Me convierto en la esclava de mi marido (3)

Hoy he descubierto que puedo hacer lo que sea por satisfacer mis apetitos sexuales. Y he podido comprobar de nuevo el influjo y el dominio que mi marido ejerce sobre mi.

Por fin estoy en casa. Ha pasado el 2º día como esclava de mi marido. El primero fue anoche, cuando me cedió a dos de sus amigos. La verdad es que lo disfrute como una loca. Pero lo de hoy... lo de hoy ha sido excitante y perturbador a la vez.  Hoy he descubierto que puedo hacer lo que sea por satisfacer mis apetitos sexuales. Y he podido comprobar de nuevo el influjo y el dominio que mi marido ejerce sobre mí.

Anoche nos acostamos pronto sin hablar de lo que había sucedido. Me dormí enseguida después de una noche agotadora tanto física como psicológicamente.

Al despertarme, Jorge ya se había levantado. Estaba en la cocina, desayunando, y al preguntarle que si no había preparado desayuno para mí, me ha contestado:

-         Primero tienes que beberte tu leche calentita.

-         ¿ Que leche?

-         La que viene metida en este envase.

Y se ha bajado el pantalón, mostrando su polla en estado de erección.

-         Empieza ya, zorrita mía. Tengo que ir a trabajar y tu no desayunaras nada mas hasta que no te hayas bebido tu leche.

La verdad es que verle así, empalmado, me ha excitado, y mucho. Además, es mi marido y le deseo, por lo que me he agachado hasta que mi boca estaba a la altura de su polla y he comenzado a metermela y sacármela de la boca despacio, disfrutándola. Luego se la he lamido en todo su grosor y extensión hasta dejársela brillante de mi saliva. No me he olvidado de sus testículos, los cuales me he metido en la boca y he lamido y saboreado como si fuese la fruta más exquisita. Pronto le he oído gemir.

-         Pero que bien la chupas, putita. A tu boca habría que hacerle un monumento.

Al oírlo, he arreciado en mis chupadas y lamidas mientras mi mano se colaba debajo de mi camisón y se metía entre mis bragas para acariciar mi ya húmedo chochito.

-         Quita las manos de ahí, zorra. No he dicho que puedas tocarte. Hoy te voy a tener excitada todo el día. Te quiero cachonda hasta la noche.

Quite mis manos inmediatamente. Seguro que esta noche follariamos como salvajes. Proseguí mi mamada durante un rato hasta que le sentí tensarse y me aviso:

-         No desperdicies ni una gota o lo lamerás del suelo.

Y se corrió abundantemente en mi boca. Fue difícil tragarse todo su semen sin que se me escapara entre las comisuras de los labios, pero lo conseguí. Me sonrió con aprobación y fue a ducharse y a vestirse para ir a trabajar.

Estuve toda la mañana excitada recordando la felacion que le hice y los pensamientos de que esta noche gozariamos de una buena sesión de sexo.

A la hora de comer, siguió excitándome. Metía su pie por debajo de mi vestido hasta llegar a mi sexo y lo frotaba arriba y abajo mientras comíamos. Después de comer me beso y me magreo las tetas con una mano mientras la otra se metía entre mis bragas para tocarme el coño y dos de sus dedos se hundían hasta mis entrañas. Me follaba con ellos hasta que veía que me iba a correr, y entonces los sacaba y me los daba a chupar. Cuando veía que me había calmado un poco, volvía a lo mismo. Así estuvo casi 20 minutos hasta que miro el reloj de pared y dijo que tenia que resolver unos asuntos importantes y que no volvería hasta las 10 de la noche. Que quería que le esperase en la puerta de la calle, porque saldríamos “ por ahí”.

-¿ Que ropa me pongo?

  • Quiero que solo lleves puesto el conjunto de ropa interior negra que te compraste para estrenarlo en la luna de miel. Es muy sexy y provocativo. Encima ponte una chaqueta.

Esto solo venia a confirmar el hecho de que pasaríamos una buena noche. Seguramente iríamos a algún hotel y no querría que llevase mucha ropa para no gastar tiempo innecesario.

-         De acuerdo, cariño. Como tu quieras.

-         Así me gusta, preciosa. Hasta esta noche.

