Me convierto en la cerda del bar de mi tío

Tengo que ayudar a mi tío en su bar, y termino siendo el premio de las partidas, humillada por sus amigos

Me llamo Laura, tengo 19 años y desde hace unos meses tuve que venirme del pueblo a vivir con mis tíos a Madrid. Soy una chica más bien tímida, y nunca tuve muchos amigos en el pueblo ni me gustó mucho salir, entre otras cosas porque siempre he estado un poco rellenita y se metían bastante conmigo...

Mis tíos son un matrimonio bastante mayor que nunca ha tenido hijos. Tienen un bar bastante mugriento en el barrio, el típico al que van los hombres a echar la partida. Desde que llegué el primer día me di cuenta de que mis tíos no se llevan muy bien: mi tía es una mujer muy delgada, menuda, arrugada y silenciosa, que se pasa el día limpiando y cocinando para mi tío, además de ayudarle en el bar. Él es un hombre gordo y bruto, bastante desaliñado, que la trata a golpes y gruñidos.

El mismo día en que llegué a la casa me di cuenta de que mi presencia también iba a ser un motivo para discutir, ya que mi tío aprovecha cualquier ocasión para mandar a mi tía a la cocina o a la cama y quedarse a solas conmigo. Al principio nunca me hizo nada, sólo me manda sentar en el sofá y se queda a mi lado, mirándome con bastante descaro al pecho (al estar algo rellenita tengo bastante pecho), con una manta sobre las rodillas, mientras se pasa las manos por la zona del paquete, sin disimular mucho. Es muy molesto y me siento muy incómoda, pero al rato siempre se levanta y se va a buscar a mi tía a la habitación, y yo me quedo tranquila. Una vez mi tía no estaba en la habitación, sino fregando los platos en la cocina, y cuando me levanté del sofá, vi por la puerta entreabierta que mi tía estaba inclinada sobre el fregadero, con la falda subida hasta la cintura y las bragas por la rodilla, mientras mi tío, con los pantalones por los tobillos, la embestía por detrás. Ella estaba quieta, impasible, y él trataba de embestirla todo colorado... en un momento cogió el gel de lavar los platos, echó un chorro en su mano, y empezó a frotar a mi tía, que no decía nada, mientras le decía "vieja reseca, deberías darme las gracias porque sólo me caliento con ella, pero aún vengo a follarte a ti"... entonces me fui rápido a la habitación para que no me vieran...

Hasta entonces todo iba bien, estaba incómoda con la presencia de mi tío, pero nunca había llegado a más. Pero una tarde me dijo que tenía que empezar a ir a ayudarle yo al bar, que mi tía no servía, así que me mandó ir a partir de las ocho de la tarde, todos los días, y me dijo que tendría que llevar el uniforme que me dejaba sobre la cama: una falda negra y una camiseta de manga corta blanca. Cuando llegué al bar, fui a una pequeña habitación que hay al lado de la pequeña cocina, y dejé la cazadora. Había seis hombres sentados en una mesa redonda, jugando a las cartas. Tendrían todos entre 50 y 70 años. Cuando mi tío me vió, me dijo que me sentase detrás de la barra, y que el uniforme era para llevar sin sujetador. Iba a protestar, porque con la camiseta blanca se me transparentaban los pezones, pero no me atreví, nunca me atrevo a llevarle la contraria porque sé que mi tía nunca me defendería y me da miedo. Dejé mi sujetador en la habitación y me senté detrás de la barra. La puerta del bar ya estaba cerrada al público, y mi tío se sentó con los hombres a jugar y me mandó llevarles cerveza.

Cuando me acerqué con las jarras, ellos empezaron a reirse y hacer bromas sobre mi... uno le decía a mi tío que para poner una camarera joven, podía haber buscado una tía buena, y no esa "vaquita"... y otro le dijo que a él le gustaban las ubres de la vaquita, con esos pezones grandes como galletas... yo me sentía muy avergonzada, así que trataba de dejarlo todo rápido y volver a la barra. Entonces uno de ellos me llamó y me mandó llevar el sifón. Cuando se lo llevé, me apuntó con él y me empapó... "si vas a enseñar, enseña bien", me dijo, y me quedé con la camiseta toda mojada el resto de la noche.

