Me cogí a un stripper

Yo gemía y le decía – Hay papacito, que bueno estás- y la verga del muchacho parecía que saltaría del pequeño calzón y quedaría expuesta a mis ojos, debo decir que sé muy bien como tocar un pene ya que yo he dado muchas veces esa caricia, pero ahora, en público no sabía yo que sentir, ya que era un

ME COGÍ A UN STRIPPER

Hola, empezaré por describirme, soy Alexa me gusta estar siempre buen vestida y tengo un cuerpo deseable, pechos grandes y carnosos, cintura delgada y cadera pronunciada, pero lo que más me gusta son mis nalgas, que son soberbias y redondas, del modo que se mueven demasiado al caminar.  A veces he notado que los hombres voltean a verme cuando camino en la calle, eso se entiende ya que es imposible no mirar un trasero tan generoso y bien formado.

Un día decidimos salir juntos Carlos (mi pareja) y yo, todo estaba bien planeado, sería una de esas noches de platicar y sentirnos juntos, llegar a casa y hacer el amor como locos.

Llevaba un vestido negro con algunas rayas blancas que permitía ver mis hermosas piernas y que se ceñía al cuerpo, mostrándome con una figura excitante. Llevaba medias y zapatillas negras y por supuesto ropa interior también negra, obviamente una pequeña tanga negra de hilo dental y transparente del frente que yo mismo me regalé de mi boutique.

Cenamos en un restaurant del centro de la ciudad y nos tomamos algunos tragos, ya entrados en calor por el alcohol, cambiamos la idea original de ir a escuchar música y bailar un poco, ya que al pasar por alguna calle vimos un lugar de strippers masculinos y femeninos. Nos vimos maliciosamente y decidimos entrar.

El corazón me dio vuelcos ya que desde hace tiempo fantaseábamos con la idea de que otro hombre me acariciara y me penetrara mientras él solo miraba, solo de pensar en eso me ponía muy caliente.  En las fantasías de Carlos, yo permitía ser acariciada por ese hombre imaginario y gozaba con el hecho de acariciar dos cuerpos, ser tocada y penetrada por la vagina y el ano nos excitaba y ponía nuestro pensamiento al tope, para terminar  lamiendo dos penes al mismo tiempo.

Al entrar a ese lugar, íbamos a dar un paso pequeño comparado con todo lo que fantaseábamos en nuestra mente en esos momentos, pero me excitaba y supongo que a él también ya que me apretaba la mano al caminar hacía la mesa que nos asignaron.

El lugar estaba lleno de mujeres gritando y solo pocos hombres, ya era tarde y la mayoría estaban ebrios, así que ya muchas y muchos estaban bastante desinhibidos, los strippers se dejaban tocar las nalgas y sus pechos por las mujeres presentes y algunas aventadas les bajaban las pequeñas tangas y les masajeaban el pene y testículos, que presentaban ya erecciones visibles para los concurrentes.

Nos sentamos y de inmediato nos sirvieron unos tragos de tequila que tomamos de un solo golpe, ya que los necesitábamos por todas las situaciones excitantes que observamos.

Pedimos más tragos y de plano una botella, ya que ambos imaginamos que la noche iba a estar bastante movida.

Al estar viendo a las mujeres ebrias y alegres agasajándose con los strippers, se me ocurrió  ir también a que me bailaran los hombres.

Él me decía – Estás segura de que quieres ir a que te bailen de cerca esos hombres? Yo le respondí que estaba segura de ello.

Siendo de una educación tradicional, él me miró varias veces antes de aceptar, como si me dejara pensar antes de continuar, pero yo seguí firme en esa decisión y tomé de mi bolso algo de dinero para el stripper, le dije – Iré y disfrutaré del momento.

Primero me acerqué temerosa al hombre que bailaba en la pista que estaba sudoroso, con una tanga negra bastante pequeña que permitía verle el bulto de una erección. El muchacho me miró y se me acercó, me empezó a bailar moviendo las caderas de manera tal, que la tanga de él quedaba a escasos centímetros de mi cara excitada, volteó hacía donde estaba Carlos para asegurarme que me viera con todo detalle lo que iba a hacer, lo miré que estaba mordiéndose los labios y le pedí que me viera con un ademán.

De inmediato le acaricié al muchacho su pecho sudoroso, las piernas y las nalgas, le toqué los muslos por la parte externa y empecé a tocarle la parte interna de ellos y su entrepierna.

Poco a poco me atreví a rozarle la parte de sus genitales, acariciando de arriba abajo y apretando el glande de su pene, que de inmediato reaccionó y se irguió un poco más.

