara una perfecta visión de mi culo y mi coño. Seguí ascendiendo lentamente hasta llegar a mi sexo, que acaricie brevemente para seguir subiendo hasta mis pechos. Abrí las cremalleras y mis tetas salieron al aire. Me metí un dedo en la boca, como había visto hacer a Clara, me lo chupe seductoramente y después me acaricie con él mi pezón, que se irguió de inmediato.

-         Vaya, vaya. Me parece que he visto una linda putita. ¿ Te gusta acariciarte?

-         Si, me gusta mucho.

-         Ya veo, ya. Seguro que estas muy caliente ¿ me equivoco?

-         No, no te equivocas.

-         Seguro que tienes el coño mojadito. ¿ Me dejas verlo?

Levante mi falda y mostré mi coño a la cámara.

-         Mmmm. Que coñito tienes. Y esta todo babosito, como a mí me gusta. ¿ Te gustaría sentir una polla dentro de ese coñito?

-         Si, me encantaría.

-         ¿ Y dos? ¿ Te imaginas una polla en tu culo y otra en tu coño de zorra?

-         Siii. Eso seria un autentico placer.

A todo esto, yo seguía acariciándome. La voz del cámara, ronca y seductora, había terminado de despertar mi lado salvaje. Quería que entraran los actores y me follaran ya. Como ellos quisieran.

-         De acuerdo, zorra. Cumpliré tus deseos. Aquí tienes dos rabos que te van a follar por todos tus agujeros.

En ese momento aparecieron Mohamed y Ali completamente desnudos y empalmados. Seguro que también se habían calentado mirándome. Les mire las pollas. La leyenda era cierta. La de Mohamed debería medir unos 23 cm mas o menos. La de Ali no llegaría a los 21, pero era gorda y venosa. Me relamí al verlas. Me moría por probarlas.

-         Mira, Mohamed. Una putita dispuesta a complacernos. ¿ Verdad que eres una perrita obediente que hará todo lo que digamos?

-         Si, soy vuestra perrita.

-         Pues al suelo como la perra que eres.

Me puse a cuatro patas mientras Ali se dirigía a la mesita y sacaba una correa de perro del cajón. Me la engancho a la arandela del collar ( ahora sabia para que servia) , tiro de mí y me dijo:

-         Vamos, perrita. Vamos a dar un paseo.

Y empezó a tirar de mí. Me hizo dar vueltas por toda la habitación hasta que se canso. Luego, tirando del collar, me llevo hasta la cama. Me hizo subir a ella.

-         Muy bien, perra. Ahora vas a ser buena y nos vas a chupar la polla a mi amigo y a mí.

Se colocaron los dos frente a mí y me apuntaron con sus pollas. Abrí la boca y comencé por la de Mohamed. Me la metía, me la volvía a sacar, le chupaba los huevos... Luego cogí de la Ali y le di el mismo tratamiento.

-         Me parece que hemos encontrado una buena perra. Sabe como comérsela a un hombre.

-         Le vamos a dar pollazos por todos sus orificios.

Sus palabras me enardecían más. En un momento dado, me cogieron con violencia y me tiraron en la cama a lo ancho. Mi cabeza quedo colgando del lateral de la cama. Vi acercarse a Ali, quien sin ningún miramiento, me enchufo su manguera de golpe hasta los mismos huevos. Mohamed abrió mis piernas y se lanzo a comerme el coño. Ali empezó un mete-saca alocado. Su polla entraba y salía de mi boca a toda velocidad. No me daba tiempo a respirar. De pronto, me la metió entera y estuvo así, sin moverse, cerca de un minuto. Cuando vio que me ahogaba, la saco. Su polla chorreaba de mis babas. Volvió a repetir la operación. Se me saltaban las lagrimas y se me había corrido el rimel. Siguió con este proceso unos 6 minutos más. Mi cara era un mar de babas que salían de mi boca y de su polla. Esto lo volvió loco y empezó a gritar.

-         Traga, puta, traga. Te voy a destrozar la boca. No vas a poder cerrarla en un mes. Toma polla,puta.

