Me convierto en la esclava de mi marido (2)

Sus amigos vienen a casa. Debo esmerarme en atenderles como se merecen.

Me pase toda la mañana pensando en la conversación que habíamos mantenido. Mi marido quería que fuera su esclava sexual, hacer conmigo lo que quisiera, entregarme a quien le apeteciese... y yo había aceptado.

Aunque ahora que lo pensaba mas detenidamente, me asaltaban las dudas: ¿ Seria yo capaz de entregarme a desconocidos? ¿ Podría soportar su frialdad, su dureza y su lenguaje soez y grosero? ¿ Me haría daño por placer? Y sobre todo, ¿ qué pasaría si no me gustaba o no quería seguir con esto?

Decidí que lo mejor seria hablarlo tranquilamente con él, que me diera todas las respuestas a las preguntas que se me pasaban por la cabeza. A decir verdad, esa mañana no me había explicado nada. Solo me había dicho que o me convertía en su esclava o nos divorciábamos. Y yo había aceptado sin pensar en las consecuencias que eso podía acarrear.

Deje la conversación para después de comer. Comimos en el restaurante del hotel, subimos a la habitación a hacer las maletas, las metimos en el coche y nos dirigimos a nuestra casa. No íbamos a tener luna de miel hasta dos semanas después, porque Jorge tenia mucho trabajo que no podía aplazar.

Durante el trayecto, decidí sincerarme con él.

-         Jorge, necesito hablar contigo.

-         ¿ De que quieres hablar?

-         De la conversación que hemos tenido esta mañana.

-         Me parece que ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar.

-         No es verdad. Simplemente me has dado a elegir entre ser tu esclava o divorciarnos. Pero no me has explicado que es lo que esperas de mí ni has aclarado mis dudas.

-         De acuerdo. Tienes razón en que no te lo he explicado todo convenientemente. Yo, en mi vida normal, cotidiana, soy un hombre corriente, como todos. Ya sabes mis gustos y aficiones. Y creo que en estos seis meses que estamos juntos te he demostrado que te quiero.

-         Si, eso es verdad. Me demuestras tu amor con tus gestos y tus detalles.

-         Muy bien. Pero a la hora del sexo, me transformo. Dejo de ser el hombre atento y cariñoso y solo soy un macho con ganas de satisfacer mis necesidades. Y esas necesidades solo se satisfacen si la hembra que tengo a mi lado es mi sumisa, mi sierva. Una mujer que se somete a mis deseos y caprichos y que pone mi placer por encima del suyo. ¿ Sabes a lo que me refiero?

-         Si, creo que te entiendo. Pero, ¿ qué pasa conmigo? ¿ Yo no voy a sentir placer?

¿ En tus deseos o caprichos entra el hacerme daño? ¿ Y si al final no quiero este tipo de vida porque no me guste, que pasa?

-         Mira, te seré sincero. Estos seis meses he hecho que hagas lo que yo quiera sin que te dieras apenas cuenta, y nunca me has protestado. Además, en tu actitud servil me has demostrado que tienes alma de sumisa, aunque tu todavía no lo sabes. Yo sabré hacer que te des cuenta y acabara gustándote tanto que te domine como a mí me gustara el dominarte.

-         ¿ Cómo que he hecho lo que tu querías?

-         Sí. Cuando te conocí, vestías muy provocativa, ibas muy maquillada. Para mi gusto parecías una puta barata. Yo fui haciendo que te vistieras y te maquillaras según mis gustos. Y siempre que te rebelabas, terminaba encontrando la manera de que hicieras lo que yo quiero.

Pensé detenidamente en sus palabras: Tenia razon. Siempre había procurado que estuviese contento conmigo. Siempre eran primero sus deseos y no los míos.

-         En cuanto a tus otras preguntas... No te haré daño ni dejare que nadie te lo haga. Dentro de mis perversiones no entra el hacer daño a una mujer. Y estoy seguro que al final te gustara, pero si no fuera así, no hay problema. Como te he dicho esta mañana, nos divorciaríamos y cada uno seguiría su camino sin problemas. Aunque en el fondo me dolería.

-         ¿ Por que?

-         Porque te quiero. Ya te lo he dicho. Pero no puedo y no quiero cambiar mi forma de ser. Si quieres, podemos hacer una cosa: probar durante una semana. En esta semana harás lo que yo quiera, te someterás a mis deseos, y si al final de la semana no quieres seguir, lo dejamos. No hace falta que me contestes ahora. Mis amigos vendrán a las ocho. Si a esa hora no estas en el salón de casa, entenderé  que no quieres seguir conmigo.