Yo gemía y le decía – Hay papacito, que bueno estás-  y la verga del muchacho parecía que saltaría del pequeño calzón y quedaría expuesta a mis ojos, debo decir que sé muy bien como tocar un pene ya que yo he dado muchas veces esa caricia, pero ahora, en público no sabía yo que sentir, ya que era una fuerte excitación  que me quemaba el pecho, pero mi vagina mojada me indicaba que era más excitación que otra cosa.

Seguí con ese toqueteo cachondo hasta que le metí la mano completa dentro de la tanga, lentamente le saqué el miembro semi erguido del muchacho, que se sorprendió pero se dejó hacer, pues se veía que disfrutaba mucho de esa caricia, a tal grado que se bajó de la pista y se puso frente a mí, ya juntos él empezó a moverse en círculos y su pene aún en la mi mano me rozaba la parte del pubis y yo me movía al encuentro de su pedazo de carne. Yo estaba excitadísima con la escena y con el muchacho ya con una enorme erección que supongo le dolía.

Empecé a gemir y a moverme aún más rápido, ya le gritaba – “Ándale papi dame tu verga”- con mis labios rozaba los labios del stripper y también una de mis manos se movía de arriba hacia abajo con frenesí haciendo un círculo sobre el pene, mientras la otra acariciaba sus testículos, el muchacho empezó a besarme los senos sobre su vestido y tocando mis nalgas, les daba masajes como palpando toda su superficie, me metía la mano entre los carnosos glúteos y llegaba hasta mis partes más íntimas, ya no nos importaba que el lugar estuviera lleno de gente; Yo seguía gritando como loca – “tócame, acaríciame, méteme la verga…. quiero sentirla en mi vagina”,  alguien se acercó y me dio una botella de tequila y tomé un gran trago y después el muchacho hizo lo mismo.

La gente alrededor empezó a gritar que me quitara la ropa y poco a poco fuí bajándome el vestido negro, dejé al descubierto mis senos enormes y hermosos, me dejé la tanga de hilo dental que se veía ya mojada y fuera de su lugar por el manoseo del muchacho y mis nalgas deberían estar rojas de la presión de sus dedos.

Me quedé en ropa interior y el muchacho se quitó la minúscula tanga, dejando ver su verga grande y venosa totalmente erecta, me arrodillé y mirándole ese pedazo de carne caliente y mojado lo empecé a besar, a acariciar, a retirar el pequeño cuero del prepucio hacia atrás, como preparando el bocado que iba a deleitar, y empecé a dar pequeños toques con la lengua en el glande que el pene respondía con brinquitos de placer, tocaba con mi mano el interior de sus muslos buscando el nacimiento de sus huevos que también le daba mucho placer.

Cerrando mis ojos me deje ir sobre el pedazo de carne que tenía a mi merced y ansioso de sus caricias, lo encerraba con mi boca y mi lengua lo recorría de abajo a arriba, de arriba abajo. El muchacho cerró los ojos y dejó el mundo real para sumergirse en la gran fantasía del placer que mi pequeña boca le estaba dando. No decíamos nada, nuestros cuerpos decían lo necesario, era un espectáculo que me estaba llevando al orgasmo, yo tenía mi vagina ya chorreando baba, ya que era algo que superaba mis fantasías.

Seguí con ese delicado lamer del pene del muchacho que me tomaba del cabello y me jalaba hacía él como esperando que me comiera toda su virilidad, yo hacía lo posible por comerme cada vez más carne pero era imposible.

Le agarraba las nalgas al muchacho con una mano y con otra sopesaba los testículos del joven bailarín, con un dedo le acariciaba el nacimiento de las bolas y el muchacho brincaba de placer.

Los presentes gritaban y aplaudían excitados, nos animaban a seguir, nos rociaban tequila en el cuerpo y se veían erecciones en los pantalones de los caballeros y las mujeres se tocaban sus senos y se metían la mano en la entrepierna acariciándose descaradamente.

Un hombre que estaba muy excitado, se sacó el miembro de su pantalón y se empezó a masturbar tocando mis cabellos, rozaba su pene en mi cuello y mejillas dejando un hilo de líquido viscoso y pidiendo también la atención de mi boquita que seguía muy ocupada con el miembro enorme del stripper que ya se notaba a punto de estallar.

Otro hombre me tocaba los pechos con ambas manos y otro más se agachó a acariciar mis nalgas. Sentí la caricia y levanté un poco mi trasero de manera que mostraba mis hermosas nalgas y el ano al lado del hilo dental que de inmediato fue acariciado por ese hombre. Las mujeres empezaron también a meterle mano al muchacho en todas sus partes, se hizo una gran rueda y en medio estaban nuestros cuerpos que les daba ese show.

