Me cogí a un policía (3): jugando con sus esposas.

Nunca creí que en mi primera cita, me esposarían para llenarme de leche.

En cuanto me miré en el espejo, me sentía muy bonita y sexy. Tenía puestas unas botas negras hasta la rodilla, un short ajustado y tiro alto, un top ajustado con un escote muy bonito y una chaqueta negra para terminar. Además de, obviamente, un bonito choker en el cuello. Sonreí, sin embargo, mi sonrisa se borró al recordar que probablemente sería juzgada por mi atuendo al salir de mi habitación, aunque no iba a cambiarme por mi familia. Tomé valor y salí. Mis hermanas, por suerte, no opinaron nada, a mi papá se notó que le molestaba pero estaba al tanto de que cualquier cosa que me dijera iba a ignorarlo, así que se guardó sus comentarios. Mi mamá, bueno, ella nunca guardaba su opinión en cuanto a mi ropa.

-No vas a salir con ese top- se negó.

-¿Por que no? Sophie, lo usa todo el tiempo- me excusé metiendo un poco a mi hermana en la conversación.

-Tienen cuerpos diferentes.

-¿Ósea que no puedo usar lo que quiero por que tengo tetas?-mi mamá suspiró, entendía que a lo que yo quería llegar era que estaba siendo injusta, por lo que decidió no decir nada mas. Ella sabía que yo tenía razón.

-Da igual, vete.

No esperé nada mas que esa señal para salir de la casa. Will dijo que iba a pasar a buscarme, que estaría esperando a dos calles de mi casa para que mi familia no lo viera. Localicé su auto después de caminar por un rato y en cuanto abrí la puerta, su atención se enfocó por completo en mi y en mi ropa. Me repasó de pies a cabeza al menos cinco veces estoy segura. Me senté en el asiento del acompañante y lo miré también. Llevaba jeans, una camisa y una chaqueta parecida a la mía. Me gustaba su forma de vestir.

-Buenas noches- le dije. Will no me respondió, se tiró hacia atrás en su asiento y me miro de pies a cabeza nuevamente-. ¿Que? ¿No te gusta mi ropa?

-Me encanta tu ropa- sonreí por eso y procedí a abrocharme el cinturón de seguridad-. ¿A donde vamos?- me preguntó a continuación.

-Mmmm no se la verdad. Estuve pensando en eso pero...no te conozco mucho y posiblemente no te gusten mis opciones.

-Dime alguna.

-No quiero obligarte a nada.

-Podemos tener una cita común y corriente.

-Nunca tuve una cita antes-confesé ciertamente avergonzada. Supuse que no era normal no haber tenido una cita con veinte años, sin embargo, Will no pareció verle lo raro. Sonrió un poco.

-Me alegra ser tu primera vez-me reí por aquella frase estúpida con doble sentido.

El auto arrancó y aun no sabia a donde íbamos, pero confiaba en Will, así que deje que mi destino sea una sorpresa. Condujo por diez minutos, pasando un par de localidades cerca de la mía y, en cuanto llegamos a la tercera, condujo por el centro hasta que freno en un bonito edificio frente a un parque. Lo miré, claramente pidiendo una explicación de donde estábamos.

-Aquí vivo-me explicó-. Si ya tienes algo en mente, hacemos lo que quieras. Pero, si no, tengo lo necesario para cocinar pasta y vino y cervezas-sonreí, me gustaba ese plan.

-Ok, podemos quedarnos.

-¿No quieres salir?

-No soy muy fan de las salidas- confesé.

Entramos al edificio y subimos por el elevador hasta el quinto piso. El departamento de Will era el típico departamento de soltero que se mostraba en las películas, pero mas pequeño, es decir, un poco mas realista. Recordé las veces que soñé con mudarme de cas y lo mucho que me gustaría vivir en un departamento como el de él.

-Bienvenida a mi humilde morada- me dijo y sonreí comenzando a observar mas los detalles y no tanto la estructura de la casa-. Mira lo que quieras- añadió al verme curioseando. Ante su permiso, comenzó a ver ya sin nada de disimulo. Tenía cuadros bonitos, fotos de él, de su familia, fotos con su sexy traje de policía, fotos esquiando con amigos y fotos de un niño. Hasta ese momento, no habia pensado en la posibilidad de que quizás Will tenía hijos. Suspiré mientras él se acercaba a mi al notar aquel intereses por esa foto-. Puedes preguntarme lo que quieras hoy.

