¿Me convertí en tu puta por pagar una deuda?

Su primo se ofrecio a arreglarlo todo si me convertia en su puta, yo no contaba en disfrutar tanto pagando

Hace cinco años que me case con Alberto, yo tenía treinta años y el cuarenta cuando nos conocimos. Me enamore desde el primer momento, era amable, cariñoso y algo golfo. Los primeros meses todo era perfecto, me agasajaba con regalos, me llamaba cada hora y hacíamos el amor cada vez que podíamos. Pero un par de meses después de conocernos mi burbuja estallo, me entere que estaba con una chica desde hacía más de siete años y que iban a casarse. Me entere de la peor de las maneras. Vamos encontrándomelos felizmente con toda la familia de el en un restaurante. Así caí en por qué jamás me presento a nadie, ni siquiera amigos. Le llame y le dije dónde estaba, se escapó un momento y le deje en el pasillo de los baños. Tras dos meses sin vernos me volvió a llamar, suplicándome que volviera, que la había dejado, que era a mí a quien amaba y caí como una tonta. Volvimos a estar juntos, me dijo que la había dejado y comprobé que era verdad.

Me costó volver a confiar, pero de nuevo volvió a ser el chico amable y cariñoso que me enamoro y cuando me pidió que nos casáramos fui feliz.

Nos mudamos a su piso tras la boda, el edificio pertenecía por completo a la familia. En el Vivian casi todos.

Ahora nos llevamos más o menos pero al principio me costó que dejaran de verme como la otra, todos la preferían a ella ya que según sus pensamientos yo me había metido en medio.

Poco a poco se fueron olvidando, yo trabajaba y los momentos que estaba en mi casa los aprovechaba al máximo sin demasiado tiempo para hacer visitas. Cuando me quede sin trabajo, me arrepentí de haber cortado con todo mi pasado por él, ya que me sentía sola y aburrida.

Bueno todo empezó un viernes en una barbacoa en la zona común, el edificio estaba repartido en pisos totalmente independientes como cualquier edificio, pero los bajos eran comunes, consistía en zona ajardinada con piscina y barbacoa y una sala enorme para reuniones, cocina y baño.

Estaban todos alternando en mini grupos cuando baje.

Vi en un grupo a Alberto con sus padres charlando animadamente, en otro grupo el hermano de su padre con la hija de ambos y el marido y en otro grupo la hermana de mi suegro con su marido y la nuera. Solo faltaba Máximo el primo mayor de mi marido y su jefe en la empresa familiar, ya que era el director. Entre ellos no se llevaban demasiado bien, su primo con cincuenta y cinco años era todo lo que Alberto no era, máximo era sensato, reflexivo, taciturno, apático y un lobo astuto en los negocios, todos le temían, dentro y fuera de la empresa. Hasta a mí me cohibía ese rostro tan agresivo que siempre parecía querer estar en otro sitio mejor. En esos momentos hizo su aparición, totalmente trajeado y con cada pelo en su sitio como un pincel.

-Hola Alba

Se me erizo el vello por la cercanía y los nervios que me provocaba su presencia.

-Hola Máximo, acabo de llegar

-Como yo pues

Nos acercamos juntos a los grupos, me acerque a mi marido y me di cuenta que estaba serio, a media noche le pregunte y me soltó que la había liado en el trabajo y por su mala gestión se había perdido mucho dinero y cuando todo saliera a la luz, la tendría gorda con sus padres y demás.

-No sé cómo saldré de esta Alba, yo solo quería ganar algo más ahora que tú no trabajas, quería que mis padres estuvieran orgullosos y quería el ascenso.

Ya me había pasado la pelota como siempre, ahora lo había hecho por mí y eso me hacía sentir culpable.

-Alba he intentado hablar con Máximo pero no logro convencerlo, podrías intentar hablar con el

-Yo?

-No sé, estoy desesperado

Al final de la noche vi a Máximo en un rincón del jardín algo alejado al teléfono, espere a que colgara y me acerque.

-Máximo podemos hablar?

-Claro, supongo que vienes a interceder por tu marido

-No habría una manera de poder arreglarlo?

-A lo mejor, pero yo no la encuentro –dijo secamente-

-Podríamos pagarte en un par de veces –dije-

-Es mucho dinero Alba. Por la tontería del chulo de mi primito y encima te manda a negociar?