Al día siguiente igual, desde que llegué empezaron a pedirme cosas, y cuando se las llevaba me acariciaban las piernas, me metían la mano debajo de la falda para acariciarme el culo mientras les llenaba las copas, y repitieron la broma del sifón... así cada día. Me sentía muy sucia por lo que me hacían y su forma de tratarme, pero tampoco me atrevía a decir nada ya que no tenía otro sitio donde vivir que la casa de mi tío, y no podía marcharme.

Una de esas tardes, estando en la barra, oí que mi tío no tenía más dinero para apostar, y uno de los tipos que solían ir, uno viejo y todavía más gordo que mi tío, le dijo que podía apostar conmigo: el ganador se llevaría el dinero del resto y de él la oportunidad de jugar un poco conmigo, diez minutos. Me puse toda roja detrás de la barra e hice como que no oía nada, disimulando... empezaron a jugar y perdió ese viejo gordo que había propuesto el juego. Me llamaron a la mesa... y cuando me acerqué, me agarró por la cintura y me sentó en sus rodillas."como veo que tenéis miedo de que me esté pasando" les dijo, "os voy a demostrar que esta cerdita también puede disfrutar".... yo estaba sentada en sus rodillas de espaldas a él y de frente a los demás. Me bajó las bragas dejándolas caer hasta mis rodillas, y metió la mano debajo de mi falda, sin dejarme al descubierto... y empezó a frotarme con sus dedos gordos... y yo veía como casi todos los demás se estaban frotando el paquete encima del pantalón viéndolo, disimuladamente  me estuvo frotando diez minutos, y paró... a mi me había dado mucho asco y me había sentido muy humillada, pero el muy cerdo sacó la mano toda húmeda, de tanto haber estado frotando, y les dijo a los demás que me había hecho correr... me puse de pie y me subí las bragas, avergonzada, mientras mi tío me miraba muy serio.

Esa noche, mientras dormía, mi tío se acercó a mi cama, se agachó, metió la mano por debajo de la ropa, y me empezó a frotar entre las piernas como lo había hecho el viejo por la tarde. "Eres una puta cerda", me decía "te pones cachonda de que te toque el viejo de Paco, cochina"... me estuvo haciendo eso durante cinco o diez minutos, no lo sé, me hice la dormida porque no sabía que hacer, pero se pronto se fue y me dejó tranquila... cuando se fue a la otra habitación empecé a oír los golpes de la cama contra la pared: estaba embistiendo a mi tía.

Al día siguiente, como suponía, el juego en el bar se repitió. Me llamaron a la mesa. El que había ganado era un viejo delgado, medio desdentado. Me dijo que le preparase un puré de patatas y se lo sirviese. Pensé que esta vez me había librado, igual no le excitaba o era demasiado viejo, el día anterior no se había tocado ni nada... al llevárselo, me pidió que me sentase encima de sus rodillas, pero de lado... y me mandó quitarme la camiseta... Los demás miraban babeando, y el gordo del día anterior ya se estaba acariciando. Me quité la camiseta, y me dijo que quería comer el puré pero mamándolo de mis ubres de vaquita, ordeñándome bien"... no entendí bien y me quedé inmovil... entonces él cogió una cucharada y me la echó sobre los pechos, y empezó a lamer... y así una y otra vez, dejándome las tetas llenas de puré y babas... "menuda cerda tienes en casa" le decían a mi tío los demás... "supongo que no te estarás follando a la vieja de tu mujer teniendo a esta perrita a mano"... cuando estaba terminando, me mandó levantar, se puso de pie, se desabrochó y se bajó los pantalones, y se sentó otra vez. Cogió el plato, y se vació lo que quedaba de puré en la entrepierna... "ahora te toca comer a ti, lámeme la polla y los huevos", dijo y agarrándome por el pelo, arrodilló delante suya y me restregó la cara por toda su entrepierna... entonces me clavó su polla en la boca, sin dejarme mover ni respirar, y empezó a moverse en mi boca, como follándosela, y en tres embestidas se corrió en mi garganta... cuando me levanté vi que uno de los otros se estaba masturbando frenéticamente y otro se había corrido en el pantalón.

Mientras me senté detrás de la barra para limpiarme, oí cómo hablaban de nuevas reglas para el juego... a partir de ahora el que ganase estaría conmigo dentro de la habitación que había al lado de la cocina, diez minutos... pero antes de eso, aún faltaba algo... esa noche mi tío llegó a casa como un animal en celo...