-No sé si quiero preguntar al respecto- confesé.

-¿Por qué no?

-Porque, si tienes hijos, no sé si voy a tener las mismas ganas de estar contigo. Y créeme que me gusta estar contigo.

-¿Te asustan los papás?-me reí por aquella pregunta y él sonrió, apoyando su cadera contra la mesa que tenía en el centro del departamento.

-Creo que estas empezando a gustarme-le dije- y me gusta pensar que yo te gusto también y que quizás lleguemos a ser algo algún día. Y me aterra creer que si eso pasa, seré la madrastra de alguien a mi edad, así que no voy a preguntarte.

-Bueno.

No dijo nada de mi confesión, ni de la fotografía y se lo agradecí internamente. Tal y como prometió, cocinó pastas y, a pesar de que no soy muy fan de la cocina, lo ayudé, me sentía culpable si no lo hacía. Nunca creí que él fuera de esos chicos que toquetean de mas, es decir, no lo parecía. Pero esa noche descubrí que detrás de aquel policía sexy y serio que conocí el día de mi cumpleaños, se encontraba alguien como el Will con el que estaba en ese momento; un chico que cocinaba pastas en una cita y, mientras lo hacia, me tocaba y me besaba de vez en cuando.

A decir verdad, en lugar de parecerme romántico, las cosas que hacía al tocarme me calentaban muchísimo a pesar de estar siendo cariñoso. Claro que lo cariñoso no fue por toda la noche, casi finalizando nuestra preparación de la salsa y una vez que estábamos por tirar la pasta al agua hirviendo, de la nada metió su mano dentro de mi camiseta y comenzó a apretar mis pechos.

Solté un suspiro y lo miré.

-¿Como sabes como controlarme? Literalmente solo estuvimos juntos dos veces

-Tengo un don-me dijo. Miré su pantalón y él sonrió al verme haciéndolo-. ¿Qué quieres hacer?

-Muchas cosas, la verdad. Pero se nos puede quemar la salsa-su mano libre la pasó junto a mi y apagó la hornalla que contenía la olla con salsa.

-Problema resuelto.

-Okey- me giré para verlo de frente, provocando que quite su mano de dentro de mi camiseta. Mi cadera quedó apoyada en la mesada de la cocina-. La comida puede esperar si me contestas una cosa... ¿Tienes tus esposas?-él sonrió por mi pregunta.

-¿Quieres usarlas?

-Quizás.

-¿O prefieres que las use yo?-yo fui la que sonrió esta vez. Hasta ese momento no habia pensado en la posibilidad de que Will las usara en lugar de usarlas yo, pero quizás me gustaba un poco la idea de poder ser la que tiene el control por un momento.

-Ahora no sé-ignorando nuestra anterior charla, Will comenzó a lamer y chupar mi cuello mientras acariciaba mi cintura con sus manos. Solté un suspiro mezclado con un gemido mientras mis manos a moverse en su cuello de la misma manera en la que las suyas se movían ya cerca de mi culo-. Will, ¿Qué edad tienes?-pregunté recordando que nunca me lo habia dicho y que esa noche podía preguntar lo que quiera según él.

-Treinta y dos- me contestó dejando de besarme para poder separarse y sacarse la camiseta-. ¿Eso te molesta?

-Si, obvio, ya me voy- le dije con sarcasmo. Él acercó su rostro al mío, lamió mi mejilla y sus manos comenzaron a recorrer mis brazos. En cuanto la yema de sus dedos llegaron a mis palmas, apenas dos segundos después, sentí aquel objeto tan característico de su trabajo, apretar mis muñecas. Mis manos quedaron esposadas detrás de mi espalda y él sonrió por eso-. Ojala puedas sacarme esto más tarde o no será tan divertido.

-Tranquila, tengo todo bajo control-hizo una pausa en la que aprovecho a meter su mano en mi short-. Todo- repitió en un intento de hacerme entender que también me incluía a mi en las cosas bajo su control.

Sonreí mordiendo mi labio al verlo deseándome tanto. Sus ojos lo delataban. Se notaban tanto las ganas que tenía de cogerme contra aquella mesada en su cocina. Inconscientemente me di vuelta y me agache y así, casi sin darme cuenta, Will ya había bajado mi prenda de ropa inferior y se dedicaba a jugar con mis nalgas. Me las abría y las acariciaba. Yo nunca había sido muy fan de mi culo, creía que era horrible en comparación con todos los que veía en internet y que mis tetas eran mi fuerte. Pero a Will parecía encantarle cada parte de mi, parecía muy entretenido viéndome y no quise interrumpirlo para aclarar que mi culo no era tan lindo.