-Me ha pedido que hablara contigo como su mujer que soy

-Crees que solo es por eso?

-Claro, no sé qué insinúas

-Déjalo Alba, aunque se me acaba de ocurrir algo

Se acercó un poco a mí y me dijo flojo al oído mientras con el dorso de la mano acariciaba mi costado.

-Estas dispuesta a pagar su deuda Alba?

Todos mis sentidos se pusieron alerta ante esa fugaz caricia, que hasta dude que hubiera existido. Pero volvió a decir.

-Alba si quieres saldar la deuda de tu marido dime cosas acabo de pensar que podríamos arreglarlo tú y yo

-A que te refieres? –Pregunte como una tonta-

-Me refiero a lo que piensas, pagaré su deuda si accedes a ser mi puta durante tres meses

Volvió a acariciar mi antebrazo y rompí el contacto para salir corriendo de allí.

Ya en casa Alberto estaba peor, me comentó que había visto que no sacaba nada y que el había vuelto a intentarlo y nada, lloró mientras me decía que iba a perderlo todo.

En ese momento me decidí, sopese los pros y los contras y supe que debería ayudarle si quería poder plantearme un futuro, no podía dejarle hundido y asomándome vi que aún estaba charlando con mi suegro.

Alberto había tomado una pastilla para dormir y lo hacía profundamente, Salí de casa y baje por la escalera esperando al ver a mi suegro irse entre en el salón sin verle, al momento salió del baño y me acerque a él.

-Hola  Alba se te ofrece algo?

-Sigue en pie tu proposición? –le dije nerviosa-

-Claro, vas a rebajarte por salvarle el culo a mi primo Alberto?

-Si

Dio dos pasos hacia mí y me arrincono en la pared, me agarro de la cintura y me dijo con voz queda y ojos de algo parecido al odio.

-No voy a ser tu amante solicito Alba, entiende bien que quiero una puta no una novia

-No me asustas

Bajo su cabeza y literalmente devoró mi boca, mordió mis labios y los lamio mientras sus manos apretaban mi carne, la cabeza me daba vueltas y no me caí por sus manos y la pared cuando se separó.

-Sabes a pecado –dijo antes de salir de allí-

Al día siguiente Alberto vino eufórico, diciéndome que lo había ayudado y que había encontrado la manera que subvencionaran las pérdidas.

A finales de semana Alberto me llamo para pedirme que le acercara unos papeles a la oficina, otra vez se lo había olvidado en casa. Se lo lleve a media mañana y me dijo si podría pasarme por el despacho de Máximo, que al comentarle que iba a ir le había pedido si podía darle una idea sobre un regalo que debía hacer.

Sin ganas de verle a solas, no me quedo más remedio que seguir a Alberto que me dejo en su puerta.

-Pasa Alba dame un segundo –dijo tapando el teléfono-

Mientras el terminaba la llamada me permití mirarle unos segundos, allí en su terreno era aún más perturbador.

Mientras le miraba escribió algo que me paso sin dejar de hablar. Me quede helada cuando leí lo que ponía.

“Cierra la puerta por dentro y desnúdate”

No me lo podía creer, como podía pedirme eso allí en la oficina donde estaba mi marido y media familia se paseaba por ella. Un leve movimiento de su cabeza me indico que estaba esperando. Negué con la cabeza.

Cuando colgó el teléfono me dijo simplemente.

-Has cambiado de opinión?

-No

-Pues, porque no te has desnudado?

-Aquí no puedo

-Yo digo cuando y como. Esa son las reglas. Ven aquí

Me acerque y el separo su silla de la mesa colocándome de pie ante él. Empezó a levantar mi falda corta y agarrando el elástico de mis tupidas medias las bajo, dejándolas en mis tobillos.

-Apoya las palmas de las manos en la mesa.

Cuando lo hice quede inclinada y ofrecida a él, que aprovechó el momento para pasar sus manos por la cara interna de mis muslos, subió hasta llegar al calor de mi sexo y movió la mano, notaba su calor solo me separaban las bragas. Con dedos hábiles las aparto y empezó a pasear dos dedos por mi rajita. Notaba su aliento en mis nalgas mientras sus dedos apresaban mi clítoris y lo frotaban. No quería sentir nada, pero esos dedos buscaban mi carne caliente. Por más que lo intentaba no podía frenar los fluidos que mojaban ya sus dedos cuando me penetro con ellos, me agarraba fuerte a la mesa y el empujo dentro de mi hasta que una marea de calor liquido me inundo por dentro estallando en el centro de mi ser y me corrí por primera vez con él.