Mientras, Mohamed me comía el coño de manera magistral. Tuve un orgasmo potente a los dos minutos, cuando su lengua penetro hasta el fondo de mi coño y empezó a follarme con ella. Tuve el orgasmo más salvaje que había tenido hasta el momento. Tantos jugos echaba que parecía que me había orinado. Mohamed se los bebió con ansia. Se puso de pie de golpe.

-         Me tengo que follar a esta puta ya.

Y me la clavo de golpe en el coño. Menuda escena. Esto superaba con creces todo lo vivido hasta el momento. Y no había hecho mas que comenzar.

Salieron de mí a la vez. Me levantaron de un tirón. Mohamed se echo en la cama.

-         Vamos, puta. Metete esta tranca en tu culo.

Me subí a la cama, me coloque de espaldas a el, y me metí su polla hasta el fondo. Me moví frenéticamente.

-         Ohhh, que gozada. Como lo disfruto.

-         Eso es, perra. Sigue moviendo ese culo.

Para ese momento, Ali también se había subido a la cama. Se coloco entre mis piernas. Me sonrió perversamente.

-         Ahora veras, puta de mierda. Te vamos a abrir bien ese culo.

Me removí inquieta. Querían meterme dos pollas en el culo. Intente levantarme, pero Mohamed me sujeto fuerte.

-         Quieta, zorra. Vamos, Ali , no gastes tiempo.

Ali empezó a meterme la punta.

-         ¡ Noo, me vais a destrozar1 ¡ Me hacéis mucho daño!

-         Calla, zorra. Solo te dolerá al principio. Luego te volverás loca de placer.

Ali siguió empujando. Notaba cada centímetro de su polla ir abriendo mi culo hasta que la tuve toda dentro. Se quedaron quietos un momento. Luego volvieron a moverse. Despacio, muy despacio. Fueron aumentando la velocidad al ver que empezaba a mover mi pelvis.

-         Mira, la zorra ya no protesta.

-         Esta hecha una puta. Con dos pollas en su culo, la muy cerda.

-         Y otra mas que va a tener.

Said había hecho su aparición. Se subió a la cama. Pensé que me iba a follar la boca. Pero no. No se como pudo colocarse delante de Ali y metermela en mi coño, pero lo hizo.

Los tres se movían al compás. Mire a mi alrededor y vi en los espejos la escena que se estaba desarrollando. Me vi completamente desmadejada entre tres sementales que me estaban follando de lo lindo. Ver mi actitud y mi cara de zorra me provoco otro orgasmo arrollador.

-         Ahhh. Me corrooo. No paréis de follarme, cabrones. ¡ Me estáis matando de gusto! ¡¡¡ Ahhh!!!

-         Joder, como se corre la zorra. Como te gusta que te den caña, puta.

Said me agarro del cuello y me acerco a el. Abrí la boca, saque la lengua y me la chupo con lascivia. Después me escupió en ella y volvimos a comernos las bocas. Era todo de lo más sucio y depravado.

-         Joder, tíos. Esta postura es muy cansada. Me están dando calambres en las piernas. Voy a follarle la boca- Y diciendo esto, Said salió de mi coño.

-         ¿ Y le vamos a dejar el coño libre?

-         No. Esperad, que voy a traer un “juguetito”.

Se acerco a la mesa y saco un consolador. Parecía una polla de verdad. Y con buen tamaño. Se subió a la cama y sin mas me lo metió de golpe.

-         Agujerito relleno, zorrita. Vamos a por el que falta.

Habían puesto el consolador a la máxima velocidad. Sentía sus vibraciones hasta en el cuello del útero. Said se puso al lado de mi cabeza.

-         Chupamela con todas tus ganas, perra.

Me la metí en la boca, y cuando la tuve dentro, Said me sujeto la cabeza fuertemente. No me soltó hasta que noto que me faltaba la respiración. Cuando me saco la polla, jadee en busca de aire.

-         ¿ No te ha gustado? Que lastima, porque hay más.

Y me la volvió a meter sin darme tiempo a reaccionar. Empezó una follada salvaje de mi boca mientras Mohamed y Ali me follaban incansablemente el culo y el consolador machacaba mi coño con furia.