Me removí un poco haciendo que él me mire.

-¿Muy ajustado?-me preguntó refiriéndose a las esposas.

-Un poco- contesté-, pero no las toques-agregué cuando trató de acomodarlas. Él sonrió y se recostó encima de mi espalda, pude sentir su bulto en mi culo y su boca junto a mi.

-Me encanta que te encante el dolor.

-¿No piensas que es raro?

-Creo que lo pensaría si no me calentase tanto-suspiré sintiendo sus manos desabrochando su pantalón-. ¿Crees que tendrás problemas con tus padres si no les dice con quien duermes esta noche?

-No tendré problemas, se los diré- le dije y giré mi cabeza para mirarlo-. "Oye mami, no voy a ir a casa, conocí un policía sexy con una buena verga que va a romperme el culo".

-¿Te gusta mi verga?- al terminar de preguntar eso, me metió tan fuerte su pene por el culo que no pude evitar gritar. Antes de entrar, me había prometido tratar de hacer el menor ruido posible porque estaba al tanto que era un edificio familiar, pero mi grito salió inconscientemente.

-¡Si! Si, papi, me encanta-confesé-. Me encanta como me coges.

Will se puso derecho, parado nuevamente. Sus manos apretaban mi cadera y se movía de adelante hacía atrás. Mi cara estaba contra la mesada, expresaba el dolor que me daban las esposas pero, al mismo tiempo, lo mucho que estaba gozando de ese momento.

Escuchar sus gemidos me encantaba. Los gemidos masculinos eran algo que ya, de por si, me ponía muchísimo. Pero los de Will eran diferentes. No sé si porque él me gustaba o porque eran quien me estaba cogiendo, pero sabía que podía llegar a un orgasmo solo con escucharlo gemir.

Él tomó mis brazos, que aún estaban colocados en mi espalda gracias a las esposas, e hizo que me levantara de la mesada. Una vez que estuve al igual que él, su mano derecha se deslizó hasta mi pierna derecha. La levantó y la colocó en la mesada, ahora cambiando de orificio y metiendo su verga por mi coño. Solté un suspiro por aquel cambio.

-Estoy por acabar- me avisó. Mordí mi labio y giré mi cabeza para mirarlo-. ¿Donde la quieres?

-Hazlo adentro.

-No tengo condón.

-Acaba dentro mio, por favor-rogué con la mejor cara de inocencia que podía mostrar en ese momento-. Por favor, papi, llename de leche. La quiero adentro.

-¿Y qué pasa si...?-como pude, acerqué mi boca a la suya y lo besé para callarlo.

-Confía en mí, acaba adentro-repetí. Will sonrió y volvió a besarme. Una de sus manos se deslizó hasta mi coño y comenzó a tocarme. Ya no podía seguir besándolo aunque eso quería. No podía evitar comenzar a gemir aun mas fuerte lo que impedía que pueda concentrarme en su lengua-. ¡Ay que rico! Más fuerte, por favor. Ya casi, ya casi.

-Ay dios mío- murmuró al momento de su orgasmo.

Su semen se quedó dentro de mi coño y comenzó a correr por mis muslos también debido a la excesiva cantidad que había lanzado. Sus dedos habían disminuido su velocidad al tocarme durante su orgasmo, pero volvieron a su velocidad normal en cuanto se recuperó y al notar que yo no había acabado hasta aumentaron su velocidad.

Mis piernas comenzaron a temblar y, aunque no lo parecía, tener las manos esposadas, me dificultaba muchas cosas que quería hacer y no podía. En cuanto llegó mi orgasmo, lo único pude hacer para calmarme fue cerrar mis piernas. Estas, al estar temblando, lograron que pierdan fuerza y caí.

Me tomé un momento para recuperarme y, una vez que estaba más calmada y con la respiración regulada, miré a Will; volvía a tener su pantalón abrochado, sólo faltaba su camiseta. Me miraba serio pero en sus ojos pude percibir que le gustaba verme arrodillada en el suelo de su departamento, esposada y sin pantalón.

Y, no voy a mentir, a mi me gustaba estar asi por y para él.