-Ves mi niña que no es tan malo? Déjate llevar

No saco sus dedos ni cuando oí como se bajaba la cremallera y se agarraba el miembro que puso entre mis piernas, se movió entre mis muslos simulando la penetración, saco sus dedos y con los mismos los paso por su glande y lo llevo a la entrada, me agarro de las caderas y se hundió en mi tan lentamente que quería gritar, sentí como cada milímetro de su carne caliente abría mi vagina, rozaba las paredes de la misma haciéndose sitio en mi interior, era grande, era gorda y estaba dura como el hierro.

Un gemido se escapó de mi garganta cuando llego al final, cuando note que estaba dentro por completo, se quedó parado y entonces agarro mi camiseta y la saco por mi cabeza, saco los pechos sobre mi sujetador y los sopeso primero, para sobarlos después. Busco los pezones y los pellizco suavemente con dos dedos. Seguía dentro, no se movía. Mis caderas empezaron a tener vida propia y empecé a moverlas lentamente.

-Quieres más verdad puta? Quieres que te folle?

Me negaba a pedírselo, me negaba a suplicar, pero sus dedos excitaban al máximo mis tetas que me dolían de duros que estaban y notaba como mis fluidos mojaban su polla.

-Que placer notar como te mojas con mi polla, no imagine que me saldrías tan puta.

Bajo su mano por delante y volvía a apresar mi clítoris, necesitaba que me follara, que me penetrara con fuerza, quería volver a correrme, no sé cómo lo hacía pero ese hombre despertaba instintos en mí que jamás había sentido.

-Pídemelo Alba, suplícale al viejo primo de tu marido que te folle.

-Fóllame Máximo por favor –ya no me importaba suplicar, solo podía pensar en correrme-

El gimió cuando me oyó suplicar y empezó a moverse, me agarro de las caderas y me penetro duramente, entraba y salía completamente dilatando mi vagina que goteaba de excitación.

-Estas chorreando pequeña puta, voy hacer que te corras como antes.

Me pellizco con dos dedos y se hundió hasta el fondo y tuve que morder mi mano para no gritar.

La saco enseguida entre jadeos y note como mis muslos se humedecían, nunca me había mojado así, nunca me había corrido de esta manera.

Aparto las cosas de la mesa y me sentó en ella, me abrió las piernas y sentándose de nuevo en su silla, me separo los muslos.

-Es mío Alba, quiero saborear lo golfa que eres

Metió su cabeza entre las piernas y note su lengua en mi rajita, jadeaba agarrada a la mesa moviendo la cabeza mientras el lamia, succionaba y mordisqueaba cada rincón de mi sexo. Dos minutos después volvía a correrme en su boca, se levantó enseguida y me la metió agarrándose a mis tetas empujo y empujo yo jadeaba casi al borde de perder el sentido y esa polla volvió a llevarme al paraíso de nuevo en diez minutos, no me podía creer que ese hombre aguantara tanto, el seguía penetrándome con rabia hasta que saliendo se la agarro y note un potente chorro de su semen estrellarse en mis tetas, en mi estómago y sobre los rizos de mi pubis. A penas pude bajar de la mesa, me temblaban las piernas cuando fui al baño. Me limpie como pude y salí a vestirme, le vi allí mirando por la ventana con la mirada perdida. Se metió en el baño y salió dos minutos después mientras yo terminaba de vestirme.

-Ya te puedes ir Alba, te llamare cuando vuelva a necesitar tus servicios.

Me sentí tan humillada que llore nada más salir de allí, no sé cómo pude contenerme, para mi había sido el mejor sexo de mi vida aunque me costara admitirlo y para el solo había sido una golfa más, ni un simple gracias, ni un ha estado bien, nada.

Dos días después volvió a llamarme y tan solo me dijo.

-Te espero en el cuarto de contadores en diez minutos.

Cabreada e indignada baje y entre en ese cubículo lleno de polvo y humedad y enseguida llego el cerrando tras su entrada la puerta de persiana que había. Se acercó a mí y sin decirme nada, me dio la vuelta, me apoyo en la pared y con sus piernas separo las mías, estaba completamente vestida y aun así notaba el calor de su mano a través de la tela, bajo mi pantalón junto con mis bragas solo hasta medio muslos y metió su mano.