Y dándome un cariñoso beso en los labios, se fue. Pensé en su comportamiento de anoche, tan déspota, y la ternura de ahora. De verdad que parecían dos hombres completamente distintos. Uno hacia que lo amara con locura.  Y el otro me hacia temerle y me ponía cachonda, como una perra en celo.

A las 10 salí a la puerta de la calle, vestida como me había dicho, y allí estaba. Me subí al coche y me volvió a besar, esta vez en la frente. Arranco y tomo la carretera rumbo a la salida de la ciudad.

-         Ábrete la chaqueta. Quiero ver si me has obedecido.

Me la abrí y le mostré mi conjunto de lencería. Sin querer pecar de falsa modestia, estaba de infarto con él. El sujetador alzaba mis pechos y parecían una talla mayor de lo que eran. Y el tanga ( de los llamados de hilo dental) solo alcanzaba a cubrir la raja de mi coño. Me lo había comprado para dejar a mi marido sin respiración nuestra primera noche en la luna de miel. Y parece que lo conseguí, aunque antes de tiempo.

Mientras conducía con una mano, la otra se acerco al tanga, se metió por debajo y empezó a tocarme el chumino como lo había hecho por la mañana. Metió otra vez dos dedos dentro y empezó a moverlos despacio primero y más deprisa después. Yo me mordía los labios y gemía.

-         ¡ Ahhh! Que gusto, cariño. Me tienes completamente excitada todo el día.

-         Eso es lo que quiero. Mira, ya hemos llegado a nuestro destino.

Mire por la ventanilla. Estábamos en el extrarradio de la ciudad, en uno de los barrios más pobres y peligrosos. Por allí no se veía ningún hotel.

-         ¿ Que estamos haciendo aquí?

-         Hace unas semanas, se me acerco un hombre pidiendo limosna. Me dijo que llevaba 1 año sin trabajo, que su mujer le había abandonado por otro y que no tenia nada que llevarse a la boca. Me dio lastima y le di un billete de 20 euros para que comiese en condiciones. Desde entonces, me lo encuentro a menudo y siempre le doy algo.

-         ¿Y?

-         Pues que se me ha ocurrido que podía hacer algo mas por él. Mejor dicho, que TU podías hacer algo mas por él.

-         ¿ Me estas diciendo que quieres que me acueste con él?

-         Yo no he dicho eso. Pero viendo lo bien que sabes usar tu boca, podías hacerle un “trabajito”

-         Ni loca.

Se acerco tan deprisa a mí que no lo vi venir. Me agarro con rabia del cuello y acerco su boca a mi oreja.

-         Mira, zorra, no me cabrees. Te dije que no te haría daño, pero puedo cambiar de opinión si me sigues tocando los cojones. Has aceptado ser mi esclava una semana, y harás lo que yo te diga. Cuando acabe la semana, te puedes ir a la mierda si quieres, mas que me duela. Pero ahora vas a entrar ahí y le vas a hacer a ese hombre la mejor mamada que has hecho en tu perra vida.

Me soltó el cuello y tome aire. Le mire a los ojos y vi que no tenia otra opción. así que agache la mirada y le pregunte:

-         ¿ Solo una felacion?

-         Solo. Pero ponte este antifaz. No quiero que algún día nos vea juntos por la calle y te señale como la zorra que le comió la polla.

Me emociono el detalle. A pesar de su frió comportamiento, miraba por mi reputación. Cogí el antifaz y me lo puse. Llamamos al timbre de una de las casas y salió un hombre de unos 55 años. Al ver a mi marido se sorprendió.

-         Buenas noches, Don Jorge. ¿ Que hace usted por estos barrios?

-         Buenas noches, amigo Tomas. Querría hablar contigo, si puede ser.

-         Por supuesto. Por favor, pasen.

Pasamos a una vieja habitación que hacia las veces de comedor y dormitorio. Bueno, la verdad es que solo había un catre con un viejo colchón.

-         Usted dirá.

-         Háblame de tu. Cariño, ábrete la chaqueta. Y tu, Tomas, ¿ cuanto hace que una hembra así no te hace una buena mamada?

El hombre abrió unos ojos como platos al ver que me abría la chaqueta y le mostraba mi cuerpo solamente cubierto con la ropa interior.