Carlos, que estaba sentado en la mesa seguía excitadísimo, ya se había sacado la verga con una tremenda excitación y se la sobaba como para aliviar la gran presión que sentía, sus manos estaban mojadas de ese líquido que su miembro emanaba. En su mente revoloteaba la imagen de su mujer, excitada como loca, dándole placer infinito con una mamada a un hombre extraño y rodeada de hombres deseosos de participar. No podía entender a qué hora había iniciado todo ello, pero ya estaba ocurriendo y tenía que disfrutarlo.

En la pista, yo seguía dando show, con una mano tocaba los testículos del muchacho y con la otra empecé a acariciar otra verga erguida que se restregaba en mis mejillas y en mi cuello.  Acariciaba ese pene extraño haciéndole una tremenda masturbación que ponía más caliente a ese ser afortunado que me acercaba su miembro pidiendo más y más placer.

El desconocido me tocaba los pechos y me pellizcaba los pezones mientras yo atendía una verga en mi boca y otra en mi mano.

Estaba toda caliente y mi boca se hacía en círculo para mamar la gran cabeza de la verga del stripper. Otro hombre borracho se entretenía tocando mis hermosas nalgas, las golpeaba con nalgaditas y de plano se agachó para lamerme el ano que se cerraba y abría palpitando con las caricias de su lengua, y que después bajaba hasta mi babeante vagina,

Carlos escuchaba mis gemidos y veía mi cuerpo que se ondulaba al ritmo de todas las caricias que recibía. Su pene le dolía y estaba a punto de derramarse.

De repente, el personal del bar se acercó y frenó esa hermosa escena de obscenidad que a los presentes nos excitaba tanto. Me tuve que vestir de nuevo entre aplausos de los hombres y las mujeres que habían presenciado ese acto y que seguramente seguían tan excitados como yo.  El muchacho me regaló un beso en la boca y yo le di un último apretón a su carne viril, esa fue la despedida, sin palabras.

Regresé a nuestra mesa con la tanga más mojada y con la boca oliendo a verga, así me dio un beso Carlos que yo disfruté mucho. Le llevé la mano debajo de mi falda y se dio cuenta que mi vagina emanaba jugos al por mayor. Le acaricié la verga diciéndole que lo que había hecho fue muy excitante para mí.  Acabamos la botella hablando de la gran excitación de ambos por todo de lo que acabamos de vivir.

Terminamos la botella y salimos del bar, pero en la puerta nos dieron una tarjeta del muchacho stripper, le hablamos a su celular y quedamos de vernos en un hotel del periférico.

Llegamos al hotel y le dijimos en qué cuarto estábamos, llevamos otra botella de tequila y algo de comer para ese momento. El chico llegó casi de madrugada, lo recibimos con gusto, platicamos un rato y le externamos la gran excitación que se había provocado en el bar. Él comentó que eso nunca pasaba y que yo le había impactado y que por eso nos dejó su tarjeta, esperando que le respondiera.

Entre plática y plática empezamos a conocernos, él nos dijo que se llamaba Emilio, tenía un cuerpo atlético y musculoso. Seguimos bebiendo y platicando, pero Carlos puso música y me levantó a bailar, me hacía que me moviera de manera provocadora y me tocaba los pechos y las piernas y me tomaba de las caderas para que me agachara y que Emilio pudiera ver mi hermoso trasero.

Ya excitada me mojaba un dedo en la boca y me tocaba la vagina, Carlos me quitó las medias y las aventó a la cara del muchacho, estábamos excitándonos de nuevo y Emilio también se paró a bailar. Tenía a Emilio delante y Carlos por detrás, los dos me daban repegones a uno y a otro lado, y al fin la carne exigía lo suyo y empezamos a tocarnos, yo le tocaba las piernas a ellos y él me tocaba los pechos, les respondía tocándoles los muslos y acariciándonos los bultos de sus entrepiernas.

Me besaban la piel del cuello y se me erizaba la piel, empecé a tocarlos sin inhibiciones y le me besaban todo el cuerpo, me desnudamos poco a poco entre los dos, empezando con el vestido negro, el brassier y la mojada tanga. Quedé totalmente desnuda y seguí bailando cadenciosamente una cumbia que sonaba en el sonido del cuarto.

Me miraban excitados los movimientos de cadera y de piernas, mis grandes nalgas se movían de una manera excitante, con mis manos me acariciaba el vello del pubis y me metía un poco el dedo en la boca, le pasaba la lengua y me tocaba la vagina.

Los dos hombres se desnudaron y me arrodillé frente a los dos, acariciando sus grandes vergas erectas, las besaba, las lamía y tocaba las bolas de los dos.