Cuando se cansaron de esta posición, salieron de mí. Ahora Said se echo en la cama y me ordeno meterme su polla en el coño. Así lo hice. Mohamed se puso detrás con el consolador en la mano. Poco a poco, me lo metió también por el coño sin hacer caso de mis gritos de dolor.

-         No te hagas ahora la estrecha, puta. Te ha gustado tener dos pollas en el culo, así que te encantara tener dos en tu coño de zorra, aunque una sea de mentira.

Y diciendo esto, me metió la suya en el culo. Ali se puso delante y me ordeno chuparsela. Otra vez volvieron a follarme como si no fuesen a ver una mujer nunca mas en su vida.

A estas alturas, estaba hecha polvo. Una parte de mi mente quería terminar de una vez para poder irme a casa, darme una ducha y descansar. Pero otra parte de mí, la más perversa y retorcida, no quería que aquello terminase jamás. Quería seguir gozando como una perra.

Tuve un tercer orgasmo antes de que dijesen que se iban a correr. Said le dijo a sus amigos:

-         Tengo una idea. Dejad de follar a la zorra. Y tu, zorra, coge la copa que hay en la mesa y tráela. Te vamos a preparar un cóctel.

Imagine que me tenían preparado y mi estomago salto de gozo. El semen de tres machos para mi solita. Corrí como una loca a por la copa. Ellos se pajeaban sin parar.

-         Acércala, guarda. Me voy a correr.- Dijo Said.

Se la puse cerca y se corrió en ella. El segundo en correrse fue Ali, seguido de cerca por Mohamed. Procure que no se desperdiciara ni una gota. La copa estaba casi llena.

-         Vamos, perrita. Hora de reponer fuerzas.

Me lo bebí todo con ansia, apurando hasta la ultima gota. Hasta pase mi lengua por toda la superficie de la copa hasta que no quedo ni rastro. Ellos me jaleaban.

-         Así se hace. Se nota que te gusta la leche.

-         Pues a los churros tampoco le hace ascos. Se ha comido tres de chocolate, la muy guarra.

Después de esto, salieron de la sala. Yo me quede sin saber que hacer hasta que Said dijo que ya podía cambiarme.

Fui a los vestidores y me mire en el espejo. Tenia los pezones enrojecidos, pues no habían dejado de pellizcármelos. El culo y el coño me dolían cuando me pase la mano. Había sido agotador, pero maravilloso. Después me vestí y salí.

Jorge me esperaba con Said en la tienda. Al verme llegar, Jorge se acerco a mí y me abrazo por la cintura.

-         Te has portado estupendamente. Estoy orgulloso de ti, zorrita mía.

Me invadió una oleada de orgullo y felicidad al escuchar sus palabras. Mi Amo estaba orgulloso de mí. Nada podía ser mejor que eso. Said se dirigió a mi marido.

-         Jorge, ha sido sensacional. Es tan puta como me dijiste. O más. Estoy seguro que este video va a ser la bomba.

-         Eso espero.

-         Por supuesto que sí. Me gustaría hacer mas escenas con ella, si puede ser. Os podría pagar.

-         Te lo agradezco, pero no te aseguro nada. Esta zorra esta probando este mundo durante una semana. Todavía no sé si seguirá conmigo. Pero no dudes que si lo hace, habrá muchas más escenas. Y mejores que esta, te lo aseguro.

-         Así lo espero. Hasta la próxima.

-         Adiós.

Salimos y nos dirigimos al coche. Me quede dormida durante el trayecto. Desperté y estaba en la bañera. Jorge me había preparado un baño caliente, me había desnudado, me había metido dentro y me estaba lavando el cuerpo. Intente coger la esponja para hacerlo yo, pero me detuvo.

-         Rejalate, preciosa. Yo me ocupare de ti. Tu descansa. Te lo has ganado.

Me relaje y volví a dormirme. Volví a despertar cuando Jorge me deposito con suavidad en la cama. Se desnudo y se acostó a mi lado. Me abrazo con fuerza. Me beso el pelo y me susurro: “ te adoro, mi pequeña zorrita”. Me deje ir hacia el mundo de los sueños llena de felicidad. Estos momentos hacia que lo vivido hasta ahora mereciera la pena.

( CONTINUARA)