-         ¿ Te has quedado sin habla, Tomas? ¿ Cuánto hace que no te la mama una mujer?

-         Mucho tiempo. Mi esposa era reacia a hacérmela. Decía que le daba asco. Que esas cosas eran de putas.

-         Pues tienes suerte. Esta es mi puta. Hace unas mamadas de narices. Y esta noche te lo va a demostrar. Putita, haz tu trabajo.

Me quite la chaqueta, y con un poco de asco, me agache y baje la cremallera de su pantalón. Metí la mano en sus calzoncillos y le saque la polla, que ya estaba erecta. Me la lleve a la boca  y comencé a chuparsela. El hombre estaba tan excitado que no tardo mucho en correrse en mi boca. Iba a escupirlo cuando mi marido me dijo que me lo tenia que tragar, y así lo hice. Me levante y fui a coger mi chaqueta cuando oí a mi marido decirme:

-         ¿ Donde coño vas?

-         Ya le he hecho la mamada que querías.

-         Pero mira el pobre hombre como esta. Hace tanto que no folla y le has gustado tanto que se ha vuelto a empalmar. Seria una crueldad dejarlo así.

Era cierto. El hombre volvía a mostrar una buena erección.

-         ¿ Le tengo que hacer otra mamada?- le pregunte sorprendida

-         No creo que ahora se conforme con eso. Lo que quiero es que te lo folles.

-         Pero me habías dicho...

-         Te mentí. Tomas, follatela.

-         ¡ No, Jorge, no me hagas esto!

-         Te va a follar por la buenas o por las malas. Y vas a ser tu quien le pida que te folle. Tomas, calienta a esta puta todo lo que puedas, hazla estar tan cachonda que te pida que te la folles como la puta que es. Y no le des polla hasta que te lo suplique.

Intente resistirme, pero mi marido me arranco la ropa interior de un tirón y me empujo al jergón. Caí de espaldas. Mi marido se situó en la cabecera de la cama, me cogió una pierna con cada mano y me abrió completamente dejando mi coño y mi culo expuestos ante Tomas.

-         Vamos, Tomas, cómele el coño a esta guarra. Seguro que lo estas deseando. Y no te andes con delicadezas. A esta perra le va el sexo duro.

Tomas no necesito más incentivos. Se quito la ropa con manos temblorosas y se abalanzo sobre mi coño. Le dio un lametón de abajo arriba y con las dos manos me separo los labios, dejando el agujero de mi vagina a la vista.

-         Madre mía, que chocho tienes, zorra. Me lo voy a comer entero.

Y metió su lengua en mi vagina. La metía y la volvía a sacar, me mordía el clítoris... Yo sentía como a mi pesar me iba humedeciendo, y más cuando sin previo aviso me metió dos dedos de golpe. Me mordí los labios para no gemir. No quería demostrarle que me había excitado. Empezó a mover los dedos dentro y fuera mientras su lengua se afanaba en mi clítoris. Muy pronto note como introducía tres dedos y los movía con furia.

Notaba como iba directa a un orgasmo. Tomas debió notarlo, porque saco los dedos de golpe.

-         No, zorra. No dejare que te corras hasta que me pidas que te folle.

Cuando vio que me había calmado, volvió a meterme tres dedos en el coño. Ahora los movía dentro de mí en semicírculos, y sentí como mis flujos salían de mi coño y mojaban su mano.

-         Estas muy cachonda, puta.

Era verdad, pero no quería reconocerlo. De pronto, note un cuarto dedo entrar en mi coño y su otra mano empezar a manosear el agujero de mi culo. Metió un dedo, lo movió en círculos para dilatarlo hasta que al cabo de un rato fueron dos dedos los que estuvieron alojados en mi culo.

No me lo podía creer. Tenia 4 dedos en mi coño y dos en mi culo y quería más. Mucho más. Tomas debió leerme el pensamiento, porque pronto tuve los 5 dedos de su mano en mi encharcado coño. ¡ Toda la mano dentro! Dios, me estaba muriendo del gusto y volvía a acercarme al orgasmo. Y cuando Tomas lo noto, saco todos los dedos de mis orificios. Y ya no pude contenerme.