Para entonces, ya habíamos llegado a casa. Bajamos las maletas del coche y las subimos a nuestra habitación. Después, Jorge se marcho a atender unos asuntos y me quede sola en casa.

La tarde paso rápidamente. Yo no había dejado de darle vueltas a la cabeza. Estaba hecha un lío. Mi cabeza me decía que lo dejara, que lo que me había propuesto era una locura, que estaba loco...

Pero debía reconocer que la conversación del coche me había calentado, y mucho. En el fondo de mi ser reconocía que mi marido había visto en mi lo que yo me negaba a admitir: que me gustaria ser su puta.

Para cuando dieron las ocho, yo ya había tomado una decisión: aceptar su acuerdo. Total, una semana pasaba rápido y tenia su promesa de dejarlo si veía que no me gustaba.

Así que me vestí como a el le gustaba. Elegante, sofisticada, y a la vez provocativa, pero sin pasarme.

Entre en el salón y ya estaba allí con sus amigos. Al verme se levanto y me tendió la mano.

-         Me alegro de que al final hayas aceptado mi propuesta. Chicos, os presento a Aurora, mi esposa, y a partir de este momento, mi putita. Aurora, estos son mis amigos, Ricardo y Arturo.

Los mire a los dos. Ricardo era tan alto como mi marido. Tenia el pelo rubio largo hasta los hombros. Me recordó un poco a Brad Pitt en la película “Entrevista con el vampiro”.

Arturo era más delgado y un poco mas bajo que Ricardo. Tenia cara de niño bueno que nunca ha roto un plato. Ninguno de los dos tendría mas de 30 años. Mi marido se acerco a ellos y les dijo:

-         Chicos, esta noche esta puta es vuestra. Podéis hacer con ella lo que queráis, siempre que no la maltratéis.

Los dos hombres se miraron y sonrieron. Después se acercaron a mí, me quitaron la ropa. Solo me dejaron mi conjunto de lencería puesto y mis medias sujetas a un liguero. Después cogieron un pañuelo negro y me taparon los ojos con él.

-         Así no veras por donde te llegan los ataques, preciosa. Y tus sensaciones se verán multiplicadas.

De pronto, note como vertían un liquido por mis piernas.Uno de ellos dijo:

-         ¿ Que pasaría si le limpiara el champán con mi lengua?

A lo que mi marido respondió:

-         No lo sé.

Entonces note como una mano me sacaba un pecho del sujetador y vertía champán encima de el. Luego sentí su lengua lamer mi pecho y mi pezón mientras notaba a su otro amigo hacer lo mismo en mi pierna.

-         La encuentro excitante- dijo uno de ellos.

Me sacaron el otro pecho y vertieron mas champán sobre ellos. Esta vez me chuparon los dos los pezones, mientras yo sentía que mi cuerpo empezaba a reaccionar.

-         Que pezones tiene. Es fantástica.

-         Gracias- le respondió mi marido.

Esta vez sus lenguas fueron bajando por mis costados hasta mis muslos, subieron un poco mas y lamieron la tela de mis bragas. Pero no se quedaron allí mucho tiempo. Volvieron a subir hasta mis pechos, que volvieron a chupar con verdadera pasión. Uno de ellos incluso lamió cada uno de los dedos de mi mano.

-         Es estupenda. Estoy loco por follar con ella. La deseo.

-         Puedes follarla cuando quieras. Es tuya.

-         Te gusta mirar mientras la tocamos, ¿ verdad?

-         Si, es un juego maravilloso, ¿verdad, chicos?

-         Mírala, se esta poniendo cachonda- dijo uno de ellos mientras volvía a meterse uno de mis pezones en la boca.

La verdad era que tenia razón. Mis pezones estaban duros como piedras y mi coño se había humedecido. Era muy excitante no saber por donde me vendría el siguiente ataque.

De pronto, note la polla de uno de ellos meterse entre el elástico que unía mis medias al liguero y restregarse contra mis muslos mientras el otro cogía mi mano y la dirigía a su polla.

La cogí entre mis manos y empecé a pajearle con suavidad mientras les sentía besar mis tetas, mi cuello... Todo mi cuerpo estaba empapado de la mezcla del champán y sus salivas, pero  no me importaba. Estaba demasiado cachonda.

-         Esta tía esta como un tren. Es condenadamente sexy.