-Ya empiezas a mojarte puta, que buena estas. Llevo dos días pensando en volver a tocar tu coño

Sus palabras soeces susurradas en mi oído me pusieron a mil, tiro de mis caderas para que quedara más inclinada y enseguida sentí su polla entre mis piernas, su glande buscaba mi humedad y yo me moría por tenerla dentro, cuando estuvo preparada, movió las caderas y empujo entrando media dentro. Yo jadeaba ya totalmente entregada, mi rabia por cómo me trataba me hacía estar más activa.

-La quieres toda verdad?

-Sí, métemela hasta los huevos

-Las señoritas no hablan así Alba

-No soy una señorita, soy tu puta

Mi frase le hizo jadear y sentándose en una vieja silla me arrastro con él y me sentó clavándomela hasta el fondo, yo di un grito cuando note que solo sus testículos quedaron fuera.

-Muévete puta, quiero que me mojes la polla al correrte, ahora zorra asquerosa, córrete

Me mordió la espalda y me apretó fuertemente las tetas, sus palabras, sus manos y sobre todo su polla lograron lo que quería y me corrí.

-Ahora ponte de rodillas y devuélveme el favor, chúpame la polla, me muero por darte mi semen.

Me arrodille y empecé lamiendo su glande, pasaba rápidamente la lengua por él, luego lamí toda su base y por ultimo me la metí en la boca, la cogí y empecé a masturbarle sin dejar de mamar haciendo ruidos.

-Si nena, que rico lo haces.

Succionaba fuerte y la meneaba, mientras como vi en una película le agarre los testículos y los empecé a sobar, el separo algo las piernas facilitándome la tarea, se la agarro él y yo aproveche para sobar con ambas manos y lamer con la lengua hasta que tras un quejido un  chorro se estrelló dentro de mi boca y el resto en mis tetas y hasta en mi pelo.

-La chupas como una autentica puta, no te quedes mucho rato tu maridito está por llegar.

Me molesto su maldad y sus ganas de humillarme, me vestí de nuevo con rabia sin darme cuenta de la figura que en las sombras acababa de correrse mirándonos.

No deje de pensar en lo que le gustaba humillarme, supongo que eso le excitaba.

Durante el polvo me daba placer y sé que yo se lo daba a él, se corría con rabia y me humillaba por ello llenándome de su semen y dejándome tirada nada más terminar para que me sintiera aún más puta.

Nuestros encuentros eran cada vez más salvajes y mejores, nos veíamos en el cuarto de contadores y hasta en la escalera, me follaba siempre con ganas y con rabia, dejándome dolorida. A nuestras espaldas la figura en la sombra no se perdía un encuentro.

No volví a correrme con Alberto, necesitaba la dureza y la necesidad con la que máximo me hacía suya, sin esa intensidad no lograba el orgasmo.

Tras un mes de relaciones, fue más allá. Me cito en un hotel, cuando entre en la habitación vi enseguida que no estaba solo, un señor estaba sentado en la cama.

-Alba siéntate a su lado

Lo hice por su tono de voz y enseguida el viejo empezó a tocar mis piernas, yo las apartaba y el volvía ante la mirada indescifrable de Máximo.  Lo intento de nuevo y al retirarme me apretó la carne y me inmovilizo.

-Estate quieta puta –dijo el viejo-

-Pórtate bien con mi amigo

Le suplique que me librara de ese viejo baboso, pero no vi compasión en su mirada cuando se levantó y me tumbo hacia atrás creía que el otro se iría y nos dejaría solos, pero Máximo subió mis brazos por encima de mi cabeza y me ato las muñecas. Intente zafarme y me dijo.

-Alba estate quieta, mi amigo quiere follarte y vas a dejar que lo haga, quiero verlo.

El viejo tocaba ya mi vulva, había apartado mi braga y me sobaba, me penetro con tres dedos y me dolió, pero encontrarme seca no le freno, siguió metiendo y sacando sus dedos gordos de mi vagina. Máximo me miraba y le dije flojito.

-Estoy seca me hace daño

-Lo sé, relájate y deja que lo haga. Recuerda que eres mi puta y hoy quiero que seas la de él.

Me cabreo de nuevo y le mire con rabia mientras el viejo se enfundaba un preservativo, su polla era larga pero delgada. Se colocó entre mis piernas y me la metió, grite del dolor que sentí.