-         ¿ Que haces, desgraciado? No me dejes así de cachonda. Sigue follandome con tus dedos, con tu lengua, con tu polla. Follame, hijo de puta. Follame y mátame de placer.Vamos, ¡cabron! Te lo suplico, follate a esta puta. ¡¡¡Ahhhh!!!

Al sentir su polla invadir mi coño de una estocada, me corrí salvajemente. Pero Tomas no me dio descanso. Se puso a embestirme como un desperado. Sentí como mi marido me soltaba las piernas y las enlace alrededor del cuerpo de Tomas. Mi cuerpo se movía al compás del suyo.

-         Así, cabron. Muévete mas deprisa y clávame tu polla hasta los huevos. Mmmm, cielo santo, vaya follada que me estas dando.

-         Calla, puta , y mueve ese culo. Hoy me ha tocado el gordo de la lotería. Cuando se lo cuente a mis amigos, no se lo creen.

En ese momento oí un “clic” y volví la cabeza hacia el sonido. Mi marido me estaba sacando fotos. Al ver mi mirada asustada, me sonrió con malicia y me dijo:

-         Es para que sus amigos se lo crean. Y para que se haga muchas pajas en tu honor.

-         No te distraigas, zorra y sigue moviéndote. Voy a cambiar de agujero. Me apetece follarte el culito.

Se salió de mi coño, apunto a mi culo y me la metió de golpe. Que placer. Se me olvidaron las fotos y anime a mi amante.

-         ¡Si, así, muévete así, rómpeme bien el culo! Como te mueves, cabronazo.

Mi marido volvió a subirse a la cama, se bajo la cremallera del pantalón y se saco su polla.

-         Mira como me has puesto, puta. Cómemela.

Me la metió en la boca sin contemplaciones. Se la chupe como una posesa, como si fuera un chupa-chup. El bajo la mano a mi coño y me metió tres dedos. Joder, todos mis orificios ocupados. Estaba en la gloria. Tenia una polla en la boca, tres dedos en el coño moviéndose a toda velocidad y la polla de Tomas alojada en mi culo. ¿ Se podía pedir mas?

-         Vaya culo que tienes, zorra. Y además sabes como moverlo.

-         Pues la boca, cosa fina. Eres la mejor, zorrita mía. Me corro, joder, me corroooo!!!

Me lleno la boca de lefa que trague con ansia. Me estaba volviendo adicta a beber semen. Mientras seguían follandome con los dedos y la polla. Note que iba a tener otro orgasmo espectacular. Ya llegaba , ya venia... Y vino como un huracán.

-         Me corro, hijos de puta, me corro. Vosotros si que sabéis como tratar a una puta.

-         Yo también me corro, guarra. Toma crema de leche en tu culo, puta. Me vas a dejar los huevos secos.

Y dando un ultimo empujón, se corrió dentro de mí. Se desplomo encima de mí hasta que sentí su polla disminuir de tamaño y salir de mi culo. Se levanto y se vistió.

Recogí mi chaqueta y me la puse. Mi marido se abrocho la cremallera y se dirigió a Tomas.

-         Ha sido un placer hacerte feliz esta noche, Tomas. Llevare las fotos a revelar y te las traeré.

-         Muchas gracias, Don Tomas. Ha sido la mejor experiencia de mi vida. Le estoy muy agradecido por ello.

Nos dirigimos al coche. Una vez dentro, no pude evitar preguntarle:

-         ¿ Por que me has hecho esto?

-         Porque quiero que entiendas una cosa. Una sumisa siempre acata los deseos de su Amo. Seria muy fácil cederte solo a hombres refinados como mis amigos. Hoy me apetecía verte sometida por un hombre que es casi un vagabundo y ver como reaccionarias. Y me has demostrado que eres una puta capaz de follar con cualquiera con tal de calmar su “hambre”. Y de paso, le has dado una buena noche a ese pobre hombre. Así que tenlo claro, te someteré siempre a mis deseos, sean los que sean. Y estoy seguro que todos los disfrutaras.

Para entonces habíamos llegado a casa. Me di una ducha rápida y me acosté. Pensé mucho en sus palabras. Tenia razón. No me había importado follar con un hombre que al principio me asqueaba. Solo quería calmar mis apetitos sexuales. Solo quería follar. Me estaba convirtiendo en una leona sedienta de sexo. Y la leona quería mas

( CONTINUARA)