Bailando lentamente, me acerqué a un sillón y me puse de espaldas en cuatro patas, ofreciéndoles la vista de mi hermoso trasero desnudo y mi vagina ya muy mojada, el muchacho rápidamente se aproximó a mí y se inclinó y con su lengua me acarició el ano y las nalgas, brinqué de gusto y empecé a gemir, le grité que me encantaba la lengua en mi culo y le pedía más. – Por favor sigue, sigue ¡lámeme con más fuerza, mete tu lengua en mi culito¡ Me gusta, me gusta!- Emilio seguía lamiendo con frenesí, con su lengua formaba figuras en mis partes más íntimas, metía un dedo en mi vagina y acariciaba mi ano, pero no aguantó más, con su pene erecto, que se veía grande y fuerte poco a poco lo introdujo en mi vagina expuesta. Gemí al sentirlo y empezó a moverse, respondiendo a los embates de su cuerpo joven y musculoso. Se movía en círculos tratando de penetrar lo más posible. Carlos se acercó a mi cara y me ofreció mi pene erecto, que ya estaba rojo de la excitación de la noche, lo miré y lo acaricié como lo he hecho muchas veces y me lo llevé a la boca.

Esa noche, se estaba cumpliendo nuestra fantasía de muchas noches pero elevada a mil veces.

El muchacho me embestía violentamente, sacaba su pito casi hasta afuera de mi vagina y la metía de nuevo hasta el fondo, mi conchita la recibía apretándolo para darle más placer, el ritmo aumentó y él me agarraba de las opulentas nalgas para embestir de nuevo, me pegaba nalgaditas y le decía: “Toma mi verga, disfrútala, te la estoy metiendo toda, apriétame, tenía ganas de cogerte así!!” Yo solo movía la cabeza, gemía y pujaba delicioso, movía mis nalgas en círculos violentamente tratando de que el pito me entrara hasta el fondo de mi ser, le gritaba “por favor no te detengas, dame más, me tienes toda ensartada, dámela papacito”. Aun así seguía mamándole la verga a Carlos y la chupaba como loca, me la metía toda a la boca y le acariciaba los huevos, solté su pito y le pasé por debajo una mano para acariciar los testículos de Emilio que gritó cuando terminó en mi vagina, me llenó de semen que se derramaba por los lados. Al ver esto, Carlos lanzó un gemido como un loco y expulsó su semen en mi boca, nos tumbamos al sillón y yo continué chupando las gotas de leche que todavía salía de sus miembros, los acariciaba de arriba abajo y les acariciaba las bolas.

Ahh les miraba extasiada y satisfecha y ellos seguían con las vergas bien paradas dejando mamarlas.

Cuando se pusieron duras de nuevo volvimos a coger, seguimos cambiando posiciones, a veces entre mis piernas y mi boca, mis manos hicieron su trabajo y otra vez erectos me  dieron más verga en la vagina, me tocaron y lamieron el ano, me acariciaron y metieron dos dedos dentro de mí, Carlos se acomodó detrás de mí y poco a poco se ensalivó el pene que lentamente se abría camino por mi pequeño ano, me dolía un poco pero le pedí que no se detuviera, solo que lo hiciera lentamente.

Poco a poco, su gran pedazo de carne dura y preciosa se fue internando en mis entrañas por el camino de atrás, se abría paso por ese hoyito tan chiquito que parecía que me iba a partir en dos, yo le pedía que avanzara lentamente y que pusiera más saliva, yo misma me tocaba la vagina tratando de acrecentar el placer, Emilio se puso frente a mí y pronto pasaba su verga por mis labios y mi cara, Carlos seguía avanzando lentamente cada centímetro dentro de mi culo y la sensación era cada vez más intensa, me hacía sentir llena y plena, me excitaba demasiado sentirlo por atrás que estaba gozando como nunca, además de estar comiendo la tranca de Emilio con mi boquita. Carlos empezó a moverse, a entrar y salir con su verga inflamada dentro de mi culo, la sensación era cada vez más increíble… Yo apretaba mi esfínter para darle más placer, él estaba por explotar y vaciar su rico semen dentro de mí y al mismo tiempo apuré los movimientos y caricias al pene de Emilio para hacerlos terminar al mismo tiempo. Ohh—que rico fue que los dos me llenaran de su semen, que se derramaran casi al mismo tiempo en mi culo y en mi ano… Ahhh la sensación es muy placentera y deliciosa…

Después de eso, los tres nos quedamos dormidos, extasiados de placer, sudorosos por la energía y vigor que habíamos dejado en esa escena de sexo sin límites.

Al despertar, y portándome como una insaciable, con mi boquita acaricié el pene del muchacho que se levantó de inmediato, lo besé y lamí hasta que estuvo erecto de nuevo, mostrando sus venas y su gran tamaño. Ahora me monté sobre él y cabalgué al muchacho, gimiendo y gritando. Emilio respondió de nuevo con un tremendo orgasmo, yo no dejaba de gritar y de gemir como loca, feliz y satisfecha.

Esperamos volver a realizar este acto con otro muchacho que me haga que me excite de esta misma manera.