-         Mira como nos la follamos, tío.

-         La conozco muy bien. Es una zorra- les contesto mi marido.

Para ese momento, una mano se había colado entre mis bragas y acariciaba mi coño con rudeza. Yo no podía parar de gemir.

Sin mediar palabra, me sentaron en un sillón y uno de ellos acerco su polla a mi boca. Esta se abrió por voluntad propia y me metí esa barra de carne dentro. También la cogí con mi mano. Al mismo tiempo que se la chupaba, que pasaba mi lengua alrededor de su glande dejándolo mojado de mi saliva , mi mano recorría toda la longitud de su tronco.Quite mi mano de su polla y me la metí entera en la boca. Casi no podía respirar, pero no por ello me aparte. Mi lengua seguía lamiendo ese tronco que más bien parecía una barra de hierro por su dureza.

-         Joder, que bien la mama la muy puta. Es una buena mamadora.

Oírle decir esto me pudo más cachonda todavía. Me sentí orgullosa al saber que esa polla estaba así de tiesa por mí y por mi buen hacer bucal. Cogí con mi otra mano la polla del otro y la pajee, esta vez con fuerza, pues quería hacer gozar a este con mi mano lo mismo que estaba haciendo disfrutar a aquel con mi boca.

Ahora me dedicaba a alternar las dos pollas en mi boca. Primero me metía una, la chupaba, la rozaba con mis dientes... Después me la sacaba y me metía la otra. Ellos no paraban de gemir y de decirme cosas.

A todo esto mi marido no participaba. Se limitaba a mirar ( o eso suponía yo, ya que al tener los ojos tapados no podría asegurarlo), hasta que le oí detrás de mí.

-         Vamos, cariño, chupasela bien a mis amigos. Tu sabes hacerlo mejor. Demuéstrales lo puta que eres. ¿ Lo estáis pasando bien, chicos?

-         Joder, tío. Esto es la ostia . Tienes una buena zorra en casa. Y además esta buenísima.

Apartaron sus pollas de mi mano y de mi boca. Uno de ellos me levanto del sillón, se sentó él y agarrandome de las caderas, me fue agachando de espaldas a el hasta que metió toda su polla en mi coño. Sin que me dijese nada, me empecé a mover lentamente al principio. Pero mi coño me pedía mas marcha, así que acelere mis movimientos mientras mi mano buscaba la polla de su amigo. Cuando la encontró, volví a masturbarlo con ganas.

-         Sigue así, zorra. No pares de masturbarme.

-         Eres buena, cariño. Tienes a mis amigos cachondos perdidos.

La que estaba cachonda perdida era yo. Parecía que mi coño se hubiese licuado, porque en ese momento era una fuente de jugos que salían de mi vagina y se escurría por mis muslos. Nunca me había excitado tanto. Aunque claro, nunca había follado con dos desconocidos.

-         Esta tía es fantástica. Que puta es. Ahhh, sigue, zorra, sigue moviéndote así.

Me volvieron a levantar del sillón y me pusieron a cuatro patas sobre la mesa baja del salón. El que me había follado antes ( por la voz creo que era Ricardo) , le dijo a su amigo.

-         Follale tu ahora el coño. Veras que estrechito lo tiene y como te aprieta la polla . Yo le tapare la boca.

Dicho y hecho. Arturo se coloco detrás de mí y de un empujón hundió su polla en mi encharcado coño.

-         ¡ Ahhhhhh!

En el momento en el que abrí mi boca para chillar de placer, Ricardo me metió la polla.

-         Toma, zorra. Chupamela como tu sabes.

Me la volví a meter hasta el fondo y me detuve allí hasta que me falto la respiración. Al apartarme, quedo colgando entre su polla y mi boca un hilo de babas.

-         Ostia puta, que bien la mamas, guarra. Sigue, sigue y no pares.

Me estaban dando caña y yo estaba disfrutando como una loca. Si toda la semana iba a ser así,  iba a ser una semana cojonuda. Nunca mejor dicho.

Arturo se agarra a mi culo y empezó a embestirme como una fiera mientras Ricardo me cogió la cabeza y empezó a follarme la boca a un ritmo endiablado. Mientras no dejaban de animarme :

-         Sigue moviendo así ese culo, puta. Te la voy a meter entera, hasta los huevos.

-         Joder, que boca tiene .Estos labios hacen maravillas.

Me levantaron de la mesa para tumbarme encima. Me abrieron de piernas completamente, con lo que mi coño quedo expuesto a sus miradas. Ricardo dijo:

-         Ha llegado el momento de meter mi polla en este culo.