-Te follare quieras o no, cuanto más te niegas mas me excitas.

Empezó a moverse dentro de mí, con el preservativo patinaba note que había puesto algo y enseguida sentí el calor abrasador dentro.

-Ahora si estas caliente verdad?

El calor me abrasaba mientras el viejo seguía follándome como un animal, sus manos me estrujaban las tetas que estaba sacando de mi sujetador ante la mirada imperturbable de Máximo.

Cuando se cansó de la postura me dio la vuelta y me puso a cuatro patas para seguir follándome agarrado a mis caderas hasta que soltó un quejido y de un fuerte empujón se corrió jadeando y gimiendo.

Salió de mí y caí en la cama, la cabeza me daba vueltas y me dolían las tetas y el coñito de lo salvaje que había sido. No se cuánto tiempo estuve así tirada boca abajo en esa cama, hasta que oí la puerta cerrase, temí que se hubiera ido Máximo y me dejara solo con aquel bestia asqueroso.

Me gire al oír los pasos y me relaje al ver que era máximo sin saber lo que me esperaba. No me desato, vi cómo se quitaba el cinturón y el pantalón y se desnudaba completamente. Su polla estaba dura cuando la metió en mi boca.

-Chupa guarra

Empecé a lamer su glande, pero la retiro y me dijo

-No guarra, entera quiero follarme tu boca

Me la metió hasta la garganta y me follo así más de diez minutos me dolía la mandíbula cuando la saco.

-Ya me la has puesto bien dura

Me dio la vuelta y tumbada de espaldas subió mis piernas a mi pecho y empezó a meterla en mi vagina escocida, que enseguida se mojó. Se movía muy poco y me agarro las tetas doloridas, se agacho y empezó a lamerlas.

-Te duelen?

-Si

Lejos de aflojar lamio con ganas y succiono fuerte, me hacía daño, me dolía cada succión, pero incomprensiblemente mi coñito se encharcaba.

-Te hago daño y aun así te excitas, no ves que esto solo me incita a hacerte más daño?

-No me importa

-Repítelo dime que quieres que te haga daño, mientras siga dándote tu ración buena de polla

-Si máximo, hazme daño, pero no dejes de follarme

Empezó a moverse más deprisa y siguió con mis tetas doloridas hasta que logro mi primer orgasmo de la noche, me retorcí odiándome a mí misma.

Cuando termine, me dio la vuelta y agarrando su polla mojada la metió de nuevo lentamente haciéndome gritar de placer, metió dos dedos también y me retorcía debajo. Note un dedo en mi ano y me asuste.

-Relájate

-No Máximo ahí no

-Alba voy a follarte el culo, relájate y te dolerá menos.

Intente relajarme a pesar del escozor de su dedo en mi culo, empujaba lentamente sin dejar de mover su polla en mi vagina distrayéndome con eso, hasta que el dedo entraba y salía con facilidad, luego añadió otro y empezó a moverse acompasando las dos penetraciones hasta que logro mi segundo orgasmo. Antes de que parara saco su polla y puso el glande en mi ano y empezó a presionar.

-Me duele

-Lo se

Agarre las sabanas e intente relajarme mientras notaba como su polla me deshacía y poco a poco entraba por completo.

-Ya está dentro golfa, tu culo es tan estrecho y suave que podría correrme sin moverme.

Sus palabras me encendieron y sus dedos buscaron entre mis piernas, empezó a mover sus dedos alrededor de mi clítoris inflamado y movía lentamente las caderas, luego empezó a entrar y salir lentamente y en algún momento deje de sentir dolor para sentir un raro pacer que me hizo mover las caderas a su ritmo, entraba y salía ahora deprisa, ambos jadeábamos y gemíamos y presiono con fuerza sus dedos y empujo fuerte dentro de mí y empecé a córreme de nuevo mientras su semen caliente me llenaba el culito. Lloraba de rabia, de dolor y de un placer jamás experimentado.

Un par de horas después me dejo en el aparcamiento de casa y subimos por separado, antes de despedirnos me dijo en el aparcamiento.

-Has estado perfecta, tu coño sabía que era perfecto, pero tu culo es divino. Te llamare.

De nuevo no vimos la sombra en la oscuridad que volvía a ser testigo de nuestro pecado.

Subí a casa dolorida pero saciada como nunca

De momento…