Y sin mas miramientos  me metió la polla en el culo. Al principio me dolió un montón, aunque no dije nada. El acuerdo era someterme a los caprichos de mi marido y así lo hice. Pero llego un momento en que el dolor fue sustituido por un enorme placer. Y volví a gemir con ganas.

-         Tu mujer tiene un culo de campeonato.

-         Metesela bien hasta el fondo. Y tu , cariño, ¿ estas disfrutando? Seguro que sí. Estas hecha una buena zorra.

-         Le voy a dejar el culo bien abierto.

Y diciendo esto empezo a bombearme con ganas. Tanta fuerza empleaba que me arrastraba en la mesa y me hacia daño. Pero el placer que sentía era mayor.

-         Siii, siii. ¡¡ Sigue, sigue!!- Ya no podía estar callada, estaba fuera de mí.

-         Joder, tíos. Si sigo así, no voy a durar nada. Esta zorra me va a machacar.

-         Destrózala. Dale polla hasta que la revientes.- Dijo Arturo

-          Vamos, cariño, pórtate bien con mis invitados.

Otra vez me volvieron a levantar. Me dirigieron hasta donde estaba el sofá. Ricardo se tumbo encima , me sentó encima de el y me clavo la polla en el coño. Empezó a martillearme con fuerza.

-         Ha llegado el turno de follame yo también a esta puta. Al fin y al cabo, es mi puta.

Por fin. Al fin iba a tener la polla de mi marido dentro de mí. Sentí como acercaba su miembro a mi ano y me metía la polla de una estocada. Volví a gritar de placer.

-         ¡¡¡Ahhh, joder!!!

-         Calla, puta, y mueve ese culo. Arturo, tápale la boca para que no vuelva a distraerse hablando.

Y Arturo, haciendo caso a mi marido, me lleno la boca de polla. Empezaron a moverse los tres dentro de mí. Ricardo en mi coño, mi marido en mi culo y Arturo en mi boca. Yo no podía más. Estaba a punto de correrme mientras ellos seguían bombeándome como locos . No iba a resistir mucho más.

-         Toma, cométela, zorra. Me voy a correr en tu cara, puta.

-         Vamos, puta. Chupasela bien a mi amigo.

-         Me corro, puta, me corrooo. Abre bien la boca, que ahí va mi leche. Joder, ¡¡¡JODER!!!

Se corrió entre alaridos . Me lleno la boca de semen. Tanto, que no me cabía tanta y se me salió por la comisura de los labios. Me la restregó con la punta de su polla por toda la cara mientras mi marido se reía y me decía:

-         Vamos, puta, trágatelo todo. Haz los honores y compórtate como la zorra que eres. Venga, PUTA.

Esa palabra dicha con tantas ganas fue lo único que hizo falta para que alcanzara un orgasmo brutal, como nunca lo había tenido. Me convulsione entre los dos cerca de un minuto. Ellos, al sentir, como me corría, arrecieron en sus embestidas hasta que a los pocos minutos se corrieron entre gritos.

-         Toma zorra. Te voy a llenar el coño de leche. Menudo polvo, joder.

-         Ya os dije que me había casado con una buena puta .

Se quedaron dentro de mí hasta que sus pollas se quedaron fláccidas. Entonces, mi marido se levanto, me cogió de la mano y me separo de su amigo. Me quito la venda de los ojos y me dio un suave beso en los labios.

-         Te has portado estupendamente, cariño. Ahora ve y date una ducha mientras yo despido a mis amigos.

Le obedecí. Me dirigí al baño sumida en mis pensamientos. Notaba como el semen empezaba a salir de mi coño y de mi culo  y empezaba a escurrirse por mis muslos. Llegue al baño, le puse el tapón a la bañera y abrí el grifo. Eche en el agua gel relajante y sales de baño y me metí dentro.

Mientras estaba metida en la bañera, pensé en lo que acababa de ocurrir. Había sido una experiencia única e increíble. Lo que no había duda es que lo había disfrutado, y de que manera. Había dejado atrás mis prejuicios morales y me había convertido en una hembra en celo que lo único que quería era satisfacer a su Señor y al paso satisfacerse ella. Y no había duda de que lo había conseguido. Al final iba a resultar que mi marido tenia razón y tenia alma de sumisa y también de puta . Era algo que iba a descubrir . Tenia toda la semana para averiguarlo.

(CONTINUARA)